LOS IMPERCEPTIBLES
Dan ganas de darse de baja del género humano. Me pasa en esos días que detrás de los grandes discursos y de las mentiras empaquetadas, se nos cae encima el peso de lo cotidiano, de lo asquerosamente cotidiano. Son jornadas en las que millones de cristales rotos te recuerdan que el problema principal del mundo es la pobreza, y que la política o no ha sabido o no ha querido controlar. Son noches largas que nos dicen que todos los problemas están conectados de un modo u otro con la pobreza. Son el silencio y el llanto. Nos invocan que la cuestión está entre los que tienen mucho y los que no tienen nada y en que la distancia entre ellos aumenta constantemente y de un modo irreversible. Ese es el problema que incide en mayor medida en la estabilidad del planeta. Vivimos en un mundo donde la racionalidad y la inteligencia no dominan y donde los mayores negocios del mundo son delitos: vender mujeres, armas o drogas. En nuestro sistema, el peso de lo obligatorio nos engaña y nos hace olvidar nuestra impotencia o nuestra desidia.