GRADUATE SCHOOL OF ECONOMICS
Tranquilizadora lección inaugural del comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios Joaquín Almunia ayer por la tarde en la Graduate School of Economics (Barcelona GSE). Había mucha expectación por lo que significará esta institución y por lo que pudieran implicar las palabras del Comisario Europeo. En un magnífico inglés, dijo que confiaba que las turbulencias se calmarían del todo y que las entidades financieras dejarían de tener dificultades y que recuperarían la confianza de nuevo. No todo el mundo asintió con la cabeza, la mayoría de políticos no lo hicieron porque no entendían ni papa de lo que decía, los empresarios tampoco porque son escépticos ante la crisis interbancaria y los economistas y académicos mantuvieron un intermitente gesto favorable según las frases.
Una tarde agradable,
fotos y buen vino dulce francés de Sauthernes junto a divertidos
bocaditos de diseño. Mucha gente y mucho negocio, más de lo previsto,
menos de lo deseable. La Barcelona GSE se sumará a la oferta de
instituciones educativas de excelencia como IESE, ESADE o EADA. Estas
escuelas de negocios están centradas en la gestión empresarial, el
Graduate School of Economics de Barcelona representa la formación en un
ámbito mucho más amplio de la economia y lo hace al nivel y siguiendo
el patron de otras grandes capitales europeas. En concreto los rivales
de la GSE no estarán en Barcelona, ni en España, su competencia directa
serán la Business School Paris y la London School of Economics.
Faltó poca gente. Había antiguos compañeros, socios actuales,
políticos en general, empresarios, líderes sociales, profesores,
periodistas económicos, futuros alumnos, algún premio Nobel, los ex
presidentes Jordi Pujol y Pasqual Maragall, los consellers Antoni
Castells y Josep Huguet, los líderes de CiU Artur Mas y Josep Duran
Lleida, Miquel Valls, presidente de la Cámara de Comercio de
Barcelona, el ex ministro y actual miembro del Círculo de Economía,
Josep Piqué como estrella solicitadísima, el omnipresente presidente
del Barça, Joan Laporta, el presidente de la Generalitat José Montilla
y la ministra de Educación y Ciencia, Mercedes Cabrera. La verdad es
que, en todo caso, fue un estreno de lujo y una satisfación para el
director de la escuela Andreu Mas-Colell.
Lo peor de la jornada fueron unas decenas de jóvenes desubicados
sujetando una pancarta del Sindicat d’Estudiants pidiendo el fin de 300
años de ocupación. Los vio poca gente y casi mejor. Ponerse a quemar
fotos compulsivamente no tiene gracia, ni parece demasiado ajustado al
momento del acto en la Pompeu Fabra. Al salir disculpé el suceso por
encima de quien y cuando lo abanderaba algunos futuros alumnos. Es
cierto que Catalunya tiene muchos agravios producto de una mala gestión
de la relación con el Estado, pero me temo que ese no era el momento de
derivarlo de ningún modo. La Barcelona Graduate School cuenta con 98
alumnos, de los que sólo cinco son españoles, el resto pertenecen a los
cinco continentes. No creo que la mejor manera de hacer pedagogía sobre
que es y que representa Catalunya sea esa. Seguramente, durante los
meses de asistencia al GSE esos hombres y mujeres en pleno proceso
formativo de alto nivel, comprenderán mejor que es y que significa lo
que somos. No necesitan atajos incendiarios fuera de lugar.