TERCERA VIA

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La política no se aleja de los ciudadanos. Ni los ciudadanos de la política. La demostración más clara es la blogosfera. Miles de bitácoras hablan de política cada día, comentarios de toda índole retocan los posts y los complementan. La conversación existe y no se detiene. La política no, pero los políticos y los ciudadanos cada vez están más separados. Las hectáreas de silencio se multiplican. La miseria intelectual se derrama en los parlamentos y el interés partidario rellena de mierda los noticiarios. Con discursos huecos creados en laboratorios de opinión pretenden ganar la subasta.

Sin listas abiertas, mandatos limitados, compromiso electoral honesto y respeto a las listas más votadas es difícil que el votante, cada vez más informado y crítico, muerda el anzuelo. Los partidos son maquinarias diseñadas para anegar la democracia. Su funcionamiento es autoritario y déspota en la mayoría de los casos. El debate interno es una quimera aunque suela apelarse a ella cuando hay divisiones de tipología personal. Los partidos regulan sus estrategias y su actividad institucional en base al objetivo de erosionar al rival o de ganar votos, en lugar de por el bien común.

El clientelismo de los partidos españoles proviene de una falta de ideología evidente. Actuar cómo hoolingans, potenciar el bipartidismo y desoír los anhelos de la sociedad es producto de una falta de ideología que suele traducirse en el manoseado “viaje al centro”. La politología clásica define la derecha y la izquierda bajo dos factores. El primero los separa ideológicamente a partir del grado de intervención que cada uno destina a la economía y el segundo lo hace en base a la actitud que proponen ante los cambios y el progreso. En España los dos grandes partidos esperan cubrir un tercer espacio. Tanto uno como el otro esperan convencer a un grupo de electores que se definen de centro. Hablan de centro-derecha y de centro-izquierda cómo si hablaran de colocar la toalla. Al parecer, los hipotéticos votantes de centro aguardan las campañas electorales con el propósito de ser engañados sistemáticamente. No es así. El centro como espacio político existe y es fácilmente identificable. Responde a una ideología propia y cuando no hay referente electoral, esa masa no vota.

El centro asume posiciones intermedias, ni “reacciona”, ni “revoluciona”, sólo aspira a un progreso moderado. El centro no va recogiendo elementos positivos de los extremos, combinándolos sin reparo histórico, sino que es una tercera opción, otro camino distinto a los anteriores que considera equivocados en la esencia purista y equivocados cuando pretenden moverse en el espectro ideológico. El Centro rechaza el autoritarismo moral de la derecha y el igualitarismo colectivista de la izquierda. Es tolerancia, respeto, estabilidad y progreso. Es pacto. Un centrista ve la realidad en escala de grises, no en blanco o negro como hacen la izquierda o la derecha. El Centro político por definición busca potenciar el diálogo, la interacción, la relación constante entre los extremos y sus tensiones. Es la ideología más 2.0 del espectro. Se conforma poco a poco, se alimenta del talento global, se estructura a partir del debate ideológico y de sus enfrentamientos. El centrista no es capaz de galvanizar eternamente una convicción puesto que puede adaptarse, todo se mueve y nada perdura. El pluralismo humano debe ser una conquista que debemos asumir como herramienta fundamental para adaptarnos a las transformaciones futuras.

Algunos estudios advierten que unos dos millones largos de electores ni se acercan a las urnas porque son de centro. Se sienten huérfanos políticamente porque el centrismo tiene fronteras reconocibles y un territorio identificable. La focodependencia de los políticos actuales los hace previsibles, aburridos y poco creíbles. Están secuestrados por sus gabinetes de branding político que los alejan de las cosas en minúscula. La telegenia hace mucho daño y mantiene a la política en un cúmulo de irrespirables conflictos. Estoy convencido que el Centro puede emanciparnos de esa basura anteponiendo la batalla de las ideas frente a la pelea navajera de las personas. La mala noticia es que de momento todo sigue en manos de los dos clásicos y sus socios de temporada.

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