INDIGENCIA EMPRESARIAL
La economía está convirtiéndose en uno de los temas de mayor auge en Internet. Lo demuestran algunos datos que se refieren al aumento significativo de visitantes y de páginas vistas en los medios digitales económicos y en los blogs que tenemos como eje central la economía. Lejos de ser un hecho puntual, este incremento de interés por los mercados, las teorías de macroeconomía, su aplicación doméstica y las probables consecuencias de una crisis inminente crecerá. Las noticias del sector inmobiliario así lo garantizan. Esto no ha hecho más que comenzar y hoy, por ejemplo, nos llegan nuevas fallidas empresariales. La inmobiliaria andaluza Contsa se ha convertido en la última víctima de la sobredimensión del mercado hipotecario. Igual que les pasara a la gallega Marbar, la valenciana Llanera, y la también andaluza Evemarina, esta compañía ha sufrido la paralización del negocio y se ha tenido que declar en suspensión de pagos. Por supuesto no será la última.
Durante el boom, las inmobiliarias se endeudaron según el valor de sus propiedades en vez de tomar como referencia la caja que hacían. Este sistema es habitual en la mayoría de las compañías cotizadas. Lo que ocurre ahora es que el valor de esas propiedades ha bajado por culpa del final de un ciclo expansivo, por lo que el ratio de endeudamiento de las inmobiliarias se ha elevado. En algunos casos, este hecho pondrá entre las cuerdas a algunas de las inmobiliarias. La empresa más endeudada actualmente es Colonial, en la que su apalancamiento financiero supone 21 veces el beneficio bruto de explotación, es decir toma posiciones por valor muy superior al dinero que realmente disponen.
El futuro es poco esperanzador y la caída del valor de los activos podría registrar una media del 10 por ciento durante este mismo año. Un descenso que tendrá un impacto negativo en el endeudamiento y que afectará a las condiciones de préstamos sindicados que contrajeron estas empresas. Si a la hora de solicitar un préstamo se hubiera tenido en cuenta el beneficio bruto de explotación nunca hubieran ganado tanto peso de forma tan poco higiénica.
Los que piensan que los negocios inmobiliarios pueden vivir de otras cosas, que su opción de diversificar y acentuar “otros sectores” es una de las soluciones deben dejar de ver películas de Disney lo antes posible. No hablamos de expertos financieros o directivos de alta calificación, no, estamos hablando de maestros en acumular beneficios gracias a la especulación de un modo desorbitado y rápido. Son expertos en nada y no tienen conocimiento ni formación en la dirección o en la administración de empresas más allá de la propia experiencia y el “haberse hecho a sí mismos”. Algunas de las grandes compañías inmobiliarias de este país están dirigidas por indocumentados e indigentes intelectuales de concurso. Es muy improbable que, excepto las empresas que ya están actuando accionarialmente en otros negocios, que hayan internacionalizado sus operaciones o que hayan reducido el personal a mínimos y se dediquen a la gestión patrimonial, el resto las va a pasar putas.