DEUDA, DEFICIT, BALANZA
A partir de hoy intentaré contestar cada lunes un par de dudas de las que me hacen llegar por via de los comentarios, el correo, el facebook y algunas a traves del direct message de mi twitter. En esta primera ocasión la cuestión fue enviada por romeva21 y versaba sobre las diferencias entre las relaciones entre Deuda Pública-PIB, Déficit Público-PIB y Déficit de la Balanza por Cuenta Corriente y como se podían trasladar a la economía española.
Son tres aspectos de cierta complejidad técnica pero que son muy
distintos. El ratio Deuda Pública-PIB es lo que debe el Estado con
respecto a lo que produce, es decir, cuanto gasta para generar su
Producto Interior Bruto. En el caso de España es de un 36,4%, por lo
que podemos decir que estamos bien. Con Solchaga se llegó al 70%, por
lo que sabemos que se ha bajado a la mitad en dos décadas. En términos
de comparación con otros países estamos en una posición
tranquilizadora. En Italia o Bélgica la Deuda Pública ronda el 100%.
Con respecto al Déficit Público y su relación con el PIB sería el
detalle aritmético en términos negativos cuanto se deja de ingresar
para alcanzar el mínimo exigible de producción bruta. En España no hay
déficit público por lo que hablamos de superávit. Sin embargo como
sabemos, las cifras anuales son engañosas, hay que empezar a pensar que
se está esfumando, además los datos aportados ocultan que nuestro
superávit depende de las liquidaciones no aportadas a los cálculos
prelimnares.
Finalmente, lo importante, y preocupante en España, es el indicador que
muestra el índice por el que un país vive por encima de sus
posibilidades. Ese indicador se llama déficit de la balanza por cuenta
corriente y aquí sabemos que llega al 10% del PIB. Es decir, los
españoles necesitamos un 10% más de lo que somos para vivir como
queremos. Este es el territorio desarrollado que más vive por encima de
sus posibilidades de todo el mundo, incluso más que en Estados Unidos.
El gobierno debería tener en cuenta este detalle por encima de todos
los demás. En una hipotética lista de medidas para solucionar los
problemas que nos acucian, para salir de la crisis, no cabrán medidas
para incentivar el consumo o la demanda. No servirán de nada pues
precisamente eso es contraproducente en un escenario de insolvencia
general.