MINISTERIO DE LA OPOSICION
La buena noticia económica de la semana pasada ha sido el certificado de defunción política de Manuel Pizarro a través de la filtración que encumbra a Cristóbal Montoro como portavoz económico del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados. No hay que ser muy suspicaz para entender la importancia de este nombramiento puesto que serán la economía y su deriva los temas que monopolizarán el debate político de los próximos años.
La explicación táctica es fácil. Rajoy quiere quitarse de encima todo lo que suene a derrota y eliminar las grasientas huellas de los que lo llevaron al huerto electoral. Circula la teoría de que el presidente del PP no es tan malo, que los chungos son los de su equipo. Con Zaplana retirado, Acebes metiendo en cajas de cartón las fotos del despacho y Pizarro fuera de escena, Rajoy espera mantenerse como líder de la oposición ganando el próximo congreso nacional. Espera seguir siendo el Presidente del PP porqué, como todos saben, los presupuestos globales que percibe el Partido Popular desde sus espacios de poder son suculentos y confluyen, por mandato estatutario, en las cuentas de Génova. Desde ahí, y haciendo uso de los despachos del poder público autonómico, municipal, etc., la dirección popular reparte favores, cargos y carguetes. Demoler los muros que permiten mantener esos privilegios y esa especie de Ministerio de la Oposición sería suicida y Rajoy no lo piensa hacer. El Presidente del PP seguirá sacrificándose por el partido y por España a fin de encontrar la vía por la que llegar a Moncloa. Su estrategia pasa por quitarse de encima a la vieja guardia que gestionaba ante sus narices la maquinaria genovita a la vez que se trasviste de moderado y experto en ciencia económica.
Pero Rajoy no se da cuenta que la renovación del PP no pasa por el rejuvenecimiento del partido sino por su retirada. De hecho no se da cuenta de que, al igual que el gobierno socialista en funciones, se está perdiendo un tiempo precioso para proponer medidas urgentes que eviten el impacto inminente de una recesión gigantesca. No es lógico que tras, prácticamente un mes de las elecciones y viendo como se desmorona el motor económico de este país, el sector inmobiliario, con quiebras y suspensiones de pagos, la política haya olvidado sus obligaciones. El PP está en el reparto de dividendos y el PSOE encerrado en su burbuja particular.