DESACELERACION ACELERADA

Cuando Solbes habla parece que lo hace mi abuelo. Es un ser entrañable que te describe un suicidio como si fuera algo sin importancia o poco destacable, que habla de crisis desacelerada y de recesión no recesiva y te ves incapaz de llevarle la contraria no vaya a ser que le de un paro cardíaco. Pero las apariencias engañan y lo demuestra su retorcida manera de generar expectativas completamente equívocas y que resuelven muy mal el futuro. Como muestra, vincular nuestro repunte de precios con el diferencial español respecto a Europa y conformarse eternamente no sirve para tranquilizar a los que vemos como cada día nuestra capacidad de consumo se reduce.

El vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes, ha reconocido que el dato de la inflación confirmada "no es positivo" y ha justificado la subida por el incremento del petróleo que, según sus datos, aumentó un 86% en el último año, y de los alimentos. Algo que ya podíamos intuir pero que no justifica mucho, puesto que ese incremento se ha venido produciendo en sintonía en todos los escenarios económicos del mundo y no a todos afecta como a nuestro país. Pero los despropósitos no acaban ahí, sino que cuando Solbes achaca el repunte a la huelga de transportes que paralizó durante casi una semana al país, no hace otra cosa que insultar a la inteligencia. Es más, pretende que confiemos en una previsible reducción de la inflación a costa de una evolución del crudo a la baja, cuando todos los analistas internacionales advierten de que eso no se producirá, probablemente, nunca, pues el estado sistémico y energético actual ya no permite el regreso al punto de partida.

Solbes admite a ratos que vamos mal pero no lo dice claramente, utiliza la numerología interpretativa y los eufemismos con gran brillantez. El problema es que por muchos sinónimos que suenen mejor que los verdaderamente gruesos, la realidad será la que es y la gente empieza a conocer el verdadero significado que para el gobierno tiene la palabra “desaceleración”, que no es otro que crisis en toda regla. Pronto debemos incorporar nuevas relaciones a nuestra rica manera de hablar: por ejemplo, “no estamos en estanflación” querrá decir “estamos en estanflación”.

Por cierto, en todo este oleaje, aparece mi ministro favorito, Miguel Sebastián, y admite el término recesión. Las batallitas internas dentro del gobierno van tomando forma y algunas podrán ser ciertamente muy nutritivas ideológicamente y semánticamente. El gabinete del ministro de Industria es el que se está posicionando de un modo más realista en sus pronósticos sobre nuestra economía. El propio ministro ha entonado la palabra recesión. Aunque esto no es garantía de nada, pues lo importante es que tome medidas para amortiguar sus efectos, parece una buena noticia: hay alguien en el gobierno que no faltó a clase cuando explicaron “la crisis”.

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