EL GRAN REBAÑO
Me sorprende la manera que tienen algunos analistas, periodistas oficiales y oficialistas, generadores de opinión de rebaño y otros de hacernos ver en las subidas bursátiles del viernes el principio del final de nuestros males. Deben pensar que nos chupamos el dedo en equipo o por parejas. Resulta que en horas el sistema financiero mundial barrió de un plumazo entidades bancarias que llevaban operando hacía más de cien años, que habían superado la Gran Depresión y que hasta la fecha no habían vivido una situación de quiebra como esta y no pasa nada. Inyectamos dinero (luego les cuento que quiere decir eso) y santas pascuas. La realidad es mucho más opaca y espesa. La cosa pinta muy mal. El índice de volatilidad del Dow Jones llegó a 43,9 puntos, algo no visto desde el viernes negro de 2002 en el que llegó a 39 y cuando el valor medio de su índice, el de mayor volumen del mundo tras Chicago es de 14,1 puntos.
Si lo que nos piden los eruditos de la mentira empaquetada en celofán es que nos creamos que las aportaciones de liquidez son el vehículo de estabilización del sistema van listos. Esas inyecciones, están siendo la garantía de que estamos en la antesala de un cambio sistémico sin precedentes. Unos le llaman Apocalipsis, otros regeneración capitalista, pero lo que es seguro es que ya nada será igual a partir de enero. El territorio de cambio global se ha fijado en ese momento. Ahora vivimos una tendencia lógica pero su traducción aun no parece verla todo el mundo. Aunque septiembre sea el mes bajista de la economía de mercado por excelencia (los atentados del 11-S que buscaban derribar el sistema financiero mundial y se ejecutaron en este mes por un motivo evidente), no debemos apartarnos de una realidad independiente a la temporalidad. En las próximas dos semanas viviremos un estadio de ventas con alta volatilidad, octubre será muy inestable y noviembre junto a diciembre la cosa se calmará gracias tema electoral norteamericano. Pero preparen sus huertos y cajitas de pastillas. En enero a vender y a poner en marcha el motor de la crisis mundial. Durante dos años la bolsa será territorio de cadáveres. Al Ibex se le indigestará el 9000. Empezaremos a sentir que eso llamado Bolsa puede ser algo que nos afecte a todos, incluso aquellos que ni saben deletrearla. Que sepan todos que cuando todas las compañías de un índice pierde la mitad de su valor lo que viene a decir es que tiene la mitad de dinero para invertir, salir de la crisis o sobrevivir. Traducción fácil: al paro todo Dios. Paralelamente las buenas ideas, el talento y la sociedad del conocimiento empezarán a diseñar hectáreas de futuro. Yo me voy a ese lugar. ¿Alguien más se viene?