RETRASAR EL DESASTRE
¿Qué hacemos? ¿Nos creemos lo del rescate o seguimos analizando la situación con objetividad y sentido común? ¿Alguien se ha creído que esos 700.000 millones de dólares son la solución y penitencia a nuestros pecados? ¿Podemos sentarnos a esperar como todo se arregla a corto plazo gracias a tan gigantesca intervención? ¿No han pensado que si la administración americana ha decidido metabolizar el dinero en sonrisas es porque la cosa pinta mucho peor de lo que imaginamos? ¿Se han dado cuenta que después de esto ya no quedan balas? Este es el último de los remedios, ya no hay vuelta atrás. O sale bien o en un par de años estamos como íbamos a estar en dos meses y peor.
Aunque pienso que el rescate no deja más que en una evidencia dramática
que esto se viene abajo, puede ser un mal necesario. Es evidente que no
pretende salvar a banqueros y ejecutivos irresponsables sino que
pretende irrumpir con oxígeno en el mundo empresarial. Está diseñado
para salvar empresas comunes que no logran crédito, para condonar
aquellos que no han sido protagonistas de la crisis y en definitiva
para evitar el colapso económico que se iba a producir en un par de
meses generando un paro desconocido y que se transmitiría a todo el
planeta en cuestión de días. El problema es que no se sabe cual será su
penetración en el tejido financiero ni tampoco que valor “irreal” se le
dará a los Credit Default Swaps que ahora no valen ni la tinta en las
que están impresos. Además supone tocarle los huevos a Pandora. Se ha
abierto la caja de los truenos y es muy probable que toda la inmundicia
del sistema emerja y descubramos hasta que punto todo está podrido.
Además, una vez se dispongan los cupones de esta intervención ¿a que
nos atamos? El coste de las medidas y el precedente que supone no
permitirá que se pueda retomar la actividad inversora con normalidad.
Este tipo de medida sólo logra mostrar una aparente solución, una
subida de valores por cierre de posiciones cortas puesto que las
fallidas desaparecen a la vista. Sin embargo la economía real sufrirá
de una mayor tensión de carácter negativo. A mi modo de ver, ese
rescate del sistema financiero americano y del mundo por derivación, no
actúa sobre el ciudadano y sus deudas puesto que éstas se convierten en
activos no líquidos con un valor patrimonial en decadencia.