LOS 23 DEL G20
No quisiera parecer un aguafiestas pero la merienda de Washington ha sido un fracaso tal y como era de esperar. Una reunión sin sentido que respondía a la voluntad de engañar al respetable de un modo grandilocuente y efectista. Una cumbre para demostrar que una hipotética agencia internacional de supervisión financiera es la respuesta a nuestros pecados. Los presidentes y ministros de los 23 países que han ido a la cosa esa del G20 han pasado un buen fin de semana a costa de nuestra despreocupación e ignorancia. Han quedado como héroes preocupados y como garantes del bienestar futuro gracias a su incalculable conocimiento de la solución final.
Pero la conclusión es de asustarse. Estamos como estábamos, no se creará ninguna agencia internacional que supervise las finanzas del mundo, sino que la responsabilidad caerá en los supervisores nacionales. Es decir, se da permiso para que cada país determine hasta donde quiere meter la mano. En nuestro caso, Zapatero ya ha advertido que piensa meterla hasta las entrañas. Este pobre hombre cree que tiene vía libre intelectual y políticamente para retorcer el sistema capitalista y de libre mercado a su gusto gracias al teórico fracaso del sistema. Aun no se ha dado cuenta que el guantazo que hemos recibido nada tiene que ver con eso y que el problema que él tiene que gestionar en estos momentos y urgentemente es otro. El presidente del gobierno menos capaz de la historia de este país se ha ido a Washington a no sabemos que, cuando resulta que debía estar era en Madrid, con su cumbre particular. Mientras las empresas españolas siguen quebrando Zapatero sigue con su particular ruta de los idiotas, pagando cúpulas y negando la evidencia.
A medida que han ido trascendiendo algunas medidas aprobadas, va cogiendo fuerza el Fondo de Estabilidad Financiera como elemento clave en la reforma de los mercados. Me temo que cada país lo va a interpretar a su manera, sobretodo sumándolo al papel ambiguo que se le ha reservado a los colegios supervisores de los que se desconoce si finalmente se convertirán en órganos internacionales.
Está claro que los mercados reaccionaran favorablemente al encuentro a corto plazo, pues es algo inédito y que queda muy bien en las entradillas de los telediarios, pero en breve, con la digestión y la evidencia, todo volverá al punto de partida. Quien se crea que los allí reunidos iban a dar alguna respuesta eficiente van listos. Esa pandilla de burócratas de alto standing no dejan de ser parte del problema, los agentes principales de la mayoría de desastres que ahora vive el planeta. Atacar los problemas del mundo olvidando a África por ejemplo es de silla eléctrica, pero esperar que la presidenta de Argentina tenga algo que aportar es para retorcerse en el sofá. Otros mandatarios estuvieron por estar dicho sea de paso, pero el efecto tragicómico es preocupante. La crisis financiera es la evidencia más clara de que el dinero no existe, ahora es arroz y que los responsables son los que no ejercieron el control en su momento. Hablo de control no de intervención, pues no es necesario intervenir como pretenden algunos en el sistema, con un control y la aplicación de las leyes era suficiente. Ahora culpan al capitalismo, pero yo culparía a los capitalistas, que no es lo mismo.
Justo cuando parecía que no se podían decir más tonterías por minuto, el portavoz de la fiesta ha advertido de la creación de las Cajas de Supervisión para los Credit Dafaut Swaps a fin de regular el mercado de esos productos. Deben pensar que, o los que leen esto somos tontos, que la mayoría de ciudadanos del mundo no tienen puta idea de lo que han aprobado o que los interesados viven en la cara oculta de la luna. Esto es la mayor de las idioteces que se pueden escribir. Supervisar los CDS es algo que ya era obligatorio por la legislación vigente e inadaptable a otra de nueva. Crear nuevas cajas de supervisión es engrandecer el espacio de desarrollo y crecimiento de los propios CDS, con lo que su control cada vez será menos efectivo pues aumenta la superficie a controlar. Es de locos.
Otra de las resoluciones surrealistas es esa que abre la veda a la valoración de activos por encima del FMI y del propio Banco Mundial. Esto, a efectos prácticos, supone la creación de un tercer organismo o por derivación la de un centenar de pequeños bancos mundiales que hagan valoraciones inestables y poco eficientes, que reproduzcan un mercado internacional mastodóntico o que el sistema se haga sumamente complejo, aun más si cabe. No entiendo nada y les aseguro que no falté demasiado a clase.
Pero lo importante no se ha tratado. Sabemos que una de las causas principales del agujero en el que estamos son las agencias de rating, y sin embargo se han limitado a decir que habrá controles a este propósito pero sin especificar si habrá nuevas regulaciones. Igual ocurre con la unificación de los estándares contables, cuyos propósitos también quedan en el aire. Vamos que, como sabíamos, han ido a la foto, a comprobar que Bush no es un holograma y a por los caramelos.
Ahora bien, podemos estar tranquilos, en el apartado final del acuerdo global dicen: "Es nuestra voluntad asegurar que todos los mercados financieros, productos y partícipes sean regulados o sujetos a supervisión según sea apropiado en cada circunstancia". ¡Que concreción!, ¡que maravilla!, ahora si que me quedo pendiente de la fecha en la que puedo dejar de chuparme el dedo definitivamente. Buena suerte a todos, la vamos a necesitar, ahora ya no quedan balas.