Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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DEFLACION

Asdf Este es uno de aquellos posts que se citarán en un par de años y que ahora serán tachados de locura. Pasará por hablar de algo que pocos economistas aceptan como escenario previsible: la deflación. Resulta que hemos pasado de vivir en el Reino de Midas a estar en recesión. Para ello hemos debido de atender a una desaceleración, una inflación desbocada y una especie de estanflación coyuntural. Resulta que en poco tiempo se ha pasado de un crecimiento pirotécnico a un estancamiento de la economía que parece haber sorprendido a todo el mundo.

Junto a ese parón se puso de manifiesto hace unos meses la dependencia del precio del crudo en todos los factores inflacionistas. El resultado fue la temida estanflación. Curiosamente uno de los estados más difíciles de tratar en economía ha pasado como si nada. Los precios se estancan a la vez que la economía. Hasta aquí parece que todo se normaliza. La verdad es mucho más compleja. En lugar de ver una moderación de precios y una reactivación del consumo gracias a ese patrón lógico y de manual, vamos a vivir la inquietante recesión deflacionaria de los activos. Un tipo de caída de precios moderna que no afecta tanto al IPC como al precio de los valores adjudicados. Todos esperan que los bancos centrales actúen contra este virus para que no alcance el índice de precios al consumo. Sin embargo de nuevo hay que exigir que alguien nos explique la que se nos viene encima mientras alguien nos cuenta que ya empiezan a leerse buenas noticias. Alguien debería decir de una vez que si bajan los precios a la velocidad que lo están haciendo es que la cosa pinta mal y no que estamos en la senda de la recuperación. Luchar contra un territorio en deflación es muy complejo. Japón lo vivió en los noventa y las pasaron crudas. Hoy en Okinawa, todavía el patrimonio se valora con ratios de 1977.

La sobreactuación que se está imponiendo para luchar contra la inflación puede estar ayudando a hervir una incipiente deflación. Trichet no bajaba los tipos de interés cuando todos le pedían hacerlo y puede tener una explicación ahora. La economía perdía potencial y él mantenía el dinero caro. No quiso exponernos a la peor de las plagas en economía social: la deflación. No obstante el Presidente del Banco Central Europeo cometió un error que pagaremos con creces. Confundió una burbuja petrolera con la inflación y creyó que los salarios afectaban directamente sobre el precio de las cosas. Ese cálculo estratégico fue una chapuza y en los próximos meses vamos a vivir sus consecuencias.
La inflación se aleja. Aquí ya debatimos sobre eso y la conclusión que adoptamos como válida hace más de un año es que los tipos bajarían al 1,5% en Europa a finales del 2009 y que el IPC sería negativo en la segunda mitad de ese mismo año. Vamos en camino. Ya estamos en recesión y sin liquidez, sin confianza, con un enorme apalancamiento y con riesgos de ser solventes en la mayoría de compañías y de algunos Estados. El consumo cayendo y el paro aumentando nos conducen sigilosamente hacía esa devaluación global de los activos. La verdad es que asusta. La deflación fue la antesala en los EUA de la Gran Depresión.

Una crisis deflacionaria es muy jodida. Nada tiene que ver con una crisis coyuntural, cíclica o progresiva. Es la peor de ellas y atiende a los patrones de una crisis sistémica como la que se puede divisar por el horizonte. La deflación convierte en profunda cualquier crisis ajustando el nivel de ocupación de una manera brutal y siendo muy agresiva con la contracción del consumo y la liquidez.

La deflación, como caso extremo es un buen escenario de cambios y análisis. El problema es que se lo lleva todo consigo y retrasa la recuperación bastante. Me preocupa que en este preciso momento el dólar se haya reforzado casi un 19% en medio año. Lo ha hecho muy rápido y ha reducido la poca liquidez disponible. Eso puede acentuar una situación deflacionaria. La caída de las materias primas, el petróleo, los activos inmobiliarios y un precio del dinero a la baja avivan el fuego. Y, para no engañarnos jugando al solitario, cabe admitir que si no estamos en deflación, por ejemplo en España es por que el análisis de este factor económico no incorpora los precios del sector inmobiliario que cae en picado. En concreto España será uno de los países donde la Deflación se cebará de un modo más evidente por culpa de esa burbuja inmobiliaria tan intensa que ha reventado.

El estancamiento económico ayuda a pensar que vivimos en recesión. Cae el valor de los pisos y el de las acciones en bolsa. El efecto pobreza o también llamado “riqueza negativa” se está trasladando a las ganas de consumir. La deflación de activos es una enfermedad muy difícil de combatir. Nos empobrece en general y refleja algo que ya decimos hace tiempo, no hay dinero, no existe, es arroz y el mundo es mucho más pobre de lo que cree. Traducir eso es una evidencia cartesiana. El retraso en el consumo es una de sus consecuencias. Nadie compra algo que puede ser que esté más barato en breve. Una fase deflacionaria impide la tasación de activos al alza, tan necesario para obtener crédito. Sin crédito no hay liquidez. Sin liquidez no hay consumo, sin consumo no hay demanda y sin demanda hay paro. ¿Lo van entendiendo? Es un pez que se devora la cola.

Las soluciones pasan por revisar los activos, controlar los tipos, no actuar impulsivamente y ganar liquidez, con Keynes o con quien sea, pero que llueva dinero falso si es preciso. El agujero ya está hecho, taparlo va a costar y las consecuencias son imprevisibles, por lo que de momento mejor inundar el mercado de dinero aunque parezca un absurdo o una paradoja. El debate de cómo combatir la Deflación está servido.