GOD SAVE THE QUEEN
Que hoy la cifra de paro oficial alcanzara el 13,9% no importa. Las cifras reales de desocupados en España son mucho peores y no vale la pena seguir debatiendo este tema que evidencia como la manipulación es un tipo de moneda que sigue muy en curso. Ahora bien, lo que hoy si es un dato, que no por esperado deja de ser crucial, es la recesión técnica que ha certificado el gobierno de Gordon Brown en el Reino Unido. Su PIB se contrajo un 1,5% en el último trimestre del año pasado. Es cierto que entraba dentro de los cálculos rozar un punto negativo pero lo que hoy se ha evidenciado es que la crisis británica es más profunda de lo que el peor de los analistas había previsto.
Hace tres décadas que los británicos no se atragantan desayunando con una cifra tan mala en cuanto a su crecimiento. Además, la velocidad de deterioro está siendo exageradamente rápida. Un trimestre antes ese descenso en el producto era tan solo de un 0,6%. Pero no sufran, esto sólo es una aviso. La economía del Reino Unido se contraerá un 3 o un 3,5 % este año. Una auténtica catástrofe en términos laborales, sociales y de consumo que no se produce desde 1941 en plena Segunda Guerra Mundial. A lo largo del 2009 ese catarro convertido en pulmonía se irá propagando por todo el continente, especialmente en los países dependientes del consumo británico, por ejemplo los enclavados en la espiral del turismo británico. Que desde Londres el euro sea un algoritmo al cambio de moneda no es ningún cortafuegos a la marea encendida que nos llega por todas partes. No voy a recoger en una lista todo ese veneno pendiente de inocularse, ya tendremos tiempo, hoy voy a señalar ligeramente la delicada situación de la quinta potencia del mundo, que por muchas razones nos afecta de un modo dramático.
Lo excepcional del momento lo denota que el Banco de Inglaterra dejara el precio del dinero hace pocos meses en un tipo de interés inédito, el más bajo de su historia, el dinero más barato desde el siglo XVII. Algo se ha roto y es de origen desconocido, los expertos no saben como atacar una evidente quiebra del sistema económico y sus adopciones, de momento, no hacen más que acelerar o acentuar la crisis.
Londres se enfrenta a la peor situación de su historia. Su moneda está en mínimos históricos y sus bancos están sin liquidez. El derrumbe del sistema financiero británico es algo impensable a día de hoy pero una innegable opción a medio plazo. La libra esterlina, uno de los símbolos de independencia británica con el Continente Europeo, se ha desplomado en las últimas semanas. Acumula una depreciación del 29% respecto al dólar en el último año. Esta misma semana, el Royal Bank of Scotland, segundo banco británico, adelantó que sus pérdidas anuales superarían los 22.132 millones de euros y Brown se vio obligado a aumentar la participación del Estado en la entidad hasta el 70% del capital. Tanto apoyo gubernamental al sistema financiero pone en riesgo modelo y acerca a los británicos a un escenario muy parecido al que, en una escala menor, están viviendo los islandeses.
La importancia del sector financiero en Gran Bretaña, cuyos activos son 4,5 veces el PIB, se refleja en la dependencia de su economía de este modelo. En los últimos cinco años, ese sector fue el responsable de la mitad del crecimiento del empleo.