Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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NEGAR LA DEFLACION

Deflacion Hace tiempo que este blog habla de deflación y sabemos que es un escenario siniestro. El mayor problema de la deflación es que sólo se puede combatir con uno de los elementos que nos ha llevado a esta crisis, fabricando billetes y no capital. La inyección de dinero en el sistema suele incentivar el consumo y con él, según el manual, se inicia la recuperación. La impresora ha ido a toda máquina desde hace meses y parece que no surte efecto, se ha puesto el dinero a coste cero y todo indica que tampoco está generando confianza inversora. Los brotes verdes siguen muy verdes. Hoy hemos conocido la imparable caída de la inflación. El dato adelantado del Índice de Precios de Consumo Armonizado IPCA se redujo seis décimas en mayo hasta situarse en el -0,8% interanual. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, con este, son ya tres los meses en los que el indicador registra tasas negativas. Ya podemos ir hablando de deflación.

Está claro que esta caída de precios es inédita en nuestro entorno y que depende en gran medida de factores no estructurales, pero aporta valor al hecho de que nuestra económica está anoréxica. No tiene porque ser una deflación como las académicas y ser corta, de recorrido escaso, pero sin embargo eso no la convierte en algo tremendamente nocivo. Con la deflación llega el paro desmedido, la caída del PIB, la reducción de solvencia, la parada técnica de la economía, las revisiones salariales desconocidas y la reducción de toda lógica mercantil.

Esta caída ha sido mayor de lo que esperaban todo Dios. La semana pasada en el debate sobre “economía y redes sociales” en el que estuve, se habló que en el peor de los casos el dato se situaría en el -0,7%. Pues ha sido un poco más. Se trata del tercer registro negativo interanual consecutivo de la historia del IPCA y que si coíncide con el IPC el 10 de junio, supondría la tercera caída de precios desde principios de los 60, algo inédito.

Y a todo esto el gobierno descarta la deflación. A esto hay que ponerle pinzas pues en deflación ya estamos. Técnica y prácticamente. Estamos en la parte que favorece a unos y encomienda a otros. Para los que pagan lo mismo con sueldos similares la cosa pinta bien, para los que venden más barato consumiendo a precios de siempre el tema es otro. De todos modos poco a pocos eso se va a ir traduciendo en el deterioro de las fases de gestión económica. Poco a poco a todos se nos va a atragantar esta caída de precios, es cuestión de tiempo. Que a finales de año puede repuntar y situarse en tasas positivas es posible debido a la afección del crudo, pero en general la desidia industrial y su producción no se verá sustituida por una alegría inversora.

Volvemos a estar donde siempre. La realidad es una, los economistas lo traducimos, los políticos lo niegan, los ciudadanos celebran la Champions y siguen aumentando los parados y la gente que se va a dormir sin cenar. Ahora resulta que Deflación es una caída generalizada y prolongada de los precios y no el mecanismo local de cálculo para alquileres, revisiones de precios por valor IPC, etc. Pues va a ser divertido observar como se gestionan algunos cambios de cuotas en modelos mercantiles que se revisan estos días por orden contractual el valor de pago.

Además, la caída ha sido de vértigo. Desde julio de 2008, cuando alcanzó su máximo en el 5,3%, el IPCA ha descendido más de 6 puntos. Es cierto que, coincidiendo con la tendencia a la baja del precio del petróleo y con el abaratamiento de algunos alimentos. No obstante hay que entender que hace un año, en mayo de 2008, la tasa interanual del IPCA estaba ya en el 4,7%.

Para los que defienden que el IPCA no vale, que el importante es la inflación subyacente, esa que no contiene ni alimentos frescos o energéticos, cabe decir que el petróleo ya ha duplicado su precio en los últimos meses y aún así  el IPC armonizado se está dando el batacazo. A mi modo de ver, hay que empezar a hablar de deflación, de lo que supone y de cómo pretendemos luchar contra ella, negarla solo agrandará el problema como ya hicieron con la crisis doméstica hace un año.