Automatizar la legalidad
Cada vez son más las voces y las pruebas que nos indican que, independientemente de si eres un abogado que trabaja por cuenta propia o eres miembro de una firma de gran tamaño, el futuro de la tecnología aplicada a tu trabajo va a cambiar de manera importante tu día a día. Hoy utilizaré el ejemplo de la abogacía como punto de análisis que puede extrapolarse a cualquier profesión teóricamente exenta de la robotización o automatización. En medio de esta especie de ‘rebelión de las máquinas’ que amenaza nuestra vida y nuestras comodidades, garantías y tranquilidad, hay quien defiende que no todas las profesiones están amenazadas. Hemos hablado de periodistas, transportistas u otras ocupaciones que tienden a implementar un mayor número de automatizaciones que apartan a los humanos de ellas.
La red ya cambió la hipotética cadena de valor que circula entre el abogado y sus clientes. De hecho si quieres puedes entrar en un portal jurídico buscando el abogado que necesitas y que este te resuelva dudas de tipo legal con un solo clic. No es robótico pero si es un cambio notable. Ahora bien, yo hablo de otra evolución que no todos los abogados están teniendo en cuenta. Hablo de los ‘avatares legales’.
El uso de la Inteligencia Artificial en el ecosistema profesional ya se ha extendido y el mundo cuenta con enfermeras robot, asistentes robot, recepcionistas robot, vendedores robots y humanoides que realizan tareas, hasta ahora, exclusivas de humanos. Es, por tanto, inevitable que los robots también se introduzcan en el mundo jurídico y de manera tremendamente rápida.
La eficacia jurídica aumenta cuanto más datos es capaz de analizar, parametrizar y sintetizar un equipo legal. Nadie es capaz de igualar a un software específico diseñado para ello. La intuición es una opción, la inspiración otra, pero la deducción es infalible cuando se trata de gestionar billones de datos, fechas y conexiones que afectan a un caso concreto. El tiempo que necesita un equipo de cinco juristas para algo es 2,4 millones de veces superior a un sistema analítico que cabe en cualquier ordenador de sobremesa.
El video anterior destaca como los datos y gestión supera al hombre y su capacidad de analisis previo. La eficacia jurídica es la culminación de un modelo de aplicación informática que se basa en el ‘cloud’ y que genera valor a partir de la computación cognitiva, inteligencia artificial y automatización de procesos. Quien subestime esto estará cometiendo un error. No hay profesión ajena a la Cuarta Revolución Industrial
La tendencia a la completa integración de este modelo sólo va a hacer que aumentar. Todavía hay mucho camino que recorrer pero la Edad Robótica se ha iniciado y, principalmente, sólo tendrá un problema que ahora mismo la podría poner en juego: la sostenibilidad energética de todo ello.
¿Dónde quedará el abogado tradicional? En el lugar exacto que su talento y habilidades le permitan. El talento va ligado a algo que cada uno puede establecer en su justa medida y otorgarle diferentes consideraciones, pero las habilidades, las ‘digital skills’ si que serán de obligado cumplimiento. Si un abogado es ajeno o considera innecesario digitalizarse al extremo, su carrera estará tocando fin mucho antes de lo que él cree. No es sólo estar en la red, ni tan siquiera se trata de conocer bien los aspectos legales que una máquina puede resolver, no, se trata de transformación, de igualarse a un objeto que ‘piensa’ y que puede ser parte de tu equipo en cualquier momento.
Esto no va de aprender sólo, consiste en adaptarse a un nuevo modelo aceptando las dinámicas propuestas. De lo contrario nos pueden llevar a un punto en el que nos veamos muy superados por ‘algo’ que aparentemente no es un abogado. Pero lo será.
De la profesión de la abogacía, como cliente hoy se esperan una serie de características. Del buen abogado esperas eficacia, dedicación, capacidad para explicarse y lealtad absoluta. Del abogado robótico se espera otro tipo de talento. La eficiencia se dará por asumida, la dedicación ni decirlo, la capacidad para explicarse es obvia y la lealtad a quien aprieta el botón será ciega.
¿Qué sucederá en la abogacía en apenas una década? Los abogados deberán aumentar su creatividad acerca de que, cómo y con quien trabajan. Sucederá algo que ya ha sucedido en otros campos profesionales y que, si lo miramos con un microscopio económico veremos que las mutaciones en el ADN de todos hay un mismo elemento desencadenante: bits.
El tema no está en si desaparecerán los abogados. No, el asunto es que tipos de abogados van a tener mayor riesgo en la adaptación al asunto. Tengo claro que va a suceder algo parecido que con la música, el cine, los contenidos o el periodismo. Las grandes corporaciones deberán acostumbrarse a tratar de tú a tú a pequeñas firmas colegiadas. Si ya no necesitamos un equipo de treinta abogados y legalistas para llevar un caso porque con un software somos capaces de hacerlo dos, ¿dónde está el punto de vista y fricción ahora?
El abogado robot no es una amenaza para la profesión, es una amenaza para el sistema legal como ahora lo entendemos. La capacidad económica del cliente futuro no será determinante a la hora de contratar un ‘equipo’ de abogados. Ese equipo podrá estar formado por muchos humanos o uno y un robot. Los efectos en según que aspectos podrían ser similares pero a un precio muy distinto. Ahí está la cosa.
Recomiendo leer el libro ‘El abogado Nacked’ que he enlazado antes y que comenta, desde la perspectiva de un abogado aficionado al estudio de las afectaciones tecnológicas en su profesión, la marcha implacable de la industrialización en este sector que parecía exento a los cambios. Como decimos repetidamente aquí repitiendo las palabras de Maya Angelou, 'nos quedará la creatividad, cuanto más la usemos, más tendremos'.