Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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Empleo, robots y futuro: las cifras de las que pocos hablan.

El pasado domingo, durante mi colaboración semanal en el programa ‘Liarla Pardo’ en La Sexta tuve una compañera muy especial. Ya nos conocíamos, pues dimos una conferencia juntos hace unos meses. Se trataba de la robot ‘Bibi’ de la empresa Macco Robotics. A parte de interactuar con Cristina Pardo nos permitió escenificar algunos de los datos al respecto de lo que significa la robotización de la economía desde el punto de vista laboral. En un programa como este no es factible entrar en detalles técnicos pero sí dejar sobre la mesa datos y comentarios que permitan la reflexión personal. Y eso hicimos como hacemos cada semana.

En el caso del pasado domingo, a raíz de que estábamos en la víspera de la celebración del día del trabajador, centramos el asunto en la situación laboral en España y sus derivadas como por ejemplo la precarización, el envejecimiento del mismo o la sustitución de puestos de trabajo por robots o automatismos. En el video podéis ver algunos fragmentos de lo que os comento. Sin embargo, en este post me gustaría entrar en detalle en algo que considero grave y que suele obviarse en múltiples análisis. Ya hace algunos días de la publicación de los datos de ocupación de la primera parte del año y esconden un drama importante.

Me estoy refiriendo a que por primera vez en la historia España supera los 16 millones de personas inactivas. Normalmente los datos de la Encuesta de Población Activa sólo se centra en parados y ocupados y obvia ese otro grupo social. El asunto es relevante porque de los primeros dependen los ingresos por cotizaciones que pagan las pensiones, y no han hecho más que menguar en los últimos cinco años, hasta situarse en poco más de 22 millones de personas. Y porque los segundos no aportan al sistema, al no estar ocupados ni buscando empleo. Serían estudiantes, personas trabajando en tareas domésticas, incapacitados y, ¡ojo! jubilados.

Algunos datos que traicionan la hipotética bonanza en el mercado laboral nos dicen que en el primer trimestre del año se cerró con 124.100 ocupados menos que el anterior, la mayor parte, 94.700 personas, decidieron no buscar trabajo y abandonaron la población activa. Al mismo tiempo, los inactivos aumentaron en 158.000 personas respecto al cierre de 2017.

El envejecimiento de la población, el consecuente incremento de los inactivos y el descenso paulatino de la población activa plantea una problemática para el mercado laboral que requiere de un esfuerzo importante por parte del gobierno y de un consenso urgente por parte de todos los actores políticos, económicos y sociales o nos vamos a dar un batacazo importante. Y de momento el gobierno no es capaz de adoptar un plan realista a la que se nos viene encima. Intentando superar el escollo de los Presupuestos Generales del Estado de 2018 ha hecho un ‘bienqueda’ con el PNV que supone un derribo a la reforma de las pensiones en 2013 que suponía hacerlas algo más sostenibles. Ahora liga las subidas a la inflación, retrasa el factor de sostenibilidad 5 años y nos hipoteca el sistema llevándolo a un territorio desconocido.

Enlazar subida de las prestaciones condena la sostenibilidad de la Seguridad Social en un momento en el que el mercado laboral cuenta con el máximo histórico de 16,1 millones de inactivos y una tasa de actividad del 58,46%, el nivel más bajo de los últimos doce años. Esa es la realidad y, a veces, uno se pregunta a que se refieren sus señorías cuando dicen que ‘las pensiones están garantizadas’ o que ‘nadie pondrá en juego la jubilación de nadie’. No siendo realistas y suavizando el tono que está tomando el asunto, no vamos a solucionarlo.

Resulta que ese histórico de inactivos se le suma una tasa de actividad de vértigo, casi un 60%. Nunca habíamos estado en esa tormenta perfecta de la desgana. Hemos pasado por momentos malos, pero eran coyunturales aunque fueran de largo recorrido. Ahora, por el contrario, el problema es técnico, estructural y de tendencia sociológica, no sólo económica. Pocos se dan cuenta que el sistema económico y el modelo de crecimiento español fabrica inactivos y reduce paulatinamente la tasa de actividad.

Recordemos que la ‘tasa de actividad’ es un índice que mide el nivel de actividad en el empleo de un país. Se calcula como el cociente entre la población activa y la población en edad de trabajar. Es una variable pocas veces nombrada pero muy importante en el crecimiento económico a largo plazo de un país, y tiene igual o mayor importancia que la productividad de éste.

El propio FMI ya nos ha avisado que, de seguir este ritmo, la tasa de actividad caerá por debajo del 50%. De hecho, el casi 60% actual es una cifra propia de países en vías de desarrollo y no de uno englobado en la Europa ‘de vanguardia’ en la que teóricamente vivimos. El mismo FMI advierte de que como nos pongamos la pilas con políticas de choque el problema puede ser bíblico. Nos advierten de que el envejecimiento de la población mermará de forma considerable la tasa de participación en el mercado laboral.

Según las previsiones demográficas de Naciones Unidas, el porcentaje de esta participación laboral bajará un promedio de cinco puntos y medio en los próximos 30 años si no hay políticas que lo eviten, con España en el grupo de los peor parados. Por cierto, el mismo nivel que se estima para Bélgica, Italia y Portugal. No estaremos solos.

Pero si ya es preocupante para lo que significa laboral y socialmente este casi seguro descenso de la tasa de actividad, lo peor estaría por llegar en el ámbito de la productividad. Un descenso de la tasa de actividad de 5,5 puntos como el que el FMI proyecta se traduce en un recorte de la producción de tres puntos porcentuales en una economía desarrollada. En España no hay manera de crear empleo creciendo por debajo del 2,4%, por lo que hagan cuentas.

Para ir terminando, y haciendo referencia al 1 de Mayo, comentar dos datos que me parecen también muy significativos que identifican claramente donde estamos realmente y no donde nos dicen que estamos. Por un lado es referente a los jóvenes. Si en el 2000 el 42,3% de los empleados tenían menos de 34 años, hoy los jóvenes representan el 24,9%. Según la OCDE, si en el 2005 el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban era del 15,9% (un punto por encima del promedio de los países de la OCDE), en 2015 esta tasa se elevaba hasta el 22,8%. Tema a mirarlo con detalle.

Por otro lado el fenómeno de los ‘asalariados pobres’. Eurostat considera pobres a aquellos trabajadores que cobran menos del 60% del salario medio. En España hoy hay en esa situación un 13% de los ocupadas, dos puntos más que lo que había en el año 2004. Un informe del Banco de España muestra también que en los últimos años ha crecido ligeramente la diferencia entre el salario que cobran los nuevos contratados respecto a los que están en activo y que es hoy del 25% menos. Esa brecha que en el 2008 estaba en el 20%. No parece buen síntoma.

¿Cómo lo solucionamos? Pues con algo que tiene que ver, como he dicho muchas otras veces, con modificar el modelo productivo y crecimiento de este país, atrayendo talento tecnológico, inmigración laboral de otros países y estimulando el ahorro privado. No sólo poniendo robots se arreglan las cosas, hay que prepararlo todo para que sean efectivos, productivos y complementarios al sistema que tengamos. De momento, seguimos en el anden, esperando un tren que podría ser que ya pasó. Lo veremos pronto. Cuando anuncien el horario del próximo convoy.

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