Marc Vidal - Conferenciante, Divulgador y Consultor en Economía Digital

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Megaciudades agrupadas, el futuro urbano en 2030.

Circula la opinión de que, debido a la crisis sanitaria que vivimos y a la aparente mutación del modo en el que nos relacionamos desde hace unos meses los seres humanos, el éxodo desde las ciudades a lugares menos habitados, es la nueva tendencia. Sin embargo el ser humano suele volver a su ‘media natural’ que, desde hace dos siglos, es la de vivir en colectividades cada vez de mayor dimensión. La ‘ciudad estado’ y las ciudades inteligentes no dejarán de ser una visión del futuro por mucho que lo planteen pensadores de un mundo rural y bucólico.

El mundo se traslada a la ciudad por mucho que durante unos meses eso pareciera haberse parado. Actualmente el 54% de los siete mil millones de personas que habitan este planeta viven en un área urbana, y para mediados de este siglo, se espera que ese número aumente entre el 66 y el 72%. El desafío es espectacular, pues muchas de estas personas vivirán en las llamadas mega ciudades, áreas urbanas con poblaciones superiores a los diez millones. Hoy en día, solo hay 28 ciudades de este tipo en el mundo. Para 2030, en apenas un rato, se espera que haya 41.

El ‘retrovisor rojo’ que supone China para algunos modos de vida, a nivel competitivo y, especialmente, productivo, nos indica por donde van los tiros. Tal y como dice el MIT Technology Review China se ha urbanizado a una velocidad sin precedentes. Hace unos 20 años, solo el 30% de la población china vivía en ciudades; hoy es el 60%. Eso se traduce en aproximadamente 400 millones de personas, más que toda la población estadounidense, que se mudaron a las ciudades de China en las últimas dos décadas (la misma transición proporcional tardó 90 años en ocurrir en Europa y 60 años en los EE. UU.). Y esta migración no ha terminado; Se espera que el 70% de la población de China sea urbana para 2035.’

Para adaptarse a la afluencia, la política nacional de desarrollo urbano de China ha pasado de expandir ciudades individuales a construir sistemáticamente agrupaciones de ciudades masivas, cada una de las cuales albergará hasta cien millones de personas. Las ciudades en un clúster colaborarán económica, ecológica y políticamente, según se piensa, impulsando a su vez la competitividad de cada región.

Las críticas a este futuro radican en la evidente desigualdad y la insostenibilidad de estas ciudades. Una población de profesionales urbanos, con estilos de vida seguros y protegidos, está respaldada por un sector de servicios enorme y mal pagado. Estas personas trabajan en supermercados, peluquerías, restaurantes, bares y gimnasios, y viven en barrios pobres o incluso en barrios marginales. Entregan comida, arreglan casas, cortan el cabello, eliminan los desechos, mantienen funcionando los sistemas de transporte, limpian los suburbios, cuidan a los niños y pasean perros. Estos trabajadores mal pagados han visto evaporarse sus medios de vida durante el colapso económico reciente o se han visto obligados a arriesgar su salud al proporcionar servicios esenciales, porque no tienen la opción de elegir entre la multitud privilegiada que trabaja desde casa. Después de todo, no pueden trabajar desde casa si su trabajo es mantener los hospitales o las alcantarillas en funcionamiento. En este sentido, Time decía recientemente que ‘ha llegado el momento de repensar si debemos seguir situando las ciudades en el corazón de nuestro futuro, convirtiéndolas en grandes centros que practican el apartheid económico’.

Sin embargo la tendencia es imparable. De hecho el tema de las mega ciudades ya está en otro nivel. Fíjate. Lo nuevo ya no es plantear el futuro en inmensas ciudades de un modo unitario, aislado, sino que ahora el plan es juntarlas. Crear una especie de nube de grandes ciudades a modo de ‘cluster’. Para adaptarse demográficamente a ese reto, China ha pasado de expandir ciudades individuales a construir sistemáticamente agrupaciones de ciudades masivas, cada una de las cuales albergará hasta cien millones de personas. Las ciudades en un grupo colaborarán económica, ecológica y políticamente impulsando a su vez la competitividad de cada región.

Para 2035, se espera que se establezcan cinco grandes grupos de ciudades en China: el grupo Jing-Jin-Ji en el norte, el grupo del delta del río Yangtze (este), el grupo del delta del río Pearl (sur), el grupo de Cheng-Yu ( al oeste), y el grupo de las extensiones medias del río Yangtze en el centro de China. Todas ellas bajo un concepto de transición energética prioritario según sus promotores. Que esa es otra…

Lo interesante es que algunas de estas ciudades conectadas entre sí han comenzado a tomar forma. Se piensa que al combinar todas estas ciudades gigantescas, generarán la mitad del PIB de toda China a la vez que albergarán a la mayoría de su población que, según el gobierno chino, estimulará que el mundo se traslade a la ciudad irremediablemente. Pero curiosamente, casi todo ese crecimiento ocurrirá en Asia y África, según las proyecciones de la propia ONU, y se espera que el 37% de la expansión urbana mundial ocurra en solo tres países: Nigeria, India y China.

Si bien la urbanización ayudó a crear algo parecido a la clase media en los Estados Unidos e Inglaterra después de la Revolución Industrial de finales del XVIII, se espera que suceda lo mismo en este siglo XXI con los países en vías de desarrollo. El ejemplo estaría en Nigeria que, según el Banco Mundial, ha pasado de ser un país anclado en la desesperanza a otro en el de mayor peso económico en África. Según un informe reciente de McKinsey & Co., ahora hay más familias de clase media en África que en India debido a la creación de ciudades cada vez más grandes e interconectadas en ese continente.

Por ahora lo que sabemos es que, según un informe de 2019 compilado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, titulado "Perspectivas de la población mundial 2019", se espera que la población mundial alcance los 9.740.000.000 de personas para mediados de siglo, algo que, evidentemente, supondrá sumar dos mil millones de personas que no se distribuirán por igual por el mundo. La mayoría acabarán en ciudades enormes.

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