El mayor reto económico de España en décadas y la subida de impuestos que nos viene gane quien gane.
Nos van a subir los impuestos y nos van a reducir los servicios. No es necesario poner frases yuxtapuestas, adjetivos ni metáforas. Nos van a crujir a impuestos y nos van a reducir el catálogo de lo que contemplamos como servicios públicos que en algunos casos ya contemplábamos como derechos fundamentales. Da igual quien gane, es irrelevante en ese sentido quien conforme gobierno a partir del 27 de junio. Cualquiera que sea la fórmula que resuelva la ecuación de esta segunda vuelta electoral deberá de hacerlo. No hay otra. Se acerca una ola de recortes que sino ponemos orden rápido a la estrategia económica del país, amenaza no con ser el ‘segunda mayor ajuste’ y convertirse en el más dramático de cuantos ya se han producido.
Cuantos años perdidos. Cuanta energía intelectual que se ha ido por el sumidero en la última década. De todo lo que se pudo hacer en las vacas gordas no se hizo nada y de cuanto pudo hacerse para preparar el futuro durante las flacas menos aún. Una década perdida que no ha terminado y de la que van a tener que recuperarse ya nuestros hijos, pues a nosotros no nos va a dar tiempo a menos que alguien tome decisiones estratégicas urgentes. La modernización de la industria no es un ‘mantra’, la tecnología no es una moda, la educación digital no es un rollo escandinavo, el cambio de modelo de crecimiento no es un titular de un programa electoral. Todo ello es una necesidad real e imprescindible sino queremos perder definitivamente el tren del futuro.
El futuro ya no va en cercanías. No es un tren que circule a una velocidad razonable y que podamos abordar aunque vayamos andando. No pasa cada 15 minutos. El futuro es un tren de alta velocidad (tal vez no es la mejor metáfora, lo sé) que pasa a toda leche y al cual para subirse tienes que esperar en el andén con tu asiento reservado. ¿Quién está trabajando o tiene claro como hacerlo para reservar esa butaca al futuro?
Se lo debemos a nuestros hijos. Les vamos a dejar un desastre monumental, un país con una baja productividad y una incapacidad competitiva que los expulsará cuando detecten que su talento no se puede desarrollar o atrapará a los que no puedan o quieran irse en una especie de segunda división económica. Una revolución industrial que se nos está plantando delante de las narices y que por unos o por otros nadie atiende adecuadamente.
Hay países que sí lo están haciendo. Sería maravilloso que el nuestro también lo hiciera. No pasa todos los días que la historia tiene reservado un espacio de cambio tan intenso como el que vive el mundo ahora. Aprovecharlo, estimular cambios abrazados a ese curso de la historia, debería ser la primera línea de cualquiera de los programas electorales de los señores y señoras que se presentan a las re-elecciones del 26j. Política social, económica, cultural y territorial dependen de una premisa superior les guste o no a todos ellos.
Es más sencillo meterse con una bandera o un idioma, sea del bando que sea, es más simple lanzar soflamas sobre cómo de malos son banqueros y dirigentes, es fácil meterse con las políticas imposibles de algunos y es menos complicado enzarzarse en los asuntos de corrupción por ejemplo. Desconozco si es porque no saben más, porque en sus carreras políticas al fin y al cabo la lejanía sobre algunos asuntos esenciales es el elemento natural de crecimiento en el político tipo español o es que electoralmente es obvio eso no vende.
Pero el problema es que hablan de cosas que no van a pasar y no hablan de lo que va a pasar. Luego unos prometen bajar impuestos y los suben y otros prometen aumentar gasto social cuando en realidad tendrán que reducirlo se pongan como se pongan. La matemática tiene una cosa muy jodida, resulta que si te piden 20.000 millones y nadie te los presta o los obtienes subiendo impuestos o se los recortas a tus gastos corrientes (léase servicios).
Además, da la sensación que la memoria de los españoles es de pez. Parece como si lo vivido en los años de la explosión de la burbuja ya sea sólo un eco en la distancia y se empiece a reactivar sectores que deberían de estar en cuarentena durante mucho tiempo. Es como si las causas de la Recesión que hemos vivido se hayan perdido en los periódicos y la gente no la recuerde. Pues hay más de un millón de familias que la tiene tatuada en la piel tras embargos o paro crónico.
El gobierno resultante deberá trabajar en ese sentido de manera urgente, sea de derechas o de izquierdas. Pienso que cada vez eso tiene menos importancia. Al fin y al cabo cuando bajamos a la ejecución política veremos que una calle no se puede asfaltar de derechas o de izquierdas, se asfalta o no se asfalta y, si me apuras, se asfalta bien o se asfalta mal. Aunque en mi caso añadiría, lo asfalta un equipo humano o lo hace un grupo de robots armados y software inteligente.
En España hay un problema de modernización evidente. Un agujero que aumenta en aspectos de transformación digital en todos los campos, públicos y privados. Una inexistente política al respecto. Nadie está procurando de manera estratégica, con un programa orientado al 2020 por ejemplo que tenga claro dónde y cómo llegar. ¿Cómo vamos a afrontar un mundo sin empleo? ¿Cómo queremos ser líderes en sectores de la industria del conocimiento? ¿Por qué hay países que del nuevo empleo que crean dos terceras partes es tecnológico cuando hace unos pocos años fueron rescatados por Europa? ¿Por qué el empleo que se crea en España vuelve a encaminarse a un modelo caduco y peligroso?
Y es que España podría ser líder en muchos campos. La oportunidad es histórica. Se puede. Si se puede (siento el eslogan). No digo que no deba aprovechar todo lo que sea creación de empleo. Así se empieza. Hablaba con el agregado de la embajada española en Irlanda hace unos días sobre este hecho. Yo me quejaba de que la creación de empleo es de baja calidad y no responde a una voluntad de cambio de modelo. Él respondía que de momento es lo que hay. Crear empleo es importante, no hay otra. Lo de crearlo en otros sectores de valor añadido ya vendrá, lo urgente ahora es ofrecer empleo del que sea a los millones de españoles en paro. Tiene razón a medias. Es preciso equilibrar eso o nos encontraremos en otro callejón sin salida que cuando te explota un crecimiento fantasma no tienes por donde escapar.
El riesgo de parar las reformas y el ajuste fiscal, un mercado laboral deficiente con mucho paro aún, una productividad que debe mejorar claramente y los riesgos que supone que otros países estén haciendo sus deberes hace años, son las grandes claves a resolver por sus señorías en los próximos años y empezando urgentemente. Me temo que vamos a tener ‘semanas de negociación’, titulares que sólo interesan a ellos, endogamia por la mañana y por la noche, politiqueo de segunda clase y mucho pasillo que nos aleja del verdadero problema que tiene el país.
Cómo entiendo que no van a cambiar sus dinámicas y considero que el tiempo es oro, para adelantarle algo de trabajo, les doy alguna clave sobre los problemas que hay que resolver urgentemente para que España se reindustrialice y lo haga bajo una dinámica tecnológica y generadora de empleo de valor añadido y de futuro.
En primer lugar reduciendo los costes energéticos, elevando la inversión en I+D y creando un nuevo marco educativo son los cambios que reclama la Nueva Economía. En segundo lugar es imprescindible preparase para las vacas flacas que tarde o temprano volverán con virulencia en unos años. La economía es cíclica y así suele pasar. Par sobrevolarlo el tejido empresarial español debe lograr que el peso industrial en la economía sea absolutamente mayor, decisivo. Cuando explosionó la burbuja inmobiliaria se dijo que la industria tomaría el relevo y así nos fue. El camino en ese sentido se ha iniciado y con un poco de esfuerzo podemos mejorarlo. El peso del sector industrial en la UE es del 18,9%, en España ya alcanza el 17,5%. Aunque no está lejos es notable pues hay países mucho peores que bajan la media.
Para que la industria sea realmente el tronco económico y con ella se logre pagar todo eso que dicen deberemos de asumir a medio plazo es preciso que los costes de la energía no sean tan altos como ahora, se pueda acelerar la baja inversión en I+D actual, se exija cambiar el marco de regulación en el que se mueve la industria y la nueva economía, enfrentarse de verdad con el modelo educativo, y estimular el crecimiento del tamaño de las empresas de este país a partir de las opciones de exportación. En Alemania las pymes son las verdaderas responsables de que ese país sea una potencia exportadora, no sólo las multinacionales por cierto.
El problema no está en que se abrace o no la nueva economía, las startups, la tecnología. El asunto es de raíz. No hay transferencia tecnológica entre universidades y empresas. Hay mucho maquillaje y poco bisturí. El problema de la inversión en I+D lo vamos a pagar caro. En concreto nuestros hijos. De hecho, el peso de la I+D en España respecto al PIB cayó al 1,24% frente al 1,27% del año anterior. En Alemania e del 2,83% o en Francia del 2,24%.
En definitiva, que termine ya este calvario electoral que sólo interesa a periodistas políticos, tertulias de bar y a los que llevan la vida en el círculo del politiqueo de partido y sus derivados. Es urgente que se pongan en marcha. Hace tiempo que el mundo nos avisa, que nos ha ido dando hostias con la mano abierta en ambas partes de la cara. Seguimos en muchos casos sin despertar. Por eso sería interesante que, cómo decía, se dejen de mercadotecnia, de frases hechas, big data político y gestos estudiados. La cosa nos va a ir de minutos. La sociedad sólo precisa que le marquen algunas pautas. Otros hemos pensado en volver incluso para empujar en el mayor reto que tiene España en décadas. Incorporarse a la Cuarta Revolución Industrial y hacerlo en cabeza. Liderando. Para ello estaría bien que nos explicaran la situación real y cómo la piensan afrontar. Es matemática pura por cierto y cuanto más sepamos, mejor podremos estructurar nuestras propias estrategias y empujar todos juntos a un gran país, a un tejido innovador, emprendedor y con grandes oportunidades. Sino saben que hacer o no quieren hacerlo, mejor nos dejan a los demás que lo hagamos. No molesten por lo menos.