No es la tecnología lo que falla, es su adopción.
Estamos cada vez más cerca del momento en el que las computadoras dejarán de ser programables. La Industria 5.0 será la culminación de una cosa que ahora mismo ya sucede de un modo cada vez más intensamente: que la inteligencia artificial es, en realidad, máquinas aprendiendo a aprender y, en realidad, no está fallando la tecnología, en todo caso, si algo está fallando, es su comprensión.
Hace un par de años, durante una conferencia en Ecuador sobre el futuro del marketing expliqué que ‘el futuro del marketing, estaba más en un laboratorio que en una agencia básicamente por la observación de una realidad, que los algoritmos que manejan los precios dinámicos de Amazon estaban sustituyendo a expertos de marketing digital. Y en ese escenario estamos. Ahora ya sabemos que el siglo XXI empezó con retraso. Fue en marzo de 2020. Aun no lo percibimos en toda su intensidad. Es preciso alejarse para verlo. Y no tiene que ver tanto con el teletrabajo u otras variables tecnológicas que lo han cambiado casi todo, sino en la propia estructura de la adopción tecnológica. Por derivación, es cuestión de tiempo, veremos como cambiarán los contratos sociales que llamamos empleo, la propia jubilación o la ideologizada renta básica.
Este año 2021 llevará el apellido digital en cada uno de sus 365 días. Ahora mismo sabemos que, al finalizar el año, el 40% del PIB de la Unión Europea procederá de actividades que se desarrollarán en un entorno tecnológico y los pronósticos apuntan a la creación de cuatro empleos digitales por cada cinco tradicionales. Es evidente que vivimos una erupción que lo está modificando todo y que es difícil verlo plenamente mientras sucede.
Si hace un año se hablaba de ‘transformación digital’ casi como un mantra que lo llenaba y justificaba todo. De hecho, en gran medida, pocos definían realmente lo que esa revolución es. Unos la limitaban sólo al marketing online, otros a la ‘cultura de empresa’, muchos hablaban de ‘el poder del dato’, pero casi nadie, completaba el verdadero rompecabezas que realmente es. Esa digitalización aparente requiere una visión tecnológica y humana, con captura de datos, eficiencia de procesos, metodologías de trabajo nuevas y de diseño de nuevos modelos de negocio. Ese era el desafío entonces y lo sigue siendo aunque ahora no hay prórroga ni plazos de espera.
El teletrabajo, la educación a distancia, la telemedicina y el comercio online han sido las principales tendencias inesperadas que han explotado por lo que todos sabemos. Su digestión no está siendo simple. Y el problema reside en que nos estamos basando en las respuestas que la tecnología nos puede ofrecer en lugar de atender a las preguntas que le tenemos que hacer.
Durante todo estos últimos meses, algunos clientes nuevos nos han solicitado respuestas inmediatas a preguntas que ignorábamos. La ansiedad por digitalizarse correctamente y de un modo muy rápido, lo exigía. De ahí lo importante de cuestionar bien para obtener las respuestas correctas. En las sesiones iniciales con todas estas empresas, ya sean Pymes o grandes compañías, lo que más me interesa son las preguntas que puedan surgir de ese primer acercamiento. De esas preguntas, surgirán las respuestas adecuadas, las que realmente se necesitarán en las fases de transformación tecnológica. Todo parte de esas preguntas.
Preparar una empresa o una organización para el momento que vamos a vivir a corto plazo requiere de entender el momento, de buscar respuestas, pero sobretodo de saber que preguntas hacernos. La tecnología nos ayudará a tomar decisiones, nos marcarán, con datos transformados en información el camino, pero sin incorporarle un sentido a esa información no tendremos conocimiento. La clave será el conocimiento.
En la fase final de la cuarta revolución industrial y viendo al final de este recorrido la quinta, las máquinas aún no son capaces de hacer buenas preguntas. Ellas son muy buenas respondiendo, nuestra habilidad principal, siempre ha sido así, es generar las preguntas. ¿Sabes si te estás haciendo las preguntas correctas? ¿Tienes claro si tu empresa ha iniciado ese tránsito hacia la tecnología en base a un cuestionario correcto? No todo depende de descubrir en un catálogo de dispositivos y avances tecnológicos aquellas necesidades aparentes porque todos tienen esas necesidades aparentes. Cada empresa, cada departamento, cada sector, tiene las suyas y en un análisis correcto surgen las respuestas correctas.
Y aunque estamos inmersos desde los años 90, como te decía, en la cuarta revolución industrial, la de la digitalización, ya se vislumbra un nuevo escenario con el que llegará la quinta revolución industrial en torno a 2030, o incluso antes. Y está relacionada con la evolución de la tecnología, o lo que se conoce como singularidad tecnológica. Ese momento en el que un software inteligente o un robot no necesita a un ser humano para arreglarse y crearse. Cuando un algoritmo sea capaz de crear algoritmos, cuando un cerebro ‘digital’ sea tan ‘inteligente’ como un cerebro humano.
De momento no hay ningún ordenador en el mundo capaz de computar diez mil trillones de ciclos por segundo, que es la capacidad con la que funciona nuestro cerebro. Pero cuando eso se produzca, estaremos en un escenario en el que por primera vez un ser humano ya no estará delante de una máquina más fuerte o rápida, sino ante una más inteligente que nosotros. Esto no significa que piense y sienta como los humanos, algo impensable por ahora, y que siempre se necesitará a las personas para aportar creatividad, sentido crítico y emociones. Por eso, es tan importante, preparar una economía para ese tránsito, las empresas para ser competitivas y, en lo personal, abrazar esos avances porque siempre, siempre, la tecnología nos mejoró la vida y esta no será una excepción. En ocasiones parece que tenemos muy claro el ‘cómo’ y menos claro el ‘porqué’, en lugar de todo lo contrario.