Democracia, tecnología y ciudadanía: 'Le Grand Débat National' de Macron.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, puso en marcha hace unos días la iniciativa ‘Le grand Débat National’, una iniciativa que pretende dar voz, y estructura para encauzarla, a los ciudadanos galos. La implementación se extenderá hasta el 15 de marzo y, según él, pretende ‘transformar la práctica democrática’. Para ello ha vinculado un modelo tecnológico que permita abordarlo con la promesa de llevar adelante las medidas que se negocien finalmente.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, puso en marcha hace unos días la iniciativa ‘Le grand Débat National’, una iniciativa que pretende dar voz, y estructura para encauzarla, a los ciudadanos galos. La implementación se extenderá hasta el 15 de marzo y, según él, pretende ‘transformar la práctica democrática’. Para ello ha vinculado un modelo tecnológico que permita abordarlo con la promesa de llevar adelante las medidas que se negocien finalmente.
Para el desarrollo de esta serie de consultas públicas, el presidente envió una “Carta abierta” a los ciudadanos en la que propuso 35 preguntas, que fueron estructuradas en los ejes de transición ecológica, organización del Estado, fiscalidad, democracia y ciudadanía. Según Macron, la idea es que se registre la mayor participación posible en este debate. Entre las 35 cuestiones destacan 10 que entran en el verdadero asunto de la financiación de los servicios públicos y el modelo socioeconómico que pueda enfrentarse a los retos del futuro inmediato. Dudas que perfectamente podrían extrapolarse a cualquier país de la Unión.
Macron sabe que en las redes sociales está la batalla. El germen de todo conflicto social aparece ahí y se vuelve exponencial rápidamente. Los chalecos amarillos surgen de una organización asíncrona digital y obliga a dar respuesta en el mismo espacio. De ahí el valor trascendental de tres herramientas tecnológicas al alcance del presidente francés y que se derivan de este debate nacional: la recolección de datos de manera masiva, recuperar la iniciativa digital que ya tuvo Macron cuando se alzó con la victoria electoral en su día y, sobretodo, comprender el lenguaje, modo y uso que se hace hoy en día de la práctica política sin encabezamientos ni estructuras tradicionales. Es como jugar en campo contrario pero habiendo visualizado muchos partidos de tu rival en video.
Cuestiones directas que los franceses están debatiendo ya en entornos digitales y presenciales como ¿qué impuestos hay que bajar, a su juicio, según la prioridad? ¿hay que suprimir ciertos servicios públicos demasiado caros para su utilidad? ¿cree usted que hay nuevas necesidades de servicios públicos? ¿cómo financiarlos? ¿es necesario reforzar la descentralización y dar más poder de decisión a la acción más cercana a los ciudadanos? ¿A qué niveles y para qué servicios? ¿cómo financiar la transición ecológica: con impuestos, tasas y a quién debe afectar prioritariamente? ¿qué propuestas concretas haría usted para acelerar nuestra transición medioambiental? o ¿cómo podemos compartir estas decisiones a escala europea e internacional para que nuestros productores no se vean penalizados con respecto a sus competidores extranjeros?
Otro grupo de preguntas inciden en la fase quirúrgica en la que se encuentra la propia fórmula democrática. Para debatir al respecto hay tres aspectos concretos que también me parecen muy interesantes como ¿hay que reconocer el voto en blanco? ¿hay que hacer obligatorio el voto? o ¿hay que incrementar el recurso para los referéndums y quién debe ponerlo?
Dejando de lado el hecho de que hay quien considera que este podría ser el último recurso que le queda a Emmanuel Macron tras la crisis de los ‘chalecos amarillos’ y que podría ser una especie de burbuja de oxígeno para intentar salir de la profunda crisis social y política que atraviesa Francia, que no dudo, prefiero analizar el hecho de que estamos ante la obligatoria modificación de los modelos de uso que tiene nuestra democracia.
Dos de cada tres franceses son escépticos ante la utilidad de este gran debate nacional. Hay quien considera que este debate no es más que una precampaña electoral de las europeas y que lo que va a provocar es lo contrario de lo que busca: abrir la caja de Pandora. No obstante, es indudable que los ciudadanos tienen ahora dos meses por delante para expresar su planeamiento político y económico y hablar de sus propuestas sobre cómo afrontar el futuro. Algo que va más allá de organizaciones establecidas o comicios programados. Los debates, organizados en su mayoría en los ayuntamientos, han comenzado a partir de un modelo híbrido entre lo digital y lo analógico y los resultados serán canalizados y estudiados por el Gobierno en abril.
Independientemente del uso que hagan los franceses, de la utilidad del proceso y de los efectos políticos que tenga, algo es algo. No se trata de ‘trending topics’ o de ‘likes’ colectivos, ni siquiera de salir a la calle a gritar ‘estoy en contra de todo’. Independientemente de que nos parezca una estrategia electoral o de un salto arriesgado frente al follón que tienen allí, la verdad es que ofrecen una metodología y un contenido interesante para debatir. Veo muy positivo aprovechar lo que nos permite la vanguardia tecnológica, y una nueva cultura de uso de la misma socialmente, para algo más que ofrecer videos ocurrentes en las redes sociales.