El día que ‘supimos’ que nos manipulaban y el mundo post-Facebook.
Noam Chomsky fue considerado por The New York Times como uno de los más importantes pensadores de nuestro tiempo y, en especial, por todo aquello que hace referencia al análisis que hace de las estrategias de manipulación masiva que existen en el mundo de hoy. Entre las muchas y complejas formas que el Chomsky relata en diversos ensayos me gustaría señalar tres que tienen mucho que ver en cómo se va a librar la batalla de los datos en el futuro inmediato, justo después de la pesada digestión que supondrá el asunto de la venta de datos en Facebook.
Noam Chomsky fue considerado por The New York Times como uno de los más importantes pensadores de nuestro tiempo y, en especial, por todo aquello que hace referencia al análisis que hace de las estrategias de manipulación masiva que existen en el mundo de hoy. Entre las muchas y complejas formas que el Chomsky relata en diversos ensayos me gustaría señalar tres que tienen mucho que ver en cómo se va a librar la batalla de los datos en el futuro inmediato, justo después de la pesada digestión que supondrá el asunto de la venta de datos en Facebook.
Todos sabíamos, o como mínimo imaginábamos, que Facebook y otros utilizaban, y de algún modo también vendían, nuestros datos e históricos de navegación. Lo sabíamos y lo aceptábamos mirando hacia otro lado. Digamos que tenemos claro que ‘cuando no pagas por el uso de algo, tu eres la moneda’. El hecho de que en gran medida pensásemos que nuestros datos se utilizaban para ofrecernos ‘publicidad inteligente’ era algo así como un poco naïf. El jarro de realidad que se ha derramado con el caso Cambridge Analytica era una verdad que en general se obviaba. Nuestra identidad digital a partir de nuestro comportamiento en las redes supone un nutritivo manjar de datos para la acción política.
Es por eso que las teorías de Chomsky sean tan relevantes acerca de cómo se han usado esas fórmulas en Estados Unidos y, date por visto, en muchos otros países también. No es demasiado complicado poner en marcha modelos de uso de comportamientos de ti, de tus amigos en algunas redes y obtener todo cuanto necesites para estructurar campañas o mensajes. Sino quieres estar expuesto, lee esto.
Como resume muy bien José Daniel Riveros, decía el bueno de Chomsky que para manipular a la sociedad de forma masiva sólo tenías que (1) ‘distraer a la gente atiborrándola de información’ orientada a temas irrelevantes o banales. De este modo la gente se olvida de sus verdaderos problemas. Otra fórmula utilizada para la manipulación según Chomsky es la de (2) 'crear un problema que no tiene esa relevancia' para buscar una reacción y finalmente aportar una solución impopular. Esto me suena. Con los mecanismos de conocimiento que los datos aportan y el como se pueden utilizar esta fórmula puede ser muy eficiente.
Sigamos con el asunto de cómo conducir a la masa pública a partir del uso de sus datos en, por ejemplo, una red social como Facebook. Gracias a esos datos se puede (3) manipular gradualmente. Ese ecualizador sociológico que las redes aportan permite introducir medidas poco a poco para que resulten imperceptibles. Otra medida que puede ir muy de la mano de los datos existentes es la de (4) infantilizar al público. No hay que ser honoris causa para comprobar que estamos en medio de una especie de guardería inmensa. Millones de personas ya de cierta edad siguiendo las idioteces de miles de individuos/as cuyo valor principal es elegir bien el pinta labios a juego con su bufanda. Mensajes y publicidad que tratan a los adultos como si fueran niños con palabras y gestos ingenuos. Manejando datos hay quienes pueden neutralizar el sentido crítico de la gente en lo que verdaderamente importa.
Facebook permitió seguramente que los que usaron los datos de Cambridge Analytica, y estoy seguro que otros desarrollos están haciendo lo mismo, (5) acudieran a las emociones del público. De ese modo se evita la reflexión. Esto explica muchos de los mensajes recibidos por el cuerpo electoral americano. El dónde, el quién y el cómo, lo establecían ese big data que vendió (o permitió usar) Facebook. Cómo decía, Chomsky relató varias estrategias de manipulación. A las que he señalado se pueden sumar la de (6) crear públicos ignorantes, (7) crear públicos complacientes creando tendencias ‘de moda’ o, para mí la trascendental (8) conociendo minuciosamente al ser humano.
Por suerte, o no, nos hemos dado cuenta. De ahí que vamos a intentar despejar lo que pasará a partir de ahora a medida que avancen los próximos años y de cómo el sistema operativo social que había supuesto Facebook pueda digerir este pollo. Hace unos días John Oswald se trasladaba al futuro inmediato e imaginaba un mundo sin Facebook. De hecho, en base a que la mayoría de aspectos que describía Chomsky dejen de ser posibles en la red de redes, la propia esencia de la red dejará de ser útil para marcas o para lo que sea. Tengo la impresión que a medida que llegue la regulación del uso de datos, de esa privacidad imprescindible y esa educación por la privacidad urgente, ya nada será igual. En 2020 podríamos estar hablando del mundo post-Facebook.
En su artículo Oswald asume que una combinación de demandas colectivas y regulaciones estrictas en todo el mundo después del escándalo de Cambridge Analytica llevará a la fractura o colapso de algunas redes monstruosas como Facebook. Los consumidores tendrán el control de sus datos personales y de la configuración de la economía de esos datos. El impulso regulatorio será doloroso. A partir de esa caída y nacimiento de otros modelos de relación masiva que complique los principios que Chomsky comentaba y que deberán impregnar la cultura digital futura serán:
1. Se generalizará la defensa del consumidor. Poco a poco la seguridad de los datos personales en sí misma será un negocio. En cuanto la cultura y conocimiento sobre todo esto sea general (y estos escándalos lo aceleran) todos tendremos un mayor control de nuestra vida digital a partir de la ayuda de empresas dedicadas a eso. Ya existen aunque su uso es muy profesional todavía. En 2020 será doméstico. En su aspecto más básico, este servicio permitirá a los clientes elegir y ajustar los algoritmos que sustentan sus servicios sociales y de noticias.
2. La descentralización de datos empoderará a las comunidades. Los grupos de consumidores inteligentes combinarán sus datos y se comportarán más como proveedores de ellos, exigiendo desde un punto de vista comercial valorar el coste y beneficio del uso y cesión de sus datos.
3. Nacerá el ‘datavismo’ o activismo de los datos. Acciones organizadas en contra del uso masivo de nuestros datos creará movimientos que exigirán un cambio real en todo ello. Seguramente demandas colectivas a medida que se vayan conociendo más casos como Cambridge Analytica acelerarán todo. Aumentará el número de usuarios escépticos de la capacidad de los gobiernos para proteger nuestros datos. Se sabrá que marcas lo han utilizado y sufrirán las consecuencias por parte de los consumidores. La ética de los datos y del valor de los mismos será un valor añadido en un par de años.
4. La publicidad ‘predictiva’ tendrá auténticas dificultades para desarrollarse. En 2020 los consumidores de muchos países sabrán que sus datos personales están siendo usados o no en algún lugar y podrán verificar cualquier aspecto sobre su uso. De ahí que se paralizarán las ‘inspecciones’ de éstos por parte de un futuro plan de emisión publicitaria en tu teléfono o tu computadora. Se pasará del ‘tengo lo que quieres comprar, lo sé’ al ‘dime algo sobre ti si quieres, para ver que puedo ofrecerte’.
Espero que 2018 sea el año en el que entendimos que el uso de datos no era algo comercial únicamente. Se trataba de manipular. Veremos como se mantiene todo ese andamio de gestión de datos a medida que se impongan reglas que dificulten el uso indiscriminado. Hablamos de ver como modifican su esencia Facebook, Twitter, Amazon, Google y alguno más. Hablamos de un mundo post-Facebook.