Ideas, ideas e ideas
Este domingo estrené columna en ABC. Para mi primer “up in the cloud“ utilicé la espina dorsal de algo que ya comentamos aquí en su día y en el que recetaba mi más íntima fórmula para salir de la crisis: sublevarse, rebelarse. He participado en bastantes medios durante los últimos años. Una de esas colaboraciones fue durante varios meses en una radio catalana del Grupo Godó. Un día, recién llegado de algún vuelo participé en mi sección sobre economía digital y emprendedores en RAC1. Tras una media hora de entrevista me animaron a quedarme a la tertulia posterior, lo que hice gustosamente. Durante toda la segunda parte del programa compartí mesa con las típicas opiniones que se suelen enfrentar en este tipo de conversaciones. Los que ahora han descubierto lo mal que está todo, los que aseguran que aun estando mal, saldremos en breve, los que observan el asunto desde las alturas y los que nos acusan de “catastrofistas que no aportan nada” a los que seguimos descifrando la realidad económica minuciosamente todos los días. A todos ellos los respeto, pero con ninguno comparto nada. Especialmente me resultan empalagosos los que aseguran que la situación actual es el resultado de la fase final de la crisis, que era inevitable y que no pudo preverse. Nos acusan de reduccionistas al acusar a los gobernantes y de no presentar medidas que puedan paliar la situación.
Mi vida gira en torno de la estimulación de negocios, viabilizar proyectos y arrancar aventuras empresariales. Lo hago aquí o donde sea, no me paro, no pienso detenerme frente a un enorme castillo de naipes que se desmorona, sea el que sea y tenga la intensidad que tenga. Conozco decenas de personas con ideas suficientes para cambiar el mundo, sólo es cuestión de darles paso y oportunidad.
Sin embargo no debemos dejar de lado que ha llegado el momento de denunciar a los que han arruinado el futuro de mi hijo y el de vosotros, los que ganaron premios suecos asegurando que ese era el mecanismo para evitar la recesión, los que se han dedicado a decir que “lo peor ya ha pasado”, los que se las han dado de “genios” creando modelos de crecimiento basados en fabricar viviendas que nadie necesitaba.
Que se cierren fronteras y se elimine la libre circulación en España debido a la cumbre del BCE es un insulto a la inteligencia a parte de la última de las humillaciones que nos tenían reservada esta panda de alejados de la realidad. En el mejor de los casos fueron partícipes sin saberlo, en el peor absolutos instigadores del desastre que vivimos. Mientras era preciso bajar tipos, los subieron, cuando era tarde y se debían subir, los bajaron. Cuando todo parece indicar que permitir la caída de algún banco se montan un tinglado de mil pares de narices con lo de los rescates derivados. Ahora que tienen prohibido comprar deuda soberana la compran a granel. Son lo peor y encima tenemos que cerrar calles y bares, pues sus señores vienen a pensar, decidir y pegarse la fiesta padre. ¿Cuanto cuesta esta merienda? Que empiecen por ahí, no por subirnos los impuestos a todos los que con ese dinero seguramente haríamos algo de mayor provecho.
Ahora toca despacharlos y dejarlos en evidencia. A los que no han tenido narices para evitar esto, gestionarlo adecuadamente o informar a la gente para que tomaran las riendas de su destino, no podemos ofrecerles el beneplácito ahora de comandar la salida de este laberinto. Emprender también tiene que ver con el compromiso social y con la exposición de una actitud crítica hacía los que viven del momio público que pagamos todos y que a cambio ejecutan políticas nocivas, tóxicas y contraproducentes que luego todos tenemos que volver a pagar.
Tengo mil ideas, algunas son mías, pero la mayoría me las han contado o, si me las dejan, las compartiré con sus creadores. Hay personas con ideas brillantes. Ideas, ideas e ideas. Ideas que nos deben llevar a pelear contra todo este despropósito y esa parálisis, a buscar la oportunidad, a buscar valor, a diseñar modelos de negocio inexistentes, a versionar los que tenemos, a darle la vuelta a la caja y dejar que caiga lo ineficiente, a pactar con los socios, trabajadores, amigos, competencia, proveedores, universidades, administraciones, agentes, con quien sea para sobrevivir en este puñetero barrizal en el que se está convirtiendo emprender en España.