Del patrón oro al patrón dólar, ¿del patrón dólar al patrón bitcoin?
Murray Newton Rothbard fue un economista, historiador y teórico político que popularizó el anarcocapitalismo. A Rothbard le gustaba usar un experimento mental para demostrar cómo funciona eso de poner la impresora de billetes a toda máquina. Proponía que te imaginaras un genio de una lámpara maravillosa que multiplicaría por diez la cantidad de dinero que todas las personas tuvieran en ese momento. Entonces preguntaba… ¿Serían todos ellos diez veces más ricos? La repuesta según él, era que en realidad, nadie lo sería y que seguramente todo aumentaría de precio hasta equilibrar esa multiplicación por diez más pronto que tarde.
Murray Newton Rothbard fue un economista, historiador y teórico político que popularizó el anarcocapitalismo. A Rothbard le gustaba usar un experimento mental para demostrar cómo funciona eso de poner la impresora de billetes a toda máquina. Proponía que te imaginaras un genio de una lámpara maravillosa que multiplicaría por diez la cantidad de dinero que todas las personas tuvieran en ese momento. Entonces preguntaba… ¿Serían todos ellos diez veces más ricos? La repuesta según él, era que en realidad, nadie lo sería y que seguramente todo aumentaría de precio hasta equilibrar esa multiplicación por diez más pronto que tarde.
A continuación, te pedía que imaginaras que esa oferta monetaria que surgía de haber multiplicado por diez el dinero de todo el mundo en bruto, no se distribuyera de manera uniforme sino que, en realidad, el genio de la lampara maravillosa solo aumentara la oferta monetaria para algunos, dejando la cantidad total multiplicada por diez pero distribuida de un modo más “normal”. Es decir, la mayor cantidad sería para banqueros que decidirían cómo se distribuye ese incremento. Luego te preguntaba ¿Quién se beneficiaría entonces? La respuesta, era sencilla: aquellos que lo obtienen primero.
Según Rothbard esa es la ilusión de la impresión de dinero. Y ese es el problema de haber cambiado el patrón oro en 1971. Admito que a veces la política monetaria puede ser algo confusa e, incluso, algunos la ven algo aburrida. Pero te aseguro que la política monetaria es monumentalmente importante.
Ya se ha puesto en marcha la maquinaria para desarrollar con urgencia un criptodólar, la que será la moneda digital de los Estados Unidos. El objetivo de la administración Biden es revisar los requisitos técnicos y las necesidades objetivas para dotar al país de su propia moneda digital. Una moneda digital que estaría respaldada por la Reserva Federal.
La orden busca organizar algunos aspectos relacionados con las criptomonedas aunque esta ‘criptomoneda’ en realidad es una moneda digital vinculada a su banco central. A este tipo de divisa se las conoce como CBDC por sus siglas en ingles.
La particularidad de este tipo de moneda es que las emite directamente el banco central, con lo que los ciudadanos las pueden comprar directamente sin depender de una entidad financieras. Y ahí está el asunto. Este tipo de emisión afecta a los bancos comerciales. Básicamente porque este tipo de iniciativa merma potencialmente sus tenencias de depósitos.
Imagina que el BCE lanza una aplicación que permitiera desde el móvil a sus usuarios tener euros digitales, dejarían de tener relación con los bancos comerciales obviamente. Por eso la mayoría de los bancos tradicionales insisten en una especie de moneda digital híbrida que, después de emitirse, se distribuyen a partir de esas aplicaciones de la banca tradicional.
Pero cada vez hay más voces en el sector financiero que avisan de un impacto negativo en la estabilidad del sistema financiero porque una mayor demanda de esta moneda digital presionaría al alza sobre los costes de financiación de los bancos comerciales.
Por lo que el problema no es sistémico, sino comercial. Si la banca capta menos depósitos e interviene menos en las rutas de pagos, es posible que tenga menos información sobre sus clientes, lo que a su vez perjudicaría su capacidad para evaluar a sus potenciales clientes.
Pero, como siempre, vamos a relacionar cosas. Todo esto ocurre en un momento en el que el sistema se ve afectado por aspectos de muy alto calado. La deuda pública de Estados Unidos superó los 30 billones de dólares por primera vez. Y, aunque la economía americana crece a pesar de la pandemia y las tasas de interés están en un nivel muy bajas, el problema es que se puede estar enquistando.
Resulta que la economía es una ciencia que revisando la historia es capaz de identificar patrones, sucesos o ciclos que ayudan a comprender el presente y a deducir parte del futuro. Y en ese pasado hay momentos que marcaron el inicio de cosas que luego supusieron un cambio absoluto del sistema financiero global.
En esta ocasión es una tecnología la que ha iniciado una disrupción profunda en el sistema. Convertir el dinero en un código digital ya hace tiempo que es factible, que ese dinero tenga condicionantes que supera la cadena de valor tradicional de la banca, también. Pero que la banca comercial se quede sin negocio, eso ya es más serio.
Una de las diferencias entre un euro digital y un Bitcoin, por ejemplo, es su forma de emisión. Mientras que las operaciones, en el caso del euro, son de carácter centralizado y el único que puede emitir es el BCE, en el caso de un Bitcoin es totalmente distinto. Otra diferencia determinante es que el minado de las criptomonedas es por parte de los usuarios. Un proceso distribuido y radicalmente distinto a la emisión de una divisa de un banco central, sea o no digital, puesto que los estados pueden emitir sin un límite; mientras que, por ejemplo, la masa monetaria del ‘bitcoin’ está predefinida y no superará los 21.000.000.
Pero la clave es la siguiente. Las criptomonedas, una vez creadas por usuarios, reciben el valor que marca el mercado. Desde un punto de vista económico, las criptomonedas nativas de redes descentralizadas y no permisionadas, como bitcoin o ethereum, no están ancladas al valor de una moneda de curso legal, sino que están sujetas al precio que marquen la oferta y la demanda. Lo interesante es que nadie puede, desde ningún organismo, determinar un tipo de interés determinado si eso tuviera sentido. No están garantizadas, tu capital no tiene ninguna garantía, pero a los usuarios eso no les importa por mucho que se les advierta desde gobiernos y bancos centrales.
Y el conflicto que ahora se avecina demostrará como los anuncios públicos y las decisiones de tipo sistémico pueden tener repercusiones impredecibles. Busquemos en la historia para ver que significa cuando pones en un aprieto al sistema. Te voy a explicar lo que sucedió en 1971 y que explicó muy bien el analista Jonathan Miltimore en la revista TIME hace un tiempo y que se puede consultar junto a muchos gráficos en la web “what the fuck happened in 1971”. Resulta que en 1971 la desigualdad de ingresos entre los trabajadores comenzó a empeorar mucho. Los salarios, que habían logrado tener una relación muy certera con la productividad y el crecimiento del PIB durante décadas, comenzaron a quedarse muy rezagados con respecto al crecimiento económico. La inflación se disparó, creciendo a un ritmo más rápido que en cualquier período del siglo XX.
Aquí es importante pararnos en el concepto ‘patrón oro’. El patrón oro era simplemente un sistema monetario que vinculaba el valor del papel moneda con el oro. El sistema se implementó en EE. UU. en 1834 y fijaba el precio del oro en 20,67 dólares la onza , donde se mantuvo casi un siglo. Lo interesante es que en 1870, otros países siguieron ese ejemplo, y marcaron el comienzo de la ‘Edad de Oro del oro’ generando un período de gran prosperidad. El período de 1880 a 1914 se conoce como la época del ‘patrón oro clásico’. También fue un período de crecimiento económico sin precedentes. Pero, al final de ese período llegó con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, cuando muchas naciones recurrieron a las finanzas inflacionarias para pagar la guerra más sangrienta de la historia humana hasta ese momento. De 1925 a 1931 comenzó una nueva era del oro con el Gold Exchange Standard.
Esta versión fracasó en 1931 tras la salida de Gran Bretaña del oro por culpa de las salidas masivas de capital que se estaba produciendo. En 1933, el presidente Franklin D. Roosevelt nacionalizó el oro propiedad de ciudadanos particulares y derogó los contratos en los que se especificaba el pago en oro. Verás que la historia tiene curiosas similitudes. La orden de Roosevelt, conocida como Orden Ejecutiva 6102, prohibía el acaparamiento de monedas de oro, lingotes de oro y certificados de oro dentro de los Estados Unidos. Las monedas de oro y los lingotes se declararon ilegales. Una ley que se mantuvo hasta 1974.
Hasta aquí, si habías leído que fue Nixon el que acabo con el patrón oro, estarás pensando ¿quien fue entonces el responsable, Franklin D. Roosevelt o Nixon? Tranquilo, puedes seguir pensando en Nixon pero con matices. De 1946 a 1971, las naciones operaron bajo un nuevo sistema monetario: el Acuerdo de Bretton Woods. Un sistema diseñado por las naciones aliadas, encabezadas por Estados Unidos, cerca del final de la Segunda Guerra Mundial como un orden monetario internacional de posguerra. Así el dólar estadounidense se convertiría en la moneda de reserva mundial, que los gobiernos extranjeros podrían canjear por oro. Los gobiernos podrían hacerlo, pero los ciudadanos estadounidenses no. Es la leche la historia… ¿no?
Aunque los ciudadanos no podían cambiar papel moneda por oro, los gobiernos extranjeros sí podían hacerlo. Así que el dólar estadounidense en realidad seguía atado al oro, que EE.UU. prometió redimir a una tasa de cambio de $35 por onza. Esto significaba que Estados Unidos no podía inflar la oferta monetaria sin agotar sus reservas de oro. Ojo a esto. Estados Unidos no podía inflar la oferta monetaria sin agotar sus reservas de oro
Pero EE. UU. sí infló su moneda, en gran parte para financiar los crecientes costos de la Guerra de Vietnam y la denominada ‘gran sociedad’ (en inglés, Great Society). Esta ‘gran sociedad’ fue un conjunto de programas nacionales de reforma social del Gobierno norteamericano entre 1964 y 1965. Al parecer, esa burbuja que vinculaba el oro al dólar, es una de las razones principales por la que EE.UU. agotó aproximadamente el 55 por ciento de sus existencias de oro desde la década de 1950 hasta 1971.
Y llegamos a 1971. En ese año, frente al agotamiento de las reservas de oro, y un dólar que enfrentaba una presión inflacionaria cada vez mayor por los gastos del gobierno, Nixon tomó una decisión crítica: detuvo "temporalmente" la amortización de oro. Pero como todo lo que dicen que va a ser temporal en política no lo es, el movimiento de Nixon se quedó para siempre. Y así es que EE.UU. se convertía en lo que se conoce como un sistema de moneda fiduciaria, en el que el papel es moneda de curso legal respaldado no por oro, plata u otra materia prima, sino por un decreto del gobierno. Aquí sí que vamos viendo como la historia es caprichosamente curiosa.
El economista Thorsten Polleit describió en varios ‘papers’ académicos, tres cosas que todos los fondos fiduciarios tienen en común:
1, el gobierno (o su banco central) tiene el monopolio de la producción
2, se crea a través de la expansión del crédito bancario (es decir, de la nada).
y 3, no tiene valor inherente, es simplemente papel de colores brillantes (o lineas de código ahora) que se puede producir siempre que los que están en el poder lo consideren políticamente conveniente.
Una cosa es algo que emite un banco central y otra algo que se genera en un sistema descentralizado. Y es por eso que a los que tienen el control les gusta un sistema de dinero fiduciario. Les permite financiar todos los programas y agendas que de otro modo no podrían costear, desde una guerra hasta un fondo de recuperación o un plan de vigilancia ciudadana universal.
Cincuenta años después del fin del patrón oro, la moneda estadounidense sigue siendo la reina de los mercados de divisas. Su directo "competidor", el euro, tras ser atacado por la especulación también debido a la debilidad en la coordinación de las políticas europeas, no le ha hecho ni cosquillas a la divisa estadounidense.
Y de aquellos barros estos lodos. Ahora la deuda se nos come. Amenaza con tener un mundo absolutamente ineficiente e incapaz de corregir momentos como el que vamos a vivir en breve. Hay quien dice que es momento de volver a al patrón oro, porque sin él, los gobiernos y bancos centrales tienen el poder de imprimir billetes sin límite y llevarnos al desastre por incapacidad.
Esta indecente impresión exponencial de dinero en realidad es una especie de falsificación monetaria que nos lleva al empobrecimiento. En algunos países de Hispanoamérica y una decena de países africanos, eso se puede observar de manera diáfana. Sus mandatarios imprimen divisa local a la vez que compran oro y dólares. Por eso, en muchos de esos países, especialmente africanos, los criptoactivos son un refugio, un modo de pago y un antídoto a la inflación. Tres en uno. Tienes un vídeo en este canal que habla de ‘para que sirven las criptos’.
Pero si volvemos a ese momento de 1971 cuando se desconecto el patrón oro, veremos que ese gasto tuvo un costo. La deuda federal de EEU se disparó de $ 398 mil millones en 1971 a los 28,8 billones en la actualidad. Has oído bien. De 398.000 millones a 28,8 billones.
Pero como sabemos hoy, ese no fue el único coste. El sistema de dinero fiduciario ha permitido que quienes están en el poder corrompan la moneda para enriquecerse a expensas de otros imponiendo un impuesto muy eficiente: la inflación. Lo más cínico del asunto es que toda esa deuda, la desvinculación del patrón oro, el gasto desmedido y el incremento de precios, se hizo en nombre del altruismo y la ayuda humanitaria. Desde una guerra ‘justificada’ en Vietnam hasta los programas sociales de la ‘Great Society’.
Sí, ya lo sé, se está poniendo interesante y casi no hace falta que te diga mucho más. Pero te lo voy a decir porque aquí viene ahora el siguiente escalón que va a ser muy difícil subir pero que pertenece a una escalera descentralizada, exenta de poder bancario y donde la gente va a ser la clave por primera vez desde que se inventó el dinero.
Veamos. El primer método para intercambiar objetos de valor fue el trueque (es decir, el comercio directo de un producto o servicio por otro, sin la mediación del dinero). Sin embargo, pronto se descubrió que el dinero (que vamos a llamar token y que representa un valor) era extremadamente eficiente para impulsar los intercambios comerciales. A lo largo de los años se han utilizado diferentes materiales físicos para este propósito: piedras, gemas, metales preciosos, etc. Como te he explicado hoy, ya sabes que durante el siglo XIX, el oro se convirtió en un estándar generalizado y ha coexistido con otras formas de dinero, entre las que se incluyen el papel moneda (a partir de 1661) y las tarjetas de crédito (a partir de 1946).
Pero en el momento actual, surge un nuevo desarrollo llamado dinero digital. Y sobre este, otro más complejo y peligroso para los que controlaban la fiesta: las criptomonedas (a partir de 2009). Y por eso te dije que los bancos centrales temen la criptomoneda y se han inventado un sucedáneo que puedan controlar llamada moneda digital o CBDC. El asunto es que una vez que el dinero deja de representar un valor real, como en el caso del papel moneda, que ya no está respaldado por el oro, su valor se vuelve simbólico: depende de la confianza y del valor que las personas y los mercados otorgan ese token.
A medida que los sistemas monetarios se volvieron más complejos los bancos surgieron como agentes de confianza para apoyar y verificar transacciones. Más tarde, las propias monedas llegaron a requerir una gestión más activa y, como resultado, se fundaron los bancos centrales. Y estos empezaron a acuñar moneda, imprimir papel moneda, regular los intercambios y, en algunos casos, tomar medidas frente a las crisis financieras y económicas.
Ahora, el valor del dinero está garantizado solo por decreto del gobierno. Y así nos fue en 2007. Por eso, dicen, por esa atmósfera de desconfianza hacia las instituciones financieras, Satoshi Nakamoto creó el Bitcoin en enero de 2009. Algo concebido inicialmente como una forma de realizar transacciones sin la necesidad de un tercero de confianza. Una moneda que no estaba controlada por bancos o gobiernos. La infraestructura que propuso Nakamoto para este propósito fue el blockchain: un tipo de plataforma digital que registra transacciones de manera descentralizada. Y a partir de ahí, la historia se ha ido escribiendo y, quien sabe, algunos así lo aseguran, de modo de pago, pasará a refugio y de refugio a patrón. Igual está muy lejos, pero quien iba a decirnos que los bancos centrales emitirían monedas digitales o que tras cada icono de tu móvil hay millones de empleos y miles de millones de dinero invertido.
Un mundo sin dinero
Sanciones, limitación de mover activos, expulsión del club SWIFT o congelación las reservas que los rusos tienen en los bancos internacionales. Asistimos a una revolución sin precedentes en cuanto a las órdenes y decisiones en materia financiera global debido al inadmisible ataque de Vladimir Putin a Ucrania. Como la lista de expertos que opinan sobre el conflicto es interminable estos días, en mi caso me aparto. No soy conocedor de lo que allí pasa, el motivo por el que pasa o si la historia demuestra o no, que un territorio es de uno u otro. Cada uno tendrá sus justificaciones. Lo único que sé, es que sea cual sea la motivación, las cosas no se arreglan a bombazos, sino hablando.
Sanciones, limitación de mover activos, expulsión del club SWIFT o congelación las reservas que los rusos tienen en los bancos internacionales. Asistimos a una revolución sin precedentes en cuanto a las órdenes y decisiones en materia financiera global debido al inadmisible ataque de Vladimir Putin a Ucrania. Como la lista de expertos que opinan sobre el conflicto es interminable estos días, en mi caso me aparto. No soy conocedor de lo que allí pasa, el motivo por el que pasa o si la historia demuestra o no, que un territorio es de uno u otro. Cada uno tendrá sus justificaciones. Lo único que sé, es que sea cual sea la motivación, las cosas no se arreglan a bombazos, sino hablando.
Pero lo que estamos viviendo, y por las medidas económicas que se están practicando, me apetece reflexionar sobre la futura aplicación de los capitales, del dinero, del efectivo y de las propias criptomonedas. De hecho, en un momento como el actual hay un debate que no verás en ningún medio, porque no interesa a quienes mantienen a esos medios. Estoy hablando del dilema acerca de si es posible un mundo sin dinero. Por lo menos sin el dinero tal y como lo entendemos ahora.
En uno de los episodios de Star Trek: el Capitán Picard le explica a un visitante del siglo XXI que la economía del siglo XXIV, en el que transcurre esta saga, es bastante diferente. Le dice textualmente que el dinero ya no existe. Algo que replicó Yusaku Maezawa, un multimillonario que recientemente viajó al espacio. Este hombre dijo en una conferencia de prensa que dio desde la Estación Espacial Internacional que ‘algún día, el dinero desaparecerá repentinamente de este mundo y que su cuenta bancaria tendrá valor cero.’
Este magnate dedicado a la moda, agregó que el capitalismo ‘no es sostenible’ y que debería ser reemplazado por una sociedad libre de dinero lo antes posible. Lo curioso es que esta es una visión que prometió explicar en una película que está preparando y que sin duda costará una fortuna producirla. Pero, ¿es esta una idea verdaderamente futurista o es en realidad algo primitivo e impracticable?
Veamos. El capitalismo ha tenido un éxito importante sacando a gran parte de la humanidad de la pobreza, incentivando la creación de tecnologías que mejoran la vida. Pero durante mucho tiempo tuvo sus críticos. Karl Marx imaginó una utopía similar. El comunismo, dijo, finalmente traería un mundo sin dinero. Decía que ‘en la producción socializada se elimina el capital–dinero. La sociedad distribuye la fuerza de trabajo y los medios de producción a las diferentes ramas de la producción. Los productores podrán, en todo caso, recibir vales en papel que les permitan retirar de las provisiones sociales de bienes de consumo una cantidad correspondiente a su tiempo de trabajo. Estos vales no son dinero. No circulan’
Aunque Marx se consideraba a sí mismo un científico social y economista, y aunque sus ideas siguen siendo seguidas ciegamente por muchos, sus planteamientos no se enseñan en los departamentos de ciencias sociales o economía, excepto como complemento. Básicamente porque casi todas sus hipótesis han sido desacreditadas. Hay un trabajo de Richard M.Ebeling que también te enlazaré que lista todo lo que debía ser el marxismo y no ha sido. Ebeling se pregunta ¿quién va a construir coches gratuitos sin incentivos? ¿quién va a ponerte una cerveza sin ningún estímulo comercial? Para los seguidores de eso, es posible que la naturaleza humana cambie misteriosamente algún día.
Ludwig von Mises, un crítico de la escuela austríaca, se preguntaba que ‘si se va a construir una central energética, hay que saber si es o no la forma más económica de producir la energía necesaria. ¿Cómo puede saberse esto si no se pueden calcular los costos y la producción?’. Podemos admitir que en su período inicial un régimen socialista podría confiar hasta cierto punto en la experiencia de la era precedente del capitalismo. Pero, ¿qué se debe hacer más adelante, a medida que las condiciones cambian? ¿De qué servirían los precios de 1900 para el director en 1949? ¿Y qué utilidad puede sacar el director de 1980 del conocimiento de los precios de 1949? Igual el mercado resulta ser una clave imprescindible.
Por eso el dinero en sí, parece difícil que desaparezca por mucho que los guionistas de Star Trek lo insinuaran. Sin precios, las personas no tienen medios identificables y cuantificables para comparar y contrastar opciones sobre cómo gastar el tiempo y el capital, lo cual es vital para determinar la mejor manera de utilizar los recursos. Pero déjame ir más allá. Una sociedad sin dinero no solo es poco práctica, sino también profundamente inmoral . Marx a menudo se quejaba de que los capitalistas codiciosos alienaban a los trabajadores de su trabajo. El enfoque en la eficiencia, dijo, reducía al trabajador a una mera extensión de las máquinas de una fábrica, convirtiéndolo en una herramienta bruta de explotación capitalista.
Pero resultaba que los trabajadores elegían trabajos industriales porque se pagaban mejor que los agrícolas. Lejos de alienar a los trabajadores de su trabajo, el capitalista de turno dispuso nuevos modos de producción que aumentaron enormemente el valor de ese trabajo, no solo para él, sino también para los trabajadores. Seguro que hubo casos en los que no, pero en general, ganaban todos. En el transcurso de la Revolución Industrial y los 2 siglos siguientes, esos retornos crecieron enormemente y redujeron el porcentaje de personas que viven en la pobreza extrema. Se pasó de más del 80 por ciento a menos del 20 en el mundo occidental.
Hay muchos nuevos pensadores que opinan que el dinero es una especie de virus que se debe eliminar. Que nos convierte a todos en una especie de monstruos avaros e insolidarios. Sin embargo, es posible que, el concepto dinero, en realidad, nos aleja de eso. Por ejemplo, el dinero almacena el valor del esfuerzo de cada uno de nosotros. Es posible gracias a la protección legal de los derechos de propiedad por ejemplo. Defender el uso indiscriminado de un patrimonio sin que el propietario pueda hacer nada cuando le entran unos okupas, es todo lo contrario a lo que se espera. Ese es otro tema, pero tiene mucho que ver en la concepción ideológica de tomo lo que quiero, independientemente de si lo merezco o no, sólo porque un ‘capitalista’ es mi enemigo y no merece acumular bienes. Aseguran que no es justo.
Lo curioso, y no es una tontería, es que en Star Trek la economía está centralizada bajo el control de la Federación, que posee los medios de producción y gestiona la fabricación de los bienes y servicios que necesitan los distintos miembros de la sociedad. Para ello la tecnología es la clave. El replicador, un dispositivo al que todo el mundo puede acceder, crea comida, bebida y objetos mediante reorganización atómica. ¿Para qué trabajar si podemos crear lo que deseemos? A partir de ahí, el ser humano se dedica a aprender, educarse, amar, al arte, etc. Por eso, sin tecnología, todo eso es imposible.
Pero, tal vez, mientras llegamos, o no, a ese mundo distópico o lo que sea, lo que nos interesa más es que pasa con el efectivo y las monedas digitales. Antes de llegar a un mundo sin dinero, se debería saber que pasa con el efectivo actualmente. Resulta que el efectivo es anónimo, es estable y se acepta prácticamente en todas partes. Y a pesar del aumento de los pagos móviles y la ubicuidad de las tarjetas de crédito, todavía lo mueve todo a nuestro alrededor; hay más efectivo en circulación que nunca. Recordemos que el mayor nivel de control y seguimiento de lo que hacemos, es a partir de las transacciones electrónicas, de nuestro rastro, nuestra huella digital. El efectivo es una paradoja asombrosa. Está perdiendo popularidad al mismo tiempo que es más popular que nunca. La gente paga las cosas con mucha menos frecuencia en efectivo según la propia Reserva Federal de EEUU.
Una anécdota. Hace unos meses, me pasó algo en el metro de Londres. Era la primera vez que viajaba allí desde la pandemia. Tan pronto como me senté, un músico se subió y comenzó a tocar. Lo hacía bien. Entonces, cuando comenzó a cobrar propinas, le dije que no tenía ninguna moneda. El músico me dijo que no aceptaba efectivo. Que le pagara con una aplicación similar a nuestro Bizum, todo lo que tenía que hacer era escanear un código QR en su teléfono con mi teléfono y podía donar una propina usando la aplicación de pagos digitales. Igual estás pensando ¿Hasta qué punto las criptomonedas se convertirán en un sustituto del efectivo?
Os recomiendo el Digital Gold de Nathaniel Popper. Analiza los primeros días del bitcoin. Se concibió para pagos entre pares sin permiso de nadie, ni intermediación de nadie, tal como lo haríamos con el efectivo. No tenemos que pasar por un banco ni nada por el estilo. Pero la gente realmente no lo usa para eso. Pocas empresas, aunque cada vez más importantes, permiten el pago en criptos: por ejemplo Microsoft, Tesla, Amazon o Starbucks. Sin embargo, la acumulación de este activo con posibilidades de ser utilizado como modo de pago, de transacción, hace pensar que el día que explote, será exponencial su uso y aquí va a cambiar todo de una vez por todas.
Por ejemplo. Europa es la economía de criptomonedas más grande del mundo. El continente generó más de 870.000 millones de euros en criptomonedas durante todo el año pasado. Por orden, Reino Unido, Francia, Alemania, los Países Bajos y España, son las cinco economías que más dinero generan y mueven con este tipo de activo digital. A pesar de que a día de hoy las criptomonedas se ven como un activo de inversión más en el mercado, su paso a una moneda de pago avanza. De ahí la atención que empiezan a otorgarle los bancos centrales y el resto de autoridades monetarias. De hecho, el camino hacia las monedas digitales como un medio real de pago probablemente no vendrá de la mano de una iniciativa privada, sino de los emisores de las actuales monedas de curso legal, los bancos centrales. Y ahí está el problema. Su problema.
Se calcula que aproximadamente un 80% de los bancos centrales del mundo está trabajando ya en su propia moneda digital. Las CBDC, siglas que responden en inglés al nombre de monedas digitales, serán sin embargo más una expresión electrónica del dinero FIAT que una criptomoneda, aunque sí podrían basarse en tecnologías como el blockchain. Te recuerdo que el dinero “Fiat” (del latín «fiat», que significa «hágase» o «que así sea», tiene ese nombre porque existe por decreto, por orden de la autoridad que gobierna. El dinero FIAT es el único que existe en el mundo desde que en 1971 Estados Unidos rompió el patrón oro .
Pero lo que pasa es que la banca tiembla ante una posible fuga de depósitos. Entre los bancos centrales que ya trabajan en esta necesidad se encuentra el Banco Central Europeo (BCE), que incluso ha puesto una fecha tan cercana como 2026 para su proyecto. El negocio de las criptomonedas está viviendo su etapa de mayor expansión. Es por eso que, desde Bruselas, la Unión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) han decidido seguir adelante con el proyecto piloto que exploraba los beneficios y riesgos de introducir un euro digital, la versión en criptomoneda de la divisa comunitaria.
Y saben que ese tipo de monedas presenta riesgos para el sistema, especialmente para el sector financiero, que teme una fuga de depósitos si sus clientes pueden tener un ‘monedero virtual’ en el propio BCE sin necesitar entidades tradicionales. Algunos analistas del Deutsche Bank aseguran que Si los ahorradores cambiaran cada vez más depósitos bancarios a euros digitales, “se desencadenaría una escasez de liquidez en el sector bancario que el BCE podría contrarrestar comprando activos bancarios, como valores o préstamos, o aumentando los préstamos a los bancos mediante operaciones de refinanciación”
Para intentar evitar este riesgo, el propio BCE ha asegurado que trabaja con varias ideas, entre ellas limitar a una cifra fija el cash digital que permitiría a los particulares. Según sus planes, el banco central podría limitar sus monedas digitales a 3.000 euros y a tipo de interés cero para evitar fugas de depósitos de la banca. Pero calculan que con 340 millones de ciudadanos de la eurozona, esto supondría que un billón de euros pasaría de los bancos al BCE. Es evidente que eso impactaría esencialmente en una fuente de financiación que los bancos dan por segura (y que es muy barata): las cuentas corrientes.
Un solo billón de euros en euros digitales ‘sacudiría los cimientos de los bancos, los riesgos de refinanciación probablemente reducirían las coberturas de los bancos en 1,6 billones de euros y aumentarían las necesidades de liquidez en más de 0,3 billones de euros’. Cuando digo que los bancos son las nuevas discográficas me refiero a esto. Resulta que muchos consideraron que le fin de la banca tradicional vendría por los neobanks (Revolut, N26,…) o por los iBanks (Apple, Amazon, Google,…) o, incluso por entidades híbridas, pero no, los bancos de dentro de 10 años no se parecerán en nada a los actuales. Se llamarán igual, es posible, pero no serán los de hoy.
Lo dicho, no estamos solo ante una guerra, ni tan siquiera ante una nueva manera de ver el mundo, los bloques o la desglobalización. Estamos ante un modelo de gestión de las divisas, del dinero, que, ante la intervención global de los fondos, activos y empresas rusas, se muestra incontestable, debilitado y en manos de decisiones unilaterales. Justas, seguro, pero estas decisiones lo cambian todo. El debate sobre el dinero, el capital, su sentido, su valor, las criptomonedas, las monedas digitales y el papel de la banca en todo esto, es el que se abrirá en breve.
De momento, toca seguir las historias dramáticas de los pobres ucranianos huyendo del horror. Pronto, cuando la ventana se abra de nuevo, aparecerá la crisis económica con toda su virulencia y, entonces, podría ser el momento de debatir sobre estos temas. Quienes defiendan un mundo sin dinero, sin propiedades o lo que sea, no van a faltar.
EL DOLAR FANTASMA
Mientras que el oro ha triplicado su valor en los últimos ocho años, el dólar lo ha reducido en un 67% frente al euro en el mismo período. Está claro que uno de los motivos por los que el oro sube es la preocupación de que la creciente deuda de Estados Unidos continúe debilitando el dólar. El presidente Barack Obama ha aumentado la deuda negociable del país a un nivel sin precedentes. Lo ha metido a 7,1 billones de dólares, al tiempo que el Gobierno se endeuda para reactivar el crecimiento. Goldman Sachs Group pronostica que Estados Unidos venderá deuda por unos 2,9 billones de dólares en los dos años que concluyen en septiembre de 2010. Algunas de las cifras que se empiezan a tocar son inasumibles y lo saben.
Mientras que el oro ha triplicado su valor en los últimos ocho años, el dólar lo ha reducido en un 67% frente al euro en el mismo período. Está claro que uno de los motivos por los que el oro sube es la preocupación de que la creciente deuda de Estados Unidos continúe debilitando el dólar. El presidente Barack Obama ha aumentado la deuda negociable del país a un nivel sin precedentes. Lo ha metido a 7,1 billones de dólares, al tiempo que el Gobierno se endeuda para reactivar el crecimiento. Goldman Sachs Group pronostica que Estados Unidos venderá deuda por unos 2,9 billones de dólares en los dos años que concluyen en septiembre de 2010. Algunas de las cifras que se empiezan a tocar son inasumibles y lo saben.
Del oro hablaremos esta semana e intentaremos escudriñar algunas causas de su revalorización desmesurada, pero hoy vamos a remontarnos a la madrugada del jueves al viernes de la semana pasada. A las 4 de la mañana hora española, los que estábamos viviendo en directo algunas de las órdenes que los bancos centrales asiáticos estaban dando, se nos hizo un nudo en el estómago. Guardando las distancias y, sobretodo, el bien en curso, aquello se parecía muchísimo a las órdenes sin mesura que se lanzaron el mítico 17 de agosto de 2007. Similar a cuando los bancos centrales que, al ver como el sistema devoraba los paquetes tóxicos sin poder venderlos al descubrir de que estaban hechos, empezó a pinchar la burbuja financiera en la que vivía el planeta.
Pues bien, la semana pasada nadie quería dólares. El primer aviso viene de oriente y las órdenes para salvar una divisa devaluada conscientemente por la Reserva Federal fueron imprescindibles para unos mercados financieros que no pueden permitirse el lujo de ver caer el valor de sus inversiones en dólares. Por eso algunos decidieron suicidarse. En menos de 2 horas el importe de compra de dólares contra sus propias divisas fue equivalente a la segunda complementaria inyección de liquidez que la Unión Europea estipuló cuando empezó la crisis financiera.
A los que nos apasionan los mercados asiáticos por el condicionante de “futuros” que tiene, vivimos una de esas noches épicas. Vimos intervenir en los mercados de divisas a seis bancos centrales para apuntalar el dólar. La preocupación de que sus monedas locales estuvieran subiendo demasiado rápido era un virus por el que debían vacunar a sus economías.
Curiosamente el primero en dar órdenes de huida fue el banco central de Tailandia. Se confirmaba la caída irremediable de la moneda americana y nadie sabía a ciencia cierta el motivo. Desde Bangkok se sucedieron las órdenes de compra hasta la extenuación. De hecho, algunos de los excesos que se cometieron entre las 5 y las 6 de la mañana, hora española, se pagarán caro a medio plazo pues supera cualquier fundamento de la economía interdivisa. El baht (moneda tailandesa) precisó de venta cuando nadie quería venderlo y el dólar fue comprado cuando nadie quería tener uno solo. Artificios.
Pero no fueron sólo los bancos asiáticos los que intervinieron el pasado viernes. El banco central de Rusia, recibiendo órdenes directas del Ministerio de Economía moscovita se dispuso a la compra de dólares sin reparo. A las 7 de la mañana, a medida que cerraba el primer circuito de mercados de divisas, el ruso era el segundo banco que más dólares había comprado tras el tailandés. ¿Curioso? No mucho. Miren en que venden los del rublo. Exacto, en dólares. Aquí todo cristo intenta mantener una moneda muerta porque nadie sabe como jubilarla sin cargarse el sistema.
Son muchas las voces que describieron el principio de la quiebra definitiva del sistema financiero mundial de este modo. Dudo que sea el momento, no tengo claro si, en el caso de que se produzca, lo sabremos que se esté produciendo. Tal vez nos ocultarán el cataclismo, saben como hacerlo. Ni nos enteraremos, lo pagarán los de siempre. Lo que si sé, no obstante, es que por mucho que hablen de “fin de la recesión” o “principio de la recuperación”, la verdad es que se aproxima una segunda ola de mierda.