La Transformación Digital explicada (y practicada) en 7 horas más o menos.
Siete workshops, dos conferencias, muchos vuelos y hoteles distintos y un estimulante desafío físico y mental. Durante algo más de dos semanas, la última de agosto y la primera de septiembre, he ofrecido talleres a casi medio millar de altos directivos de Costa Rica, Honduras, Panamá, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua y El Salvador, mi seminario-taller sobre ‘Como sobrevivir con éxito a la Transformación Digital’. Unos cursos en las que explico las cuatro claves para transformar una compañía digitalmente, cómo superar las barreras con las que se suelen encontrar y el framework natural de ejecución de todo el proceso.
Siete workshops, dos conferencias, muchos vuelos y hoteles distintos y un estimulante desafío físico y mental que intenté compartir a través de Instagram. Durante algo más de dos semanas, la última de agosto y la primera de septiembre, he ofrecido talleres a casi medio millar de altos directivos de Costa Rica, Honduras, Panamá, República Dominicana, Guatemala, Nicaragua y El Salvador, mi seminario-taller sobre ‘Como sobrevivir con éxito a la Transformación Digital’. Unos cursos en las que explico las cuatro claves para transformar una compañía digitalmente, cómo superar las barreras con las que se suelen encontrar y el framework natural de ejecución de todo el proceso.
Más de dos décadas de consultoría económica primero, estratégica después y digital hace ya unos años, se yuxtaponen en este curso. En este tiempo, especialmente ahora, cuando hablamos de digitalización el contenido ha cambiado mucho. Todavía, sin embargo, existe confusión entre lo que es digitalizarse y lo que supone transformarse digitalmente. No es lo mismo. La táctica suele imponerse a la estrategia. La tecnología no es más que el 'cómo' y las personas el 'porqué'. Esa es la clave inicial. Toda la automatización de una empresa pierde valor si no se incorpora el valor referencial, convertir al empleado y al cliente en el centro nuclear de todo cuanto pase gracias a ella.
Habitualmente, a la pregunta ¿distingues entre digitalización y transformación digital? la respuesta suele ser negativa. Son muchos los directivos y empresarios que no localizan las diferencias entre ambos conceptos y ese suele ser el principal problema al que se enfrentan al iniciar el proceso y el que puede encarecerlo o hacerlo inservible. Digitalizarse es incorporar tecnología tácticamente, transformarse es estrategia para afrontar cuatro aspectos que han cambiado radicalmente en los últimos años: una generación mayoritaria nativa digital dentro y fuera de la empresa, la colocación del cliente en el centro de la cadena de valor, la sustitución de productos por servicios y la aparición de nuevos modelos de negocio que trastocan la relación natural entre proveedor, consumidor y vendedor.
Como decía, el formato de este workshop es un híbrido entre teoría y práctica, casi al 50%. Se inicia con un panel que muestra ‘como hemos llegado hasta aquí’, luego otro que aborda como conquistar a la generación Millenial, más tarde se expone como construir un framework de trabajo para transformar digitalmente una empresa, posteriormente se practica con una metodología propia denominada ‘disrupt Thinking’, en la parte final se aprende a definir un Plan Estratégico de Transformación Digital y se concluye con un ‘ecualizador’ de estado de la propia empresa en su fase de transformación. Siete horas intensas y mucho café.
En los próximos meses vamos a ofrecer este completo formato, en diferentes ciudades europeas. Ya están casi cerradas las fechas en formato abierto en Dublín, Londres y Madrid. A parte de la repetición de esta gira en América a principios del año que viene, el plan previsto es ofrecer una docena en total en Europa antes de terminar este. La agenda no permite más. Se harán en formato abierto y en sesión privada para empresas. Si te interesa asistir a alguna o que estudiemos las opciones de tiempo que nos queda para organizarlo en un formato interno en tu compañía, no dudes en pedirnos más detalles.
Gira por Centroamérica hablando de Transformación Digital personal, empresarial y política.
La semana pasada fue muy intensa. Invitado por la publicación de referencia en materia económica en Centroamérica, Mercados y Tendencias en su décimo aniversario, ofrecí cuatro conferencias sobre Transformación Digital, Cuarta Revolución Industrial y Tendencias y Oportunidades económicas para la región. Fue apasionante, pero agotador. Cuatro países, más de 3000 personas asistentes, cinco días, una docena de vuelos y muchas horas de espera en aeropuertos para coordinar la compleja logística que me llevó a Costa Rica el lunes, a Panamá el martes, a El Salvador el miércoles y a Nicaragua el jueves. Abajo he colocado una galería con algunas imágenes.
La semana pasada fue muy intensa. Invitado por la publicación de referencia en materia económica en Centroamérica, Mercados y Tendencias en su décimo aniversario, ofrecí cuatro conferencias sobre Transformación Digital, Cuarta Revolución Industrial y Tendencias y Oportunidades económicas para la región. Fue apasionante, pero agotador. Cuatro países, más de 3000 personas asistentes en total, cinco días sin parar, una docena de vuelos a horas 'killer' y mucho tiempo de espera en aeropuertos para coordinar la compleja logística que me llevó a Costa Rica el lunes, a Panamá el martes, a El Salvador el miércoles y a Nicaragua el jueves. Abajo he colocado una galería con algunas imágenes.
Fue muy intenso saludar a un buen número de clientes, amigos y seguidores que se acercaron a cada una de las charlas. También me permitió calibrar el punto de inflexión que está viviendo la zona en materia de implementación tecnológica y de cómo se está viviendo la revolución industrial actual en territorios menos vinculados a priori al epicentro de innovación digital. Lo que más me sorprendió es descubrir la globalización de la Cuarta Revolución Industrial y de cómo, por primera vez y al contrario de las anteriores tres, ésta tiene un ‘delay’ muy poco nítido, muy escaso entre los lugares donde se está produciendo la erupción innovadora y los lugares dónde la lava se está solidificando.
Percibí que vivimos de un modo absolutamente inédito un cambio que no va a tener comparación posible con nada anterior. Estar atento es crucial. La disrupción de negocios y modos de llevarlos a cabo va a ser visto y no visto en muchos lugares. Es una obligación de personas, empresas y administraciones empezar a asumirlo de manera absoluta. Las personas porque para ser protagonistas de este momento histórico hay que aceptarlo. Las empresas porque para sobrevivir y ser competitivas deberán asumir el reto tecnológico. Y para las administraciones porque de ellas depende que sociológicamente no se produzcan daños colaterales que excluyan personas.
A las administraciones, les pude hablar directamente durante esas conferencias. Todas estuvieron invitadas y representadas en la primera fila de cada evento. Les dije que debían ponerse al frente del diseño de los amortiguadores que permitan que el choque socioeconómico que se va a producir en los próximos años se leve y beneficioso y no una especie de fractura cómo lo fue en otras revoluciones anteriores. Tenemos dónde estudiar la historia. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la Primera Revolución Industrial significó un proceso de transformación económica, social y, especialmente, tecnológica que se desplegó durante décadas hasta casi la mitad del XIX. Las transformaciones que se vivieron en esa etapa sólo son comparables con las que se habían vivido en el Neolítico. La tecnología liderada por las máquinas de energía hidráulica y vapor permitieron acelerar de forma considerable la producción de bienes, hasta el punto que se pasó de una economía rural a otra urbana e industrializada.
Ese punto de inflexión lo modificó todo. La riqueza jamás había crecido a esa velocidad y la distribución de la misma, guardando las diferencias con lo que ahora se entendería como válido, se desplegó como nunca antes había sucedido. De hecho, por primera vez el nivel de vida de la gente experimento un crecimiento continuado hasta el punto que el premio Nobel Robert Lucas dijo que ‘lo que sucedió en aquellos casi 100 años en Gran Bretaña, el resto de Europa y Estados Unidos no tenía un comportamiento comparable en toda la historia de la humanidad’.
La integración de recursos y tecnología fue la clave para ese gran salto. Esa Revolución que sus contemporáneos llamaron ‘Crisis Industrial’ cambió el mundo para siempre. La segunda revolución con la producción masiva y la tercera con la tecnología informática no significaron un cambio tan absoluto como la inicial. Ahora oficialmente estamos en el epicentro de la Cuarta Revolución Industrial. La tecnología que lo está provocando se asocia a un buen número de elementos. No es uno sólo, esa es la gran novedad. Los avances en la Internet de las cosas, la automatización y la robótica, la Inteligencia Artificial, los sistemas de Big Data y la impresión en 3D constituyen el conjunto de esta nueva era que también se le conoce como Industria 4.0.
En las conferencias descritas y en mi trabajo diario, explico que está claro cuál es el hilo conductor en esta revolución industrial. El ‘cloud’, la nube. Concretamente el primer paso que permite a las empresas iniciar ese viaje de transformación es un enfoque integrado basado en capacidades de procesamiento, almacenamiento y conexión en red que brindan los servicios informáticos y que es donde se almacenan y se procesan los datos. Datos que son, definitivamente, el oro negro de la innovación en estos momentos. Si en el siglo XVIII la rueda hidráulica permitió acceder y aprovechar los recursos existentes, ahora juega ese papel la gestión de datos. Por ese motivo una estrategia en la gestión de esa carga diversa y cada vez más compleja es imprescindible. Atarlo todo al resto de elementos en construcción de marca, comunicación, sistemas predictivos, estructura de nuevos procesos y vinculación directiva serán la clave del éxito.
Sin el avance del motor a vapor nadie hubiera podido crear fábricas con telares mecánicos. Ahora sin una buena estructura de captación de datos y un buen sistema capaz de implementar aplicaciones asociadas nadie puede desarrollar aplicaciones automatizadas, robóticas o vinculadas a la comunicación entre objetos. Muchos de los asistentes en las conferencias a las que hacía referencia al principio se acercaron al finalizar para consultar cómo debían empezar su transformación. Algunos decidieron incluso iniciar una relación de trabajo conmigo con el objetivo de que los acompañemos y ayudemos en ese proceso. Sin embargo, si algo quedó claro es que para iniciar ese proceso de cambio hay una gesto imprescindible y que tiene que ver con la filosofía de cualquier revolución. Lo definimos como ‘resetear’.
Parar el sistema para que se limpie, al volver a empezar, de todos los archivos temporales e inservibles que se han acumulado. Un borrado inteligente y automático al volver a empezar. Reinstalar lo necesario, la tecnología disponible y reorganizar las carpetas y archivos por ordenar. Técnicamente no solo lo debe hacer la empresa, debe ser también una revolución íntima, personal. Ese reinicio es un paso necesario y nutritivo que lleva a las empresas a un siguiente nivel.