¿Cómo ganar sin riesgo?
La diferencia entre un leopardo y una gacela es que el primero puede equivocarse una vez. Lo mismo le ocurre a la serpiente respecto a un sapo. Durante siglos la banca se ha equivocado en innumerables ocasiones, pero sin embargo no ha permitido que sus fieles lo hicieran. Durante decenios el sagrado sistema financiero ha permitido sin que le temblara el pulso que miles de personas fueran embargadas por cometer un error en el mejor de los casos. En el peor, por no cometerlo.
¿Cómo ser leopardo y no gacela? Es difícil cambiar las reglas de un juego siniestro como el que representa comprar dinero y retornarlo a un interés determinado. Obviamente no vamos a inventar nada nuevo, pero permítanme explicar un mecanismo sencillo para que los que posean una tarjeta de crédito estándar ganen dinero por el mero hecho de gestionar adecuadamente su uso.
Me encuentro en un país donde el uso de moneda de plástico es masivo y donde la deuda se genera para superponerse a un déficit personal anterior. Sin embargo los ricos a crédito no son exclusivos de América, están por todas partes, especialmente en España. Muchos de estos individuos que estructuran su vida en base al pago a crédito, para abonar todo su consumo cotidiano en términos que ya se han convertido en un “retainer” a perpetuidad, son “expertos” financieros que consideran estar amortiguando sus gastos gracias al mal llamado “cómodos” plazos.
Hoy les voy a explicar a estos “inversores” el mecanismo por el que pueden ganar una media de un 21% anual sin ningún tipo de riesgo y así convertirse en leopardos y dejar de ser gacelas. Pongamos como ejemplo que disponen de un pequeño ahorro que se suele denominar “fondo familiar de garantía” y con el que el afectado tiene la ilusión de tener algo de liquidez, una liquidez que por otro lado, está revertida en el pasivo adeudado por su vida de plástico. Un ahorro que en el mejor de los casos está “fabricando” un 5% anual. Incluso si lo que ha hecho es meter parte de ese capital en fondos garantizados tras la “honesta” asesoría de su director de sucursal de cabecera, el rédito obtenido no sobrepasará ese porcentaje.
Obviamente esto es un juego simple de aritmética de bar, pero la fórmula es tan básica que asusta. Si pagan el montante pendiente de la tarjeta de crédito inmediatamente es como si hubieran ganado un 21% sobre su inversión total. Lo mejor es que este retorno es sin ningún tipo de riesgo, ya que está garantizado, pues se ahorrarán los intereses que hubieran pagado al banco.
Financieramente tiene mucho más sentido pagar una deuda con tasa de 21% que ahorrar en una cuenta al 5%. Digamos que el resultante sería un beneficio sin riesgo del 16% sin arriesgar nada, garantizado desde el mismo principio de la operación.
Les cuento esto, en un día en el que el sistema financiero español sigue con su juego de trileros fusionándose a costa del fondos que pagamos todos, porque sigo recomendando depender lo menos posible de subsidios, créditos abusivos o ayudas. El ahorro puede ser un buen mecanismo para sobrevolar la escasez de crédito, pero cuando éste depende de no saldar créditos de consumo vinculados a productos financieros humillantes como las tarjetas que reparten en las terminales de los aeropuertos, se convierte en un pesado lastre justo en frente de este estrecho escenario que nos tocará vivir desde ya.
FROB, FROB, FROB
La aprobación ayer del nuevo fondo de rescate bancario, el FROB, es el ejemplo más evidente de que la sociedad española está muerta, que sus dirigentes son unos irresponsables sin criterio ni perspectiva y que el sistema financiero español está quebrado de punta a punta. Hemos pasado del “mejor sistema bancario del mundo” a las intervenciones, a las fusiones obligadas, al rescate de cajas insolventes y, ahora, a los fondos antiquiebra. Un Fondo de Rescate que es un refrito del que ya tuvieron que activar urgentemente de la mano de los banqueros ibéricos, el Fondo de Adquisición de Activos Financieros, que resultó ser a la práctica un mecano extremadamente sofisticado para poner a buen recaudo los intereses de los más grandes y dejar a la intemperie a los más pequeños.
La aprobación ayer del nuevo fondo de rescate bancario, el FROB, es el ejemplo más evidente de que la sociedad española está muerta, que sus dirigentes son unos irresponsables sin criterio ni perspectiva y que el sistema financiero español está quebrado de punta a punta. Hemos pasado del “mejor sistema bancario del mundo” a las intervenciones, a las fusiones obligadas, al rescate de cajas insolventes y, ahora, a los fondos antiquiebra. Un Fondo de Rescate que es un refrito del que ya tuvieron que activar urgentemente de la mano de los banqueros ibéricos, el Fondo de Adquisición de Activos Financieros, que resultó ser a la práctica un mecano extremadamente sofisticado para poner a buen recaudo los intereses de los más grandes y dejar a la intemperie a los más pequeños.
Lo que sabemos en estos momentos sobre el FROB es que tiene pinta de hurto legal. Zapatero y Mariano de la mano con la mayoría de banqueros han decidido gestionar en crisis para perpetuarla. El gobierno espera que las entidades crediticias no quiebren y que, si lo hacen, no se evidencie, de ahí el voto con el PP. El PP espera que sus amigos no sufran. El hecho de que esos amigotes sean unos ineptos, corruptos, inservibles y peligrosos ayudó al voto con el gobierno.
En realidad ahora lo que tocaba no era un FROB, ni un FAAF, lo que tocaba era dejar que algunos quebraran por haber contribuido dedicadamente a generar el pufo económico de dimensiones bíblicas. En lugar de poner ante la justicia a muchos directivos bancarios de este país por haber hurgado en nuestro futuro de ese modo indecente, se les premia con el dinero de todos y se les garantiza el trabajo de modo vitalicio. A cambio sólo se les pide que sigan concediendo capital y crédito a quienes toque hacerlo y cuando sea preciso.
Por cierto, ¿Cuánto costó el FAAF y cuanto cuesta el FROB? Difícil de saber, pero la traducción estructural de todo es espantosa. España lleva emitida deuda pública por valor de casi 60.000 millones de Euros para intentar pagar todo lo que tenemos entre manos, pero lo jodido es que esa deuda no ha habido manera de colocarla en los mercados externos. Una emisión que multiplica por 30 la que se emitió durante todo el año pasado y sin comprador externo. Habéis leído bien, 30 veces la del año pasado y estamos en julio.
Ahora viene lo mejor. Como la deuda no se ha podido colocar se han tenido que activar los sistemas de flujo que permite la normativa. Por un lado solicitar al Banco de España que la suscriba y por otro buscar el capital donde sea, aunque tenga que meter la mano en los fondos previstos para ayudas sociales o lo que sea. Como la morosidad aumenta por culpa de los vencimientos de deuda en casi un billón de euros y la gestación de problemas integrales del sistema bancario crecen sin reparo, se ha aparecido por “generación espontánea” un nuevo Fondo de rescate. El curioso y malsonante FROB.
Ahora bien, lo importante ya no es que en el sistema bancario español haya insolvencias retrasadas, quiebras escondidas y fusiones obligatorias, no, lo grave es que no se ha definido el uso real de ese fondo, no se tiene certeza de cual va a ser su reparto, el método de control y como piensan atender el ingente desajuste de deuda que se avecina en términos de Estado. A fecha de hoy, la deuda total de España ya debe superar el 175 % del PIB. No hay precedentes en el mundo que pueda compararse a esa barbaridad. Podemos obviarlo y pensar “que todo se arreglará” o asumir que eso tiene muy mala pinta.
Saco sin fondo.
Los inversores ven desplomarse la rentabilidad de la deuda pública española. La remuneración de las Letras del Tesoro llegó al 1% a 12 meses cuando en septiembre pasado estaban al 4,29%. El motivo de este descenso está detrás de la caída de tipos, de las turbulencias financieras y de la menor credibilidad de la fuente estatal. Los “clientes” de este producto se alejan poco a poco. La verdad es que no es malo que así suceda si a cambio permite que el mercado general gane en atractivo y ayude a normalizar el escenario normalizado de recuperación, pero en realidad perjudica la capacidad del Estado para financiar su endeudamiento.
Los inversores ven desplomarse la rentabilidad de la deuda pública española. La remuneración de las Letras del Tesoro llegó al 1% a 12 meses cuando en septiembre pasado estaban al 4,29%. El motivo de este descenso está detrás de la caída de tipos, de las turbulencias financieras y de la menor credibilidad de la fuente estatal. Los “clientes” de este producto se alejan poco a poco. La verdad es que no es malo que así suceda si a cambio permite que el mercado general gane en atractivo y ayude a normalizar el escenario normalizado de recuperación, pero en realidad perjudica la capacidad del Estado para financiar su endeudamiento.
A medida que el atractivo de los bonos públicos desciende la credibilidad para endeudarse del Estado también lo hace. Por eso, decisiones gubernamentales como emitir 100.000 millones de deuda pública para este año, son una locura, pues no hacen más que complicar un disparado déficit público cada vez más, sobretodo atendiendo a que el techo presupuestario crecerá un 14% y la recaudación fiscal descenderá un 10%. En este sentido hay que empezar a apretar botones de emergencia pues el déficit público español se triplicó en mayo si lo comparamos con las cifras de abril.
Trichet dijo la semana pasada que Gobierno Español "no tiene más margen para endeudarse”. No obstante a “palabras necias, oídos sordos” debe pensar el gobierno. Lo peor de todo es que el gobierno de España necesita emitir esa deuda pública por importe de 100.000 millones de euros este año obligatoriamente. Si pretende afrontar el desbarajuste de gasto que se ha ido fabricando el solito no tiene otra opción. Sin embargo en esa cantidad no se incluyen los otros 90.000 millones destinados al rescate de la banca española. Si España alcanza el demencial endeudamiento récord de 190.000 millones de euros la cosa va a ponerse muy fea para agarrarse al tren de la recuperación cuando ésta se produzca en otros países occidentales.
Cada vez es más evidente que nosotros nos hemos bajado del tren, seguimos en la estación, cada vez más solos y menos preparados para comprar un nuevo billete de un convoy que no está ni anunciado en los tablones informativos. No todos los países van en ese tren que se aleja, todos no, algunos se han quedado con nosotros, pero de los que podemos considerar importantes, esos que nunca hablaron de brotes verdes, esos ya han empezado a trabajar para no hundirse en el barro durante décadas. Uno de los salvavidas es, sin duda, no hipotecar el futuro.
A este ritmo, se puede estimar que la deuda pública alcanzará el 66,2% del PIB en 2010 lo que cifra la factura de la crisis en unos 300.000 millones de euros más o menos. Muy probablemente nos estemos quedando cortos ante la acuciante necesidad de rescatar al sistema financiero español. Al tiempo. Hace unos meses nadie aceptaba la palabra “corralito”, ahora es evidente que el sistema deberá ser rescatado in extremis y se ocultará una insolvencia generalizada con dicho plan.
Si bien hasta ahora España no ha tenido problemas para colocar las fuertes emisiones de este año, no parece que sea tan simple vender los casi 50.000 millones que faltan por colocar todavía, puesto que el mercado de bonos se está deteriorando claramente ante las fuertes emisiones de todos los países occidentales y la baja rentabilidad adquirida. A ver como nos enfrentamos a este circulo vicioso.