Es una ‘crisis en funciones’, no una ‘desaceleración económica’.
La desaceleración económica no empieza cuando te cuentan. La versión oficial argumenta que las cosas empezaron a ir mal hace muy poco tiempo y que, inevitablemente, viviremos unos meses de malas noticias económicas en el futuro próximo. La verdad mucho más muy preocupante. Ese parón de la economía no es anecdótico como no lo fue hace una década. Se hablaba de una simple parada de la economía. Que no sería demasiado grave. Quer éramos un país de ‘champions league’. Hubieron declaraciones de aurora boreal sobre unos hipotéticos ‘brotes verdes’ a diez minutos de la mayor destrucción de empleo de nuestra historia. Luego hablaron de ‘profecía auto cumplida’. De hecho, ahora, también utilizan este concepto para quitarse de encima la responsabilidad que puedan tener en la crisis que se nos cierne y que atribuirán a los que hace tiempo decimos que no nos hemos recuperado de nada, pues de nada había que recuperarse.
La desaceleración económica no empieza cuando te cuentan. La versión oficial argumenta que las cosas empezaron a ir mal hace muy poco tiempo y que, inevitablemente, viviremos unos meses de malas noticias económicas en el futuro próximo. La verdad mucho más muy preocupante. Ese parón de la economía no es anecdótico como no lo fue hace una década. Se hablaba de una simple parada de la economía. Que no sería demasiado grave. Quer éramos un país de ‘champions league’. Hubieron declaraciones de aurora boreal sobre unos hipotéticos ‘brotes verdes’ a diez minutos de la mayor destrucción de empleo de nuestra historia. Luego hablaron de ‘profecía auto cumplida’. De hecho, ahora, también utilizan este concepto para quitarse de encima la responsabilidad que puedan tener en la crisis que se nos cierne y que atribuirán a los que hace tiempo decimos que no nos hemos recuperado de nada, pues de nada había que recuperarse.
Y es que el primer gran error es de análisis histórico. Recuerdo lo que escribí hace mucho tiempo. Lo que explotó en 2008 no tenía un origen en sí mismo, ni tan siquiera era sólo motivado por una exposición excesiva a la deuda privada y bancaria. La caída del modelo económico dependiente de un capital ubicado en bienes inmobiliarios no era más que una consecuencia de algo más grave que se define bajo el concepto ‘deflación del capital’ y que surge casi siempre de cualquier revolución tecnológica. Esa no fue una excepción.
Y en eso mismo estamos. La diferencia es que ahora tenemos a unos y otros anunciando la que se acerca como si fuera inevitable. Es de vergüenza ajena escuchar al gobierno preparar a la audiencia ante una ‘desaceleración’ a la vez que anuncia electoralmente un aumento del gasto y una subida de la recaudación fiscal. Ya me dirán como casa eso. Si lo que viene es una ‘nueva’ crisis, sería interesante establecer un patrón de análisis que nos fije la foto actual y las más que probables instantáneas futuras. Es el único modo en el que se puede definir una hoja de ruta, urgente, para afrontarlo con ciertas garantías
La próxima recesión económica global asoma. Ya no se trata de las predicciones o análisis de voces expertas, sino de tendencias y estadísticas apuntaladas en el tiempo. La afiliación a la Seguridad Social en España está con las peores cifras desde 2008. La creación de empleo se ha paralizado y la tendencia empieza a ser la de fabricar desempleo. El poco trabajo que se estimula es precario, de escaso valor, temporal y dependiente del turismo y servicios mayoritariamente. La creación de ocupación industrial está en parada técnica y sin embargo poco o nada se está haciendo en ese sentido. España ha dejado de crear empleo al ritmo que solía hacerlo durante el último lustro, a la vez que la economía se está contrayendo. Una contracción que se refleja en múltiples sectores. Las matriculaciones firmaron su peor agosto y su peor septiembre desde 2008, con un desplome del 30,8%.
Por si fuera poco, el turismo, el motor económico de nuestro país, se va a enfrentar a un muro digital que no sabemos si está preparado para afrontar. España pierde el 1,3% de turistas internacionales de Reino Unido y Alemania. Hay quien argumenta que lo que le va a pasar a España es inevitable porque tiene una conexión absoluta con el resto del planeta. España creció al 2,3% interanual durante el segundo trimestre de 2019, un ritmo tres décimas por debajo de su crecimiento en 2018. Si echamos la vista aún más atrás la tendencia es clara: la economía se expandió un 3,6% en 2015; un 3,2% en 2016; y un 3% en 2017. 2019 representa la desaceleración más acentuada desde 2011. Las estimaciones para 2020 oscilan entre el 2,1% y el 1,9%. Me inclino por un 1,8% incluso. Es un fenómeno común al resto de la eurozona, y a casi todas las economías del mundo. Y a eso se agarran. Francia ha pasado del 1,5% en 2018 al 1,3% en 2019; Canadá del 1,8% al 1,5%; y China del 6,6% al 6,1%. Y si Alemania es el motor de Europa y quien marca el camino, las perspectivas son aún peores: del 1,5% en 2018 a la considerada parada técnica que supone un 0,8% en 2019. El país germano está en realidad a las puertas de la recesión pues creció en negativo el anterior trimestre.
Al igual que en la ‘otra crisis’, España vuelve a estar muy mal posicionada ante esta situación. Aunque es cierto que hemos mejorado mucho en la capacidad de nuestro comercio exterior, las exportaciones son muy dependientes del automóvil, y este tiene muy malas perspectivas. Estamos mal preparados porque venimos de una deflación de los salarios muy acusada. Si bien esa contención obligada ha supuesto la facilidad para contratar, ahora supondrá un verdadero quebradero contable. ¿Recuerdas cuándo un milieurista era un pobre de solemnidad? Ahora son millones los trabajadores que aspiran a ser eso como mínimo. Estamos en la era del asalariado pobre. Una indecencia de la que no tiene culpa el sector empresarial sino la ineficiencia política por generar un entorno económico que estimule la creación de un empleo cualificado y bien pagado. No hay estímulos, ayudas, modelos de dinamización de la economía del conocimiento, industria 4.0 o de, en serio, generar un nuevo modelo de crecimiento. Llamaron crisis a una deflación del capital y ahora llaman recuperación a una deflación social.
Es hora de entender que el mundo, y España, van directos a una crisis menos rápida, menos profunda, menos intensa, pero algo más larga y sin herramientas para modificar la deriva. Tras la crisis, esta vez, no habrá recuperación, únicamente estancamiento. La vivienda ya no podrá ayudar a recomponer el rompecabezas. Ya no está de moda comprar. Hay países que invierten en modificar el modelo de crecimiento de manera robusta. Francia invierte 23 veces más que España en la estimulación de la Industria 4.0. Un modelo industrial que será el único que sobrevivirá en una década y que genera derivas en todos los sectores. Si no tienes industria no tienes nada.
La recesión es la variación negativa del Producto Interior Bruto durante dos trimestres consecutivos. Un tema técnico. Pero a diferencia de una recesión, una crisis económica es un periodo de inestabilidad que desata consecuencias durante un largo periodo de tiempo. Sacude la estabilidad financiera en las inversiones y afecta a la estabilidad adquisitiva de las familias. Suele generar una depresión si no se actúa estratégicamente.
Y es en esa que nos encontraremos. No es tan complicado verlo. La diferencia con aquello que se le llamó ‘crisis financiera’, ‘crisis inmobiliaria’ o como quieras recordarla, es notable. Aquella fractura se evidenció de golpe, con un pinchazo de una burbuja. La actual quiebra no será por un reventón sino por un fallo técnico del modelo económico. Una paralización que tiene su origen, de nuevo, en la no adopción de medidas valientes, ineludibles y necesarias que adecúen un modelo económico digital, automático, robótico que llega sin avisar ni pedir permiso. Liderar esa fórmula económica es lo que podrá hacer más llevadera o no, la próxima década. Y es que esto no va de tener un plan político táctico y digital sino de entender que el mundo ha cambiado para siempre y que no hay parches que lo adecúen a tus intereses.
En un país en el que las pensiones dependen de las cotizaciones solidarias de los que trabajan, no parece una gran idea ir reduciendo el sueldo medio, incrementando la precariedad laboral y la estimulación de un tipo de empleo muy alejado de la eficiencia tecnológica, digital y automatizada. De ahí que no se comprenda la desidia política, retorciéndose en sus propio estiércol y sin indicativos de que han entendido la gravedad del momento.
No te dejes engañar por las cifras de creación de empleo. Son métricas trucadas. España requería crecer como mínimo al 2% para crear empleo, tras la reforma laboral es necesario solo un 0,7%, porque ahora se crea un empleo tremendamente precario. Es más fácil crearlo, pero no nos vale para lo que se nos viene. La evolución va a ser a peor porque vivimos en un impasse político que aumenta la incertidumbre, un nivel de la tasa de ahorro que reduce el dinamismo económico y tenemos un retraso evidente en el cambio de modelo económico que otros países ya están llevando a cabo.
La diferencia entre un gobierno en funciones y otro que no lo esté, es que el primero no puede oficializar una situación grave a nivel económico por estar sujeto con alfileres. De ahí que lo que llaman ‘desaceleración económica’ en realidad es una ‘crisis en funciones’. Como dice mi admirado Xavier Ferrás ‘la globalización, la digitalización y la innovación tecnológica están creando un triple cambio de paradigma debido a la superposición de tres factores. La convergencia global hacia un estándar económico único, la aparición de una nueva dinámica de desigualdad y el paso de una economía industrial a una economía del conocimiento, digitalizada y virtualizada’.
Sabemos que cada robot industrial destruirá dos empleos. La implantación de robots industriales supone la pérdida de casi dos empleos por cada nuevo robot, según el estudio How Robots Change the World, realizado por Oxford Economics. Según el estudio, el ritmo de destrucción se multiplicará por cuatro en la próxima década, pasando de la destrucción de 400.000 empleos en 2016 a 2 millones en 2030. Que eso no sea un drama bíblico depende de entenderlo primero, de redactar planes al efecto y de ejecutarlos. Esos empleos destruidos deben reconvertirse en ocupaciones insustituibles y que requieren una formación muy distinta, un plan muy distinto y una estrategia a largo plazo y valiente. Que chungo. Largo plazo y valiente no encajan en la misma frase en la que se incluya el vocablo ‘político’.
¿Quién está preparando nuestra economía para los cambios que llegan sin avisar (o sí)? La tecnología crea una segunda economía, cada vez más productiva y autónoma, más digital. Pero aquí seguimos con un modelo antiguo, esperando que alguien tome decisiones estratégicas, que imponga un plan integral en Inteligencia Artificial, que desarrolle un plan fiscal de estímulos para modificar la estructura de crecimiento y que, de una vez, ponga las luces largas para atender la Era de la Humanidad.
La jubilación anticipada y la Renta Mínima en un mundo automático.
Me preguntaban durante una conferencia sobre ‘el mundo que viene’, acerca de cómo veía yo mi propia jubilación y si consideraba que los que ahora tienen cerca de cuarenta tendrían ese tipo de pensión. La verdad es que en primer lugar debemos tener en cuenta que es y cómo se obtiene esa prestación y, sobretodo, a que podría responder en un futuro en el que la pirámide generacional se invierta definitivamente.
Me preguntaban durante una conferencia sobre ‘el mundo que viene’, acerca de cómo veía yo mi propia jubilación y si consideraba que los que ahora tienen cerca de cuarenta tendrían ese tipo de pensión. La verdad es que en primer lugar debemos tener en cuenta que es y cómo se obtiene esa prestación y, sobretodo, a que podría responder en un futuro en el que la pirámide generacional se invierta definitivamente.
Las pensiones por jubilación no son un cobro que se recibe en base a la cotización a lo largo de una vida. Nadie paga durante su vida laboral una cantidad que se guarda en algún lugar a fin de que en el futuro se le compense con ello. No, nuestro modelo es de tipo solidario. Lo que pagas en ese concepto no es para ti, se destina a quienes en ese momento está jubilado y cuando tu lo estés dependerás de los que trabajen en ese momento. Por otro lado la jubilación no es más que un complemento. No se crearon para compensar totalmente la falta de ingresos en una determinada edad sino que se planteó en su día como una ayuda a la disposición económica de cada uno. Además, por si fuera poco, se crearon cuando la esperanza de vida era inferior a la edad de jubilación propia.
A quienes me preguntaron les respondí que no se preocupen por su pensión. Todos tendremos pero tal vez no se estructurará como ahora lo conocemos. En apenas dos décadas el mundo que ahora conocemos será prácticamente irreconocible. La automatización del modelo productivo y la incorporación de la robótica y la inteligencia artificial barrerá la jornada laboral de millones de personas. No digo que la vaya a eliminar, digo que la modificará irremediablemente. Menos horas haciendo lo que ahora consideramos ‘empleo’ y más tiempo haciendo cosas que ahora no consideramos ‘trabajo’.
Sueldos, servicios y prestaciones se irán difuminando. Tengo claro que la jubilación que a mi me toque vivir tendrá más condicionantes ‘en especies’ que en ‘cash’. La sociedad del bienestar se irá estructurando para ofrecer eso, bienestar. Dependerá de cómo se marque la hoja de ruta y de que la política abandone su maniqueísmo sobre la definición de que una Renta Mínima Universal sea de derechas o de izquierdas. Decisiones políticas como la que hoy mismo publican algunos medios sobre una hipotética Renta Mínima no ayudan mucho. La condición indispensable para que un país como España logre sufragar los casi 200.000 millones de euros que costaría una prestación como esa no saldrán de un crecimiento vinculado a los sectores de siempre y con los modelos de siempre. Lo intensivo de nuestro sistema económico es un problema grave.
Los países que tienen modelos híbridos, sucedáneos de rentas similares en prácticas piloto, parten de un cambio absoluto del concepto de ese contrato social llamado ‘trabajo’ y de cómo a cada impuesto creado hay un servicio eficiente. No se puede plantear un incremento de impuestos como única solución a esa prestación. Es suicida. Es compatible la reducción de impuestos y el incremento de ingresos. Eso ya ha sucedido en decenas de casos alrededor del mundo. Sin embargo ni es fácil ni rápido.
El ejemplo de que no hay trabajo para todos, ni lo habrá, y que muchas personas quedarán expulsadas de un cambio histórico en materia productiva, es que las jubilaciones se van anticipando inexorablemente. En España, el 45% de los jubilados del años pasado salieron del mercado laboral antes de la edad que tocaba. Nunca antes había pasado eso. Ya se puede imponer que la edad de jubilación sea otra, 67, 70 o 110, que la lógica pesa tanto que es plomo puro.
Técnicamente, la pensión por jubilación es un ejemplo de Renta Mínima. Se cobra independientemente de lo que hagas y de aspectos personales. Se cobra y ya está. No depende de nada más que de los presupuestos generales y se afecta en base a la disposición del país en ese momento y no de lo que has cotizado en la vida anterior. Eso es, a la práctica, una especie de renta mínima. Por eso, si atendemos a la tendencia, en lugar de esperar esa ‘paga’ cada vez más tarde, lo que sucederá será lo contrario. La recibiremos antes y cada vez en mayor dimensión si se hacen las cosas bien.
Eso debería de ser la lógica de un mundo que logrará producir lo mismo o más sin la necesidad de tanto trabajador. Un mundo eficiente y, por desgracia, dependiente a la vez. Economía circular procurando compartir recursos y bienes a la vez que los servicios se van transformando en derechos fundamentales. No digo que lo prefiera, digo que el mundo se dirige inexorable a un escenario similar a eso.
Y ahí surge el gran problema. De momento, que se sepa, lo único que se tiene preparado es un recorte de la prestación de manera periódica. En ningún caso se está previendo el motivo por el que cada vez hay más jubilados derivados del paro de larga duración. Se adelanta la jubilación debido a que es mejor una mala pensión que perder definitivamente la ayuda por desempleo. Un drama.
Nadie ha diseñado una hoja de ruta para enfrentarse a esto. Un problema bíblico que se nos viene encima. Sin, de verdad, estimular un modelo productivo no dependiente de sectores intensivos y que se vincule definitivamente al valor añadido nos vamos a hostiar de manera importante. No se trata de ofrecer discursos sobre el crecimiento y enorgullecerse de que el desempleo cae. Eso está bien inicialmente pero lo trascendente sería ver que ese crecimiento es comparativo con años muy malos y que, además, no se genera a partir de un modelo de crecimiento nutritivo y de garantías de futuro.
La renta mínima llegará pero como todo en esta vida va a haber rentas y rentas. En unos países se planteará como capacidad de consumo a una población sin ingresos pero en un entorno económico eficiente, competitivo, automatizado y de valor añadido donde los que sí trabajen sean realmente trabajadores necesarios. En otros países, por desgracia, sin una estrategia política clara y sin demagogia lírica, el debate se centra en subvencionar indiscriminadamente sin, para ello, modificar un sistema económico que se aguanta con sectores que en el futuro tendrán serios problemas para generar empleo de alto valor.
La Renta Mínima Universal llegará pero dependiendo de cómo se llegue a ella y de cómo se plantee en el proceso de hacerla sostenible en la próxima década, puede convertirse en una garantía de bienestar en un mundo cada vez menos laboral y más automatizado o, por el contrario, puede devenir una especie de jaula de voluntades y libertades. Seguramente, en el como se genere y estructure su fabricación, ahí estará la diferencia entre una Renta Mínina de derechas o de izquierdas.
El sector biotech alcanza en facturación al sector turístico. ¿Listos para un cambio de modelo productivo?
El paro baja en 216.700 personas a final del segundo trimestre de 2016. Y lo hace hasta una tasa del 20% según la EPA. Ahora ya ‘sólo’ quedan 4.574.700 personas sin trabajo en España, lo que pone el índice al mismo nivel que teníamos en 2009. Todo parece ir por el buen camino dicen. Incluso seríamos capaces de decir que ‘sin gobierno’ las cosas avanzan relativamente mejor.
El paro baja en 216.700 personas a final del segundo trimestre de 2016. Y lo hace hasta una tasa del 20% según la EPA. Ahora ya ‘sólo’ quedan 4.574.700 personas sin trabajo en España, lo que pone el índice al mismo nivel que teníamos en 2009. Todo parece ir por el buen camino dicen. Incluso seríamos capaces de decir que ‘sin gobierno’ las cosas avanzan relativamente mejor.
Sin embargo, si bien los hogares con todos sus miembros en paro bajó un 7,3% con respecto al trimestre anterior, son todavía casi 1,5 millones las familias sin nadie trabajando. Un tema grave que se suma a otro aún más dramático y que esconde el verdadero problema estructural de nuestra economía. El paro joven se mantiene estable cerca del 47%.
Que la mitad de los jóvenes dispuestos a trabajar menores de 25 años no tengan empleo no es comparable con ningún país civilizado. Además, habría que sumar los centenares de miles que huyeron en busca de oportunidades en otros países. Jóvenes con dos carreras, ‘másters’ e idiomas, recogiendo cucharillas en un café turístico de cualquier capital europea.
La respuesta a toda esa generación con talento y habilidades para ofrecer sus capacidades a fin de cambiar un modelo de crecimiento que se llevó por delante millones de empleos, familias, propiedades y sueños, está siendo escasa. Se está permitiendo que se vayan por no activar políticas que puedan suponer un espacio de desarrollo actual, homologable con nuestro entorno. Crear empleo es siempre algo positivo pero el que se está creando es ciertamente revisable. Sigue siendo muy escaso el que proporciona valor añadido, está vinculado con las nuevas tecnologías o el conocimiento.
Y es que seguimos con la idea de que ‘la recuperación’ es algo bueno. ¿Recuperar qué? Un modelo productivo ineficiente destinado a acumular ladrillos en cualquier esquina, a especular con solares y terrenos que nadie utilizaría en su sano juicio o a la estimulación de un modelo dependiente del turismo de bajo coste. ¿Eso es lo que queremos recuperar? Perdimos la oportunidad de subirnos a un carro de la modernidad hace años, cuando las vacas gordas pudieron pagar el coste de modernizar todo el tejido empresarial e industrial, la administración y sus procesos, pero no se hizo. Ahora con las vacas flacas, que se acentuarán, menos lo haremos.
Se avecina el mayor ajuste en tiempo, las exigencias europeas así lo estiman. La pérdida en e sector turístico aun no se han descontado por el ‘brexit’, la caída de ingresos fiscales explican que aunque haya más empleo este genera menos beneficios y el gasto público sigue fuera de la envergadura que se nos ordenó. A menos recaudación, más impuestos. A más recortes, menos crecimiento. A menos crecimiento, mayor destrucción de empleo. No es bueno vanagloriarse de una cifras que cuando se miran al detalle tienen muchos aspectos que muestran los alfileres con los que se sujetan.
Pero es así. Vivimos en plena recuperación pues los bancos vuelven a otorgar hipotecas al 100% con financiación camuflada. No hemos aprendido nada. Al cierre de 2015 las hipotecas que de manera evidente suponen la totalidad del coste de una vivienda suponían el 15,6% del total y sabemos que ahora mismo esto puede estar muy por encima. Sin duda es lo que explicaría el hecho de que el número total de hipotecas se incrementara un 20% llegando a diciembre del año pasado a un cuarto de millón concedidas. Sí, 250.000 hipotecas en el país de los desahucios.
Pero entre tanta 'buena' noticia se esconde otra mucho mejor. El problema es que es una información económica que no afecta al empleo, pues resulta que uno de los sectores de mayor crecimiento en España es uno de los que menos puestos de trabajo genera. Un sector vinculado al futuro, a la tecnología y a las opciones de generar un cambio de modelo productivo que nos aleje del que hasta la fecha nos ha llevado a múltiples desastres.
Hablo del sector Biotech. Un sector industrial que ha logrado superar por primera vez los 100.000 millones de euros anuales de facturación. Hay que tener en cuenta que el sector biotecnológico español en 2008 sólo representaba el 2,98% del PIB y ahora supera el 10% llegando a la misma tasa de importancia que el todopoderoso sector turístico. Pero sin embargo, la curiosidad aparece en la afectación al empleo que tiene. Apenas 190.000 personas trabajan en este sector cuya mayoría está en Catalunya. La explicación según el propio gremio es que no hay trabajadores cualificados y, el que había, se fue de España.
Es evidente que la apuesta por sectores de futuro que se alejan de la manoseada ‘recuperación’ es la mejor opción. Sin embargo se debe preparar el mantel. Mejores sueldos, mayor ambición desde la administración en su potenciación soportando programas de formación y de I+D+I y, por supuesto, arremeter de una vez un plan fiscal beneficioso para sectores tecnológicos o al final, muchos, se irán dónde sea más cómodo generar riqueza.
Pero me interesa vincular todo esto con la necesidad de estimular un cambio económico que sea capaz de aportar un futuro adecuado a un país como España. Modernidad, liderazgo político y empresarial capaz de generar un espacio tecnológico y competitivo con el futuro. Una revisión real de cómo va a ser el futuro inmediato dónde la automatización y los robots no van a ayudar a la creación de empleo. Un mundo inminente que habla de pensiones en riesgo, sociedad del bienestar en jaque y modelos productivos obligados a vivir una disrupción inevitable.
El empleo no se va a generar masivamente en los sectores de futuro. Ahí se va a instalar la eficiencia. Debemos ir pensando en que modelo social y económico, de salvaguarda de derechos y servicios, vamos a soportar como sociedad. La oportunidad, cómo demuestra el sector biotech está trazada. Con un poco de ayuda, hoja de ruta y visión de hacía dónde va el mundo, la oportunidad de 'no recuperar' nada y si 'construir un futuro mejor' es evidente.