Mala recuperación
Hay quienes defienden que se avecina la recuperación, que ya hay signos de que las cosas mejorarán. Obviamente es una patraña publicitaria más que busca ganar tiempo con datos económicos desestacionalizados o vinculados a la comparación de la miseria frente a la ruina. Comparar la nada con lo escaso da un poco de ventaja a lo segundo. Ruego a que los que dicen que están buscando el mecanismo para “recuperar” la economía no se organicen a partir de los criterios que nos llevaron a un desastre del que todavía tenemos que digerir su peor parte. Lo que debería haber sido una transición dolorosa y lenta a otro modelo socioeconómico se está convirtiendo en una fractura transversal por la mala gestión de unos y de otros.
La mejor definición de “idiota” que conozco, los describe como una tribu grande y poderosa que ha influenciado la mayoría de los grandes acontecimientos de la humanidad. Ahora parece que han decidido llevarnos a la “recuperación”. Suerte que no tienen ni la más mínima idea de nada. El FMI decía un mes antes de que el mundo se acabará (2007) que todo iba bien. Esta gente, realmente, lo que quieren recuperar son todos los sistemas y módulos por los que su posaderas sigan bien resguardadas.
Lo que la gente entiende por recuperación debe entenderse como cambio. El verdadero destino no es recomponer el puzzle desordenado actual, lo que realmente debemos lograr es el compromiso social para ir juntando esas piezas en el nuevo modelo y sistema digitalizado, horizontal y distribuido en el que ya vivimos.
El gran casino
En el vídeo que acompaña la gente de Enlazando Alternativas expone, con mucho humor, en lo que se ha convertido el mercado financiero internacional. Aseguran que es una especie de casino y que existe un método mágico para convertir la deuda privada en deuda pública. Al parecer es sólo preciso una barita mágica y algo de caradura. Seguramente falta incorporar el problema que supone todo eso para los emprendedores y las rentas medias así como decir que el casino tiene sede también en Las Vegas y en Beigin, a parte de Montecarlo.