Disrupción tecnológica incluso en los Fuegos Artificiales. ¿Y tú que tal?

En una parte determinada de algunas de mis conferencias, suelo mostrar en pantalla la actuación de Lady Gaga en la Superbowl. Aquella noche la cantante interpretó el himno americano como es habitual en el descanso del evento deportivo más visto del país. En un momento determinado, en el cielo, tras ella, se iluminaron centenares de estrellas que inicialmente fueron blancas y poco a poco tomaron el tono de la bandera de Estados Unidos y se posicionaron simulándola. Fue espectacular. Era la primera vez que veía algo similar. Consulté en si los que allí se encontraban veían lo mismo o era un trabajo de realización que sólo veíamos los que estábamos viendo el evento por televisión. Todos lo vieron.

En una parte determinada de algunas de mis conferencias, suelo mostrar en pantalla la actuación de Lady Gaga en la Superbowl. Aquella noche la cantante interpretó el himno americano como es habitual en el descanso del evento deportivo más visto del país. En un momento determinado, en el cielo, tras ella, se iluminaron centenares de estrellas que inicialmente fueron blancas y poco a poco tomaron el tono de la bandera de Estados Unidos y se posicionaron simulándola. Fue espectacular. Era la primera vez que veía algo similar. Consulté en si los que allí se encontraban veían lo mismo o era un trabajo de realización que sólo veíamos los que estábamos viendo el evento por televisión. Todos lo vieron.

El evento estaba viviendo una innovación que ya se había probado anteriormente pero nunca a ese nivel. Se trataba de un enjambre de drones coreografiados desde un ordenador central. El efecto fue brutal y la sensación que habíamos entrado en una nueva era de los espectáculos ‘pirotécnicos’ también. En los últimos tres años la evolución de este modelo de exposición ha aumentado en complejidad y potencia. De hecho esa no fue la primera vez, en el show del Festival de Música y Artes de Coachella Valley cerca de Palm Springs, California, ya se había experimentado con ellos y además, el año anterior el Walt Disney World Resort cerca de Orlando, Florida, ejecutó un baile de drones que ahora resultaría, solo tres años después, monótono, antiguo y poco novedoso.

La disrupción llega a todos los sectores. Cuando menos te lo esperas aparece una tecnología que te pone del revés tu modelo de relación con tu cliente. En el caso de los taxis, los hoteles, la música, los coches, el teatro, el cine, los libros, la fotografía, los abogados, los inversores y así hasta llegar a todo y a todos, lo saben bien. Pero hay sectores que se resisten a pensar que eso va con ellos. Que la disrupción tecnológica no les tocará porque ‘lo que ellos hacen, si lo hiciera una máquina no sería lo mismo y la gente no lo querría’. Pues la verdad es que esto tiene una gasa muy fina que lo sujete. Incluso, al analizar realmente lo que se esconde tras el hipotético conocimiento de un cliente, podemos utilizar diferentes herramientas que nos darían seguramente una nueva perspectiva. El viaje de cliente, el famoso ‘customer journey’ del que hablamos cuando tratamos los datos que se obtienen de las voluntades y ejecuciones que hace un consumidor, puede cambiar de manera intensa en poco tiempo y en base a conceptos que se escapan cuando los miramos desde nuestro sector u óptica particular.

El ejemplo de los fuegos artificiales que puedan ser sustituidos por drones es uno de ellos. Ciudades en California, Colorado y Arizona, que se preparan para otra temporada de sequía e incendios forestales, están recurriendo a esos drones como una alternativa menos peligrosa a los fuegos artificiales, alentados por el desarrollo de estos espectáculos coreografiados. La evolución ha sido tal que cuando se inspiran o solicitan esa sustitución tecnológica se pone de ejemplo ya el que Intel preparó para la transmisión de los Juegos Olímpicos de Invierno pasados.

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Durante 12 siglos, los fuegos artificiales fueron la única forma de iluminar el cielo nocturno. Ahora tenemos la tecnología que nos permite hacer animaciones de precisión y contar historias, podemos escribir palabras y dibujar objetos en el cielo. Además son mucho más económicos que los espectáculos con pólvora. Una vez los utilizas se pueden volver a usar. Si los contratas una sola vez son caros, pero en la recurrencia se abaratan notablemente.

La tecnología no es innovación hasta que el mercado no la acepta. Este parece uno de esos casos. Los cambios generacionales que exigen sostenibilidad, seguridad y sentido ético de muchas de nuestras acciones comerciales, profesionales o de ocio responden a cambio notables en nuestro modo de pensar. Además la velocidad en el que se transmite ‘un nuevo chip cultural’ o de opinión va muy rápido gracias a la sociedad hiperconectada y aumentada que vivimos. El coche eléctrico está inventado desde principios del siglo XX, Edison desarrolló uno, pero no ha sido hasta ahora, que fabricarlos a escala ha empezado a ser rentable debido a un cambio cultural de expectativas sociales muy distinto.

Los fabricantes de fuegos artificiales aseguran que ‘nunca les sustituirá un enjambre de drones. Aseguran que los fuegos artificiales son una experiencia multisensorial con sonidos y colores y un final atronador que la gente puede sentir en el interior mientras que los shows con drones son algo así como un enjambre de abejorros con su zumbido molesto’.

Tal vez, pero ayer 4 de julio, en Estados Unidos se lanzaron menos cohetes y se elevaron más drones. En ambos casos la gente hizo lo mismo, mirar al cielo y gritar ‘¡Oh!, ¡Ah!’ En el primer caso se sabe que hubo incendios pequeños que apagar, en el segundo recoger algún dron sin batería. Si yo tuviera una empresa de Fuegos Artificiales pondría en marcha la transformación digital de mi empresa y estudiaría si mi modelo de negocio debe permanecer vinculado a la venta puntual del producto pirotécnico o a la oferta de un servicio recurrente con objetos volantes con luces. ¿En tu sector que tal? ¿Hay algún dron a la vista?

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