SIN MANIPULAR SON 5.436.637
Lo he dicho en mi twitter. Empieza a ser desagradable ver como, día tras día, no hay ningún medio capaz de leerse este documento, llegar a la página 19 y descubrir que el propio Ministerio del Trabajo admite que hay 5.436.637 demandantes de empleo. Este dato nunca lo incluyen en la nota de prensa, sólo reflejan diversos factores territoriales y cifras sobre seguridad social asociada, pero nada de esos casi cinco millones y medio de españoles que buscan empleo. Desde esa tasa hasta la "oficial" la diferencia estriba en casi 1,4 millones de personas. La cábala responde a colocar el excedente social en diversos epígrafes: 932.299 ocupados en formarse, es decir, gente que el ejecutivo considera tan inútiles que no están ni en condiciones de considerarse parados, puesto que ser pardo conlleva el hecho de poder trabajar si encuentra un empleo. Estos no están en paro, sólo pueden formarse. Otros 202.697 demandantes no son parados oficiales pues su disponibilidad es limitada. Es decir, gente que tiene una ocupación de dos o tres horas a la semana haciendo cualquier tema (clases de inglés en una academia) no son parados técnicamente pero la verdad es que tienen poco de ocupados. Los otros 253.148 que faltan para equilibrar esta macabra ecuación son los "TEASS", es decir gente que está tramitando algo y que la EPA considera parados en toda regla.
En definitiva, que el gobierno se rie a calzón quitado de todos estos periodistas incapaces de leer un documento adjunto, de los que leyéndolo no lo entienden y de los que entendiéndolo dependen de una subvención que peligraría si se ponen recios. Peor para todos, la realidad pesa como el plomo y se nos caerá encima tarde o temprano, en eso, la manipualación estadística no sirve. Prefiero estudiar mis opciones con los verdaderos datos por muy duros que sean, es el método que tengo para salvarme yo y los mios. ¡Buena suerte!
Pd. Aquí no están los autónomos que se dan de baja por no tener nada que facturar.
MAQUILLAJE, DEFICIT Y DEUDA
Como sabéis colaboro con varios medios económicos. Este mes he iniciado una nueva en Euribor. Cada primer lunes de mes intentaré analizar de modo técnico algunos aspectos de la economía y de los mercados. Hoy os copio aquí el primero de este año pues ha generado más de 200 comentarios y seguirlo allí sería dificil. En este primero intento descifrar la metodología del gobierno para manipular algunos datos económicos, en este caso hablo de como lo hace con el déficit y con la deuda pública. Espero que os parezca didáctico. Leedlo a continuación.
Hay quien certifica oficialmente que la deuda pública francesa es muy superior a la española. Al parecer la gala se situó en el 75,8% del PIB y en España no se supera el 66%. A partir de ahí se desencadena la locura. En plena euforia, el Secretario de Estado español en materia de hacienda aseguró que, de momento, el déficit de nuestro país no alcanza el 7%. Pues si lo primero es un cuento para niños malos, lo segundo es una broma de mal gusto. Vayamos por partes y analicemos cómo se puede maquillar hasta la mona más fea.
Primero debemos asumir que el concepto déficit es muy restrictivo y no responde a la diferencia exacta entre gastos e ingresos del Estado. Hay muchísimos consumos públicos que no van a déficit sino a deuda. Algo que no pasa en Francia por ejemplo y que permite entender como en un mismo espacio económico europeo hay diferentes agentes de análisis que no ayudan mucho a comparar adecuadamente las cifras. Por eso debemos entrar de lleno en este modelo que ofrece una gran complejidad para establecer el gasto total del Estado. Eso es algo imprescindible a fin de establecer con exactitud cual es la verdadera diferencia entre lo que se gasta y lo que se ingresa. De momento sólo podemos guiarnos por los datos publicados el 24 de noviembre sobre la deuda contraída hasta la fecha por el conjunto de las administraciones públicas. Sabemos que hasta esa fecha el endeudamiento neto ya ascendía a casi 110.000 millones de euros, a los que se deberán sumar los de diciembre para tener un dato anual cercano a la realidad. Teniendo en cuenta que en el último tramo del año el Estado es cuando más gasta y menos ingresa, el cómputo neto final de deuda adquirida rondará los 130.000 millones, ligeramente superior al 13% aproximadamente.
Pero aun hay más. Si el tema se quedara en esto, aunque grave, no sería nada irremediable, no estaríamos en un espacio de no retorno. El problema se torna muy feo cuando aplicamos otros elementos que son determinantes. Las casi 5000 empresas públicas municipales y autonómicas, donde el déficit se esconde sin pudor, representan un agujero negro en la contabilidad del Estado. En este punto exacto suelo recibir acusaciones de no comparar interesadamente nuestro déficit o deuda con la de otros países de nuestro entorno. A veces hay quien asegura que estamos mucho mejor que potencias como Francia o Alemania en ese tema.
No es cierto que estemos mejor. Para saber el grado exacto de deterioro debemos atender a un factor que no se repite en esos países. Las empresas públicas que se montan para acometer obras y gastos que no pueden asumir por el tope de endeudamiento permitido por la ley, representan un incierto destino de las obligaciones totales. Como detalle decir, además, que la mayoría de esas empresas públicas no lo son formalmente pues están compuestas por 3 o más organismos diferentes y ninguno de ellos poseen más del 50% de las mismas, lo que las convierte en híbridos públicos no sujetos al control de auditorias automáticas.
¿Por qué son un boquete contable esas empresas? Muy fácil. Los ayuntamientos tienen un tope de deuda de riesgo. Si necesitan más dinero (años electorales) en forma de más crédito montan una empresa de estas y adquieren la deuda a partir de esa plataforma de nuevo cuño. Como sólo requieren una carta de intenciones de que la administración en cuestión piensa apoyar a la empresa la obtención es sencilla. Apoyándose en la ejecución de presupuestos el banco tiene suficiente. No se precisan avales la mayoría de las veces.
Sabemos que la deuda es mucho mayor de lo que parece. El control que se puede ejercer sobre esas empresas públicas se diluye en la infinidad de mecanismos derivados que los soportan al no ser organismos estructuralmente simples. Intuimos que el déficit es mucho mayor. Sospechamos que la deuda total es mucho más grande por un detalle que no se nos puede escapar. En la deuda pública no entran las obligaciones comerciales, es decir, las facturas que debieran afectar esa deuda, no están en el balance contable del debe a cuenta. Tampoco están las obras públicas puesto que sólo se certifica que ya se han hecho poco más. Como estos no son documentos financieros, la deuda no aumenta. Documentos financieros son los bonos, los créditos sindicados y las disposiciones presupuestarias aplicadas.
Otro detalle que complica más la credibilidad del modelo de ajuste de la deuda en España está ubicado en los tiempos de cobro. Aquí se está pagando mucho más tarde las facturas que en otros países. En la administración española muchas facturas permanecen meses en una especie de limbo financiero pues no se declaran como pendientes de pago. Se almacenan en cajones y oficialmente se retrasa la incorporación en la deuda que el interventor puede interpretar. En ese elemento de pago pendiente está la trampa. Mientras que en Francia, por ejemplo, el período de pago público no supera los 24 días en casi ningún caso, aquí la media de cobro en la administración local ya supera los 180 días. Son obligaciones de deuda que se borran del sistema mientras no se incorporan a los resúmenes de remesas a pagos. Es incalculable la cantidad de déficit que puede estar oculto en ese territorio perverso. Lo sabremos durante este año 2010 y durante el que viene cuando las arterias del sistema público sufran colapsos en el pago generalizados.
Con respecto a la metodología del análisis, habitualmente se niega que el gasto público esté desbocado y que se esconda algo en las cifras publicadas puesto que, aseguran las fuentes oficiales, el gasto público asignado a endeudamiento creciente acaba en el capítulo 6 del presupuesto. Eso no sólo no es cierto, es imposible. El modelo de aplicación sobre el presupuesto en materia de deuda, si ésta es inversión puede acabar en ese capítulo, pero en este caso no es así puesto que el Plan E y los paquetes de estímulo que han disparado el déficit no se han dispuesto como inversión. Si se revisa adecuadamente la Ley de Presupuestos de 2009 e incluso la de 2010 se puede identificar que esa inversión no aparece como tal y no se identifica como estructura de déficit ya que no se asigna sobre gasto pendiente sino sobre otras partidas finalistas por designar en cada administración derivada.
No niego que las cosas puedan mejorar algo este año pero si las tasas ofrecidas por los editores públicos siguen manipulando la realidad de este modo la credibilidad de esa bonanza venidera es mínima. De momento, por si acaso, cuando nos merendemos según que cifras, hagámoslo con cuidado, pueden estar envenenadas en el mejor de los casos.
¡Ah! Se me olvidaba, Merry Crisis and a Happy New Fear!!
CREDIBILIDAD Y PARO
Tengo claro que en unos meses, tras una leve mejora de la economía, un tono gris plomizo invadirá todos los sectores económicos Tiene que ver con el fin de estímulos y con el origen del problema. El consumo tocó techo hace un par de años, el valor patrimonial se muestra débil por primera vez y el trabajo empieza a ser un bien escaso. Para postres tenemos una cada vez más evidente nueva clase social. Sin embargo el problema se llama desocupación y credibilidad. Vivimos en un mar de malabarismos estadísticos con eso que se llama población activa, paro registrado y solicitantes de empleo. Todo es un enorme embrollo que no ayuda a certificar el estado comatoso de nuestro entorno.
El problema es que cuando el actual ejecutivo, al que debemos de creer ahora como si de un acto de fe se tratara, hace exactamente un año aprobaba unos presupuestos en los que su cálculo sobre el empleo era de que llegaríamos al 12,5% de parados. La verdad pesa como el plomo y los datos que ahora se manipulan profesionalmente desde el Ministerio de Trabajo hablan de al menos un 18%. Casi un millón y medio de personas que el Estado se ha tenido que comer con patatas y que no supusieron ninguna predisposición presupuestaria de estos genios. Ahora nos dicen que lo peor ya ha pasado por noveno mes consecutivo y que el paro no llegará al 20%. Lo reflejan de nuevo unos presupuestos que, con toda seguridad, vuelven a fallar en ese punto. En plena legislatura del pleno empleo el drama cada vez es mayor. El paro alcanza a todos los sectores y a todos los modelos de negocio. La buena noticia es que el 2009 ya ha finalizado, pero lo malo es que ha empezado el 2010.
Me acusan a menudo que en este blog se habló de disturbios en la calle y de dosis de inestabilidad creciente. Me dedico a la economía y, seguramente, los análisis sociológicos no sean mi fuerte. No obstante sigo pensando que es realmente preocupante y sorprendente que una sociedad en decadencia y decadente no sea capaz de alzar una voz crítica con cierto criterio y que todo languidezca a través de los subsidios y las ayudas miserables que reciben los que ya no tienen nada y hace minutos creían tenerlo todo.
En España nos acercamos a los tres millones de personas que cobran el paro. En concreto el número de perceptores de prestaciones por desempleo ascendió a 2.773.978 personas en octubre, lo que supone un 40% más respecto al mismo mes de 2008. Ahora bien, lo peor es que 1.034.375 de esos desempleados ya no perciben ninguna prestación, es decir, se ha terminado el plazo y siguen sin trabajo.
Según muestran los datos del propio Ministerio de Trabajo, desde el comienzo de la crisis en 2007, y hasta mediados de 2009, las prestaciones contributivas se destinaban por extinción de contratos a trabajadores temporales, tendencia que se alteró en junio, a partir del cual la mayoría de los beneficiarios habían sido despedidos, un total de 754.504 parados frente a los 718.310 por finalización del contrato. Esto viene a certificar que la destrucción de empleo comenzó en los contratos de carácter temporal, pero que desde junio se está destruyendo empleo de tipo indefinido de un modo atroz.
Va a ser necesario que todos nos pongamos a remar juntos independientemente de lo que digan los que nos gobiernan. Es el momento de las ideas y de la iniciativa. Superar este escenario no es sencillo, muchos caerán, otros simplemente transitarán por este nuevo territorio. El mundo se hará más hostil y los cambios sistémicos pendientes nos conducen a un nuevo paradigma socio económico. Tengo claro que surgirán nuevas oportunidades. No me creo que de esta no vamos a salir, pero tampoco creo que se pueda hacer sin ponerle un poco de limón a la herida.