Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

La clave futura será la ciudad digital. Barcelona entre las 'Smart cities' más avanzadas.

La revolución industrial en la que estamos sumergidos es vista por unos como una amenaza en todos los sentidos económicos y sociales, por otros como una gran oportunidad de crear un mundo más humano y, la mayoría, ni la tienen en cuenta. A este tercer grupo pertenecen cuantos este pasado fin de semana se entretuvieron en sus respectivos congresos. Está claro que los que aun quedan por ‘congresear’ no van a diferenciarse demasiado. Al fin y al cabo un festival de estos sólo son para mostrar músculo o para muscular.

La revolución industrial en la que estamos sumergidos es vista por unos como una amenaza en todos los sentidos económicos y sociales, por otros como una gran oportunidad de crear un mundo más humano y, la mayoría, ni la tienen en cuenta. A este tercer grupo pertenecen cuantos este pasado fin de semana se entretuvieron en sus respectivos congresos. Está claro que los que aun quedan por ‘congresear’ no van a diferenciarse demasiado. Al fin y al cabo un festival de estos sólo son para mostrar músculo o para muscular.

Sin embargo la historia no se detiene. La cuarta (revolución), la nueva o la última, llámenla como quieran (el nominativo definitivo lo pondrán nuestros nietos) es algo que en algunos lugares se está teniendo en cuenta y en otros se está dejando pasar. En España no hay mucho de lo que sentirse orgulloso o tranquilo. Mientras se discute sobre quien o como van a repartirse sus cosas, la sociedad asiste a la mutación más intensa que ha vivido jamás el sistema laboral.

No hablo de salarios precarios. Tampoco de contratos temporales. Ni siquiera de empleo de escaso valor añadido. Eso ya lo sabemos, se dice y se digiere. Estoy señalando el mayor reto socioeconómico al que en menos de dos legislaturas estos tipos van a tener que enfrentarse. Una sociedad sin empleo. Mejor dicho, un empleo muy distinto. La velocidad de cambio está creciendo exponencialmente y no se dan por enterados. No trataron nada de eso, no lo tienen en cuenta, no lo ven previsible ni inmediato y ahí radica el drama.

No obstante, en cierta manera, da igual. Una vez asumido que los pilotos que tenemos, o que podemos tener, no van a trazar una ruta directa hacia la conquista de una economía de futuro e impulsar a tiempo el cambio de modelo de crecimiento de este país, nos queda hacerlo desde la empresa o desde un lugar que será el detonante de todos esos avances. Estoy hablando de las ciudades.

El epicentro de los cambios que vamos a vivir será el modelo ciudad. Un espacio que, en cuestión de muy poco, significará un modo de vida muy distinto entre los que vivan en ciudades inteligentes y los que no. La política que adopten las ciudades en el futuro inmediato las posicionará globalmente, les concederá las ventajas económicas y competitivas necesarias y les facilitará la vida a las personas que podrán ver como las cadenas de valor entre impuestos y servicios se reducen y se hacen eficientes. Es la ley digital universal puesta al servicio de los ciudadanos.

Tiene sentido, las ciudades son el futuro en innumerables aspectos pues acudimos a ellas en masa siendo redes socializadas que permiten la interacción de los exponentes de esa modernidad que comentamos cada día. Internet de las Cosas en ciudades inteligentes, socialización y economía compartida, impresión dimensional que precisa de puntos de recogida, automóviles automatizados o gestión de datos masiva de cuanto hacemos sus habitantes. No es Asimov, es algo que ya funciona y avanza sin hacer ruido.

Un plan es imprescindible. En él debe aparecer como vamos a trabajar en el futuro inmediato, ese lugar donde el empleo no será lo que es ahora. En una década tener algo que hacer en una ‘smart city significará la garantía económica para sus habitantes. Esto no va de crear empleo, va de crear futuro. Todavía estamos en las primeras etapas de los desarrollos inteligentes de las ciudades, pero en este 2017 se van a producir grandes anuncios. Entre 2014 y 2016, el mercado mundial de tecnologías para Smart cities aumentó en 3.300 millones de dólares, pasando de 8.800 millones de dólares a 12.100 millones de dólares. Se calcula que entre el 90 y 95 por ciento de la población americana y europea vivirá en áreas urbanas para 2050. Hoy en día, el 82,3 por ciento de la población en los Estados Unidos ya vive en áreas urbanas.

A medida que más ciudades del mundo se congestionan, los gobiernos deberían prepararse para estimular iniciativas en línea con el concepto Smart city. Algo que va más allá de tener una aplicación que te dice a que hora llega tu autobús. Estas iniciativas deben beneficiarse de utilizar tecnologías de proximidad que permitan superar los desafíos de movilidad que presenta la creciente población para garantizar la seguridad pública, optimizar el flujo de tráfico, crear mejores experiencias de turismo, eliminación absoluta de barreras y oportunidades de monetización de datos. Según el informe  Unacast’s latest Proximity.Directory Report (Formerly Proxbook) las ciudades del mundo con un mejor desempeño en este sentido son Oslo, San Francisco, Londres, Singapore, New York y Barcelona. Si, Barcelona.

Singapur desplegó hace un par de años una ingente cantidad de sensores y cámaras para analizar la congestión del tráfico y la densidad de la gente, permitiendo que se redimensione todo el sistema de transporte público logrando un éxito notable. De hecho, ahora, también son capaces de predecir cómo los edificios nuevos van a afectar los patrones de viento o de las señales de comunicación.

Barcelona instaló una red de sensores de tierra para regular el riego en relación con las previsiones de precipitaciones y temperatura. Los sensores ajustan el sistema de rociadores y las fuentes de la ciudad para la eficiencia, llevando a un aumento en la conservación del agua en un 25 por ciento ahorrando a la ciudad medio millón de euros al año.

La ciudad de Nueva York ha comenzado a implementar un servicio de banda ancha de alta velocidad para toda la ciudad que se completará en 2025. Dentro de esta área, los funcionarios podrán monitorear los datos sobre la calidad del aire, el tráfico y el consumo de energía.

Londres utiliza la tecnología para ayudar a combatir la congestión y simplificar el aparcamiento. Las autoridades gubernamentales han abierto datos a empresas y proyectos para aprovechar esos datos en la construcción de sus productos.

San Francisco ha implementado un sistema de estacionamiento inteligente para monitorear la ocupación y puede usar estos datos para un sistema de estacionamiento dinámico que ajusta el costo del estacionamiento dependiendo de si los puntos están ocupados o no. Bienvenidos al mundo de los sensores.

¿Los saben nuestros gobernantes, opositores y derivados?

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