Otro enfrentamiento épico
Durante la visita que hice a Portugal la semana pasada, compartí workshop con una presentación de la empresa alemana Kuka. La verdad que mirar un robot jugando al tenis de mesa sin cometer errores es algo fascinante. Esta empresa fabrica brazos articulados inteligentes y para demostrar el grado de perfeccionamiento del asunto se han marcado el video que acompaño sobre una batalla entre la máquina y el campeón alemán de ping-pong Timo Boll.
Es una batalla épica donde, aunque al final el hombre vence, se denotan los avances tecnológicos que van más allá del software, también de la precisión del hardware que calcula golpe, retroceso, efectos y otros elementos con una extraordinaria facilidad.
Obviamente hablamos de una especie de metáfora, de algo que puede usarse para hacer un spot publicitario o para adornar algún reportaje efectista, pero también podemos tomarlo como la parte en el que el hardware, los robots físicos, podrán ejecutar órdenes inteligentes y, cada vez, de un modo más perfecto. Seguimos, y rápido, estructurando un futuro sin empleo masivo, sin espacio para lo ineficiente y donde poco a poco estoy seguro lograremos encajar menos trabajo, más máquinas y un mejor planeta en consecuencia. Tardaremos en lograr conjugarlo, pero la historia del mundo es la crónica de la adaptación y de la conquista del tiempo.
Me decía mi peluquera que un robot jamás podrá cortar el pelo bien, ni interpretar el gusto y las sensaciones. Que un movimiento de cabeza podría generar un desastre en el corte. Me temo que eso no es así y pertenece a los tópicos del ‘falta mucho para eso’.
Aunque Boll gana por poco, 11-9, y parece una trivialidad, el ping-pong se ha convertido en una forma habitual de demostrar la agilidad y los reflejos rápidos de los robots. Ya lo hizo la empresa vietnamita Tosy.