LA ZANAHORIA SOSTENIBLE
Ayer estuve leyéndome un cuento para niños. Se titula Anteproyecto de la ley de Economía Sostenible y fue aprobado por el Consejo de Ministros la semana pasada. Os lo podéis descargar enterito si es vuestro deseo y así poder opinar con uso de razón. Sin embargo os adelanto que es una orgía de propuestas sin ningún tipo de coherencia, que responden a un objetivo de de utilidad pero que, en términos objetivos, no responde a las expectativas del bombo y el platillo con el que llevan inundando los medios desde entonces.
El documento tiene toda la pinta que en unos meses no se va a acordar de él ni el propio Zapatero. Seguramente, a medida que los acontecimientos se sucedan, hablar de globalidad y de décadas venideras sonará a insulto a la inteligencia. A mi modo de ver esta propuesta de ley demuestra que el actual ejecutivo no tiene la más mínima idea de cómo sacarnos del atolladero y que, como anestésico, nos emplaza a diez años vista. Parece que ante nosotros hay una enorme zanahoria que no atiende que el verdadero asunto que hace insostenible la economía española es el insultante desempleo que sufre el país, que afecta realmente a cinco millones de personas. Un agujero estructural que supone casi cuatro planes E, más de 30000 millones de euros en subsidios.
Para que nuestra economía sea sostenible de verdad lo que hace falta es que la ingente cantidad de dinero que ha sido inyectado al sistema financiero sirva para algo más que para tapar agujeros y para que los malos gestores metan sus manos el FROB y así salvar la cara todo Dios porque al gobierno ya le va bien simular un escenario de tensa calma bancaria. Es necesario que esa liquidez imaginaria fluya en crédito normalizado, algo que no hay manera de que pase como comentamos hace unos días.
Además es una entelequia pensar que este gobierno será capaz de asumir algún reto que vaya más allá de la actividad propia inherente al foco o la telegenía. Hace mucho tiempo que se asumieron que la partida estaba perdida y que, como mal menor, en unos años la economía de nuestro entorno nos ayudará a salir de nuestra crisis doméstica. Y es que es una quimera inalcanzable para todos ellos poner en marcha los requerimientos básicos de sus propios principios keynesianos que debían aligerar nuestras penas. Tal vez, antes de aprobar leyes de cartón piedra, deberían de atender las propias inversiones públicas que ya tenían consignadas en sus presupuestos aprobados el año pasado. Es de juzgado de primera instancia descubrir que la obra pública en 2009 está realmente a la mitad de la licitada el año anterior.
Pero lo que este mamotreto olvida es atender las condiciones de competitividad para convalidar a las de la Europa occidental. Aplicar alguna reforma fiscal o laboral ya no es una terminología liberal, es una imprescindible actitud política que la opción legal propuesta no contempla. Si no se hace nada al respecto, y así parece que será, será imposible estar en un escenario de garantías en la batalla por la exportación y de la reactivación económica que ya ha empezado en medio planeta y que aquí vamos a simular a finales de año.
Todo está adecuadamente diseñado. Esta semana el aumento de parados será mucho menor, el PIB empezará a dar tasas positivas lo que oficialmente nos sacará de la recesión, la deflación se alejará y el primer trimestre del 2010 pintará color pastel. Vale, como dijimos, ¿solo faltaría? Después de meternos en posiciones de “no retorno” con déficit estructural rondando el 14%, al que se debe sumar el coyuntural por analizar todavía, es lógico que está crisis sea una "raíz cuadrada" en toda regla.
La dichosa propuesta de ley insostenible no tiene en cuenta el corto plazo, algo que debe ser atendido seguramente con otros elementos, es cierto, pero tampoco el medio. A medida que los brotes de los primeros meses del año que viene pasen de verde iluso a marrón mierda, a los españoles se las traerá al pairo las leyes de cobertura decenal y exigirán otras que les ayude de verdad.
Volviendo al documento que os propongo descargar y revisar, cabe destacar algo que no comprendo y que se establece como primordial. En ningún sitio aparece un solo fonema que pudiera aceptarse como un cambio de modelo económico, nada que se pueda interpretar como gestión esencial de un nuevo patrón de productividad o industrial. Nada, sólo vaguedades, obviedades y terminología habitual y semántica típica de una fundación próxima al gobierno, seguramente la Ideas o sucedáneos.
Aunque no todo es malo, se incorporan un par de elementos que ya se habían anunciado hace tiempo, los 20.000 millones para crédito Oficial y los 5.000 para empresa tecnológica. Está bien, pero no encajan en una perspectiva más global y tecnificada del nuevo modelo anunciado.
Lo que demuestra que este documento no lo ha hecho el mismo equipo que redactó los presupuestos de este año, es ver como, por un lado, incentivan el descuento tributario a las empresas que investiguen, desarrollen e innoven, pero por otro se mantiene la caída de inversión presupuestaria en esos campos. Lo primero no compensa lo segundo por lo que seguimos peor de lo que estábamos.
Otros elementos que aportan luz sobre la imprevisión y sobre lo poco profundo del proyecto son por ejemplo cosas como que se aporta un buen planteamiento para reducir un 20% los gases invernadero pero no se efectúa una apuesta decidida por un nuevo modelo energético en términos generales. El tema del alquiler está bien tratado pues busca las deducciones por alquilar pero no se entra en nada que tenga que ver con modificar el patrón de uso patrimonial que tanto daño ha hecho a nuestra economía especulativa.
En definitiva, un proyecto de juguete, una maqueta a la altura de los que lo han diseñado y para lo que lo han presentado. Fuegos artificiales. Este gobierno se está especializando en la política microondas, esa que se calienta mucho y rápido, pero que se enfría y se queda dura también de un modo veloz. No todo es poner un título rimbombante, y esperar que legiones de seguidores a través de sus blogs, sus twitters y herramientas diversas difundan la bondad de algo que ni siquiera se habían leído.