Economía Marc Vidal Economía Marc Vidal

Es ilógico, lógicamente.

Según figura en el ensayo de Enrique Krauze “Por una democracia sin adjetivos”, durante el período 1867-1876 bajo las presidencias de Benito Juárez< y Sebastián Lerdo de Tejada, se estableció en México un sistema político democrático en el cual no había partidos políticos. Hay más casos. Desde países africanos hace unos años hasta la antigua Grecia hace siglos. En España vivimos días en los que ideas como esa tomarían un tremendo sentido. Parece increíble que la honra del presidente del gobierno esté siendo manoseada de manera certera por un preso preventivo y el jefe de la oposición, quien debería liderar el asunto de la regeneración ni tan siquiera ya es de esta generación. Si miras un poco más allá sólo ves cadáveres morales por todas partes. En la “periferia” cada uno aguantando los pilares de su mansión arruinada y repleta de dudosa legitimidad. Los “nuevos” líderes que encabezan ofertas diferentes no son más que disfraces de la misma merienda de siempre. Populares simulando una salida de la crisis que da vergüenza ajena, socialistas amnésicos acerca del barrizal que organizaron hace apenas una legislatura, una izquierda unida cuyas propuestas para salir de la “crisis” es rezar a San Keynes hasta la extenuación y una orgía de partidillos y partidetes que suelen estar liderados por encabronados de los partidos anteriores, y que por muy original que sea el color elegido no dejan de ser un tono arriba o un tono abajo del pantone originario.
No quiero entrar en el análisis de la modalidad política que debería afrontar el momento nauseabundo que vivimos. No soy nadie para establecer eso, no es lo mío, eso se lo dejamos a los entendidos de tertulia. A mi lo que me preocupa es la deriva económica que en paralelo va tomando todo y lo profundo del pozo. En definitiva, todos ellos, siguen lejos de entender que la vida no es la misma y que los muros construidos para defender regímenes y modelos de estado ya no se aguantan como antes. Tienen que abandonar la política para darse cuenta. Apenas hace una semana un ex ministro utilizó una de las frases que yo mismo repito con insistencia desde hace meses y que, incluso, titula una de mis conferencias.

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Estamos en ese punto en el que la política no quiere o no puede ver lo que pasa y, a cambio, sigue manejando asquerosamente el vocabulario anestésico y pueril hasta el cansancio. Ese instante en el que los responsables de liderar este momento, el cambio de era, la mutación del modelo de crecimiento de un país, continúan con un discurso maniqueo e infantil basado en el “yo soy el bueno, los otros eran los malos”.

La entrevista de este fin de semana a De Guindos en El Pais debería de incorporarse al conjunto de pruebas que demuestran que estamos en manos de un cúmulo de irresponsables patológicos o de titulados en las mejores universidades del mundo pero que no tienen puta idea de lo que tienen entre manos. He revisado dónde han ido todos estos para no llevar a mi hijo. Sin embargo no es un tema de estudios, tal vez es de experiencia. Es difícil saber de empresa, motor económico por excelencia, si lo más cerca de tocar una fue cuando asististe al estreno de la segunda parte de “Wall Street”.

De Guindos, con buena fe supongo, habla de la lógica, de los brotes verdes pero los llama flor de invernadero. Hay más locuras similares que dejan a otros ministros del pasado en simples aficionados a eso del suministro de cloroformo espeso. El hombre no ceja en atender a la lógica y a lo que es normal que suceda, incluso cuando dice que hay ciertas incoherencias en la aritmética lo disfraza de lógica social.

Sin que sirva de precedentes le doy la razón. Obviamente vamos a salir de la crisis, eso es fácil de que se pueda evidenciar pues no estamos en ella. Por supuesto que vamos a dejar la recesión por fin, eso no tiene mucho mérito tras tantos trimestres en caída libre. Abandonarla es un término técnico que se formula con un comparativo inmediatamente anterior. Cuando estás en tasas de producción tan bajos, compararte con una época buena como la que el verano turístico produce, lógicamente, genera un crecimiento mínimamente superior. De esa manera, técnicamente, sales de la recesión. Pero la lógica tiene muy mala leche y a pesar de todo, ilógicamente, seguiremos cayendo en términos brutos y mantendremos a millones de personas pérdidas ante su propia pesadilla, miles de jóvenes huyendo y familias perdiendo sus viviendas. Seguirán los sueños esparcidos por el suelo mientras por fin salimos de la recesión. Menuda bazofia ilógica.

¿Me permiten un apunte sobre la lógica? Vamos a poner un ejemplo sobre la lógica que éste buen hombre maneja. Hace unos días hubo un buen dato del paro en los Estados Unidos, es decir, que bajó el número de desempleados. Por lo tanto era síntoma de que la economía va mejor o tiene visos de que así sea. La lógica hubiera provocado un alza en las bolsas, pero la ilógica provocó una caída espantosa de la misma. Los índices americanos se quebraron un 1,5% de media.

La razón era simplemente el miedo a que si las cosas pintan mejor la Reserva Federal pudiera dejar de ofrecer estímulos como hasta ahora en la economía yankee e incluso retirarlos. En Europa se contagió el asunto y también se perdió bastante. En España casi un 1,7 y en Frankfurt un 2,36 por poner un par de ejemplos. Es decir, que la lógica que defendía un elemento básico tuvo que refrendarse con otro ilógico. Tal vez, pero para mí la lógica es lo que pasó y no lo contrario.

La caída de las bolsas demostraba que la previsible mejoría del mercado americano ya no se aguantará por mucho más tiempo. A vista de los inversores, si no hay estímulos e inyecciones de dopamina financiera la cosa empeorará de inmediato. Es decir, que como dice mi buen amigo Daniel Lacalle, no se puede mantener por más tiempo ese abuso del recurso infinito, pero si lo quitamos se evidenciará el estado real del asunto. Parece lógico, pero resulta que la lógica dice que sino lo seguimos haciendo, todo se cae, ¡que ilógico!.

En todo caso, para mí lo único lógico es la llave ilógica. Seguiré defendiendo que el tiempo de la lógica terminó y que ahora toca vivir una nueva era donde todo, tal y como ahora lo vemos, pudiera ser necesariamente sustituido. Vivimos cambios a tiempo real y es lo único importante. El resto vendrá, inclusive la política. Quieran o no, sucederá. Siempre pasó y volverá a pasar. Los hombres viven sus revoluciones como si fueran crisis, pero la realidad es plomiza y se esfuerza en ser real.

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