¿Es sólo económica la guerra de los países contra TikTok?
Varios países occidentales (y algunos orientales, como India) están tomando medidas serias contra TikTok, temiendo que pueda utilizarse como herramienta de espionaje. Aunque estas acusaciones no se han corroborado completamente, la mera sospecha ya es suficiente para prohibir su uso a personas con vínculos gubernamentales.
Vivimos en un mundo en constante guerra silenciosa y, a veces, no tan silenciosa. La desconfianza es el común denominador en cada empresa y, en ocasiones, también en las entidades gubernamentales. Los datos se han convertido en un activo de gran valor, hasta el punto de haber recibido el apodo de "el petróleo moderno", debido a su gran importancia en la actualidad y su impacto en el funcionamiento de la tecnología.
En este contexto, varios países occidentales (y algunos orientales, como India) están tomando medidas serias contra TikTok, temiendo que pueda utilizarse como herramienta de espionaje. Aunque estas acusaciones no se han corroborado completamente, la mera sospecha ya es suficiente para prohibir su uso a personas con vínculos gubernamentales.
Antes que nada, definamos: ¿Qué es la guerra contra TikTok? Se refiere a una serie de medidas serias que varios países occidentales han adoptado, prohibiendo el uso de la aplicación a ciertos empleados gubernamentales. Estas acciones se han implementado como medida de seguridad, ante la posible exposición de la privacidad y confidencialidad de varios países, especialmente al gobierno chino.
Pese a su aparente inocencia, TikTok ha demostrado a lo largo de los años que almacena una cantidad de datos considerable de sus usuarios, lo que ha causado preocupación a distintos organismos de seguridad alrededor del mundo. Además, su diseño alienta a los usuarios a pasar largos periodos en la aplicación, lo que podría llevar a una potencial adicción, especialmente entre los menores de edad.
Varios países de Europa han prohibido a sus empleados gubernamentales tener TikTok instalado en sus teléfonos, siendo Países Bajos el último en hacerlo. Ante este problema, se está considerando la posibilidad de prohibir TikTok a nivel general, por considerarse una amenaza para la población.
TikTok se ha criticado por almacenar más datos de los que debería, lo cual se atribuye a su algoritmo. Este, además de funcionar como una red neuronal que aprende de la información de los usuarios, archiva dicha información para venderla posteriormente. Aunque esto pueda parecer alarmante, es una práctica común en muchas redes sociales. Sin embargo, esta cuestión despierta el eterno debate sobre el límite de los datos que las empresas pueden tener y qué pueden hacer con ellos, un dilema que ha colocado a TikTok en una situación difícil.
China, una de las economías más grandes del mundo, ha tenido tensiones considerables con varios países, especialmente con aquellos en Occidente, entre los que se destacan los Estados Unidos. El posible flujo de datos desde Occidente a China, potencialmente sin detección, es un riesgo que ningún gobierno está dispuesto a correr.
Las acusaciones de espionaje contra China han persistido durante años, pero a menudo permanecen solo como acusaciones contra un país soberano. Sin embargo, esto no significa que los países occidentales hayan bajado la guardia; por el contrario, su vigilancia se ha intensificado.
Hoy en día, los datos se han convertido en un negocio lucrativo a nivel global. A medida que crece, también lo hace la necesidad de regulaciones para evitar el descontrol. Los países de Occidente temen que los datos de su gobierno sean comprados no solo por el gobierno chino, sino también por otros gobiernos o incluso por hackers malintencionados.
Sin embargo, existen voces que cuestionan la crítica hacia TikTok, argumentando que todas las redes sociales realizan prácticas similares. Los principales servicios de redes sociales, Facebook, Twitter e Instagram, almacenan y utilizan datos de usuarios de manera similar a TikTok. Pero dado que estas son aplicaciones occidentales, parece haber menos preocupación sobre cómo utilizan los datos. Con TikTok, de origen chino, el escrutinio es mayor, lo que revela un problema de doble moral.
Por esta razón, China ha bloqueado el acceso a varias aplicaciones como Facebook, Instagram y Twitter. Aunque no están oficialmente prohibidas, no se puede acceder a ellas de manera convencional. Lo que preocupa a los países occidentales es la posible alianza de TikTok con el gobierno chino, aunque no se han presentado pruebas de tal relación.
En el pasado, Facebook ha admitido proporcionar información al gobierno de Estados Unidos para misiones de espionaje. Esto indica que la privacidad de la información no es su principal preocupación, sino el valor económico que se puede obtener de ella. Este escenario revela que la guerra contra TikTok es política, económica y está profundamente relacionada con las relaciones internacionales actuales.
Todos somos conscientes de que las redes sociales parecen estar fuera de control, especialmente cuando la respuesta de los gobiernos es dificultar la recopilación de datos. La solución no es limitar el acceso, sino gestionar las leyes de manera ética y responsable para adecuarlas a la era actual.
El problema radica en que no se puede prohibir completamente a las redes sociales recopilar datos, ya que este es el negocio en el que se basa gran parte de su economía. Es un desafío lograr un equilibrio entre regulaciones estrictas para prevenir el abuso de datos y la necesidad de mantener la viabilidad de estas empresas.
Las redes sociales representan un peligro para todos, y no solo por el robo de datos o de identidad. El verdadero riesgo es ideológico. Los algoritmos de las redes sociales conducen a las personas hacia contenidos con los que probablemente estén de acuerdo, creando así "burbujas ideológicas". Estas "burbujas ideológicas" pueden reforzar creencias existentes, dándoles a las personas la falsa impresión de que sus puntos de vista son universalmente compartidos. Este fenómeno puede fomentar comunidades de odio hacia ciertos grupos y, en casos extremos, incitar a actos peligrosos.
Este efecto de burbuja se ve aún más reforzado por la propaganda, una herramienta utilizada durante años por entidades gubernamentales y políticas para influir en las opiniones públicas. Las redes sociales son el campo perfecto para estas campañas de persuasión.
Afortunadamente, no todos creen en la propaganda y las noticias falsas. La clave es mantenerse bien informado, procurando siempre considerar distintas perspectivas.
Hablando de noticias falsas, este término ganó popularidad después de las elecciones de Estados Unidos de 2016, que fueron ganadas por Donald J. Trump. Se ha sugerido que el crecimiento de las noticias falsas en línea se asoció con esfuerzos de campaña por parte del equipo de Trump para sembrar el pánico entre los estadounidenses. También hubo alegaciones de interferencia digital de Rusia mediante trolls, noticias falsas y cuentas bot, con el objetivo de sabotear las elecciones de Estados Unidos.
Hoy en día, las noticias falsas son más abundantes que nunca. Internet está tan saturado de este tipo de desinformación que incluso grandes agencias de noticias como CNN o BBC han publicado accidentalmente noticias falsas.
Las redes sociales funcionan a través del impacto y, a menudo, este impacto solo se puede lograr con mentiras. El problema de las noticias falsas prospera en una población ignorante e incapaz de diferenciar noticias falsas de noticias verdaderas.
Aunque este problema podría solucionarse con algo tan simple como una búsqueda en Google, esto rara vez sucede. Muchas personas prefieren vivir en un mundo de fantasías más sencillas y fáciles de digerir que enfrentarse a la cruda realidad. Esto representa un desafío constante para la integridad y la confiabilidad de la información en la era digital.
Como habrás observado, la controversia en torno a TikTok trasciende las consideraciones económicas y se arraiga profundamente en la política global. Por lo tanto, entender el contexto político actual nos proporcionará una visión más completa.
El elemento más evidente en esta ecuación es la dinámica de China con el resto del mundo. China, un poder global, mantiene cierto nivel de tensión con la mayoría de las naciones occidentales, incluso cuando mantiene relaciones internacionales con ellas.
Frente a las acusaciones de espionaje que han apuntado a este gigante asiático, China respondió rápidamente en su defensa. Sostienen que TikTok no es propiedad del gobierno chino ni está bajo su control.
TikTok, la red social en cuestión, también ha negado las acusaciones provenientes de países occidentales. Sin embargo, algunas naciones aún se sienten incómodas y continúan implementando regulaciones para la compañía china.
Da la impresión de que las naciones occidentales están buscando un pretexto para retratar a China como un país desestabilizador y siempre en posición de agresión. Esta narrativa se enmarca dentro del intenso bombardeo mediático actual.
No puedo afirmar categóricamente la veracidad de las declaraciones de ninguno de los bandos, pero sí insto a una reflexión profunda.
Si asumimos que la República Popular China es la "villana" en esta narrativa, y que ha estado sustrayendo información durante años, entonces tenemos una excelente oportunidad para atender como se recopilan los datos de sus usuarios.
Por otro lado, si esta controversia es simplemente un alboroto orquestado por los países occidentales para pintar a China como el perpetuo antagonista, entonces deberíamos comenzar a cuestionar la forma en que los medios de comunicación occidentales cubren al gigante asiático.
Nunca nadie es tan bueno como se define ni tan malo como lo muestran. Culpar una red social parece algo pueril, pero parece efectiva. En unos años veremos como esa guerra se recrudecerá. Estará por ver hasta que punto TikTok era un arma o una excusa.