Economía, Industria 4.0, Sociedad Marc Vidal Economía, Industria 4.0, Sociedad Marc Vidal

Cuándo todo cambia, el que cambia casi siempre gana y el que no cambia, siempre pierde.

Los humanos tenemos una vieja costumbre de convertir los productos de utilidad en productos decorativos, por lo que tal vez sea inevitable que las máscaras faciales se conviertan en accesorios de moda después de esta pandemia ¿Quién sabe? Es más, donde hay moda, también existe el potencial para el lujo. Dentro del mercado de las máscaras, ha surgido un pequeño segmento de alta gama en forma de máscaras de diseñadores caros y estilos codiciados que se comercializan con una prima en los sitios de reventa. Es factible reinventarse, ese es el discurso que viene. Esa va a ser la cantinela oficial, el estribillo de ‘todos podemos’, ‘reinventa tu negocio’ o, peor aún, ‘la oportunidad que ofrece esta crisis’

Los humanos tenemos una vieja costumbre de convertir los productos de utilidad en productos decorativos, por lo que tal vez sea inevitable que las máscaras faciales se conviertan en accesorios de moda después de esta pandemia ¿Quién sabe? Es más, donde hay moda, también existe el potencial para el lujo. Dentro del mercado de las máscaras, ha surgido un pequeño segmento de alta gama en forma de máscaras de diseñadores caros y estilos codiciados que se comercializan con una prima en los sitios de reventa. Es factible reinventarse, ese es el discurso que viene. Esa va a ser la cantinela oficial, el estribillo de ‘todos podemos’, ‘reinventa tu negocio’ o, peor aún, ‘la oportunidad que ofrece esta crisis’

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Todo es cierto, es real que una crisis, por enorme que sea, puede convertirse en un punto de inflexión y se puede aprovechar su intensidad para tomar un impulso distinto y hacia otra dirección. Una dirección mejor. Pero para que eso suceda hay que hacer algo, algo que va más allá de la capacidad de las personas, de las empresas, de los proyectos. Es imprescindible que se planteen políticas activas que permitan esa reactivación, reinvención e innovación. Penalizando la tecnología o presionando sobre la recuperación del empleo de menor valor añadido, peor pagado y dependiente de los ciclos positivos no se logra. Seguir conjugando el verbo ‘reconstruir’ no vamos a mejorar nada, no vamos a aprovechar esta oportunidad histórica y la vamos a convertir en una nueva y más profunda recesión. Lo peor es que, a los países que no interpreten este momento adecuadamente, la historia los juzgará obligándolos a descender de categoría. 

El verbo no es ‘reconstruir’, el que debemos conjugar es el de ‘reiniciar’. El sistema operativo no podemos cambiarlo, como mucho actualizarlo. El software sigue siendo el mismo, pero en nuestro computador existen cadenas rotas, archivos que ralentizan nuestro sistema y, múltiples fotografías repetidas. Si lo reiniciamos es factible construir algo nuevo y no rehacer lo que ya no iba bien o no iba a ser competitivo en el futuro. No hacerlo es como si tuviéramos una copia de seguridad, un backup de lo que funcionaba, para volver a instalarlo sobre las cenizas de esta gigantesca crisis.

Y es muy sencillo entender lo que viene. De hecho tenemos la hoja de ruta redactada. Se trata de lo que iba a pasar en cinco años, en diez, que ahora pasará en cinco meses, en un año. La robotización de todo se ha iniciado a una velocidad que pocos detectan. La automatización de casi todo acelera. Mientras tanto unos siguen pensando que hay que recuperar el empleo en suspensión a medio plazo, otros están definiendo el futuro de un modo muy distinto. Los países que han estructurado un escudo social dependiente de ERTEs (Expedientes de regulación de empleo temporal) o por el Ingreso Mínimo Vital, no están pensando en una economía futura más tecnológica, más eficiente y competitiva. El motivo es claro y respetable: primero demos empleo, que la gente pueda vivir, luego ya veremos. 

El problema radica en lo que supone hibernar el empleo, intervenir el mercado laboral con un artilugio administrativo como los ERTEs, que estaba pensado para utilizarse durante 15 días, perpetuado en el tiempo. Manteniendo este recurso la herida no hace más que crecer. No se está presionando al tejido productivo y empresarial para que se adapte a la economía del futuro inmediato, una economía de escaso contacto, más estrecha. Los patrones de demanda de los ciudadanos van a cambiar y el tejido de producción económico deben cambiar también, no hay otra. De ahí que mantener esta intervención tan radical de la economía en muchos países lo único que hace es, desde lo público un desgaste de deuda brutal, y desde lo privado, un retraso evidente de actualización de negocios. Ambos efectos son muy tóxicos y de no retorno.

Las empresas deben asumir que van a vender menos. Sin embargo, vendiendo menos se puede ganar más, pero para ello hay que ponerse ya en marcha. Hay que detectar las oportunidades, identificar los procesos y acelerar la transformación digital. No la de Zoom y Whatsapp, hablo de la transformación digital de verdad. Los negocios de hace unos meses que eran exitosos, hoy pueden ser obsoletos, irrealizables e invendibles. Mantener este tránsito anestesiado por la ‘crisis’ lo rompe todo. Si la economía no se adapta a lo que viene, si las empresas no tienen presión para hacerlo y los trabajadores no sienten la urgente necesidad de entender un nuevo mercado, esto se va a convertir en el mayor lodazal que hayamos visto cuantos estamos vivos. 

Un ejemplo entendible. Si esta crisis se estuviera produciendo en otro momento y por otro motivo, habría un tipo de fabricante y de un producto determinado que estaría frotándose las manos. Históricamente, cuando se avecina una crisis económica se disparan las ventas de pintalabios de color rojo. Hay múltiples teorías al respecto, pero parece ser que tiene mucho que ver con una instintiva reacción de contención del gasto. Parece ser que en el caso de las usuarias de este tipo de complemento, en momentos de recesión, deciden suprimir de sus compras productos más caros como zapatos o ropa y lo sustituyen por algo más accesible que responda al mismo motivo estético. Un pintalabios no sustituye a unas botas, pero si funcionan con un objetivo similar. El color rojo, además, según algunos fabricantes responde a su versatibilidad y precio como la mejor opción.  Pero esta vez no va a ser así. Resulta que ese producto recurso en épocas de crisis, no puede ser el sustitutivo de nada en tiempos en los que su efecto queda bajo una mascarilla de seguridad sanitaria. De ahí que las ventas de pintalabios se ha desplomado en todo el mundo. Los gigantes de la cosmética se han visto sorprendidos por una recomendación u orden, según el caso y país, de llevar mascarilla. 

Por eso, en países con el mercado laboral intervenido, a los fabricantes de pintalabios no se les ejerce presión sobre su modelo laboral, productivo y organizativo. Nadie puede garantizar que el mercado volverá a ser el mismo en el futuro. Esperar a que eso suceda no ayuda. Esperar nunca ayuda. El cloroformo es muy tóxico en economía. Es preciso que la presión laboral se produzca sobre las empresas y la presión empresarial sobre las administraciones. En Dinamarca las ayudas no fueron destinadas a los trabajadores, fueron a las empresas que tuvieron que diferirlas a cubrir los sueldos de los trabajadores en empresas que sufrían la parada de la economía. El resultado es una urgencia por poner en marcha la innovación y los modelos de producción tecnológica. Donde no hay presión no hay innovación.

Para terminar. El gran desafío no es recuperar el empleo perdido, ni tan siquiera volver a tener el turismo a pleno rendimiento. Tampoco es recomponer el modelo de crecimiento anterior. Ni proteger a desempleados, ni rentas básicas, ni nada. El gran reto es, y pronto volveremos a ver como se aparece en su total virulencia, la robotización de la industria, la automatización de los servicios y la sustitución de empleos en múltiples campos. La llegada intensa y sin miramientos de la inteligencia artificial y la gestión masiva de datos, se va a llevar por delante mucho de lo que, ahora, se pretende proteger artificialmente. 

La urgencia no es el escudo social y ampararse en él. Lo urgente es recuperar el debate y el proyecto, si lo hubiere, acerca del futuro del empleo. No veo a nadie pensando en pasado mañana. Sólo veo discursos alejados del problema. Una vez la economía empiece a poder comparar cifras y, estéticamente, proporcione comparativas de crecimiento lento pero constante, en menos de dos o tres años, nos explotará frente a las narices algo que íbamos a denominar ‘quinta revolución industria’ y que, de no hacer nada, le llamaremos ‘la crisis de los robots’. Esta pandemia nos ha dado un toque de atención brutal, equivocar el diagnóstico puede ser peor a medio plazo que la consecuencia inmediata.

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Startups como modelo de cambio económico

El discurso oficial dice que la recuperación económica de España es un hecho que ilumina tanto que deslumbra y por eso no lo vemos todos. Que siete años después de que la realidad nos explotará en las narices, el sector que se lo llevó todo por delante, ha vuelto a resurgir. Frases como ‘la construcción ha dejado de ser un lastre para el PIB y ya aporta de nuevo tasas positivas a la riqueza nacional’ son cada vez más recurrentes. Y, curiosamente, de algún modo es cierto. El ‘ladrillo’ generó el año pasado casi 100.000 puestos de trabajo nuevos, lo que obviamente es significativo.
Pero la ruta pasa por muchas esquinas y la explicación, de fondo, no es tan simple. La inversión institucional en activos inmobiliarios, por ejemplo, fue de casi 15.000 millones de euros, un volumen que solo se superó en los años ‘locos’ del decenio pasado, 2006 y 2007. Pues eso, que la pasta poco a poco, quienes disponen de ella, la vuelven a ir moviendo hacía el mismo lugar y quienes podrían impulsar que se distribuyera en sectores de alto valor y menos cíclicos no lo hacen.

Ese rejuvenecido sector inmobiliario convive con un paro descomunal no obstante en todos los ámbitos. A pesar de ese destello de ser la economía que vuelve a maravillar a todo el universo conocido, se sigue con un desempleo cercano a la cuarta parte de la población en edad de trabajar, y donde la mitad de los jóvenes no tienen idea de a que se van a dedicar en los próximos meses o años, cuando no es que se han ido a buscarse la vida. Parece que algunas ‘recuperaciones’ son puro celofán. De hecho la EPA, si se mira al detalle, te explica que, aunque estemos modificando el estadio, nada desde un tipo estructural está pasando de manera significativa y mucho menos está generándose ninguna metamorfosis en lo que sería el modelo de crecimiento.

La economía española creó el año pasado casi 450.000 empleos. Bien. Ya ‘sólo’ quedan 5 millones y medio de parados. La generación de ese empleo tampoco es que sea muy rápida, seamos realistas, pero lo peor es donde y como se crean. El sector tecnológico crea lo que crea, aporta lo que aporta, pero si no se le impulsa o se hace integral en el ámbito de que todo cuanto suceda tenga que ver de algun modo con ella, menos vamos a producir. Una economía tecnológica es la ideal, pero con tener una economía tecnificada ya me vale. Y eso tampoco es que sea de tirar cohetes.

La economía española no tiene mercado laboral para los jóvenes que acaban de terminar sus carreras o sus grados tecnológicos. No se ha creado, ni cuando había dinero o ahora que vuelve a fluir según nos dicen, empleo en la economía del conocimiento y digital que nos tocaría liderar a todas luces. ¿En que vamos a ser un país de interés? La respuesta siempre es el turismo, como si fuera un campo petrolífero sin límites.

Lo malo de este año 2015 es que quienes deben estimular se lo van a pasar dando mítines. Los que tienen que aportar claves, trabajar para que se cumplan e inspirar a una sociedad a la que le urge modernizarse, seguirán incluyendo una ‘@’ delante de su nombre como máximo signo de digitalización.

Y mira que este 2015 la recuperación esa de la que hablan y bajo los términos en los que la definen se producirá. Más como consecuencia de los procesos de ajuste que han situado a la demanda interna en condiciones de volver a crecer y por el impacto de shocks externos de carácter transitorio. Hablamos de la bajada de los tipos de interés a largo plazo, la caída del precio del petróleo, la bajada de impuestos en según que puntos y la depreciación del euro frente al dólar.

De nuevo, ante nosotros, oportunidades de generar un escenario de crecimiento. De nuevo, ante todos, la opción de aprovecharlo para amontonar ladrillos en cada esquina y especular con ellos o, por el contrario, la de construir futuro a partir de la tecnología, la sociedad del conocimiento y el crecimiento digitalizado como hacen e hicieron otros.

Convertir un país en líder en innovación no es algo que se pueda poner el programa electoral de los próximos cuatro años, es un pacto de estado, algo genérico y que debe desdoblarse en el tiempo e independiente a los gobiernos puntuales. A los que les está saliendo así lo hicieron y lo mantienen.

¿Dónde hay más innovación que genera riqueza? ¿dónde esa innovación genera empleo, liderazgo y competitividad tecnológica? Allí donde el modelo startup es un modelo creíble y defendido, no sólo una moda. Allí donde el ecosistema de creación de empresas tecnológicas con emprendedores de alto potencial de crecimiento, repito, startups, es algo consustancial con programas públicos y privados, donde equivocarse es un valor añadido y donde las trabas a la propia idea de innovar no existen.

El segundo escenario de startups más potente del mundo por detrás de Silicon es Israel. Un diminuto pais que también es el que cuenta con más compañías cotizadas en el NASDAQ, solo por detrás de los EEUU. Con apenas ocho millones de habitantes, geográficamente ubicada en una enredadera, lejos de todos los centros de negocio y finanzas del planeta, es sin embargo el referente en startups del planeta tras California.

Tel Aviv, Israel en su conjunto, convirtieron las dificultades, su propio momento complejo, su crisis de hace dos décadas en una oportunidad evidente. Desde legislar a favor del Venture Capital, hasta el trabajo de concienciación al inversor tradicional israelí que hacerlo en tecnología y startups era una apuesta de Estado. Eso sucedía en los años 90, cuando todo esto era una especie de discurso hipnótico que entendían pocos. Muchos países decidieron poner ladrillo sobre ladrillo y otros, el entorno de Tel Aviv, pusieron bits, sobre bits.

Fondos impulsados desde órganos públicos marcaron el camino que luego otros siguieron. Las startups necesitan de financiacion continua para crecer rápidamente y hacerlo a costa de pérdidas. Evangelizar sobre eso no es sencillo y en el caso israelí salió bien. The Yozma Group fue el primer fondo de Venture Capital impulsado por el Gobierno de Israel en Enero de 1993. Hace mucho pero fue pionero y público. Luego vinieron otros y ahora es un hervidero.

España tiene de todo, incubadoras, aceleradoras, capital riesgo, atractivos para inversión, talento, ideas, ambición entre los creadores, emprendedores, innovadores, empresas capaces de apostar por todo ello. Sin embargo sigue sin hoja de ruta. Una ruta que nos debe llevar a una estación parecida a la que otros ya rozan y que lo hacen gracias a estrategias claras, bien pensadas, fuera de tácticas electorales y, sobretodo, sacrificando la riqueza inmediata y de barro que suponen modelos de crecimiento de juguete y peligrosos y sacrificar esa velocidad inicial por una economía escalable, inteligente y de alto valor tecnológico.

Que ya no llegamos a la fiesta a tiempo es casi evidente, pero que más vale tarde que nunca, también.

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Los taxistas utilizarán 'Uber'

Medio Londres paralizado. Los taxistas colapsan la ciudad. La gente pregunta que ocurre y la respuesta es que están protestando contra la plataforma Uber. ¿La que? Dicen nueve de cada diez. Al terminar la jornada de protesta y tras ser trending topic mundial durante horas, Uber tiene millones de usuarios nuevos en medio mundo. Independientemente de la campaña de publicidad gratuita que le han regalado ‘sus enemigos’, la plataforma debe ser analizada en el contexto de la economía, sociedad y relaciones en red en la que vivimos. Nada es como queremos que sea, es como es y lo jodido de esto es que por mucho que insistamos no hay ‘tutía‘ de cambiarlo. Puedes retrasarlo, pero no evitarlo. Lo mejor es prepararse, tomar medidas y cuando llegue casi tenerla amortiguada.
Conozco taxistas que usan Uber. ¿Se han unido al monstruo? No, a su modo de ver son adelantados a su oficio, profesionales que identifican que hay que renovarse y renovarse va más allá de si tu vehículo tiene revistas, iPads o conexión wi-fi incorporada. Son conductores que advierten un cambio más grande que el que Uber o Blablacar representan para el sector. Tiene que ve con la desaparición de la profesion en unas pocas décadas, tiene que ver con coches autopilotados y eficientes. Tiene que ver con que un ‘humano’ taxista del futuro inminente será un analista de flotas inteligentes autoconducidas que poco precisaran de la intervención de una persona. Ese nuevo empleo aun no existe, pero existirá.

Cuidado con seguir dando la razón a una gente que se marchita en su despacho. Europa es un cementerio intelectual cada vez más irrelevante en la revolución tecnológica. Hay muy poca cosa interesante y la que hay no se la potencia ni ayuda, todo lo contrario. Estados atrofiados a normas y regulaciones, haciendo todo lo posible para que no avance nada y la innovación se agote a fin de que los mercado no se abran, no sea que los grandes intereses se vean afectados.

Europa languidece pero despertará a pesar de sus dirigentes. Es un desastre de dimensiones bíblicas cuando hablamos de futuro, innovación, revolución tecnológica y negocios del futuro. Está en manos de todos cambiarlo y acabará dando razones a cuantos diseñan las herramientas del futuro. Nos hacen falta mercados sin restricciones y más valientes aceptando la realidad de nuestro tiempo para, entre todos, innovar en todos los campos. Pidiendo prohibir, cancelar o eliminar no se gana nada. La historia y el progreso lo va a pisotear todo. Si es más fácil, social, económico y rápido se te llevará por delante. Date por relevado, seas taxista o torero.

Si aquí todo va así, porque en otros lugares no. ¿Qué tienen sobretodo California, pero también Florida y Massachussets que viven un progreso tecnológico similar al del Renacimiento? Menos intervención política, regulación moderada, mercados abiertos, inversionistas que entienden que esa facilidad para innovar no se enfrentará nunca a la política restrictiva que vivimos en Europa por ejemplo.

Por ejemplo, mientras Europa se lanza contra Uber, Goldman Sachs, Google Ventures y Benchmark invierten en ella. The Wall Street Journal valora en 17.000 millones de US$ al juguetito este. Digamos que seguir con el discurso de que esta aplicación permite que ‘gente sin licencia haga de taxista’ es complicado de sostener.

El tema es que si yo tengo un coche y me ofrezco a llevar a alguien en él a cambio de que me compense por ello, la plataforma que me facilita el enlace me pide un porcentaje de ese acuerdo. Es una transacción, pero ¿que servicio se ofrece? ¿compensar el coste del uso del vehículo o el uso tecnológico? Sinceramente da igual. Regular estas actividades que ya se sitúan en escenarios que la tecnología da por superados es perder el tiempo. Lo mejor es empezar a buscar el punto de encuentro entre nuevos tiempos, nuevas imposiciones más realistas, profesiones en retroceso y acciones en red y socioeconómicas. Lo barato, rápido y social se llevará por delante el asunto.

Seguir considerando una licencia de taxi como una inversión es un error que muchos están empezando a notar. Eso ya pasó. Aquí hablamos de que la tecnología permite poner en la cesta tiempo libre de personas con artilugios que se conducen. Eso antes no era factible con esta potencia y el monopolio estaba en manos de otros. Ahora no hay monopolio por mucho que queramos impedirlo. Otra cosa es que TODOS deben regularse en aspectos como la seguridad, impuestos, calidad de servicio, y lo que sea, pero no imposibilitar un nuevo modelo que es irremediablemente parte del futuro.

¿Recuerdan lo imposible que era entender que el sector musical debía de aceptar Spotify? A Napster se lo cargaron, pero cambió el mundo. Así es la noria esta. Gira y gira te llames SGAE o te llames Kodak. Mi imagino la cara que pusieron las grandes APIs cuando Idealista empezó a poner en contacto a compradores y vendedores de fincas. Con el tiempo, Idealista es el mejor canal de venta de las inmobiliarias también

En otro post hablaremos de otros ejemplos del esfuerzo por ralentizar la velocidad a la que gira el mundo como el ‘aparente vacío que paraliza el uso de drones’. Con esto si que hay para escribir un libro. Decenas de juristas, expertos, políticos, cómicos y periodistas tratando el tema que nace viejo nada más empezar el debate.

Ministros tratando de imponer leyes, regulaciones y así atender las presiones de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Casi un centenar de empresas paradas, cancelando contratos, perdiendo inversores y viendo como años de desarrollo se pierden por culpa de este tipo de pastores. Resulta que debaten sobre quien y como debe pilotar desde tierra un dron no pilotado. Hablan de capacitar a los conductores y meriendas parecidas cuando el dron del futuro inmediato es autopilotado con sensores y geolocalización desestimando la mano humana en ningún proceso. Cuando se den cuenta, también se pondrán a legislarlo y aun lo retrasaran mas. Que alguien les avise, ganaremos tiempo.

Yo si fuera taxista, ya me habría dado de alta en Uber.

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Os invito a una conferencia

Estáis todos invitados. Es totalmente gratis. Os invito a que os registréis y a que nos veamos este próximo jueves y pasar un rato con un montón de amigos durante la conferencia que daré en el auditorio principal de la Universitat Internacional de Catalunya en Barcelona titulada ‘¿Que quieres ser de menor?’. Hace tres años que no doy una conferencia en la ciudad condal. Curiosamente uno se pasa la vida dando tumbos por el mundo dando charlas y pocas son donde a uno le hace especial ilusión. Difícilmente volveré en dar otra en breve por lo que tengo muchas ganas de reencontrarme con tantos lectores, amigos y seguidores en las redes que aseguran intentarán venir la semana próxima. Y digo difícil porque he procurado reducir el número de este tipo de actividades y he procurado . Por ejemplo, en el mes de marzo estaré en Mexico, en Colombia, en Estados Unidos y en Panamá ofreciendo la versión ‘live‘ de ‘Una hormiga en París‘.
Esto va de divertirse y nos vamos a divertir, pero también va de sacrificio y de valor, va de soñar pero va de correr, de tener ideas y de defenderlas como si te fuera la vida en ello. Por eso el mensaje que me acompañará el próximo jueves será que ‘cuando veas que no puedes más, que emprender se hace duro y difícil, que el sueño llega de madrugada y eres incapaz de teclear nada más, que el día a día se hace pesado y requiere hasta el último aliento, piensa en el motivo por el cual empezaste esta aventura y lo que ya sabías que suponía todo: ahora te toca vivir como muchos no querrán, para en el futuro hacerlo como muchos no podrán.

No pienso detenerme a pesar que muchos repiten que esto es clamar en el desierto. No lo creo, somos miles, millones de hormigas empujando para cambiar lo que otros se esfuerzan en impedir que pase. Tardaremos en girar la colcha pero la giraremos y una de las razones es que no hay otro remedio. Me niego a aceptar que esto ya no se moverá. Si se potencian redes de conocimiento, si se impulsa la proliferación del capital riesgo, si las administraciones reducen la fricción en los trámites, si el impulso a la innovación crece en lugar de menguar como en los últimos dos años, si la cultura emprendedora se transmite en las escuelas de secundaria y en las universidades, tal vez, si todo eso pasa, un asalariado que pasa a ser emprendedor lo tenga algo más fácil y con ello, un país como el nuestro, esté más cerca de la cabeza económica del mundo civilizado.

Emprender para muchos será la única salida, para otros no. Puede que muchos tengan otras opciones, pero, por higiene intelectual recomiendo ponerse en la piel del primero. Imaginemos que no tenemos más remedio que emprender. Poco a poco, conozco algún caso de emprendedores sobrevenidos, que llega el primer cliente, la primera factura, el primer empleado y el primer cobro. Esos momentos son gloriosos. Encajar la emoción que supone tocar la superficie de los sueños que hace unos meses desconocías tener es maravilloso.

Los que hemos puesto en marcha nuestros sueños, sin saber si era posible tan siquiera, sabemos que es eso depasar noches en vela, redactando, corrigiendo, trabajando en la soledad de las noches y los días que se amontonan unos encima de las otras. Vivir es ese domingo por la tarde, exhausto pero ilusionado, viendo desde la ventana del despacho como las familias pasean, las parejas hacen cola para el cine y el mundo no se detiene en su curso sinuoso de fin de semana. Obsesiones y retos, momentos duros que a veces no producen más que disgustos pero que cuando se reproducen con todo su brillo y belleza son la entrada perfecta a un club diferente, el “club de los soñadores”. Soñar y emprender van juntos, juntos en la búsqueda, tal y como están las cosas, de la única salida.

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¿Como lo vas a afrontar?

Los cambios se suceden de forma constante y sin descanso. Negarse a la evidencia te aparta del curso de la historia. Puedes no estar en ella, puedes convertirte en un ‘neoludista‘ y maldecirla públicamente, pero ella seguirá su curso imparable hacia le infinito con su compleja transformación y evolución permanente.
 

Los cambios se suceden de forma constante y sin descanso. Negarse a la evidencia te aparta del curso de la historia. Puedes no estar en ella, puedes convertirte en un ‘neoludista‘ y maldecirla públicamente, pero ella seguirá su curso imparable hacia le infinito con su compleja transformación y evolución permanente.
Los comercios pueden negarse, las empresas pueden retrasarlo, los compradores incluso pueden resistirse y, los primeros mantendrán sus tiendas en una especie de parque temático donde habitan webs sin interacción, las segundas se negarán a digerir modos de organización abierto y en red y los terceros pueden, incluso, negarse a comprar online. Cierto, pero mientras eso sucede y algunos continúen negando la evidencia, el tiempo se les abalanzará hasta llevárselos por delante. Mientras unos mantendrán sus recursos al máximo rendimiento sin obtener grandes resultados pues el mundo ha cambiado mucho, otros no harán más que aprovechar esos medios y afrontar con ilusión y valentía ese nuevo escenario digitalizado, en red e hipersocial.

Ya nada volverá a ser igual. De hecho la discusión está en si debemos o no tener una tienda online, lo que se debe discutir es en cuantos dispositivos se puede ver de manera eficiente o si estamos siendo correctos en el uso del multicanal.

La televisión como puerta y no como ventana y la red como espacio vital y no como recurso. Ya no enlazamos, ni conectamos, ahora nos unimos, nos relacionamos y construimos una amalgama imperfecta de emociones. Emociones que se traducen en acciones y acciones que se concretan en tendencias.

Es espectacular el modo en el que un gigantesco cerebro global va conformando lo que es correcto y se enfrenta cara a cara a lo que no lo es. Fijaros como, a pesar de que aun no se ganan grandes batallas, la política a nivel mundial está en franco retroceso a favor de la organización ciudadana en la red, como las empresas deben atender a sus clientes como si fueran bienes propios y el abandonarse en la red al tumulto es un suicidio como marca, institución u organización.

Ahora una cacerola es mucho más que un objeto, es una voz global en video, es el Global Noise. Recordemos que hace 15 años una fotografía se hacía con una cámara analógica cuyas instantáneas dependían de un comercio especializado. Luego fueron las fotos digitales y las impresoras, más tarde los teléfonos con cámara y ahora los smartphones que no sólo hacen fotos, las distribuyen de inmediato por las redes sociales, ya no fotografiamos, ahora compartimos momentos, sentimientos y sucesos. 

Ya no hay vuelta atrás y los directivos lo saben. En el comercio tradicional para subsistir deberá adaptarse a unas circunstancias líquidas y cambiantes. Deberán tener en cuenta que los cambios no se suceden de manera improvisada, por lo menos no los eficientes, sino que se basan en episodios bien organizados y en base a una estrategia. En mi empresa estamos transformando comercios, empresas y organizaciones constantemente y sabemos que hay unos pasos a seguir. Si quieres iniciar esa mutación síguelos o pídenos para que te ayudemos. Las fases que solemos aplicar son:

Diseño de una estrategia de cambio y definir quien la va a liderar. De manera que vamos a destacar que canales o que circuitos se verán afectados. La transformación ya no es sólo digital, ahora es tecnosocial, distribuida e hiperconectada. Se debe afrontar enérgicamente pero debe producirse poco a poco y de la mano de quienes sepan como afrontar momentos de difícil digestión, pues los cambios, a veces, se indigestan.

Estudio inverso de las necesidades del consumidor ahora que sabemos que es multicanal. Hacerlo al revés es estimulante pues permite descubrir nuevos targets, nuevos modelos en el consumidor y, a través de la identificación, aplicar procesos basados en datos y más datos.

Elección de un modelo de exposición y de una plataforma capaz de afrontar el reto multicanal. En mi obsesión por dar cobertura a este tipo de temas que acerquen la tecnología aposté por el desarrollo de varias que pudieran ser útiles. Puede ser una de ellas basada en el Saas, como puede ser una diseñada a medida.

La distribución de los productos deben tener controlados todos los factores que le afectan y para ello no se puede dejar nada a la casualidad. De hecho cuando te pones en manos de una empresa consultora en ese sentido lo que esperas es evitar el riesgo a imprevistos.

La pregunta no es ¿cuándo vas a afrontar tu transformación digital?, no, la cuestión es ¿cómo la vas a afrontar?

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'Empleo para el futuro' en ABC

Mi artículo de esta semana en ABC se titula “Crear empleo para el futuro”, y trata de ilustrar la que considero mala digestión, que de este momento histórico, está viviendo la mayoría de países de nuestro entorno. Intento definirla como un escenario que está lejos de ser una crisis de tipo financiera o monetaria y que para la creación de empleo de calidad y con garantías de futuro hay que trabajar de manera seria en ello. Hablo de que es mejor dejar las simulaciones que nos hacen ver “burros voladores por donde no sopla ni el viento“ o “simulacros de inversión o de mejora donde lo que hay es parálisis y tarifa plana“. En el artículo defino en parte la “hoja de ruta” que interpreto deberíamos de asumir todos, inclusive los que se miran todo desde la barrera.

A continuación, os dejo el texto completo del artículo:

Crear empleo para el futuro

La tripulación dice que mires hacia la derecha. Por mi escotilla se puede divisar el Montblanc. Imponentes sus casi cinco kilómetros de altura te dejan pensativo. Se asoma entre la Europa decadente y la que dice estar saliendo de la crisis. Mirarlo en un día claro es ver la mancha que divide esas dos ‘Europas’ que no dejan de ser una misma pero mal interpretada. La mala digestión de este momento histórico por parte de la mayoría de países de nuestro entorno está lejos de ser una crisis de tipo financiera o monetaria. A parte nos quedan las simulaciones que nos hacen ver burros voladores por donde no sopla ni el viento. Simulacros de inversión o de mejora donde lo que hay es parálisis y tarifa plana. En lugar de vanagloriarse de que alguna personalidad tecnológica destacada decida invertir en constructoras con balances complejos, lo que se debería de hacer es localizar el problema real y no continuar con el engaño siniestro que nos podría hundir por mayor tiempo y desaprovechar la oportunidad que tenemos frente a nuestras narices y que, quienes deberían, no ven.

Siguen habiendo dudas sobre la capacidad de retornar inversiones en países como Grecia, Italia, Portugal o España por ejemplo. Se preguntan si estamos en condiciones de ser competitivos en un mundo global y por ello de ser atractivos a dicha inversión en el futuro. En España, por ejemplo, siempre habrá negocio, eso es evidente pues cincuenta millones de individuos lo generan por combustión espontánea. Pero ¿será atractivo siempre? El inversor medio busca rentabilidad y en ese punto localiza destinos atractivos.

Llegan noticias de que se trabaja para devolvernos a la ficha de salida. Eso es algo terrible. Inversiones millonarias en promociones inmobiliarias que nos conducen de nuevo a una vida anterior como si no hubiéramos aprendido nada del desastre monumental que hemos vivido. Se pretende convertir otra vez a este país en un polo de atracción por la vía de la construcción y el turismo. Dos sectores focalizados en la mano de obra (cada vez más barata) y no en el conocimiento o el valor añadido. Las cifras del paro en los próximos meses demostrarán que esta estrategia solo conduce al trabajo temporal y mal remunerado.

La solución para salir de este círculo vicioso pasa por la creación de empresas que aporten empleo de calidad. La austeridad a la que está siendo sometida la sociedad española (y europea) no tiene sentido si con esa política no se desarrollan planes de futuro y que impulsen modelos de crecimiento distintos. No vale de nada endurecerlo todo para luego volver a potenciar al sector que nos llevó al abismo o a la generación de empleo que nos encierra en una especie de microburguesía low cost que asusta. La mitad de los jóvenes en España está en paro. No tiene sentido mantener los modelos formativos que los empuja a las listas de desocupados y pretender que todos sean lo que no pueden ser. La huida es masiva. Aquí lo que hace falta son políticas concertadas que conduzcan nuestro modelo productivo a una economía del conocimiento, tecnológico y de alto valor que pueda complementarse de manera equilibrada con cuanto teníamos y que podemos recuperar ordenadamente.

La revolución que vive el mundo, mucho más que una crisis, responde al posicionamiento de las piezas de un puzzlesocioeconómico y vital entre hombres, tecnología y política. Una economía en funcionamiento que se ajuste a la nueva realidad precisa de compradores y de vendedores y si queremos vender conocimiento español deberemos de activar todos los mecanismos para que así sea. La empresa privada, la banca, los sindicatos, la política, la prensa y la sociedad deberán poner de su parte. Todos están en condiciones de entenderlo pero no todos están dispuestos a hacerlo.

La empresa privada está a contrarreloj y las prisas suelen ser malas consejeras. La banca mantiene el discurso del saneamiento que no se cree ni el famoso Tato pues con un banco malo no se deja de ser el ‘ídem’. Los sindicatos a sus cosas (y nunca mejor dicho), la política valiéndose de su posición aristocrática para no meterse en el barro, la prensa dudando de cual es el discurso correcto y luchando contra un cambio de tiempo (que les pilló a destiempo) y la sociedad descubriendo que es eso de dejar de ser clase media. Con este panorama cuesta aprovechar el momento y darle la vuelta a la colcha.

Cuando en el siglo XIX entró una máquina de vapor a una fábrica de 400 trabajadores para que la llevaran sólo dos, hubo 398 personas que creyeron estar en una crisis absoluta y no sabían qué hacer. La sociedad nombró “crisis Industrial” a lo que siglos más tarde hemos llamado “Revolución Industrial”. Aquella sociedad aprendió a colocar a todas esas personas en diferentes sectores y a mejorar la vida de todos. Nosotros estamos aprendiendo a modificar nuestros ritmos vitales, económicos, sociales, políticos para que la gente se incorpore en esta revolución tan absoluta. Las culpas están repartidas en diferentes medidas y estamentos. Está claro que hay gobiernos que han hecho menos que otros, hay sociedades que abusaron del crédito y de la especulación absoluta, o que España no aprovechó las bonanzas para impulsar un cambio de modelo de crecimiento. Aún así, la respuesta al momento actual no está en recuperar nada, ni en hablar de crisis, sino en intervenir teniendo en cuenta que estamos viviendo una revolución en todos los sentido

Para poder vender hay que seguir con la austeridad y ajustar costes en todos los ámbitos. Esto no es solo un tema de ajuste salarial, también tiene que ver con reducción fiscal y así pelear contra la miserable curva de Laffer en la que tanta presión tributaria no consigue recaudar más dinero sino todo lo contrario por pura estrangulación.

Si queremos convertir a España en una verdadera potencia económica, esta vez no basada en la especulación y en acumular ladrillos en cualquier solar recalificado o si lo que deseamos es ver los modelos productivos vinculados al conocimiento y la tecnología, nos conviene a todos irnos dando cuenta de que esto no es una crisis y que no hay nada que recuperar, que lo que nos toca ahora es aceptar el nuevo momento, aprovechar la oportunidad, apoyar a los que peor lo están pasando y ajustar el gasto y conducirlo a donde realmente puede aportar valor.

Asusta pensar que esa hoja de ruta que nos debe conducir de un entorno en quiebra a otro de alto valor económico esté en manos de la clase política actual. Una casta que no son capaces de conectar las luces largas de la alta estrategia y se limitan a mirar el futuro en fragmentos cuatrianuales. Ahora más que nunca toca hablar de lo que importa, diseñar el modelo y actuar. La fiesta está apunto de empezar. El cambio de modelo es inminente y los ciudadanos pasaremos lista, quien no esté ahora se lo va a perder y además lo recordaremos.

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El antídoto digital

Confieso que llamarle antídoto a la tecnología digital es como aceptar que lo que ahora vivimos es una especie de tránsito venenoso al que hemos caído por sorpresa. Nada más lejos de la realidad. Estamos donde nos toca estar por nuestra mala cabeza. Unos le llaman crisis y otros seguimos insistiendo en que es un nuevo modelo que está ajustándose. En esta época unos la visualizan sólo desde la incertidumbre y con preocupación y otros la vemos como una oportunidad para pensar y actuar de una forma nueva y distinta; nuestros hábitos diarios de consumo, ocio y economía cotidiana se van adaptando a nuestro estatus económico. Hay días en que nos privamos de caprichos o otros en los que aparcamos los quebraderos de cabeza para permitirnos un pequeño lujo en honor a la microburguesía low cost, la nueva clase social la que la mayoría de nosotros ya pertenecemos.
Nuestra adaptación al cambio no se rige únicamente por la variable económica. En nuestra sociedad tiene un papel cada vez más relevante la economía digital y la tecnológica. Hablo de ese paso, casi inconsciente, de lo analógico a lo digital que nos ha permitido hiperrelacionarnos adaptando la comunicación y el consumo a los nuevos tiempos.

Desde esta nueva perspectiva, nuestro umbral de precios se va adaptando a los cambios a la fuerza. Ya nos pasó la primera vez que vimos un producto a 999 pesetas y directamente creímos que estaba rebajado porque en lugar de cuatro cifras en el precio había tres, una sola peseta cambió por completo nuestra percepción. Lo mismo, cuando los mensajes SMS valían 30 pesetas más impuestos. Hoy los usuarios de teléfonos inteligentes, con su consumo, han llevado a la empresa desarrolladora de mensajería para teléfonos móviles más usada a nivel mundial a cambiar su política de pago al pretender cobrar 0,89€ al año por un servicio de mensajes ilimitados, sin horarios, sin límites de territorio, pero lo más sorprendente es como el whatsapp ha conseguido cambiar los hábitos de comunicación de los consumidores y ha generado una necesidad de hacerse con un Smartphone, incluso entre los más reacios.

La nueva tecnología digital nos permite vivir conectados como una especie de ciencia ficción, que recibamos esa imagen eléctrica que nos cambia de estado de ánimo o que en cualquier momento podamos comprarnos comparar, decidir y finalmente comprar cualquier cosa sin ir a ningún lugar.

La integración de los cambios depende de cada uno de nosotros, como consumidores o como creadores, como noveles o como expertos, como conocedores de la tecnología necesaria o como descubridores de ella, de esa tecnología que en conjunto puede facilitarnos la tarea de mandar newsletters a todos nuestros clientes, de organizar los eventos que tan complicados nos parecen o de vender desde la red llegando a cualquier persona.

Sigo pensando que la función de los que desarrollamos proyectos tecnológicos es hacerlos cada vez más sencillos, fáciles de usar, potentes y capaces de ser asequibles a cualquiera por muy poca digitalización que le defina. Rapidez, gratuidad y comodidad en distintos momentos, procesos y hábitos de nuestra vida diaria. ¿Te atreves a adaptarte y a adoptar el constante cambio en el que vivimos?

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¿Cuál es tu papel?

Ayer lo destacaba el Blog Salmón. El ministerio de “trabajo” se lo tuvo que pasar en grande viendo como todos los medios de comunicación en España se vanagloriaban de una gran decisión política que eliminaba 36 tipos de contratos de trabajo para que se quedaran en 5. En el país de la teletipofagia es fácil que pasen cosas como esta. Suele ser cada vez más evidente que una nota ni se digiere ni se verifica para llegar al detalle. No se eliminan contratos, se agrupan los modelos y lo que se eliminan son los formularios. Es de risa.

“Mediante esta simplificación administrativa se pasará de los 41 formularios existentes en la actualidad a 5 los modelos de contratos de trabajo: contrato indefinido, contrato temporal, contrato de relevo, contrato de prácticas y contrato de formación y aprendizaje. Báñez ha explicado que la existencia de un elevado número de formularios y un sistema complejo de bonificaciones a la contratación supone una barrera para el pequeño empresario. “Es un problema que solventaremos dentro muy poco. Los trabajos técnicos ya están muy avanzados y se negociará con los agentes sociales”.

La realidad era menos bonita. Como si no tuviéramos pruebas que demuestran que donde dice una cosa luego significa otra. Ley de emprendedores que no se ponen en marcha, cifras de paro que ocultan millones de personas que están en “formación”, la reducción de la huida masiva de personas no contemplando que el que se va no suele empadronarse en el nuevo destino, brotes verdes que son pura ficción o la insistente negativa a afrontar de verdad los tiempos que nos ha tocado vivir.

Tiempos que, siendo una suerte poder protagonizar, la inutilidad generalizada de nuestra clase política y el miedo a no tener ellos mismos futuro cierto debido a su mediocridad manifiesta, se están convirtiendo en tiempos de penuria y miseria endémica.

Mientras la ministra Bañez, que en octubre saldrá a patadas del consejo de ministros (siempre pongo en minúsculas estas cosas), nos ofrece nuestra dosis semanal de subnormalizante, el mundo sigue girando en dirección contraria. Se está perdiendo la oportunidad. De verdad que es desesperante como el debate se ciñe en lo insustancial, en sus cosas y en la inferitilidad de la endogamia política.

Que se vaya la ‘golden girl’ a Miami o no, no deja de ser un capítulo más de la telenovela política en la que vive España y Europa en general. Lo sustancial es que miles de niños en un país que fue “Champions League” estén desnutridos por culpa de la situación económica. Que bancos que muestran millones de euros de beneficio gracias a que nos han esquilmado lo que teníamos para afrontar retos futuros se nieguen ahora a ofrecer crédito y despidan a sus plantilla por la espalda y sin avisar. Un continente que se enfurece contra quien pone en juego sus vacaciones o por que le cierren una televisión pública pero que ni siquiera se inmuta por las cantidades astronómicas que se le pagan a adolescentes por salir en programas de televisión misóginos.

Tiempos de revancha y cambios fundamentales se acercan. Todos tenemos un papel a jugar. Unos en la franja social procurando estimular conciencias, descloroformizando a una sociedad aletargada por el miedo a dejar de ser “clase media”. Pronto sabrán que hace mucho que dejaron de serlo y ahora pertenecen a una especie de “microburguesía low cost” esperpéntica. Otros deberán meterse en política. Hablo de gente nueva capaz de estructurarse mediante mecanismos distintos y abiertos. Pero de verdad, no como lo hacen los de siempre. Tener un perfil en Twitter no te hace mensajero del o-Gov, ni te confiere conocimiento. Hablamos de mucho más. Otros deberemos seguir montando empresas, aportando cuanto sabemos hacer y procurar que la globalidad, la digitalización y los criterios de la Nueva Economía permitan un cambio real en nuestro entorno. Todos tenemos un papel en este momento histórico que debemos vivir. ¿Cuál es el tuyo?

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Internet en 60 segundos

La gente de Qmee publicaron hace unos días un infográfico muy interesante. Permite hacernos idea de la envergadura real que supone la red hoy en día. Lo social ha dado paso a un eléctrico paso de la información por todas partes. El aumento de velocidad no se ha dado tan solo por la mejora de los sistemas de información o de la tecnología aplicada a nuevos lenguajes y orientaciones a objetos o servidores. Lo realmente trascendente en ese cambio de kilometraje ha sido la socialización de todo.
La actividad online en apenas unos minutos es de tal calibre que se asemeja a cuando miramos hacia las estrellas y nos vemos tan minúsculos. Todo sigue mutando, cambiando y procesando los tiempos digitales que nos toca vivir y que por suerte van a cambiar y mejorar todo nuestro entorno. Es fascinante descubrir que en apenas 60 segundos se producen 2 millones de búsquedas en Google o que se suben 72 horas de videos a YouTube. Con 204 millones de correos electrónicos enviados cada minuto, el ‘email’ sigue siendo el rey.

60 seconds

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Es ilógico, lógicamente.

Según figura en el ensayo de Enrique Krauze “Por una democracia sin adjetivos”, durante el período 1867-1876 bajo las presidencias de Benito Juárez< y Sebastián Lerdo de Tejada, se estableció en México un sistema político democrático en el cual no había partidos políticos. Hay más casos. Desde países africanos hace unos años hasta la antigua Grecia hace siglos. En España vivimos días en los que ideas como esa tomarían un tremendo sentido. Parece increíble que la honra del presidente del gobierno esté siendo manoseada de manera certera por un preso preventivo y el jefe de la oposición, quien debería liderar el asunto de la regeneración ni tan siquiera ya es de esta generación. Si miras un poco más allá sólo ves cadáveres morales por todas partes. En la “periferia” cada uno aguantando los pilares de su mansión arruinada y repleta de dudosa legitimidad. Los “nuevos” líderes que encabezan ofertas diferentes no son más que disfraces de la misma merienda de siempre. Populares simulando una salida de la crisis que da vergüenza ajena, socialistas amnésicos acerca del barrizal que organizaron hace apenas una legislatura, una izquierda unida cuyas propuestas para salir de la “crisis” es rezar a San Keynes hasta la extenuación y una orgía de partidillos y partidetes que suelen estar liderados por encabronados de los partidos anteriores, y que por muy original que sea el color elegido no dejan de ser un tono arriba o un tono abajo del pantone originario.
No quiero entrar en el análisis de la modalidad política que debería afrontar el momento nauseabundo que vivimos. No soy nadie para establecer eso, no es lo mío, eso se lo dejamos a los entendidos de tertulia. A mi lo que me preocupa es la deriva económica que en paralelo va tomando todo y lo profundo del pozo. En definitiva, todos ellos, siguen lejos de entender que la vida no es la misma y que los muros construidos para defender regímenes y modelos de estado ya no se aguantan como antes. Tienen que abandonar la política para darse cuenta. Apenas hace una semana un ex ministro utilizó una de las frases que yo mismo repito con insistencia desde hace meses y que, incluso, titula una de mis conferencias.

https://twitter.com/miguelfc/status/354995416024100865

Estamos en ese punto en el que la política no quiere o no puede ver lo que pasa y, a cambio, sigue manejando asquerosamente el vocabulario anestésico y pueril hasta el cansancio. Ese instante en el que los responsables de liderar este momento, el cambio de era, la mutación del modelo de crecimiento de un país, continúan con un discurso maniqueo e infantil basado en el “yo soy el bueno, los otros eran los malos”.

La entrevista de este fin de semana a De Guindos en El Pais debería de incorporarse al conjunto de pruebas que demuestran que estamos en manos de un cúmulo de irresponsables patológicos o de titulados en las mejores universidades del mundo pero que no tienen puta idea de lo que tienen entre manos. He revisado dónde han ido todos estos para no llevar a mi hijo. Sin embargo no es un tema de estudios, tal vez es de experiencia. Es difícil saber de empresa, motor económico por excelencia, si lo más cerca de tocar una fue cuando asististe al estreno de la segunda parte de “Wall Street”.

De Guindos, con buena fe supongo, habla de la lógica, de los brotes verdes pero los llama flor de invernadero. Hay más locuras similares que dejan a otros ministros del pasado en simples aficionados a eso del suministro de cloroformo espeso. El hombre no ceja en atender a la lógica y a lo que es normal que suceda, incluso cuando dice que hay ciertas incoherencias en la aritmética lo disfraza de lógica social.

Sin que sirva de precedentes le doy la razón. Obviamente vamos a salir de la crisis, eso es fácil de que se pueda evidenciar pues no estamos en ella. Por supuesto que vamos a dejar la recesión por fin, eso no tiene mucho mérito tras tantos trimestres en caída libre. Abandonarla es un término técnico que se formula con un comparativo inmediatamente anterior. Cuando estás en tasas de producción tan bajos, compararte con una época buena como la que el verano turístico produce, lógicamente, genera un crecimiento mínimamente superior. De esa manera, técnicamente, sales de la recesión. Pero la lógica tiene muy mala leche y a pesar de todo, ilógicamente, seguiremos cayendo en términos brutos y mantendremos a millones de personas pérdidas ante su propia pesadilla, miles de jóvenes huyendo y familias perdiendo sus viviendas. Seguirán los sueños esparcidos por el suelo mientras por fin salimos de la recesión. Menuda bazofia ilógica.

¿Me permiten un apunte sobre la lógica? Vamos a poner un ejemplo sobre la lógica que éste buen hombre maneja. Hace unos días hubo un buen dato del paro en los Estados Unidos, es decir, que bajó el número de desempleados. Por lo tanto era síntoma de que la economía va mejor o tiene visos de que así sea. La lógica hubiera provocado un alza en las bolsas, pero la ilógica provocó una caída espantosa de la misma. Los índices americanos se quebraron un 1,5% de media.

La razón era simplemente el miedo a que si las cosas pintan mejor la Reserva Federal pudiera dejar de ofrecer estímulos como hasta ahora en la economía yankee e incluso retirarlos. En Europa se contagió el asunto y también se perdió bastante. En España casi un 1,7 y en Frankfurt un 2,36 por poner un par de ejemplos. Es decir, que la lógica que defendía un elemento básico tuvo que refrendarse con otro ilógico. Tal vez, pero para mí la lógica es lo que pasó y no lo contrario.

La caída de las bolsas demostraba que la previsible mejoría del mercado americano ya no se aguantará por mucho más tiempo. A vista de los inversores, si no hay estímulos e inyecciones de dopamina financiera la cosa empeorará de inmediato. Es decir, que como dice mi buen amigo Daniel Lacalle, no se puede mantener por más tiempo ese abuso del recurso infinito, pero si lo quitamos se evidenciará el estado real del asunto. Parece lógico, pero resulta que la lógica dice que sino lo seguimos haciendo, todo se cae, ¡que ilógico!.

En todo caso, para mí lo único lógico es la llave ilógica. Seguiré defendiendo que el tiempo de la lógica terminó y que ahora toca vivir una nueva era donde todo, tal y como ahora lo vemos, pudiera ser necesariamente sustituido. Vivimos cambios a tiempo real y es lo único importante. El resto vendrá, inclusive la política. Quieran o no, sucederá. Siempre pasó y volverá a pasar. Los hombres viven sus revoluciones como si fueran crisis, pero la realidad es plomiza y se esfuerza en ser real.

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¿Generación invisible?

Leo en ZeroHedge que la riqueza de este mundo sigue en manos de muy pocos. De hecho, menos del 1% de la población mundial atesora casi el 40% de la riqueza del planeta. Comentan acertadamente en Gurusblog por ejemplo que “uno se pregunta en que años los historiadores consideraron que salimos de la edad media, porque en cuanto a distribución de riqueza, uno tiene la sensación que han pasado épocas y régimenes y todo sigue más o menos igual”.
Las cosas no han hecho más que empeorar y parece que el ajuste que el mundo está sufriendo no finalizará de momento. Los que fuimos llamados Generación X lo sabemos bien. Un estudio reciente que atiende datos entre 1989 a 2010 recogidos por la Junta de la Reserva Federal y por la Universidad de Michigan, localizaron que la generación X (nacidos entre 1966 y 1975) se situaron en el nivel de deuda más alto hasta la fecha conocida. En Estados Unidos esas deudas venían por tarjetas de crédito y por préstamos estudiantiles. Precisamente esa cultura del crédito impulsó el auge de la vivienda y la hipoteca. La llamada crisis se llevó por delante todo ese impulso y azotó como nunca a toda una generación. Eso, de una u otra forma lo estamos viviendo en otros lugares. La cultura de la deuda no fue sólo una operativa bancaria sin razón, también estuvo inyectada en al cadena alimenticia del género humano durante décadas.

Mientras los primeros “Baby Boomers” (los nacidos entre 1946 y 1955) y los “Baby Boomers tardíos” (los nacidos entre 1956 y 1965) también sufrieron durante la recesión, éstos sólo perdieron sólo un pequeño porcentaje de su patrimonio neto promedio: se calcula que un 28% los primeros y un 25% los segundos. El informe al que me remito señala que los de la Generación X están siendo expoliados técnicamente por el propio sistema en más de un 60% de manera global. Mucho de todo esto tiene que ver con el modo en el que se está atendiendo el cambio de modelo en el crecimiento de muchos países.

En estos momentos hay una nueva definición generacional que impera en la socioeconomía y que se refiere a la llamada “generación why?”. Esta definición básicamente explica un modelo de consumo o de comportamiento, pero tal vez vaya mucho más allá. Sus motivaciones parecen muy distintas y sus limitaciones también están más claras. A pesar de la conciencia de que los jóvenes de hoy en día están bajo el modelo subsidiado familiar podríamos estar ante el nacimiento de un modelo de relación con el entorno que excluye el coste del mismo, la acumulación de riqueza por el mero hecho de tener más y ante el consumo digestivo de las cosas. En ese entorno y modelo se aprecia como la red es el ecosistema de relaciones que permite preguntar y responder a todo de manera colectiva e inmediata. Pasan muchas cosas en el mundo por ese motivo y por esa acción activa y determinante de los que “no tienen nada” o “no quieren tenerlo” y se conforman con vivir a su manera y disfrutar, aparentemente, consumiendo.

Tal vez la respuesta a los nuevos tiempos no esté en cifrar cuanto patrimonio pierde una generación. Posiblemente, en ese cambio de era que decimos estar viviendo, lo que sucede es que la tasa y valor de cuanto poseemos es menos matemático. Podría ser que acumular conocimiento, por fin, fuera un valor que supere a lo que con ese conocimiento se puede comprar. Cuando una idea valga más que lo que se puede fabricar con ella, algo sustancial estará cambiando.

De generación X a la Y, a los milenials y ahora a los “Why?” Tengo la suerte es que convivo con ellos. En el trabajo mi equipo está plagado de ellos. No tiene que ver con la edad, tiene que ver con el modo en el que miras la vida. Mi suerte es que me rodean. En las universidades de medio mundo por donde tengo el privilegio de dar clases o charlas los hay a millares. Estaban antes y lo están ahora con todas las consecuencias. El mundo está en punto de ebullición. No es necesario dar muchas vueltas para ver que, a cada esquina, la revolución es inminente. No hablo política, social o económica, hablo de una revolución íntima que como individuos se está llevando a cabo y que desemboca, ya, en grupos sociales que deciden dar la vuelta a la tortilla.

Negocios encaminados a ese nuevo marco dependen de que entendamos su real ubicación, menos lejana y quimérica de lo que pensamos, mucho más cerca de lo que se pudiera pensar. Como escuché del Profesor Correa Alfaro “Los Why? están marcando están marcando tendencias y cambiando la economía del mundo. Se mueven por incentivos distintos a las generaciones anteriores. Aunque nacieron después de la creación de Internet, han crecido frente al computador.”

No les limitan las fronteras nacionales: ven al mundo como un solo gran mercado. Son estudiantes o profesionales jóvenes que las tiendas no han logrado atraer mediante las viejas fórmulas publicitarias”. Creen en la e-Zona, la que vende más. El propio Profesor Correa enumeró su estilo de vida en un estudio hace algunos meses.

Los Why? “buscan conectar la vida familiar, laboral y social. Si antes la profesión era la elección más importante en la vida, para los más jóvenes el estilo de vida es la máxima, incluso frente a incentivos económicos. Por ello, aspectos como el lugar donde vivir, el ambiente laboral o simplemente disfrutar la vida son más importantes y permiten la movilidad como nunca”

A la hora de elegir trabajo, prefieren empresas donde puedan destacar y dejar su marca personal. Privilegian la flexibilidad por sobre la estabilidad laboral. Son creativos y capaces de realizar varias tareas a la vez. En Estados Unidos, en 2011 se espera un gran cambio demográfico, cuando los más viejos de los baby boomers jubilen a los 65 años, lo que llevaría a más miembros de la generación X (nacidos entre 1960 y 1980) a los puestos más altos de las organizaciones, mientras los Why? ocuparán los cargos medios, lo que ya estaría ocurriendo.

Están familiarizados con Internet; la comunicación móvil en tiempo real y permanente; y las tecnologías de la información, aunque en esto son superados por sus herederos, la llamada generación Z (los menores de 15 años). Los “why?” son los primeros en nacer con Internet. Los Why? no sólo compran por internet. Según Paola Angelo, directora estratégica de Universal Mc Cann, “son consumidores muy informados gracias a su cercanía con Internet y consideran las opiniones de su grupo de amigos”

Para atraer jóvenes creativos a la empresa, Xerox ha elegido el eslogan “Expres Your Self” (“Exprésate”). La estrategia responde a la tendencia de los Why? de mostrarse a través de sitios de Internet. Según Pew Research, un 54% de los jóvenes estadounidenses entre 18 y 15 años ha usado redes sociales como MySpace o Facebook y un 44% ha creado su propio perfil con sus fotos, hobbies o intereses. Es común que sepan más de un idioma y hayan viajado al extranjero a estudiar o trabajar. En Estados Unidos son el grupo social más diverso, uno de tres provienen de una minoría.

Conocen y les preocupan los temas medioambientales y sociales, los que discuten y difunden vía Internet. Prefieren marcas que comparten sus preocupaciones, como el reciclaje, la protección a los animales y el fair trade (comercio justo). El 69% de los Why? en EE.UU. considera el compromiso ambiental de la empresa a la hora de comprar y un 83% dice que confía más en una compañía social y medioambientalmente responsable. Como comparten experiencias a través de redes sociales, las marcas que logran crear un ambiente de comunidad y comunicación bidireccional con sus consumidores son preferidas por los “Why?”, como el caso Apple.

Es cierto que mucho, no obstante, deberá cambiar. Está claro no obstante que, ya no tanto por una u otra generación, la superficie de todo esto está mutando. Algunso verán simples cambios en hábitos de consumo, de relación social, de nuevos actores económicos o de tendencias sociopolíticas. Yo veo mucho más y espero que así sea. Espero seguir apostando por negocios digitales, que apunten a una nueva propuesta en el que los actores del acto económico se sientan mejor.

Tal vez lo que toca es inspirarse más en la llamada Generación “why” y dejar de mirar hacia lo que ha pasado y cuestionarse lo que está pasando, pues afecta directamente a los retos en los que, como sociedad, estamos inmersos. Una generación aparentemente invisible, que circula por caminos y atmósferas propias y que con el tiempo modificará el valor de la riqueza y su reparto. Estoy seguro.

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Marc Vidal Marc Vidal

Invertir en Startups

Tras el susto vivido en Chipre muchos se preguntaron si era seguro tener un depósito. Tan seguro como cualquier producto financiero. A mi modo de ver en unos dos años, la medida de laboratorio de Nicosia se vivirá en otros lugares. Todo ha sido un desastre bíblico y alguien tiene que pagarlo. De no aceptar una crisis, se pasó a comérsela cruda, tras no aceptar un cambio sistémico se pasó a una digestión keynesiana, de no aceptar una quiebra del sistema se pasó a los recortes masivos, y ahora, de no querer trasladar el gasto a todos se pasará a que paguen los que la fastidiaron.
Me queda claro que aquello que era tan “seguro” no lo es. No lo fue invertir en inmuebles que nunca bajarían, en el sistema financiero español pues era el más robusto del mundo u opositar para funcionario que era ideal de la muerte. Nada es seguro y nada es arriesgado por derivación. Te pasas la vida ahorrando porque te contaron que eso era lo que tocaba hacer y puede que te quiten parte de lo acumulado por orden divina, te compras viviendas como patrón inversor y descubres que al final te sale más caro tenerlas que no y te pasas la vida creyendo que Disney era un paraíso y resulta que también debía haber mala gente.

Yo casi siempre aconsejo, la inversión corporativa, la de invertir en empresa. En rondas privadas de captación de recursos (nunca públicos) lo hacemos para mis propias empresas (en las que creo lógicamente) y en otras como en las que invierto como Business Angel también (en las que considero una opción viable). Si además son empresas de base tecnológica mejor y si tras ellas hay experiencia las opciones mejoran. He creado un buen número con algún fracaso y éxitos notables y seguiré pensando que, visto lo visto, no es tan mala idea seguir apostando en ese tipo de inversiones.

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Marc Vidal Marc Vidal

De empleado a emprendedor

de empleado a emprendedorSe acaba el sueldo fijo o, por lo menos, se debilita. La producción está mutando y el consumo de productos se reduce hasta ofrecerse en forma de servicios. La contratación en general mengua y la tradicional casi desaparece. Sin contratación no hay salarios y a este paso está en riesgo de convertirse en una especie de reliquia. No sucede exclusivamente por estar viviendo tiempos difíciles, sino por que los tiempos están cambiando de un modo inédito. Si las huelgas ya no tienen efecto por no responder a los criterios de vanguardia, el trabajo tampoco parece tener garantizado el modelo al ser un derivado de otras épocas.
Ha llegado el momento de inventar otro modelo de emolumento. Ahora la economía es mucho más dinámica y se basa en estructuras de productividad enlazadas con el capital tecnológico en la mayoría de los casos. La economía del conocimiento está avanzando y, poco a poco, generará espacios laborales sólidos y con una repercusión salarial mucho menos aislada. El emprendedor y el autónomo dependiente dan respuestas mucho más elementales a una economía flexible y dinamizada, donde lo que hoy es evidente, mañana es opaco y donde lo que ahora funciona perfectamente, mañana precisa de una metamorfosis brutal.

Una de las opciones para enfrentarse a un panorama complejo en lo laboral es inventarse el oficio, el puesto de trabajo y el modelo de negocio. Observar las necesidades y buscar el nicho. A partir de ahí se debe apretar los dientes y ofertar una capacidad multiplataforma donde el emprendedor sea capaz de auto crearse la actividad y crear valor añadido a otras existentes. En esa prestación de servicios inmediatos puede estar el origen de una empresa. ¿Por qué no? El puesto de trabajo del futuro es el que te inventes tú, no el que te ofrezcan. Piensa que hace falta y fabrícalo, piensa que hace tu vecino y mejóralo.

Pero no nos equivoquemos, emprender por el mero hecho de emprender no lo soluciona todo, a veces nada. Lo que nos concede es la energía necesaria para adoptar los cambios vitales y personales que nos permitirán ser más libres, estar más en sintonía con nuestro propio destino y nuestros propios anhelos. Me niego a aceptar que esto ya no se moverá. Si se potencian redes del conocimiento, si se impulsa la proliferación del capital riesgo, si las administraciones reducen la fricción en los trámites, si el impulso a la innovación crece en lugar de menguar como en los últimos años, si la cultura emprendedora se transmite en las escuelas de secundaria y en las universidades, si, tal vez, todo eso pasara, un asalariado que decide ser emprendedor lo tendría algo más fácil y con ello, seguro, un país como como cualquiera de nuestra órbita estaría más cerca de conquistar su propio destino y de colocarse en la cabeza económica del mundo civilizado.

Emprender para muchos es la única salida, para otros no. Incluso a veces hablo del “emprendedor por cuenta ajena” como agente de cambio en las organizaciones. Personas que sin jugarse el patrimonio se juegan su propio crecimiento junto al sueño de otro que viven como suyo. Puede que otros tengan más opciones, pero, por higiene intelectual recomiendo ponerse en la piel del emprendedor. Imaginemos que no tenemos más remedio que emprender. Poco a poco, y conozco algún caso, los emprendedores sobrevenidos se convierten en puros dreamers que logran conseguir sus metas. Sucede cuando llega el primer cliente, la primera factura, el primer empleado y el primer cobro. Esos momentos son gloriosos. Encajar la emoción que supone tocar la superficie de los sueños que hace unos meses desconocías tener, es maravilloso.

Los que hemos puesto en marcha nuestros delirios, sin saber si era posible tan siquiera, sabemos que es eso de pasar noches en vela, redactando, corrigiendo, trabajando en la soledad de las noches y los días que se amontonan unos encima de las otras. Vivir ese domingo por la tarde, exhausto pero ilusionado, viendo desde la ventana del despacho como las familias pasean, las parejas hacen cola para el cine y el mundo no se detiene en su curso sinuoso de fin de semana, es duro pero necesario. Al final, piensas, vale la pena. Ser esclavo de la libertad absoluta es preferible a tener la libertad de uno mismo totalmente esclavizada. Piénsalo.

Emprender en Internet es de lo que puedo hablar. Conozco algunas claves del negocio en Internet y las he desarrollado en múltiples ocasiones. Está claro, no obstante, que nunca se sabe todo y siempre aprendes algo nuevo que da al traste con todo lo anterior. Es eso lo maravilloso, esa sensación de no tener puta idea de nada y que todo está por descubrirse aun.

Os dejo con un gráfico que me ha encantado por como analiza lo que está pasando en el mundo y donde se determina que los empleados de hoy se irán convirtiendo en emprendedores. Explica como el mundo sustituirá trabajadores por empresarios.

Tras los ataques del 11S en los Estados Unidos, una gran cantidad de empresas reaccionaron a la caída de la economía mediante la sustitución de los empleados con emprendedores. Tuvieron que reducir los costos, y uno de los mayores gastos de una empresa es el trabajo. Se deshicieron de algunos empleados (que también se deshizo de las prestaciones y otros gastos relacionados con los empleados) y los reemplazó con trabajadores contratados.

Como yo mismo hago en mis empresas, se va extendiendo el modelo de “sharing my Business” entre los empleados y colaboradores hasta convertirlos en empresarios y socios. Esta es la era de nuevas empresas que se encuentran en una posición única en lo que respecta a sus trabajadores. Ofrecer a un empleado un puesto de trabajo estable con beneficios y con un salario consistente requiere estabilidad y eso hoy en día es una quimera en la mayoría de los casos. En mis compañías reservamos espacio para los que quieren crecer dentro o fuera de nuestros propios proyectos permitiendo que de algún modo todos seamos parte de un reto gigantesco algún día y estimulante siempre. Una startup es todo riesgo, es aceptar la inestabilidad para perseguir un sueño, que de alguna manera va en contra de la estabilidad necesaria para contratar empleados.

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¿Eres un emprendedor?

No todo el mundo debe ser un “emprendedor que monta empresas”. Sería absurdo, como tampoco podemos reducir todo esto a un mensaje de que “para salir de una hipotética crisis es preciso que todo Dios se ponga a emprender”. No tendría ni pies ni cabeza. Lo que si tenemos que procurar es incentivar que la mayor parte de gente que está en condiciones de ser emprendedor lo sea”. Sean cien o mil buenos serán. Ese nuevo curso deberá estimular otros cambios y entre ellos los que dinamicen a una generación aburguesada en la nada y que peligra como clase.
¿Te has preguntado si eres uno de esos emprendedores a los que todo el mundo alude? ¿Te has preguntado previamente si tienes los rasgos de un emprendedor? ¿Estas dispuesto a arriesgar tiempo y dinero tuyo¿? ¿Estas en condiciones de enfrentarte a las dificultades que supone ese desafío? ¿Has inventado algo? ¿Estás dispuesto a que tu empresa deje de funcionar sin ti algún día? ¿Has entendido que significa que la sociedad está aletargada, adormecida, insensible, y somnolienta?

Si has aceptado que tanta analgesia social no es buena ni para ti ni para los que vengan en el futuro, que existen opciones para cambiar el mundo que nos rodea desde una actitud crítica pero activa, de disposición al cambio y de puesta en marcha del motor colectivo, entonces este blog está sirviendo para algo. Habrá servido para interpretar un método, uno más de tantos, pero que sin lugar a dudas puede ser efectivo. Sigo intentando situar el escenario, hablar de un ecosistema que se resiste a morir pero que se regenera poco a poco hasta el punto que pronto parecerá otro. Es imprescindible buscar nuevos modelos de creación económicos, de territorios de conquista para los nuevos emprendedores y de que podemos hacer para padecer lo mínimo posible como sociedad que despierta de su largo letargo.

Durante un viaje en el Tren de Alta Velocidad francés, entre Bruselas y París, Loic Lemeur y yo estuvimos listando las oportunidades que considerábamos nos ofrecía el futuro: “es preciso que hablemos de talento global, de pensar diferente, de pensar compartiendo, de conectar cerebros, de cuenta de resultados de las ideas, del efecto contagio de la colaboración, de la garantía de la exclusividad como valor del compartir, del caudal de pensar conjuntamente y no tanto en equipo, de cambios inevitables, de gestión del conocimiento en las organizaciones del futuro, de modelos y razones de las comunidades virtuales, de alianzas de éxito como valor democrático de las empresas más débiles, de sociedades dinámicas, de las ventajas de esta crisis, de los negocios transparentes y de la recesión permeable.

Al llegar a Chatêlet ya tenía claro que los que entendieran que esos conceptos son los vértices de un polígono repleto de ventajas, tendrían muchas más herramientas para decidir. Cuantos más seamos más sentido tendrá llevar ese brazalete, esa pulsera de la verdad, del conocimiento, del pensar por nosotros mismos. Es momento de razonar, de emprender, de construirnos de manera individual a partir del conocimiento y no tanto del discurso oficial, para entre todos ir estimulando nuestro entorno en modelos económicos nuevos.

Estamos a las puertas de una revolución como ya lo estuvieron otros antepasados, sólo que esta vez es digital, orgánica, distribuida y global. Hace algún tiempo, al confluir diversos factores se reprodujeron sistemáticamente otros grandes cambios. La revolución industrial y tecnológica fueron grandes elementos de cambio, y  convivieron con una crisis sistémica que adelantaba una mutación real y evidente en todos los estadios de la economía. La manera de traducir aquellos cambios siempre condujo a mejores escenarios pero también con una fractura notable del propio sistema. El modelo financiero actual que se sustenta en un crecimiento del valor del dinero por encima del coste real del capital, ha provocado un desajuste insalvable a estas alturas, pero considero que más que una causa, no deja de ser una consecuencia de algo mucho más transversal y que la tecnología de la información ha acelerado, en definitiva es la gran oportunidad que unos pocos, espero que miles, sepan aprovechar para cambiar el mundo de otros muchos, espero millones.

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Adaptarse al cambio

En este blog se habla de modelos de negocio, de gestión de formatos en entornos de nueva economía que puedan sustituir los más tradicionales. Obviamente no es factible mutar una modelo de crecimiento de la noche a la mañana ni tampoco puede ser posible que una territorio que vivía de acumular ladrillos pase a ser el paraíso de la biotecnología aplicada. Eso no puede ser y además es imposible. Lo que si es una opción es revisar como se puede transformar una parte de todo ello a pesar del escepticismo que despierta. No quiero parecer el inventor de nada, ni el vendedor de cosas que puedan ser interpretadas de cambio imprescindible o que, con el análisis de hoy, se pretenda trasladar la impresión que defiendo este tipo de empresas como las “mejores” o “únicas” para el futuro de todos los emprendedores. Hoy sólo quiero dejar una muestra diáfana de por donde van algunos modelos de gestión, de negocio y de innovación en la producción y su consumo que poco o nada tienen que ver con lo que ahora define nuestra modelo socioeconómico que languidece y muere poco a poco.
En un entorno económico en K.O. técnico, los nuevos modelos de negocio que sepan adaptarse, podrán sobrevolar los tiempos duros que aún quedan por soportar. En ese nuevo territorio aparecen conceptos como la economía relacional o de la atención, donde las nuevas aportaciones que las redes sociales y los escenarios digitales distribuidos ofrecen un canal claro para ajustar costes y cristalizar modelos. Tenemos múltiples ejemplos de cómo empresas minúsculas lograron destacar en esos escaparates socializados.

La cúspide del debate entorno a esos nuevos entornos está colonizada por el famoso asunto de los derechos de autor y los activos que pueden ser copiados. En este sentido y para diferenciar factores me interesa que se comprenda que cuando algo es libre, no necesariamente es gratis y que en esa libertad de copia e incluso en su gratuidad puede estar la clave del negocio. Sabemos de grupos musicales que venden más y de manera reiterada por que entregan gratis en un modelo freemium algunos de los temas de sus nuevos productos. 

Durante un debate sobre economía del futuro (curioso compuesto) tuve una recriminación por parte del público criticando que mi discurso era una repetitiva exposición sobre que el “mundo ha cambiado mucho y que sólo nos quedaba una opción: adaptarnos”. La verdad es que, aun respetando la opinión, me reitero en mi posición. Digamos que en los entornos económicos actuales el valor que más peso específico supone es la de “no erosión” o la de reducir al máximo los elementos que intermedian entre la creación de un producto y el consumo del mismo.

Esto sirve para todo y por ello se debe tender en este nuevo escenario donde limitar la fricción es fundamental, el crear empresas que no precisen de intermediarios en ningún campo, ni vendedores (ecommerce), ni distribuidores (fcommerce), ni publicidad asociada (socialshopping), etc… En ese sentido el producto cultural en Internet es la máxima expresión de la reducción de ese factor, hasta el punto que el soporte y la copia dejan de tener valor ya que con un click puedes obtener una copia. Los que critican ese hecho lo hacen desde el punto de vista de que debe abonarse un importe determinado en consideración del hipotético valor derivado de esa copia y no del uso de la misma. Olvidan que cada una de ellas permite que el producto circule más y por extensión sea más conocido.

Este asunto es válido para los productos culturales y para cualquier otro que pueda ser efectivo en la gestión del comercio electrónico y susceptible de aceptar nuevos entornos valorados en las comunidades en red. La relación de la industria creativa y formal con la distribución libre (que no gratuita) y/o descargas en Internet ha sido muy dura en una primera fase pero eso está cambiando a medida que, esas plataformas comerciales, van comprendiendo el nuevo entorno viéndolo como un aliado más que como un enemigo. La nueva relación “autor-consumidor” suele traducirse, como demuestran las estadísticas en un mayor consumo de esas creaciones.

Que la industria discográfica ingrese menos no es culpa del consumidor, sino de una deficiente adaptación al nuevo escenario. Ahora la gente consume más y por eso compra más también, pero compra en otros modelos y en lo que se ha venido a llamar “long-tail”. El ejemplo más fácil de comprender (radicalizando) es esa larga cola permitiendo que un consumidor compre directamente a un creador de modo totalmente legal tras haberse enamorado de su música en una descarga irregular o de haber escuchado la recomendación de alguien que hizo eso mismo.

En este debate suele malinterpretarse el valor de lo “gratis” y lo “libre”. El malentendido surge de la palabra en inglés que significa ambas cosas con un término único: “free”. Cabe determinar que libre no es gratis. Lo que se puede copiar libremente no significa que tenga un coste cero, pero resulta que Internet elimina la dependencia del autor sobre el soporte y por consecuencia deja de depender de una factoría de grabación que distribuye, promociona y vende sus creaciones. Ahora el autor salvaguarda sus derechos en la copia con lucro o en la venta a precio razonable si es su deseo y puede establecer que lo que le interesa no es la venta sino la distribución para poder vender otras cosas que puedan ser asociadas al primer producto (el que se puede copiar) y que le reporte mayor beneficio incluso por el alto grado de conocimiento en el público que puede alcanzar.

El autor de hoy puede grabar en múltiples modos y espacios de altísima calidad como vemos todos los días, puede tener una producción exquisita por miles de profesionales que así se muestran en la red, puede promocionarse en términos sociales con una potencia que ninguna campaña estratégica y analógica pudiera lograr, puede vender directamente él en su web, blog o plataforma de ventas online y finalmente no precisa distribuir su obra pues está a un click de distancia. Eso es lo que ha cambiado y adaptarse o no, supone la desaparición.

Los sectores financieros, la administración, los medios, la industria y otros siguen empecinados en contrarrestar el peso de lo inevitable: que el usuario o cliente determina y que la ley de la economía básica habla que la supervivencia de un producto se somete al principio de “más rápido, más barato, menos difícil”. Las administraciones, el gobierno inclusive, deberían de atender esas nuevas fórmulas puesto que empecinarse en la protección de los modelos enquistados en los modelos inmóbiles y los deberes asumidos no nos conduce más que al vagón de cola de una economía que no va a esperarnos otra vez.

Lo han hecho con un sistema bancario quebrado por su mala cabeza, lo han hecho con el modelo de fusiones que busca salvaguardar oficinas y  estructuras analógicas en una banca cada vez menos presencial y más digital, lo han hecho con el modelo de gestión pública que sigue dependiendo de antiguas fórmulas vinculadas a la democracia participativa en lugar de la democracia deliberativa, lo han hecho con sus enquistadas orgias de debates inservibles en los que una oligarquia sigue decidiendo, lo han hecho manteniendo a base de subvenciones insultantes a mastodontes industriales que fabrican cosas ineficientes como automóviles que no se venden, lo han hecho con los recortes en innovación, lo han hecho con todo. Me temo que los que debieran liderar un proceso determinado siguen presidiendo la pasividad, la incomprensión de la oportunidad que supone la nueva hipersociedad y sus retos, en un cambio de modelo que dejó de ser crisis hace mucho a pesar de que ellos siguen actuando, parcheando y gobernando como si lo que vivimos fuera algo puntual y no estructural. Así nos va, que lo gratis y lo libre se confunden como se confunden la deuda y el déficit.

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Marc Vidal Marc Vidal

Pánico innovador

Camino de Colombia, leo hoy en Cotizalia como se analizan algunos ejemplos de emprendeduría exitosa en contraposición al miedo a emprender que hay en nuestra sociedad. Yo diría que más que miedo es pánico y no a emprender sino a fracasar. La gestión del fracaso en España y en Europa en general es contraria al estímulo empresarial. No se valora como factor de aprendizaje sino todo lo contrario, no se entiende que tras un error hay un aprendizaje.
Nuestra sociedad está acomplejada, mínima, incapaz de enfrentarse a ese miedo a fracasar, la cantidad de gente que emprende es menor que en otros países. Cuanto menos intentos menos éxitos, cuanto menos éxitos menos competitividad. Es una regla de tres que asusta de lo simple que es y que conduce a la parálisis.

Evitar esa parálisis no es tanto por eliminar los factores que estancan una sociedad sino por que en el emprendedor está el tronco de cambio de modelo económico más poderoso. Un emprendedor debe aportar algo que sus competidores, mucho más experimentados, con mayor cuota de mercado y metodología adquirida, tienen y ofrecer respuestas nuevas a problemas de siempre.

Considero que si somos capaces de gestionar esa ecuación, todo no está perdido independientemente del resto de factores. Una sociedad emprendedora es una sociedad innovadora y capaz de reponerse a una atonía económica de la que si no es con creatividad y una actitud diferenciada, perpétua.

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