Emprendeduría en la sangre

A veces pienso que el emprendedor tiene una composición molecular peculiar. Se diferencia de otros individuos por ser creativo en mayor o menor medida, disponer de una gran intuición, incluso si fracasa, de un grado de optimismo patológico que puede perfectamente mezclarse con un espíritu crítico y analítico de la realidad, un emprendedor no es un iluso, es un valiente que decide tirarse por un acantilado sin saber, muchas veces, que le espera allí abajo. Lo hace porque disfruta. A pesar de que vivimos momentos de incertidumbre, de cambio de modelo y de que, en gran medida, muchos emprenden por que no hay más remedio, la verdad es que algunos de ellos, en ese tránsito cercano al acantilado descubren que su condición natural, su ADN, era el de emprendedor.
El emprendedor tiene un ADN compuesto por empuje, decisión, observación y energía para soportar los temporales que se encontrara en su camino. En España, además, el emprendedor suele tener dos caracteres más: la paciencia para tolerar la pesada administración pública y su burocracia e inconsciencia bien entendida para sobrellevar el riesgo de exclusión si te arruinas en este país. Me gustaría destacar que no sólo de emprendedores es la tarea de mejorar nuestro entorno, tiene que ver con muchos otros elementos sociales. La multitud es el todo y es quien debe poner en marcha los resortes del cambio. Los gobiernos y los poderes políticos, públicos, financieros y privados, todos son la clave, pero la sociedad en su conjunto, emprendedores y emprendidos, todos adeudan ese impulso hacía un futuro más equilibrado y activo, donde ser concursante de Gran Hermano no sea el objetivo de millones de jóvenes por que consideran que siendo famoso la vida será más fácil.

En este sentido leí este artículo en Bloomberg Business que os transcribo y traduzco sobre algunas de las consideraciones de nacer, ser o crecer como emprendedor o empresario y que nos viene a cuestionar si eso de ser emprendedor es algo que se lleva en la sangre.

“Se nace empresario. El resto es sólo una cuestión de revelar tu talento oculto”.  Eso, al menos, fue la opinión expresada por la empresaria francesa Aude de Thuin durante la aceptación del galardón de la “Mujer Empresaria del Año en el World Entrepreneurship Forum en Lyon”. Dijo que ese es un viejo debate, por supuesto, cuando se trata de tener éxito en su campo elegido, lo que realmente cuenta solo pueden ser dos aspectos: la naturaleza o la educación. Yo no creo que haya mucha discusión que Usain Bolt nació para correr, o que Miguel Ángel era un genio con un pincel. Al parecer cada vez que aportamos un argumento en uno u otro sentido aparece el contrario para equilibrarlo.

Pero ¿qué pasa en el negocio? Para mí, el empresario es un producto de sus valores de educación, sociales, momentos cruciales de vida y, por supuesto, la buena fortuna de estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Después de todo, ¿no es así en la universidad de la vida que se desarrolla nuestra actitud frente a la toma de riesgos, nuestro deseo de emular a otros empresarios, a ruina momentos de pérdida, o aprovechar los destellos de inspiración, o simplemente la necesidad de encontrar una manera de pagar las cuentas al final de cada mes?

A pesar de la dislexia como elemento diferenciador que mostraría algún elemento biológico pues es una condición compartida por muchos empresarios exitosos-como Steve Jobs, Walt Disney, Charles Schwab y Ingvar Kamprad de Ikea, es cada vez más corriente pensar que la educación es la clave. Incluso si nacemos con ciertos talentos es imprescindible educarlos para explotarlos adecuadamente. Esto da una oportunidad sin precedentes para las escuelas de negocios para ayudar a desarrollar la próxima generación de creadores tanto de la riqueza y de la justicia social.

Dado que es difícil encontrar una escuela de negocios que no pretenda enseñar el espíritu empresarial en estos días, ¿podrían realmente ser los catalizadores para crear la próxima generación de Zuckerbergs, Bransons, o pioneros como Muhammad Yunus? Echemos un vistazo a la India, por ejemplo. En los últimos 20 años ha habido una proliferación de la educación empresarial en el país, hasta el punto que ahora tiene una de las mayores poblaciones de MBAs en el mundo. Y al mismo tiempo, el prestigio de las carreras tradicionales en el derecho, la medicina y la administración pública parece estar disminuyendo. Los empresarios indios son ahora las nuevas estrellas de Bollywood. ¿Podrían las dos tendencias, posiblemente, estar conectadas?

En definitiva, el artículo habla de talento, genética y poco de situación y coyuntura. Creo que hay que tener en cuenta que hay momentos que provocan la proliferación de emprendedores, estos tiempos pueden ser evidentemente uno de ellos. Sin embargo un consejo: ni caso a los hipotéticos planes para apoyar a emprendedores y simulacros parecidos, no existen, son más de lo mismo, discursos vacíos para fanboys de partido que no han montado una empresa en su vida, y lo peor, no tienen intención de cambiar.

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