Rescate bancario y emprendedores
La semana pasada se cerró el período de rescate de la banca española. Algo así como lo del Prestige. Se lía parda y nadie paga. Bueno si, pagan los de siempre. En Galicia los que se quedaron sin trabajo o los que tienen el corazón en un puño pensando que en cualquier momento el vientre de ese trozo de chatarra engullido por el mar vomite más hilitos de plastilina. Algo así debieron pensar los titulares de preferentes cuando leyeron que la banca española ya está saneada.
Escuchar que ya tenemos un sistema financiero capaz de enfrentarse a los tiempos que vienen es de vergüenza ajena. Lo dicen mientras un ‘banco malo’ se atraganta de basura invendible o descuartiza los sueños de millones de personas. Ahora vuelve a ser aquella banca de ‘champions league’ pues de nuevo es un sistema financiero robusto y capaz de dar respuesta a las necesidades del Estado. Están a un paso de patrocinar alguna marca de cloroformo. La suerte que tenemos es que Zapatero no anuncia volver de momento, por lo que nos queda tiempo.
Frases que pasarán a la historia dichas por algún tecnócrata socializado y domesticado por las barra libre: “España es un ejemplo vivo de que los programas de ajuste de la UE-FMI tienen éxito si hay un auténtico compromiso con las reformas”. Pues ya está, todos tranquilos. Aquí paz y después gloria.
Sin embargo esto no es exacto. Que el rescate se puede dar por finalizado es cierto. Que es una buena noticia, también. Obviamente que te digan que ya no necesitas flotador es que debes saber nadar. El problema viene a costa de que has logrado mantenerte en la superficie. La diferencia entre Irlanda y España es notable en este caso. El hecho de que Irlanda haya renunciado también a pedir una línea de crédito preventiva al final de su rescate es una buena noticia porque muestra que Dublín tiene “capacidad de acceso al mercado”. Otra cosa es que eso sea factible para el resto que haga lo mismo. Esto no va de generalidades sino de asuntos particulares. Vivo en Dublín y aquí nadie enarbola pancartas publicitarias sobre su banca, todos saben que la cosa sigue siendo un barrizal. Pero veamos que quiere decir que ‘el rescate’ ha sido un éxito y que ya estamos en condiciones de pedir la Copa Davis bancaria.
La deuda publica y privada de España está en el 323% del PIB y sigue creciendo al contrario de lo indicado. El nivel de endeudamiento podría ser insostenible y, si bien es cierto que la mejora genérica de la economía se producirá a finales del año que viene, esta será tremendamente injusta y desequilibrada. Los que tengan tendrán más y los que van perdiendo se quedarán sin nada. La clase media sigue camino de la extinción y eso si es grave. Sino se acepta la realidad sufriremos mucho. Es preciso no lanzar mensajes que, en lugar de animar por el positivismo que reflejan, arruinan la razón y te hacen pensar que nada de lo que te cuentan es real. Tengo la impresión que se está pagando deuda con deuda y visto lo visto y quien nos dirige, eso tiene muy mala pinta.
Sin embargo no podemos negar la evidencia. Es verdad que el sistema financiero se ha saneado. Eso es bueno pues el sistema financiero es imprescindible. El problema es que ha sido puesto a punto a costa de varias cosas negativas.
La primera es que se ha creado un oligopolio bancario. Más de la mitad de la masa financiera y del negocio bancario se concentra en tres entidades gigantescas. Eso en la Europa o en la China popular es una evidencia de ‘concentración de poder’.
La segunda es que ha sido a costa de que haya menos crédito. El Banco de España ha publicado que este año hay un siete por ciento menos de crédito que el año pasado. El poco que hay, por cierto, es a un tipo de interés intratable. El crédito al consumo está en torno al quince por ciento y el hipotecario en Euribor más cinco o más seis, por lo que nadie se puede permitir el acceso al dinero prestado. Eso en mi pueblo es como decir que ‘no hay crédito’
También se dice que el rescate ha finalizado y ha sido saneado pero ha sido a costa de los ciudadanos que, no es que lo deban pagar sino que ya lo hemos pagado y con creces. De los 41.300 millones que se nos prestaron 11.000 se les robaron a preferentistas y similares. Eso ya es dinero perdido y que la banca no pagará nunca. Este tema, los ciudadanos, se lo están desayunando con calma desde hace tiempo y ya nadie se acuerda o prefiere no acordarse. Hay otros 36.000 millones que el FROB ya asegurado que están perdido y que no se van a recuperar jamás. Es bien sencillo, ese dinero no se puede devolver o el sistema ‘robusto’ y ‘saneado’ dejaría de serlo. Lo han dejado clarísimo. La factura del rescate la vamos a pagar todos y durante años. El único consuelo es que podría haber sido peor, pero el ‘rescate’ si tuvo factura.
Es como muy fácil volver a estar sano financieramente. Es como si te revientas toda la pasta que tenías en lo que te da la gana y cuando te dicen que tienes que pagar dices que no puedes o entrarás en quiebra. Entonces tus ‘amigos’ te dejan el dinero que necesitas para seguir adelante. Finalmente no lo devuelves alegando que ahora que estás saneado no es prudente o volverás a estar en quiebra.
Lo peor, lo que me pone la piel de escamas, es pensar que el Estado ha entregado, garantizado o avalado toda esta orgía de despropósitos, lo ha hecho en más de 330.000 millones para toda banca. ¿Donde estaríamos ahora si se hubiera destinado toda esa inmensidad de capital a ayudar a las pequeñas empresas productivas, a políticas reales de emprendedores, a la investigación y el desarrollo en campos tecnológicos o del conocimiento o, incluso, a rescatar a los ciudadanos que cayeron en las redes de la codicia y la riqueza de ladrillo?. Todo ese dinero destinado a crear un nuevo modelo de crecimiento o a estimular la economía en definitiva y no a enterrarlo en los balances de los que no tuvieron ningún cuidado.
Ser emprendedor no es cómodo y por eso debe ser crítico. No aceptemos lo que nos cuentan solo porque suena mejor. Las patrañas en celofán son igual de inservibles. Un emprendedor es un agente incómodo para la administración al preguntarse por qué tiene que pagar una cosa o acatar una decisión determinada, ya que ser emprendedor requiere un fuerte compromiso con la innovación pues precisa de ella para competir con empresas que estaban antes que él, ser emprendedor obliga a ser optimista, pues sin ese valor casi irreflexivo a veces no se conquistan nuevos territorios. Pero ser emprendedor exige ser crítico con tu entorno para facilitar la creación de riqueza y de supervivencia de un negocio a fin de crear empleo. No es lo mismo acudir al trabajo a las 9 y salir a las 5 a no tener hora de entrada ni salir nunca pues el proyecto que llevas entre tus manos requiere de concentración constante. Esa exigencia superior aborta cualquier imposición irreflexiva y te pone en alerta de la ineficiencia pública.