Hatsune Miku, la estrella pop virtual que modifica el negocio musical otra vez.
Debutó hace 10 años. Su nombre es Hatsune Miku (traducible al inglés como ‘First Sound of the Future’) y se ha convertido en un ícono de la cultura pop japonesa. Una cantante virtual creada por Crypton Future Media en Sapporo que, gracias al sintetizador Vocaloid desarrollado por Yamaha, manipula voces humanas hasta el punto que se le podría considerar un instrumento en si mismo. Sin embargo, lo interesante desde el punto de vista socioeconómico y de integración educativa de la tecnología en la vida de las personas, es el hecho de que tengamos una de las primeras relaciones reales entre público y artista, con todos los elementos tradicionales, pero entre fans y un personaje sintético.
Hatsune Miku es una especie de Max Headroom de última generación. Lanzada como producto en 2007, cuando el fenómeno youtuber empezaba a emerger, sus creadores pronto se dieron cuenta del potencial de permitir el uso abierto de su ‘artista’ por parte de todo tipo de creadores que quisieran enriquecer el propio personaje. Por eso, tres meses después, Crypton creó Piapro, un sitio web para que todo tipo de personas publicaran trabajos y colaboraran entre si, en abierto y sin restricciones de derechos de autor.
‘Senbonzakura’ (1,000 cerezos), una canción lanzada en 2011, se hizo lo suficientemente popular como para ser una pieza indispensable en cualquier karaoke japonés. Ese tema fue cantado por televisión y ante decenas de millones de personas más tarde por una estrella nipona llamada Sachiko Kobayashi en el Kohaku Utagassen de NHK (Festival de Canto de fin de año ante). Hatsune ya era una estrella virtual colectiva y empezó a lanzar CDs de éxito hasta el punto de alcanzar los primeros puestos de las listas junto a otros artistas consagrados.
Miku dio el salto, gracias a la tecnología de realidad aumentada y virtual, a la escena física. Actuó junto al ballet ‘Dr. Coppelius’ participando con el grupo de percusión de éstos. Las obras compuestas con Miku y las pinturas japonesas tradicionales, como la pantalla plegable byobu "Irises" de Ogata Korin, un maestro famoso del período Edo (1603-1867), son otro ejemplo. Incluso ha sido telonera de Lady Gaga en varios conciertos apareciendo en forma de holograma.
Viste al estilo de cualquier chica ‘manga’ y su pelo es azul. Gracias a esa colaboración del talento colectivo ha lanzado más de 100.000 canciones en múltiples idiomas y cuenta con casi 3 millones de seguidores en sus redes sociales occidentales y diez veces más en las redes propiamente niponas. Una diva sintética que nos obliga a reorientar nuestra percepción de las relaciones entre realidad física y realidad virtual, entre vida analógica y vida sintética. De momento no interviene la inteligencia artificial, pero es un buen punto de partida para entender esta relación a la que vamos a tener que acostumbrarnos, a nivel económico, social, cultural y, sobretodo, ético. Incluso ha actuado en el Late Show de David Letterman tras ser entrevistada por él mismo.
Aparentemente, parece que el hecho de que un modelo que no es de carne y hueso se haya convertido en una reveleción ‘real’, tiene que ver con el punto de digitalización, virtualización y vinculación sintética que los jóvenes tienen actualmente. Sin embargo no es eso. Lo que ha sido crucial es algo menos vaporoso. Se trata de la posibilidad de que cualquier fan de Miku pudiera comprar el software Vocaloid y produjeran canciones para ella. Escribes una letra y Miku te la canta. Si tu aportación es valorada colectivamente puedes llegar a escucharla cantada por tu ídolo virtual en un concierto ‘en vivo’ y acompañada de guitarras, batería y lo que haga falta.
Esa es la clave. El producto es la plataforma, no tanto ella. Una buena adopción del modelo de negocio colaborativo que exige el peaje del software. Es un cambio total del concepto musical incluso que provoca que un concierto de Hatsune Miku, en lugar de ser algo producido profesionalmente con órdenes que vienen de arriba hacia abajo, se trata de una colaboración de creadores que actúan en el propio concierto con Hatsune Miku compartiendo canciones (que se han hecho populares en la propia plataforma) que los fans adoran. Conciertos que ya e han producido en casi 20 países por cierto.
Crypton ha vendido centenares de miles de unidades del software Hatsune Miku a casi 200 euros cada una. Sí, es un software. Partamos de ahí. También gana dinero con licencias del personaje para fines comerciales, entradas de conciertos (para verla 'físicamente'), etc. Según sus creadores el futuro de Hatsune pasa por mejorar su voz, por darle una capacidad de interacción humana y, esperan, hacerla física en forma de robot la próxima década. Consideran sus creadores que están cerca de sobrepasar la voz humana, la conciencia de su virtualidad y la generación de un nuevo modelo artístico, comercial y productivo. Una segunda edición de la disrupción en el sector discográfico. ¿Quién sabe? Lo que sí sabemos es que un aparente derivación manga sumada a la tecnología existente, las plataformas abiertas y el modelo de distribución en red de productos, puede estar dando pistas de una segunda y abrupta disrupción en una industria que ya tuvo una que pareció un auténtico tsunami hace unos años.