En la economía 'contactless' la única opción es innovar

El futuro no se espera, se debe conquistar. Algo que obviamente no es fácil pero que en un momento como el que vivimos se convierte en un debate de perspectivas. Si decides invertir, arriesgas en el peor momento posible, si decides esperar tal vez en un tiempo no puedas vender lo que hasta ahora había sido rentable. Además, según un estudio realizado por Innovation Leader, a más de 750 empresas, solo el 24% ha realizado inversiones para innovar en los últimos tres meses y así afrontar la crisis que vivimos de un modo más agresivo. La mayoría había dudado, en lugar de realizar experimentos más pequeños o recortar costos en un esfuerzo por proteger su negocio principal y capear la tormenta inicial.

El futuro no se espera, se debe conquistar. Algo que obviamente no es fácil pero que en un momento como el que vivimos se convierte en un debate de perspectivas. Si decides invertir, arriesgas en el peor momento posible, si decides esperar tal vez en un tiempo no puedas vender lo que hasta ahora había sido rentable. Además, según un estudio realizado por Innovation Leader, a más de 750 empresas, solo el 24% ha realizado inversiones para innovar en los últimos tres meses y así afrontar la crisis que vivimos de un modo más agresivo. La mayoría había dudado, en lugar de realizar experimentos más pequeños o recortar costos en un esfuerzo por proteger su negocio principal y capear la tormenta inicial.

Un nuevo escenario, una nueva ‘contactless economy’

Un nuevo escenario, una nueva ‘contactless economy’

Las crisis deben ser una gran oportunidad para innovar. No hay otra en la mayoría de los casos, aunque también puede ser un lugar siniestro donde cueste ver por donde hacerlo. Dependerá de la actitud del tejido industrial, de la capacidad de estimular el acceso a la tecnología y de la hoja de ruta que marcan los gobiernos. El problema, el más grave, es que en base a las decisiones y desafíos que se asuman, un país entero, una empresa o un trabajador, pueden quedarse relegados a un vagón del que sea difícil salir en el futuro. Por el contrario, una planificación innovadora, un modelo de inversión en transformación digital y una estructura fiscal y de ayudas públicas, puede convertir el peor de los escenarios en uno de crecimiento a medio plazo. Lo que se haga en los próximos cinco meses determinará los próximos cinco años.

Es muy complicado, pero en otras crisis otros lo lograron. Hay quien asegura ya quién podría ser el ganador de la crisis actual. Algunos gobiernos están tomando decisiones que comprometen gastos estructurales y dejan poco margen a la inversión tecnológica mañana. Es normal que se quiera salvaguardar el estado del bienestar y sus amortiguadores, pero se está castigando el tejido productivo de una manera brutal en los últimos meses. Hablo de muchos países europeos. Mantener los expedientes de regulación temporal de empleo impide entender la verdadera dimensión del problema a nivel laboral y productivo y, además, retrasa la necesidad de las empresas a ajustarse a la realidad al no tener la presión salarial. Esta crisis, inédita, de proporciones bíblicas, se va a llevar por delante mucho de lo construido, mal, en los últimos años. De ahí que no es tiempo de esperar, es tiempo de actuar. Es momento de revoluciones, públicas, empresariales e íntimas. 

Tal vez, lo más inteligente sea esperar, observar y actuar. Ninguna de las tres fases debe ralentizarse. Esperar a ver las objeciones fiscales y tributarias que nos vamos a encontrar cuando se tenga que pagar la fiesta de las ayudas públicas, observar en que se traduce eso de la Nueva Normalidad y que negocios van a ser potencialmente rentables y, finalmente, actuar en base a eso, probando, abaratando los costes de la prueba y error con ejercicios digitales y tecnológicos que lo permitan ¿Que sabemos sobre el modo en el que las empresas están afrontando la necesidad de modificar procesos, contacto con sus clientes, metodologías y modelos de negocio? ¿Cómo están afrontando la llamada economía ‘contactless’? ¿Que están haciendo para capear las limitaciones de la ‘low touch economy’?

Pues según la encuesta que he nombrado al principio desarrollada por Innovation Leader a Pymes especialmente europeas, el 60% de las empresas analizadas mantienen las ofertas comerciales existentes a través de optimizaciones incrementales, el 23% está asumiendo riesgos para proyectos a largo plazo y el 17% se dirige hacia proyectos que, aunque se basan en el largo plazo, sean en realidad planes de transformación. Para ello, el 75% ha decidido probar con el diseño de un nuevo producto o servicio, el 52% se ha aventurado en un nuevo mercado o segmento de clientes y el 45% ha intentado ambas cosas a la vez. Cuanto más pequeña es la empresa, mayor es, curiosamente, la tendencia a esta última de diseñar cosas nuevas, para mercados nuevos. A esto se la llama, en realidad, innovación disruptiva.

La innovación disruptiva era algo que explicamos en consultorías o talleres, es un modelo de mejora que decide enfocar nuevos productos en nuevos mercados. Eso es mucho más que la conocida como innovación incremental, la que intenta innovar para vender lo mismo a nuevos mercados o vender cosas nuevas al mercado de siempre. Vemos así, que las crisis, y esta va a ser la más profunda que vayamos a vivir probablemente en nuestra vida, tienen un punto de contacto inmenso con la disrupción. Disrupción tecnológica, social, política y cultural. Todo tiene que ver. 

Veamos que han hecho algunas empresas durante la fase más dura de confinamiento. Hay empresas ayudan a inspirar en ese sentido. Pepsico es una de ellas. Cuando el bloqueo llegó a sus mercados clave, el equipo de PepsiCo decidió aprovechar el hecho de que las personas tendrían que comer en casa durante un período prolongado. En menos de un mes, desarrollaron dos nuevas plataformas directas al consumidor: Pantryshop.com y Snacks.com. En la primera los consumidores pueden solicitar paquetes especializados de las marcas más vendidas de PepsiCo, y la segunda es una tienda electrónica de bocadillos. Tal cual. No es reinventar la rueda, pero sí es completamente distinto a lo que hacían justo el día antes de decretarse la pandemia. 

Hay más ejemplos. Con el transporte aéreo bloqueado globalmente, Emirates se enfrentó a la posibilidad, incluso, de tener que declararse en quiebra. En cambio, decidieron poner en marcha rápidamente el modelo vinculado a ‘cargo’ y ofrecer prácticamente sólo vuelos de transporte de mercancías. Este movimiento proporcionó un flujo de ingresos adicional cuando la empresa más lo necesitaba. Nuevo cliente, nuevo producto.

Incluso, hay ejemplos de cómo se puede ganar más ahora que no puedes llevar a cabo tu negocio de siempre. El ejemplo son los eventos multitudinarios. Si manejas bien tu marca y aplicas tecnología adecuada, puedes convertir un problema en una virtud. Puesto que hay un temor enorme a como van a sobrevivir los grandes eventos, algunos se lanzaron a organizarlos de modo abierto y gratuito. Puede estar bien, pero otros optaron por darle valor a su trabajo y a su esfuerzo y no diferenciar uno de otro. El cambio sería de precio, pero no de concepto. Entre ellos hay uno que destaca, Tomorrowland. Ante la imposibilidad de poner en marcha el festival como cada año, decidieron convertirlo en uno virtual de 2 días. Curiosamente, esto les ha permitido algo que antes no podían hacer. Vender entradas sin fin. Este festival belga siempre colgaba el cartel de ‘entradas agotadas’, pero eso ahora no es así. Han podido reducir el precio de entrada accediendo a un nuevo target, con un nuevo producto, virtual. El efecto es innovación disruptiva y un mayor beneficio. 

Muchos piensan que como sus empresas son muy pequeñas estos ejemplos no sirven. Pero la realidad es que las empresas más pequeñas tienen una virtud y un defecto en este sentido. Pueden modificar sus negocios de un modo más veloz, pero tienen menos capacidad de maniobra debido a las estructuras económicas de menor importe. Ejemplos, los hay. Emicontrols, una empresa dedicada a los cañones de nieve se quedó sin negocio de la noche a la mañana. No se quedó esperando a la próxima temporada invernal. Decidió apuntar a un mercado completamente diferente modificando su producto para la desinfección de grandes espacios abiertos. Funciona genial.

Existen más ejemplos. Negocios capaces de modificar un servicio de hostelería para convertirlo en uno de ayuda digital para aprender a cocinar, peluquerías que han creado plataformas modestas de relación con sus clientes para el asesoramiento estético y muchos otros. No se trata de acometer el momento más duro con soluciones de urgencia, sino que esas innovaciones podrían bien ser modelos de negocio futuras. Una tienda de comestibles que ha decidido abrir un canal online por WhatsApp puede estar creando, sin saberlo, una comunidad de clientes a subscripción. Dependerá de que cambio cultural está dispuesto a aceptar en el futuro medio.

Supongo que sigues pensando, ¿y que hago yo con mi Pyme? ¿Que hago si soy autónomo? ¿Cómo le digo a mi jefe que tiene que innovar ahora más que cuando las cosas iban bien? Cuando todo va mal, lo va para muchos. La mayoría deja de invertir. Es momento de adelantarles. Con precaución, con estrategia, pero es tiempo de acelerar. Lo veo cada día. Entre nuestros clientes, algunos han decidido detenerse por completo, otros reducir velocidad y, unos pocos, han empezado a acelerar y a plantear modelos de innovación. Éstos últimos, ya empiezan a tener resultados muy esperanzadores. No sabemos en gran medida como va a ser esa Nueva Normalidad, pero se puede empezar a interpretar. En una economía en caída, en retroceso, donde se venda menos, deberá ser más certero en las ventas y eficiente en los procesos. Para eso hay una llave maestra: la transformación digital. 

Y si estás pensando que mejor esperar, lo respeto pero no comparto que deba ser por mucho tiempo. El movimiento es lo correcto. Moverse es experimento. Es riesgo, pero es oportunidad. Evita el riesgo extremo, vaciar la caja a una sola apuesta o a contratar perfiles que no sabes si van a ser útiles en el medio plazo. Innova con tu conocimiento, con la experiencia. Aparta un fragmento del presupuesto de emergencia, para innovar. Hazlo sin abandonar tu negocio actual. En la medida que el mundo se vaya equilibrando, parte de lo que vendías hace unos meses, volverás a venderlo. Tal vez menos, pero seguirá siendo parte de tu negocio. Mientras llega, paraliza lo no rentable, lo que no se vende. Intenta conocer a tu cliente, el que tenías, el que tienes y el que tendrás. Averigua qué compra y el motivo. Utiliza tecnología para lograrlo. Ejecuta un plan. Solicítalo si no sabes como hacerlo. Trabaja en equipo, busca la colaboración.

La nueva economía, la que viene, la de bajo contacto permanecerá por tiempo. En gran medida va a quedarse. Dará paso a una economía formada por nuevos hábitos y normas basadas en una interacción más reducida y con restricciones importantes. Esta situación lo va a cambiar todo. ¿No vas a cambiar tu negocio? ¿No vas a modificar tu manera de trabajar? ¿No vas a formarte?  Cuando todo cambia, el que cambia no gana siempre, pero el que no cambia casi siempre pierde.

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Cuando una conferencia es algo más que hablar de Transformación Digital.

A finales de noviembre saldrá al mercado mi nuevo libro de la mano de Deusto Ediciones y Grupo Editorial Planeta. Un trabajo que de momento mantengo su título en secreto y en el que podrás encontrar un ensayo sobre el origen de nuestra situación socioeconómica y empresarial, un análisis de dónde estamos y una reflexión sobre el futuro al que nos dirigimos. Todo ello partiendo de, en mi opinión, un error mayúsculo que confundió el parto de una revolución tecnológica con una crisis financiera. Un libro que coincidirá con el argumento de mi próxima conferencia. Y es que a partir de septiembre presentaré una nueva ponencia que estamos ultimando estos días. Una charla que deriva de la actual ‘reWorking’ que, actualizándola a tiempo real, me ha acompañado durante los últimos cuatro años.

A finales de noviembre saldrá al mercado mi nuevo libro de la mano de Deusto Ediciones y Grupo Editorial Planeta. Un trabajo que de momento mantengo su título en secreto y en el que podrás encontrar un ensayo sobre el origen de nuestra situación socioeconómica y empresarial, un análisis de dónde estamos y una reflexión sobre el futuro al que nos dirigimos. Todo ello partiendo de, en mi opinión, un error mayúsculo que confundió el parto de una revolución tecnológica con una crisis financiera. Un libro que coincidirá con el argumento de mi próxima conferencia. Y es que a partir de septiembre presentaré una nueva ponencia que estamos ultimando estos días. Una charla que deriva de la actual ‘reWorking’ que, actualizándola a tiempo real, me ha acompañado durante los últimos cuatro años.

No obstante, aunque esta nueva conferencia se estrenará en unos meses, no es inédita del todo. Tuvo una previa en la primavera pasada. Concretamente durante la última edición del CX Summit de Oracle que me pidió una intervención inédita tras haber compartido escenario con el gran Martin Lindstrom un año antes. El público iba a ser el mismo y la empresa organizadora me retó a crear algo que nadie hubiera visto antes para la ocasión. No es fácil fabricar una conferencia totalmente distinta en un tiempo breve. Pensar su storytelling, sus toques de humor, comprar los recursos audiovisuales, establecer las claves formativas que debe incorporar, relatar un inicio y un final redondo. Pero acepté. A pesar de no estar terminada por aquel entonces decidí aceptar el desafío. En gran medida, lo que aquella tarde expliqué se ha convertido en el arquetipo de la que tendremos lista tras las vacaciones y que, en gran medida, su contenido encaja con la del propio libro. Un mismo viaje en dos formatos distintos.

Ahora bien, ‘reWorking’ sigue siendo una conferencia plenamente actual y especialmente bien recibida por todo tipo de público. De ahí que convivirán ambas y se podrán contratar en base a las necesidades de la audiencia. Las dos son en realidad un ejercicio de reflexión sobre el empleo del futuro, las claves de la transformación digital y los procesos tecnológicos y humanos que vivimos en plena Cuarta Revolución Industrial. ‘ReWorking’ seguirá siendo una charla a la vanguardia tecnológica, empresarial, social y económica y se complementará con la nueva. Han sido muchos kilómetros, aviones y eventos en los que ‘reWorking’ ha sido calificada como una conferencia divertida, inspiradora y didáctica. La gente que ha asistido, que luego se incorporan a mis diferentes redes sociales, se han convertido en una especie de comunidad a partir de los mensajes tecnológicos e inspiradores que siempre intento transmitir.

Es bueno recapitular etapas, poner números a un período concreto y establecer nuevos límites a los que quieras llegar. En este caso, las cifras eran inimaginables hace una década. Impensables sin mi equipo actual además. En los últimos cuatro años hemos hecho ’reWorking’ en casi 250 auditorios, ante más de 200.000 personas y en 150 ciudades de 22 países. Países como, obviamente, España, latinoamericanos como Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, El Salvador o México; europeos como Francia, Reino Unido, Irlanda o Portugal; u otros tan interesantes como Estados Unidos o Dubai. He disfrutado igual en auditorios enormes con miles de personas escuchando, en lugares muy especiales o en sesiones privadas para grupos reducidos de directivos. Anécdotas hay de todo tipo y algún día escribiré sobre ello. Que se apaguen las luces de todo el recinto a media conferencia, que en pantalla salga la presentación de otro ponente, tener dos conferencias en dos ciudades distintas a un millar de kilómetros la una de la otra y en el mismo día y lograrlo sin problemas o que te cancelen el último vuelo nocturno que te permitía estar a primera hora en la otra punta del país para dar la charla inaugural de un congreso y tener que alquilar un coche para cambiar de aeropuerto y llegar a tiempo. A tiempo pero agotado completamente.

En todo caso, e independientemente de que para mejorar cada día como speaker, es preciso centrarse en la confección de la charla, de su forma, de aprender de las reacciones y de considerar cada evento como el más importante en el que has participado, en mi caso sumo algo que considero esencial. Al salir al escenario para hablar de empresa o de empleo, es mejor explicar conceptos, aunque sean técnicos, a partir de tu propio conocimiento profesional. No contemplo una opción más eficiente para explicar ‘hacia dónde va el mundo y la empresa’ que vivirla cada día desde dentro y, de ahí, lo puedas explicar e, incluso, ampliar teorizando. Por eso, a pesar de la intensa tarea que supone ofrecer prácticamente una conferencia semanal, combinarlo con la coordinación de diversos proyectos de consultoría, es un esfuerzo esencial y obligatorio bajo mi punto de vista.

Por eso, si estás organizando un evento sobre empresa, empleo, economía o del futuro de la sociedad en general, hazte la siguiente pregunta ¿que se te viene a la cabeza si alguien pronuncia McDonald’s? Lo más probable es que pienses en ‘Big Mac’ en lugar de ‘Big Data’. Sin embargo, eso no va a ser siempre así. Esta multinacional del ‘fast food’ está trabajando de manera muy seria en tener la tecnología que estructure la ingente cantidad de datos que poseen, y obtienen, de un modo continuo. Es evidente que lo que buscan es convertir esos datos en información y derivarla a conocimiento. De hecho han adquirido la empresa israelí Dynamic Yield para obtener información a partir de los datos en el ámbito de ‘la lógica de decisión’ de sus clientes. Algo que ya no se basa en la textura de una hamburguesa si no del rendimiento de los algoritmos que tienen a disposición. Ahora, pregúntate también, ¿que tiene que hacer el ser humano para enfrentarse a este desafío que suponen tantos cambios económicos, sociales y de empleo?

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Lo normal es que esas preguntas te hagan pensar en la velocidad a la que va todo y de la necesidad de atender a una exposición sobre esos cambios, ya sea de un modo formativo, animado e inspirador. Pues de eso hablo, de ese modo lo hago. De eso siempre van mis conferencias. De responder a esas preguntas y de trasladarlas a la audiencia para que entre todos descubramos las respuestas, sonriendo y aprendiendo. Del reto que supone abordarlo con entusiasmo e inspiración, pero también con seriedad, realismo y exigencia de estrategia a todos. De lo relevante que es entender que los modelos de negocio, los procesos, el contacto con el cliente, el nuevo papel del ser humano en este tránsito y del entendimiento del contexto automático, artificial e inteligente, han sufrido cambios irremediables, viven cambios integrales y sentirán cambios exponenciales en breve. ¡Nos vemos en la próxima!

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Tecnología, personas y las 8 claves de la Transformación Digital.

Realmente no necesitas una estrategia de transformación digital, lo que realmente precisas es entender que el mundo está cambiando. Algo que parece tan obvio no lo es a tenor de lo que se escucha y lee estos días. El pánico que una app ha generado al entrar en el mainstream de los noticiarios es de aurora boreal. Que si tus datos van de un lado a otro, que si mercadean con ellos, que si dices ‘reggae’ y ‘gasolina’ en la misma frase te aparecen anuncios de Daddy Yankee por todas partes, etc. No voy a alimentar esa paranoia. Otro día lo comentamos. Lo que realmente me interesa hoy es definir con claridad las claves de lo que se llama Transformación Digital en todo tipo de organizaciones y, que por lo normal como pasa con la susodicha aplicación que te envejece, suele vestirse de sucedáneos que dañan más que benefician. De ahí, como decía al principio, es fundamental entender primero que algo profundo e irrenunciable está pasando y, después, establecer una estrategia. No al revés.

Realmente no necesitas una estrategia de transformación digital, lo que realmente precisas es entender que el mundo está cambiando. Algo que parece tan obvio no lo es a tenor de lo que se escucha y lee estos días. El pánico que una app ha generado al entrar en el mainstream de los noticiarios es de aurora boreal. Que si tus datos van de un lado a otro, que si mercadean con ellos, que si dices ‘reggae’ y ‘gasolina’ en la misma frase te aparecen anuncios de Daddy Yankee por todas partes, etc. No voy a alimentar esa paranoia. Otro día lo comentamos. Lo que realmente me interesa hoy es definir con claridad las claves de lo que se llama Transformación Digital en todo tipo de organizaciones y, que por lo normal como pasa con la susodicha aplicación que te envejece, suele vestirse de sucedáneos que dañan más que benefician. De ahí, como decía al principio, es fundamental entender primero que algo profundo e irrenunciable está pasando y, después, establecer una estrategia. No al revés.

Para empezar, entender que la Transformación Digital es esencialmente contacto con la tecnología es esencial. No ha habido ninguna revolución tecnológica sin tecnología pero, sin embargo, es cierto que la cultura de empresa debe adecuarse a todo ese proceso. No siempre lo debe hacer antes, pero sí debe hacerlo siempre. Si lo hacemos de manera desconectada tendremos empresas u organizaciones muy avanzadas tecnológicamente pero de escasa capacidad para aprovechar sus beneficios o, por otro lado, podríamos tener empresas con una cultura organizativa muy engrasada pero sin comprensión tecnológica. Lo ideal es hacerlo a la vez. Así lo hacemos nosotros, gestionamos el cambio aplicando tecnología desde el primer momento y a nuestros clientes les va bastante bien.

De hecho, con uno de esos clientes con los que abordo estos procesos, el Banco Centroamericano de Integración Económica ubicado en Tegucigalpa pero con sedes en una veintena de países desde Corea del Sur, España, China y obviamente muchos de los países de Latinoamérica, estuve con parte de nuestro equipo las últimas dos semanas. Un trabajo complejo y sofisticado al ser un banco de desarrollo, pero de alto valor y que en el futuro explicaré a modo de caso.

Ahora bien, lo interesante es el debate que surge cuando hablamos de como estructurar una estrategia de Transformación Digital. Desde mi punto de vista, el concepto digital toma un papel relevante siempre que entendamos que la clave está en la transformación que provoca y no al revés. Si este post lo estuviera escribiendo a finales del siglo XIX, estaríamos hablando de ‘transformación industrial’, si fuera a mediados de los años sesenta del siglo pasado hablaríamos de ‘transformación electrónica’. Permanece el concepto ‘transformación’ pero toma su relevancia al sujetarse en una tecnología. De ahí que defiendo la importancia de comprender el momento histórico que vivimos. Muchos me pedís que enumere en algún artículo en que consisten las claves de esa transformación. Efectivamente son las que explico y traslado en mis conferencias del modo más didáctico e inspirador posible. Voy a intentar explicarlo de un modo rápido y sintético.

Para que dicha transformación llegue a realizarse, se requiere, al menos de estos ocho elementos claves:

1. Comprensión y liderazgo antes que Estrategia.
Elaborar una estrategia clara y flexible es decir que no debe que ser rígida ni la misma durante unos años; sino que tiene que ser modificable. De ahí que sea tan importante comprender el momento que vivimos y responder de manera efectiva a un propósito de toda la organización.

2. Colocar al cliente en el centro de la cadena de valor.
Es indispensable conocer todos los punto de contacto con el cliente y repensar toda la empresa a partir de ese grado de conocimiento. La idea sería eliminar el departamento de ‘atención al cliente’ y convertirlo en una actitud de empresa.

3. Convertir los datos en información. 
Trabajar en modelos tecnológicos capaces de extraer datos de esos clientes para que estos sean parte del modelo de empresa y que se logre una conexión real con él para entenderlo a tiempo real.

4. Estimular la venta predictiva.
En toda transformación tecnológica la tecnología es esencial. En esta, la clave parte de un modelo que sea capaz de ofrecer capas de inteligencia artificial a nuestra comprensión de los datos existentes. De la inteligencia artificial a la conciencia analítica que nos aporta toda la tecnología cognitiva.

5. Focalizar en la automatización de procesos.
No existe transformación digital sino se automatizan procesos. La tecnología tiene que permitir que en una empresa los procesos sean más eficientes y más óptimos pero a partir de una relación eficiente entre todos los miembros de la organización. Pasar de pensar juntos a hacerlo en común es parte de ese objetivo.

6. Innovación en nuevos modelos de negocio.
Si ya se posee un modelo de negocio, se deben estimular nuevos que hagan uso de las tecnologías existentes y combinarlo con el conocimiento acumulado. Se puede innovar, ser eficiente y ganar dinero con algo que hace 10 minutos era impensable como ‘servirizar algunos productos’. 

7. Estimular un nuevo modelo de organización.
Aquello que llamamos gestión del cambio en este caso es fundamental. No podemos convertir en robots a los miembros de una organización. El término robot deriva de la palabra checa ‘robota’ que significa esclavo. De hecho fue un término difundido en 1921 por Karel Capek gracias su obra teatral R.U.R. Desde entonces se ha aplicado a cualquier máquina que, independientemente de su tamaño, forma o movilidad, es capaz de realizar de forma desatendida y autónoma las acciones para las que ha sido diseñado. De ahí que será fundamental. Proponer la definición e implantación de nuevos hábitos de liderazgo y nuevas formas de relación como factor crítico de éxito y evolucionar hacia un modelo de liderazgo transformador, inspirador e impulsor del cambio. 

8. Fabricar un nuevo empleo.
Todo lo que no se pueda automatizar tendrá un valor incalculable y será necesario destacar esas habilidades humanas que no puedan digitalizarse. Sin embargo muchas de esas ‘skills’ propiamente humanas lo serán en mayor medida e intensidad en el momento en el que asuman que con tecnología se pueden potenciar. La tecnología es el ‘cómo’ y nosotros siempre seremos el ‘porqué’. Habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad tecnológica, el error inteligente y la capacidad de hacer buenas preguntas nos llevarán a un nuevo modelo de empleo que se debe ir estableciendo mientras transformamos nuestras empresas. 

En definitiva, y de un modo muy rápido, he intentado explicar que no hay llaves maestras para que una empresa no pague peaje en su transformación y sea exitosa esa travesía, pero sí podemos intuir el camino que pudiera ayudarnos a enfrentarnos al mayor desafío que nuestra economía y sociedad va a vivir desde hace mucho. Mientras nuestros dirigentes miran hacía sus ombligos, el mundo gira y necesita que hagamos las cosas nosotros mismos. ¿Has empezado?

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La transformación digital trata de personas, pero antes de tecnología.

Os va a costar encontrar una revolución tecnológica sin tecnología como protagonista. Existe un debate muy interesante acerca del peso que la tecnología debe tener en un proceso de transformación digital o, si por el contrario, lo relevante de dicho tránsito se debe sujetar en la gestión del cambio de la organización. Tengo la impresión que, por desgracia, mayoritariamente gana la segunda. Parece que, ante la incomprensión manifiesta de lo que realmente puede y no puede hacer la tecnología en una empresa, muchos se refugian en el discurso de que ‘antes de transformarte debes preparar a la organización’. Aun estando de acuerdo en parte, creo que trasladar a un papel secundario la tecnología aplicada es muy arriesgado. Me temo que muchas veces esto esconde un desconocimiento del significado de la propia digitalización y de lo que realmente es, por ejemplo, la inteligencia artificial, los protocolos de lectura de datos o, incluso, la tecnología que es capaz de optimizar procesos.

Os va a costar encontrar una revolución tecnológica sin tecnología como protagonista. Existe un debate muy interesante acerca del peso que la tecnología debe tener en un proceso de transformación digital o, si por el contrario, lo relevante de dicho tránsito se debe sujetar en la gestión del cambio de la organización. Tengo la impresión que, por desgracia, mayoritariamente gana la segunda. Parece que, ante la incomprensión manifiesta de lo que realmente puede y no puede hacer la tecnología en una empresa, muchos se refugian en el discurso de que ‘antes de transformarte debes preparar a la organización’. Aun estando de acuerdo en parte, creo que trasladar a un papel secundario la tecnología aplicada es muy arriesgado. Me temo que muchas veces esto esconde un desconocimiento del significado de la propia digitalización y de lo que realmente es, por ejemplo, la inteligencia artificial, los protocolos de lectura de datos o, incluso, la tecnología que es capaz de optimizar procesos.

La transformación digital va de personas, sí, pero también, y mucho, de tecnología. No es solo ‘gestión del cambio’, es también con que ‘driver’ se produce ese cambio. Es clave saber que la tecnología es el hilo conductor de ese cambio y que debe estimular al que tiene que ver con las personas. Lo he dicho y lo defiendo encarecidamente, la tecnología es el cómo y las personas somos el porqué, pero eso no quita que los discursos que vocalizan exclusivamente en el mantra de las personas y esconden la imprescindible participación de la tecnología, sean como menos muy incautos. 

Una encuesta reciente descubrió que el riesgo de no hacer bien un proceso de transformación digital es la principal preocupación para la mayoría de directivos del mundo. Sin embargo también es cierto que según ese informe, el 70% de todas las iniciativas de Transformación Digital no alcanzan sus objetivos. ¿Por qué algunos esfuerzos de Transformación Digital tienen éxito y otros fracasan?

Fundamentalmente, se debe a que la mayoría de las tecnologías digitales ofrecen posibilidades para aumentar la eficiencia y la relación con el cliente. Pero si las personas carecen de la mentalidad adecuada para cambiar y las prácticas organizativas actuales son erróneas ni tampoco hay una predisposición a entender que tecnología y que elementos tecnológicos van a cambiar todo en nuestro entorno, las cosas no funcionan. Se suele decir que ese gasto inadecuado e ineficiente se debe a la falta de gestión del cambio, de no haber provocado, antes de instalar tecnología, una modificación en el modo de pensar de toda la organización. Estoy de acuerdo en parte, pero creo que es obligatorio decir que la tecnología en sí misma es el método del propio cambio y que, por mucho que modifiquemos el modo de pensamiento, si no se abraza esa tecnología, si no se comprende y si no se computeriza a la gente ese cambio bíblico no va a servir de nada tampoco. La pregunta que se debe de hacer toda la organización es ¿cuánto de computerizable eres?   

La adopción tecnológica no va a ser opcional. Es inevitable. Lo fascinante es como nuestra sociedad va a ser capaz de gestionar tanta transformación. Muchos de los cambios culturales, políticos, religiosos e incluso íntimos, tienen mucho que ver al acceso de la información ‘desintermediada’, del modelo de relación social de todo y de la capa automatizada de muchos de esos procesos de consumo. Ni fácil ni gratis, estos cambios serán complejos y caros, pero en todo caso fascinantes, rápidos e inéditos. El problema radica en que hay quienes deben liderar políticamente y económicamente muchas de esas mutaciones y hay quienes no querrán por que modifica un estatus dominante y otros que ni saben la verdadera profundidad de lo que se nos viene encima. Como siempre, oportunidad o riesgo. Tú, como directivo, emprendedor o empresario también eliges. 

Las claves que esencialmente nos permiten transformar digitalmente una organización y que, en mi caso, se basa el método que utilizo con mi equipo cuando atacamos un proyecto en una mediana o gran empresa se bas en 10 puntos:

(1) Discovering o fase de comprensión del estado real de digitalización. En esta fase inicial se busca (2) comprender la estrategia de negocio. A partir de este punto iniciamos una (3) definición de los procesos digitalizables. Adicionalmente cuando localizamos esos procesos buscamos la dinamización que proporciona (4) aprovechar a los intraemprendedores o insiders de la empresa. Por ejemplo, la atención al cliente no es un departamento, es una actitud de toda la empresa. A menudo, las nuevas tecnologías pueden dejar de mejorar la productividad de la organización, no debido a errores fundamentales en la tecnología, sino porque se ha pasado por alto el conocimiento interno de esa tecnología.

La necesidad de comprender el valor y significado tecnológico de lo que estamos haciendo parte de la fase en la que se (5) definen que plataformas de AI y/o Big Data vamos a usar. Diseñar la experiencia del cliente desde el exterior hacia adentro . Si el objetivo de Transformación Digital es mejorar la satisfacción y la intimidad del cliente, cualquier esfuerzo debe ir precedido por una fase de diagnóstico con información detallada de los clientes. Para ello el modo en el que conozcamos su comportamiento es clave. El uso de todo tipo  de captación de datos, gestión inteligente de los mismos y modelos de inteligencia de negocio aplicada, son el único aspecto que garantiza el éxito. Hay datos masivos, convirtámoslos en información.

Para (6) diseñar una nueva experiencia de cliente necesitaremos un Customer Data Hub capaz de alimentar las plataformas anteriores y eso, nos guste o no, trata de tecnología a la vez que de nuevos modelos organizativos o culturales. Cuando una organización sufre un cambio en la gestión y en la cultura, por si solo no es garantía de nada si esa mutación sólo representa algo epidérmico. Lo profundo, en mi opinión radica en la tecnología que se usará para que eso se produzca de verdad. La mejor manera de maximizar la satisfacción del cliente es a menudo realizar cambios a menor escala en diferentes puntos del ciclo de servicio. La única forma de saber dónde realizar modificaciones y cómo modificarlas es a través de la obtención de información extensa y detallada de los clientes. Una información que no puede partir exclusivamente de la gestión analógica o humana, se precisa alta tecnología y comprensión de la misma. Es matemática más que literatura.

Para ello es imprescindible (7) examinar drivers tecnológicos a incorporar desde la automatización o co-robots. A partir de aquí si que surgen necesidades de cambio puramente en las personas. Pero estamos en el punto (8) al reconocer el miedo de empleados a ser sustituidos cuando los empleados perciben que la transformación digital podría amenazar sus trabajos porque pueden resistirse consciente o inconscientemente a los cambios. Algunos miembros del equipo pueden llegar a boicotearla pues, si la transformación digital resulta ser inefectiva, la gerencia abandonará el esfuerzo y sus trabajos se salvarán. Un error de percepción que evidencia que esto no es sólo un cambio cultural, esto debe proceder de una definición clara de lo que va a ser tu trabajo en el futuro inmediato. Un empleo computerizable, no sólo culturalmente distinto. Explicar que esto va sólo de personas es engañar directamente.

Por esta razón anterior el trabajo deberá proponerse en (9) la formación en el uso de nuevas tecnologías a fin de que toda la organización esté en ‘beta constante’ como mecanismo de computerización de los equipos humanos. Es fundamental que los líderes reconozcan esos temores que siempre aparecen y enfaticen que el proceso de transformación digital es una oportunidad para que los empleados mejoren su experiencia para adaptarse al mercado del futuro. La matemática y la programación no serán opcionales, por lo menos en su comprensión. No nos servirá decir ‘yo de eso no entiendo’. Estaremos obligados a decir ‘no sé como funciona exactamente, pero se modificar aspectos para que lo haga de otro modo’. Elegir la mejor solución requiere una experimentación extensa en partes interdependientes y un conocimiento real de lo que significa la propia tecnología. Un matemático no debe saber como funciona una calculadora pero si debe tener claro que puede lograr con ella. 

Para ello es clave que se adopten (10) metodologías de trabajo ágiles. Este si es un modelo puramente no tecnológico pero que, sin duda, sólo es factible en plena revolución industrial 4.0, si se perfila desde una óptica tecnológica. Aquí si que acepto la clara y evidente necesidad del cambio cultural. Pero estamos en el punto 10, no en el previo. El proceso de transformación digital es intrínsecamente incierto: los cambios deben hacerse provisionalmente y luego ajustarse; las decisiones deben tomarse rápidamente y por ello hay grupos en toda la organización que necesitan involucrarse. Como resultado, las jerarquías tradicionales se interponen en el camino. Es mejor adoptar una estructura organizativa plana que se mantenga un tanto separada del resto de la organización. 

En mi experiencia, con más de un centenar de empresas en procesos de transformación, desde la banca hasta el sector automovilístico pasando por el retail o el sector inmobiliario y de la construcción entre otros, la transformación digital funciona porque sus líderes volvieron entendieron la intensa relación que hay entre tecnología y su conocimiento y el cambio de la organización. El éxito se produjo cuando no se localizaron en uno de los dos ámbitos por seguidismo a los discursos oficiales. Quienes solo se enfocaron en cambiar la mentalidad de sus miembros y la cultura de la organización o bien fracasaron o bien tardaron mucho en establecer sus objetivos. Quienes sólo enfocaron en tecnología sin intervenir a la vez en el cambio cultural también tuvieron serios problemas. Sólo surtió efectos plenos en aquellos proyectos que se le concedió valor de driver a la tecnología a la vez que se diseñaban los procesos y el cambio de cultura. 

Se puede decidir qué herramientas digitales se van a usar y el cómo usarlas a la vez que se estimula, impulsa y se define como va a ser la empresa en cuestión a 5 o 10 años. No te creas que sin hablar de ‘qué’ tecnología vamos a usar y sólo hablando de ‘cambios de la organización’, se puede definir el futuro. O se ataca todo o no sale. El discurso ‘efectista’ de las personas primero sin atender que la tecnología no va detrás sino al lado, suelen enarbolarlo quienes de tecnología no saben mucho. Os aseguro que todas las revoluciones tecnológicas tuvieron que ver con la tecnología. En serio.

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Las claves de la Transformación Digital de la banca. La iRevolución de los servicios financieros.

La semana pasada estuve en Costa Rica con motivo de la finalización de la primera fase del proyecto de Transformación Digital del Banco Popular de Costa Rica. Un proyecto apasionante que ahora inicia la siguiente etapa, la implementación de diversos modelos de innovación, incorporación de tecnología, gestión del cambio organizativo y, especialmente, el diseño de nuevos modelos de negocio que el sector financiero tiene que abordar irremediablemente. 

La semana pasada estuve en Costa Rica con motivo de la finalización de la primera fase del proyecto de Transformación Digital del Banco Popular de Costa Rica. Un proyecto apasionante que ahora inicia la siguiente etapa, la implementación de diversos modelos de innovación, incorporación de tecnología, gestión del cambio organizativo y, especialmente, el diseño de nuevos modelos de negocio que el sector financiero tiene que abordar irremediablemente. 

Las amenazas son más que sabidas para este sector. Los NeoBanks, los iBanks, las criptomonedas e, incluso, los No-Banks. Pero a mí me gusta más contemplar el otro lado, los retos. En el caso de una entidad financiera nacional, semi pública como es el Banco Popular de Costa Rica, éstos pasan por la reducción de costes y por acelerar la innovación. Es necesaria una banca centrada en el cliente que consiga una relación más estrecha con él y una experiencia digital personalizada. Una banca que ayude a las instituciones financieras y a las propias fintech a construir, operar y monetizar cualquier tipo de aplicación de manera ágil y rápida.

Entre los modelos que he coordinado en otras entidades y las que ya hemos iniciado en Costa Rica, es obligatorio un ecosistema API para lanzar nuevos servicios. APIs abiertas y conectadas a un ecosistema de colaboradores que ofrezcan servicios digitales de valor añadido a través de cualquier entorno colad por ejemplo. Mi obsesión es que cualquier banco considere factible liderar la propia revolución fintech. No voy a entrar en el detalle y el modo de lograrlo ni con que metodologías se puede lograr. Eso es algo que precisa de un buen número de documentos y de un par de jornadas de alto valor explicados en un Workshop específico como afrontarlo. Sin embargo, hay varios campos de trabajo que son determinantes y que a modo esquemático pasarían por:

Los grandes bloques de trabajo deben ser la Analítica, la Automatización, la Gestión de TI, la propia Inteligencia artificial, la innovación estratégica, la tecnología móvil y la seguridad integral. A partir de estos espacios de trabajo se despliegan cada uno de los elementos que derivan. Aunque pueden funcionar para muchos sectores, en el caso de las finanzas se determinan en estos que acabo de relacionar. Veamos cómo se despliegan según nuestro criterio.

Inicialmente el asunto trata de la analítica, de la cual se espera descubrir, interpretar y comunicar patrones significativos y la información de valor a partir de datos de todo tipo. Eso conduce a la gestión prioritaria de analytics por aplicación, analítica prescriptiva, análisis predictivo basado en machine learning, atención a los grandes volúmenes de datos, a la integración de esos datos, la comprensión de la Internet de las Cosas y la visualización de todos estos datos utilizando tecnología que la conviertan en información.

De la automatización se exige que realice operaciones con inteligencia, desde los procesos de negocio hasta la aplicación de bots o la automatización inteligente. Para ello se cuenta con el Blockchain con el objetivo de reducir riesgos y abrir nuevas fuentes de ingresos, cloud computing, almacenamiento en cloud, base de datos en cloud, gestión del propio cloud, infraestructuras como servicios, plataformas como servicios y especialmente generar un volumen aceptable en seguridad en el cloud.

De la Gestión de TI se necesita que se alineen los recursos tecnológicos de información de un banco en función de sus necesidades. Para ello hay que tener en cuenta la alta disponibilidad en el rendimiento operativo, el desarrollo de algún tipo de software de adaptación, la gestión de los propios activos de la tecnología y el cloud, los datos, las identidades, la red, el almacenamiento, los accesos, los negocios, los ciclos de vida de las aplicaciones de la entidad, el rendimiento de esas aplicaciones, el software distribuido llamado middleware y las recuperaciones tras alguna crisis que pudieran ser críticos. 

De la Inteligencia artificial buscamos que interactúa con las tecnologías de la información como un socio adaptable a la actividad humana. Para ello asumimos en cualquier proyecto de transformación digital en el sector financiero que vamos a aplicar machine learning que automatice los modelos analíticos para que los sistemas puedan aprender y extraer conocimientos por su cuenta, el procesamiento del lenguaje natural, un sistema recomendador que prevea la valoración o preferencia de un servicio financiero utilizando una subclase de sistemas de filtrado de información, una visión computacional que adquiera, procese, analice y comprenda todo tipo de interacciones con los clientes/usuarios del propio banco.

De la Seguridad planteada se estructurará para que proteja los sistemas en todos los entornos gracias a la Gestión de identidades, la protección contra el fraude, la importantísima protección de las vulnerabilidades que introducen los dispositivo conectados de un usuario de la entidad, el security analytics que explore soluciones que permitan agregar información de seguridad en toda su infraestructura de la entidad, la  seguridad cloud, la seguridad de datos, la seguridad de las aplicaciones, la seguridad móvil y la supervisión de red en el ámbito de rendimiento y detección de actividades sospechosas. 

Y finalmente, el espacio que considero fundamental y que tiene que ver con el concepto ‘mobile first’. De la Tecnología móvil se necesita que habilite dispositivos móviles para el uso compartido gracias a la analítica móvil, al marketing móvil y, de nuevo, a la seguridad móvil.

En definitiva, y muy a grosso modo, estas son las claves con las que un modelo de negocio financiero tiene que lidiar en el momento que inicia un plan de transformación digital. Esta es la tabla con la que trabajamos nosotros. Debe haber otras, pero lo más complejo es como convertimos un modelo que ha soportado el paso del tiempo con cierto éxito pero que, ahora que ha decidido entender un nuevo entorno, suele quedarse más en la cosmética que en el fondo. 

Tengo la suerte de que mis clientes han entendido que la banca debe darse prisa. Prisa en creerse esto realmente. Que no va de aparentar estar interesado o conocer bien como funciona. Consiste en aparcar dentro. En poco tiempo los proveedores de criptomonedas se habrán ganado la confianza y credibilidad de la que ahora todavía no gozan en términos generales. Por ese entonces, la ventaja competitiva de los bancos será irrelevante. Si ahora no se ponen, no habrá espacio para ellos, o lo que quedará será puramente residual. No serán necesarios tal y como ahora los entendemos. Siglos de evolución soplan en su contra, pero pueden convertirse en vientos favorables. Solo hay que ponerse.


| Picture: Hermione Hodgson |

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