La llave ilógica
Hace algún tiempo dije que sólo era cuestión de empezar. Suelo indicarlo así y me cuestionan por ello. No puedo decir lo contrario. Me he caído y levantado varias veces en esta vida y, me temo, por mi manera de afrontarla, me volverá a pasar. Siempre que escribo sobre “emprender y ya está” algunos lectores arremeten sobre lo enloquecido de mi argumento, de lo suicida que puede ser para muchos seguir mis consejos. Espero que, detrás de mis argumentos, se puedan distinguir los verdaderos elementos y razones que intento transmitir.
Para mí la crisis acaba cada día. Termina hoy por que no hay más remedio. Independientemente de dónde me encuentre o el territorio que esté conquistando, lo único que sé, es que no tengo más que mi propio entusiasmo. Debo ser capaz de gestionar mi anhelos. El dolor no se puede evitar, el sufrimiento si. Lo primero es una agresión, lo segundo una actitud. Tengo claro hace mucho donde nos lleva esto, los que leen este blog saben que hace muchos años que se describen uno a uno los episodios del desastre. Ahora que ya es inminente y ni Rajoy ni nadie va a evitar el dolor, yo elijo no sufrir.
Este es un país que le cuesta poner en marcha sus propias meriendas excepto si esas tienen que ver con la selección de futbol, la fórmula uno o el tenis de élite. También hay cierta capacidad de movimiento a la hora de rellenar adecuadamente los huecos de las playas levantinas. A veces me maravilla ver como, en alguna plaza, en pleno desierto laboral, cuando la conversación media en sus terrazas es “cuanto te queda a ti de paro todavía”, la gente no discute sobre “su nuevo proyecto” o “que podría hacer yo”. Lo único que transcurre entre caña y jarra es un buen plato de queso de cabra caramelizado con cebolla. Eso si que es prepararse para emprender. Menudo ejemplo para nuestros hijos.
Pero talvez todo no es culpa de la cebolla, o de la jarra, ni tan siquiera del solano que cae a partir de mayo. El pecado lo cumple el Estado que, en el caso de querer emprender, antes de empezar y haber generado un solo euro, ya te están metiendo facturas por el costado. Un notario, una sociedad limitada o aun autónomo, una legalización, una autorización, un tramite aquí otro allá y otro más allá. Diferentes administraciones y distintos collares para un mismo perro famélico que le piden correr antes de comer. Pobre animal.
Una vez superada la prueba te enfrentas a la voluntad y deseo de ofrecer empleo a más gente y hacer crecer tu proyecto. Es entonces cuando el cielo se hace pedazos y se te clavan en el corazón. Salarios con sobre costes que un emprendedor no puede aceptar, con los cargos motivados por diversas estructuras sociales asumidas como invariables y que tienen que ver con aguantar el absentismo, la baja y otras razones.
Cuando finalmente has montado una empresa, has contratado a alguien, logras el punto de equilibrio y te enfrentas al día a día de lograr financiación, clientes y reputación, se te cae encima todo el estiércol del mundo de una sola vez al descubrir que no hay un solo mecanismo legal de ayuda que sea adquirible de un modo racional. Nada de lo prometido es tal y como lo han prometido, de lo dicho, la mitad y de lo no dicho una multa.
¿Cómo vamos a emprender? La verdad es que a veces muchos de esos emprendedores valientes piensan que deberían haber escuchado detenidamente las voces que les llegaban del fondo del bar que decían “busca un curro con un sueldo fijo y déjate de montar empresuchas, pringao”. ¿Cómo vamos a tirar del carro si en lugar de poder empujarlo por un camino fácil y rectilíneo hay que pasar por una carrera de obstáculos inteligentemente dispuestos para que esta sociedad sea lo menos emprendedora posible?
Por otro lado, cuando la administración se dispone a dar ayudas se las suelta a los grandes grupos financieros e industriales y se olvida de las PYMES, autónomos y start-ups. Lo que se necesita es innovar. Carece de sentido apoyar a una gran fábrica, una gran industria, si no se fomenta a las miles de pequeñas empresas. Es un error histórico que parece consustancial con todos los gobiernos de este país gastar demasiado en estimular sectores desde arriba, en lugar de dinamizar desde abajo. Resulta que el 90% del cuerpo laboral español está en esas empresas pequeñas y en ese cuerpo de emprendedores autónomos que buscan agujeros por los que colarse. ¿Por qué no se actúa sobre esa mayoría de personal en marcha? Daría alas a quien no debe volar. Estoy completamente convencido de que es una actitud irracional e inconsciente circunscrita a la manera de entender la vida, los negocios y la voluntad natural de los individuos que se tiene en España. No es una confabulación, es que somos así.
Sin creatividad no hay escapatoria y el Estado no la fomenta. Tampoco ningún escenario educativo lo intenta. Si no se inspira a la juventud, mediante un sistema educativo que genere el deseo de crear difícilmente se conseguirá que se innove y si no se innova no hay empresa. Sin empresa nueva no hay innovación tampoco. Es un maldito pez mordiéndose la puta cola.
¿Se imaginan al estado advirtiendo a los empresarios pequeños que el modelo económico está cambiando y que ellos son fundamentales en esa transición? Yo si, pero acompañado de un montón de promesas de ayudas que no llegarán justo en el instante que las transferencias de estímulo se dirijan a las grandes corporaciones que habrán pedido amparo y protección al gobierno por un “desplome de las ventas” de su sector. ¿Recuerdan lo que pasó con el sector en el que trabajaba Vicente?
Sigo con la idea de incorporar algunos capítulos de “Contra la Cultura del Subsidio” ahora que ya ha terminado su recorrido natural para obtener un feedback directo con los que lo leyeron y los que no.
Cortocircuito social
Escribo camino a Los Ángeles para cerrar un importante acuerdo. Lo hago pensando en lo que se avecina. Hace años comenté que por el horizonte se avecinaba una enorme bola de mierda. Poco después hablé de quiebras bancarias, cierres de empresas y aumento de paro que multiplicarían por cinco los que había entonces. Más tarde empecé con lo de que la cosa se ponía fea en los circuitos bancarios, en los ayuntamientos y derivados. Ahora todo eso es ya una evidencia y el peso de lo cotidiano es tan alto que no podemos ni respirar. Hoy no voy a hablar de emprender, ni de huir, ni de internacionalizar, ni de redes sociales, ni de nada. Lo volveré a hacer mañana, hoy estoy bajo de moral.
Esta noche he hablado con un amigo en Grecia que dirigía una de las empresas más importantes de Tesalónika. Ahora se dedica, tras desayunar en casa de su madre, a tirarle piedras a cualquier coche oficial que pase frente suyo. Lo hace en equipo y rodeado de parados y embargados cada día durante cuatro o cinco horas. Como uno tiene amigos en medio mundo a veces hago la ronda para ver como andan. Ayer hablé con otro amigo, este portugués que vive en Oporto. Me describía su vida. Nadie mueve dinero, crece el trueque y los parados no se ocupan por no tener que facturar con el 24% de IVA que ahora les imponen. Quien sabe cocinar cocina a quien sabe cortar el césped, y éste se lo corta a quien tiene ropa que vender. Poco a poco se está desintegrando el modelo tradicional del capital y el valor asignado. Resulta que como no se puede pagar a los funcionarios, éstos se están convirtiendo en inspectores que lo inspeccionan todo para generar multas que subvencionen sus propios puestos públicos. Una cadena que sólo conduce al desastre.
En España las cosas no serán muy distintas me temo. Ahora ya sabemos que las elecciones serán en noviembre. No lo serán por un aspecto político, ni tan siquiera por que la evidente pérdida de sintonía entre el PSOE y la ciudadanía sea insoportable, que tampoco es para tanto, sino porque la segunda fase y definitiva del deterioro del modelo económico español se acerca irremediablemente. De acuerdo que “no nos dejarán caer”, seguramente no veremos la evidencia de la suspensión de pagos de la mayoría de organismos públicos, pero si notaremos la estrechez financiera.
Que hay que emprender, fijo, que hay que pensar en hacerlo fuera, lo recomiendo, pero que independientemente de eso vamos a asistir a la deconstrucción de una sociedad que se alimentaba de sus propia desidia y de sus márgenes comisionados también. Emprendiendo uno se enfrenta al sistema e incomoda al establishment también. Bienvenidos a la era de los recortes y de los pagos tributarios.
Hace unos días me confesaba un directivo de una entidad financiera española: “si la gente supiera la verdadera liquidez que tiene el sistema no se lo creería”. Y a todo eso la gente salió a la calle y se habló mucho de ello. Ahora algunos regresaron a sus ordenadores, otros a sus reuniones de barrio y la mayoría a un limbo líquido donde se regeneran las pasiones. Veremos en breve como todo esto del 15M y ahora 19J no era más que una mota de polvo que empezó a matizar un modelo social que va a tener que escuchar si o si a grupos sin portavoces ni líderes. El nuevo modelo requiere a los de dirigentes de siempre aunque ahora muchos digan que “han escuchado al pueblo“. Los indignados sólo es gente harta, exhausta de tanta humillación y en pleno proceso de recuperación de sus sueños.
Os dejo con el video que emitió hace pocos días France 2 sobre todo esto. Lo han subtitulado, pero os recomiendo que escuchéis el tono y la frecuencia de la voz en Off. Mañana volveré a intentar dar las claves de cómo tirar para delante, pero hoy no he sido capaz. Por mucho que hagamos el agujero es tan profundo y oscuro que nos engulle inapelablemente. Les pasa a irlandeses, griegos y portugueses y nos va a pasar a nosotros, a los italianos, belgas y derivados. En ese planteamiento de incerteza siniestra hay que poner los tacos y preparar el punto de partida.