Rescate Ibérico
De todo lo que se escribió, escribe y escribirá acerca del inminente rescate de Portugal me quedo con aquellos que reconocen que en las redes sociales y en blogs ya se dio por descontado este hecho hace meses. Desde el rescate de Grecia en mayo y, mucho más aún, con el de Irlanda en diciembre, el gobierno luso se encontró en el punto de mira de los mercados. Sin embargo desde el primer momento se sabía que el verdadero problema para el euro y la estabilidad económica del sistema es lo que viene después de Portugal: España, la cuarta economía de la eurozona.
Entre los medios que ya analizaron esto de manera valiente y objetiva caben algunos medios de los denominados tradicionales. En este destaca la BBC que, concretamente, detallaba ayer que “nada de lo que se acordó en las últimas semanas a nivel de la Unión Europea va a ayudar a Portugal“
En ese sentido hoy se puede leer a Gilles Moec, economista del Deutsche Bank, examinar algunos detalles en una entrevista que publica el gigante público británico. En concreto afirma que “como España representa el 9% de la Unión Europea, más que Portugal (1,4%), Irlanda (1,4%) y Grecia (2%) juntos, estamos ante el reto más importante a nivel europeo desde los años cuarenta del siglo pasado”. Asegura que el asunto ya no es saber si España será rescatada o no, eso lo da por asumido, de un modo técnico o evidente, pero que nuestro país entrará en el humillante club de los rescatados está descontado por la banca alemana.
La deuda española en relación al PIB no es demasiado grande (53,2%), pero su déficit fiscal sí: el gobierno aspira a recortarlo a un 9,24 % este año, pero parece que no convence tanto como se quiere hacer pensar. En las últimas semanas España ha conseguido despegarse de Portugal en la siempre cambiante percepción de los mercados, pero un rescate del gobierno luso podría cambiar esto. La preocupación se intensifica por la posible repercusión que esta deuda soberana puede tener en importantes bancos europeos.
Recomiendo leer este informe, en especial la página 19 del mismo para entender porque se habla de “contagio”. Este es un asunto a tener en cuenta por supuesto. Descartar que Zapatero puede verse abocado a una dimisión a medio plazo motivado por un creciente descrédito de la economía española que provoque un aumento del interés de la deuda soberana por encima del 7% de rentabilidad, es tan arriesgado como decir lo contrario. Es decir, en estos momentos las barbas de Sócrates ya se han mojado por algo que España tiene a media vista. ¿Quién se atreve a decir que teniendo la rentabilidad de nuestro bono a 5% largo y el diferencial en 192 puntos y subiendo esa situación es inimaginable?
Según el Banco Internacional de Pagos, las entidades alemanas han prestado unos 30.000 millones de euros a España y unos 95.000 millones a sus bancos, lo que hace que Europa no se pueda permitir lujos con nuestro país. No obstante, lo complicado radica en la factura pendiente que tiene nuestro país con respecto al país ibérico vecino: España depende de Portugal a un nivel determinante puesto que es la economía más expuesta en términos objetivos.
Si España no afronta el asunto con seriedad y continua con sus juegos cada vez más peligrosos podemos abocarnos al camino del no retorno hacia una intervención costosísima para los ciudadanos. Mientras los políticos siguen con su patética agenda electoral y su siniestra visualización de una realidad aparente, esto sigue su curso hacia el precipicio. España tiene expuestos casi el 9% de su PIB en el país vecino, algo más de 100.000 millones de dólares se encuentran en paradero pantanoso.
Dice el equipo económico de la BBC que el peligro de una crisis sistémica está ante nuestras narices de un modo mucho más evidente que hace unos meses aunque ahora parece que nadie la da la importancia de hace medio año. Dicen que “mucho dependerá de lo que acuerde este jueves el Consejo Europeo para resolver, como se ha propuesto, con un acuerdo bien amplio, el financiamiento del déficit fiscal de la eurozona”. Lo que no se cuenta todavía es que ese fondo supone la decapitación del estado del bienestar tal y como lo conocemos en algunos países que han vivido por encima de sus posibilidades.
Invito a los que todavía se sientan con fuerzas para afrontar este escenario cada vez más estrecho, a que levanten la vista y oteen más allá de las fronteras españolas y europeas. Hoy escribo desde los Estados Unidos y lo hago mientras estoy atendiendo las peticiones de un grupo empresarial que se ve incapaz de afrontar los impuestos crecientes destinados con partidas institucionales disfrazadas para pagar la mala gestión del sistema financiero hispano y su administración pública. Este lugar, ni el resto de países donde estoy asesorando internacionalizarse, son El Dorado, pero empiezan a ser la oportunidad final para muchos, no para todos. Doy por sabido que el territorio económico de los próximos años será el de un nuevo modelo repleto de oportunidades pero también colapsado por los elementos ajenos y por las dificultades. Afrontar los negocios con miras más amplias puede ser uno de los elementos para salvaguardar el esfuerzo de años que se puede ver esfumado en pocos meses.
No quiero decir que en Europa no se pueda hacer nada, por supuesto que la economía marcará valores de crecimiento en un tiempo y eso ayudará a afrontar retos determinantes, pero lo que está claro que un territorio tan estrecho por culpa de una administración insolvente y una falta de financiación pueda ser el idóneo para los emprendedores más estimulados. Las oportunidades seguirán, más que nunca tal vez, pero donde antes podían afrontar ese reto diez, ahora sólo lo pueden hacer dos. Los otros ocho deben asumir que todo no termina en la península si quieren seguir creciendo.
Ahora es el momento de reinventarse con nuevos modelos de negocio, más internacionales, mucho más eficientes y, sobretodo, con acción de vanguardia vinculada a la capacitación digital.