Una economía con las luces de posición y los cuatro intermitentes puestos.
La semana pasada me invitaron a participar en el programa ‘Morning Ireland’ para tratar temas de economía española y cómo puede estar afectándola el proceso de conformación de gobierno. Aquí están especialmente interesados pues, tras sus últimas elecciones generales, Irlanda se encuentra ante una situación muy parecida a la española sin posibilidad fácil de conformar gobierno. Temen y con razón que un período de gobierno interino pueda afectarles en la economía de manera importante si se suma a un posible ‘brexit’ que a quien más afectaría es a este pequeño país.
La semana pasada me invitaron a participar muy brevemente en el programa ‘Morning Ireland’ de la RTE para tratar cómo puede estar afectando a la economía de España el proceso de conformación de gobierno. Aquí están especialmente interesados pues, tras sus últimas elecciones generales, Irlanda se encuentra ante una situación muy parecida a la española sin posibilidad fácil de conformar gobierno. Temen y con razón que un período de gobierno interino pueda afectarles en la economía de manera importante si se suma a un posible ‘brexit’ que a quien más afectaría es a este pequeño país.
Bajo esa preocupación, los irlandeses consideran que es interesante averiguar como está España y cómo le fue a otros países en una situación parecida. Comentaron casos como el belga o el italiano por ejemplo. En mis respuestas sobre España me limité a encuadrar la hipotética recuperación española dónde justamente considero le toca y cuales son los puntos que la ponen en duda. Además, por supuesto, una situación política inestable que provoca la caída de inversión internacional en sectores claves y que supone una falta de rumbo en la puesta en marcha imprescindible de políticas activas para afrontar el cambio de modelo económico.
En primer lugar considero que el discurso de la ‘recuperación’ es un discurso peligroso. Se sujeta con alfileres y puede crear una falsa perspectiva que provocará frustración a medio plazo. Las cosas no se arreglan solas o por ciencia infusa. Cuando se reduce la tasa de paro del 25% al 20,5% no se puede considerar que ya se ve la luz al final del túnel porque esa reducción porcentual se debe en gran medida a la salida en masa de emigrantes que regresan a sus países de origen al no encontrar trabajo y a la huída de centenares de miles de jóvenes al exterior en busca de oportunidades. Es más, una recuperación sujeta a la llamada austeridad se ha ventilado estructuras sociales y familiares, ha creado una clase media sumergida y una clase pobre de escaparate cómo ya pasó en Grecia y Portugal por ejemplo. Esto no es salir de nada, es entrar en otra fase y no necesariamente mejor.
No digo que no estén produciéndose elementos de mejora. Los hay, pero es importante que no se retuerza la realidad según los intereses de quien la explica. En primer lugar porque es mejor para tomar medidas y en segundo para no crear falsas expectativas.
Ante todo es importante señalar que cualquier discurso oficial acerca del empleo y la creación de puestos de trabajo de forma masiva debería de mostrar claramente cómo piensan hacerlo. En este caso no sirve ni el discurso oficial del gobierno en funciones que garantiza millones de empleos gracias a la senda de recuperación iniciada o los discursos de aurora boreal del resto afirmando que el empleo se crea con políticas fiscales solamente.
No vamos a un escenario de mayor empleo. Es todo lo contrario. Cada vez habrá menos pues cada vez la automatización será más eficiente. Esto será exponencial y dónde ahora hay tres humanos haciendo algo pronto habrá un software o un robot haciendo lo mismo. En apenas cinco años lo que viene es una reducción del campo laboral importante, no de su incremento. Contra esto hay que trabajar no sólo hacer discursos que serán imposibles de cumplir y prepararse para un escenario inédito.
Además hay otros elementos que ponen en duda esa recuperación. El riesgo de convertirlos en crónicos depende de que esta gente se ponga de acuerdo y ponga en marcha la cisterna que arranca el mundo. Da igual quien, pero es urgente que lo hagan. Cada mes que pasa en el mundo de sus señorías es un año de pérdida en competitividad comparada en el mundo real.
Stiglitz enumeró hace unos meses en Davos los puntos en los que España estaba interpretando mal su situación y que, ahora, han crecido exponencialmente debido a la fase de interinidad de un gobierno que no puede tomar decisiones complejas ni estratégicas.
En este video de la sesión de Davos, Stiglitz explica los puntos que ponen en cuarentena la recuperación española y la enfrentan directamente con una dura realidad que podría ser peor que lo vivido hasta ahora. En él destaca lo siguiente:
1. El enorme crecimiento de la pobreza.
Uno de cada cuatro trabajadores españoles es pobre según la Organización Internacional del Trabajo. El número de personas que ganan menos de 60% del salario medio aumentó en cuatro puntos porcentuales entre 2000 y 2014, del 18% al 22,2%. El número de hogares que no tienen fuente oficial de ingresos alcanzó un máximo histórico de 770.000.
Si no fuera por la llamada economía sumergida, una lacra real para el crecimiento de un país a medio plazo, el tejido social español se hubiera roto por completo durante los años más duros de la llamada ‘crisis’.
2. Desactivación progresiva de la población.
El desempleo ha caído en los cuatro años del 26,5% al 20,5%, pero la población activa sigue disminuyendo a un ritmo importante. La razón principal de esta contracción es el éxodo masivo de los trabajadores extranjeros y la fuga de cerebros. La recesión ha dado lugar a la mayor migración de la historia de España según el Banco de España rondando el medio millón anual desde 2010.
3. La generación invisible.
La mayoría de los nuevos puestos de trabajo creados no son para los jóvenes. Casi uno de cada dos no lo logra. Además, los pocos afortunados tienen un salario en caída libre. Según la OCDE, el salario promedio mensual de los jóvenes trabajadores españoles se redujo de 1.210 euros en 2008 a 890 euros en 2013. Lo que es lo mismo, una caída de 35% en términos reales.
4. La precariedad crónica.
Con datos de 2014, el porcentaje de trabajo a tiempo parcial en España creció de 12% en 2008 al 17,4%. En lugar de crear más puestos de trabajo, se están cortando en pedazos cada vez más pequeños. Desde 2013 España ha creado mini-empleos como churros. Stiglitz dice que, según las estadísticas del propio Ministerio de Trabajo, los contratos de trabajo firmados normalmente cada mes no suelen llegar a más del 10 % en cuanto a empleos permanentes.
5. Una década perdida.
Mientras se habla de crecimiento del PIB, el nivel real de la producción registrada en 2014 por ejemplo, después de un año y medio de ‘recuperación’ era todavía un 5% por debajo del nivel registrado en el año 2008. Teniendo en cuenta la evolución de esto y de otros indicadores, se puede hablar de ‘década perdida’ cuando se quiere describir el periodo posterior a la crisis española. Ahora ya sabemos que una década te la ventilas fácilmente. Perderla es relativamente fácil. Ganarla es más complicado. De eso va, de ganar o perder otra década.
6. El futuro no se construye por inercia.
Los fondos para la investigación, desarrollo e innovación se redujeron de 321 € por habitante en 2009 a € 279 en 2013. La creación de polos de atracción del talento que se fue y de atraer a otro para vincularlo a la construcción de un país moderno y encauzado a los tiempos que vamos a vivir en occidente, siguen en punto muerto. Las grandes industrias son clave, las pequeñas empresas tecnológicas también. Todo debe estar bajo un plan nacional que englobe por donde hay que tirar, con quien y a que velocidad. Saber que hace falta es la clave. En Irlanda se crean 147 startups al día, dos de cada tres nuevos empleos tienen relación directa con las nuevas tecnologías o el conocimiento. En Alemania el peso de la exportación recae en el grueso y bien estructurado tejido de medianas empresas a pesar de tener grandes multinacionales.
Crear un nuevo modelo económico no es algo rápido pero o se empieza ya o no habrá tiempo efectivo de hacerlo. De ser miembro de la primera división económica del mundo capaz de jugar 'la Champions' se pasó en pocos años a estar en la segunda división. Hemos estado con opciones de ascenso en algún momento pero no se está renovando la plantilla y encima se está dejando ir a la cantera. Si caemos a segunda B, como pasa en el fútbol, igual no habrá opción de volver a jugar competiciones europeas nunca más.
La desigualdad y la pobreza han alcanzado niveles sin precedentes. Lo que provocó que, a pesar de que las cifras macro que se presentaron durante las elecciones eran impecables, los resultados electorales fueran un galimatías importante. Y lo volverán a ser si se repitieran los comicios tal y como están las cosas.
Convertir una crisis monumental en una oportunidad de transformación difícil era una opción. La otra era convertirla en un desastre bíblico. La diferencia sólo está en si quienes deben marcar las directrices estaban en temas tácticos o en asuntos estratégicos. Lo primero alcanza como máximo a cuatro años vista. Lo segundo exige de luces largas y una mirada a las próximas décadas. Pues eso, seguimos con las luces de posición y los cuatro intermitentes puestos en el andén de una autopista por la que ya circulan otros a toda velocidad.
PARADOS ESQUIANDO
La unión monetaria europea, formada por dieciséis países de Europa occidental, ha salido de la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial según la primera estimación difundida por Eurostat. Esta era una recuperación prevista, incluso ha sido por debajo de lo calculado por algunos analistas. Obviamente esta “recuperación” responde en gran medida a las extraordinarias medidas de estímulo fiscal adoptadas durante todo el año, con especial incidencia en las primas a la sustitución de vehículos. Es decir, seguimos con la manía de no rascar, de no buscar bajo la epidermis del asunto manteniendo el mismo análisis superficial que tanto gusta a la fauna nacional.
Dicen los “expertos” que lo peor se ha evitado. Esos son los mismos que deberían de decir también que la salida oficial de la recesión no la notarán ni uno solo de los 400 millones de europeos en como mínimo tres o cuatro años. Se necesita tiempo para recuperar la riqueza y el empleo perdidos desde mediados de 2007. Digamos que sería algo difícil entender que la peor recesión de la zona euro desde la posguerra puede haber terminado con un chorro de dinero estratégicamente inyectado y ya está.
Alguien debería de advertir que, digan lo que digan los “números oficiales”, para muchas personas y empresas las cosas seguirán pareciéndose a una recesión durante unos cuantos años más. El repunte de las exportaciones y la reconstitución de existencias han sido los motores principales de un crecimiento que se desmontará si no remonta el consumo privado. Independientemente de si hemos entrado en un período largo de desmotivación por el consumo, de agotamiento de las compras, lo que si está claro es que, excluyendo las ventas de coches subvencionadas, el gasto familiar y empresarial se reducirá por culpa de la retirada progresiva de incentivos.
Pero en una Europa que irá adaptándose con esfuerzo a ese nuevo escenario, aparece España como vagón de cola. Nos estamos quedando solos en esa tenue salida de la crisis que va ir viviendo Europa. Años y años de endeudamiento, consumo e importaciones y un pinchazo inmobiliario de proporciones bíblicas no pueden llevar a nada bueno. Mantener durante meses un discurso oficial que negaba la realidad tampoco. Medidas equivocadas una detrás de otra han hecho crónica la enfermedad.
Los factores que alejarán cada vez más España de la salida son varios. Vayamos por partes. Pudiera ser que, sin que Europa salga de la crisis a medio plazo, los riesgos inflacionistas si existan. Hay demasiado dinero en el sistema. Un líquido inyectado por todos los recovecos del modelo europeo tarde o temprano dejará de dar vueltas y vueltas. Ahora mismo lo hace por las bolsas generando una imagen positiva de ascensos en los mercados que poco o nada tiene que ver con la realidad. Sin embargo, ese dinero, sea arroz o sean billetes impresos con tinta virtual, está y en algún sitio debe acabar comprando o simulando expectativas de compra. A medida que ese dinero se evidencie, la inflación dará muestras de su apetito.
Incluso el desprestigiado BCE (recordemos que retrasó la bajada de tipos hasta que ya no sirvieron de nada) está pensando en retirar las medidas extraordinarias de liquidez. Sabemos que ese es el paso previo a la subida de tipos. Es decir, que los bancos europeos, en menos de medio año, dejarán de contar con Trichet como proveedor ilimitado de liquidez y van a tener que pasar de nuevo por el estrecho pasadizo del interbancario. Se está acabando el tiempo para arreglar las economías y sistemas financieros domésticos. De ahí que Fernández Ordóñez esté muy nervioso al ver que el FROB no se aprovecha. El perverso mecanismo que idearon para soplarnos las voluntades se ha mostrado ineficaz y morirá por inservible. Las fusiones que debían comerse los millones que lo componen no pasan las pruebas del algodón. Unas por que no pueden viabilizarse por cuestiones de lógica empresarial y otras porque no son políticamente aceptables.
El tiempo se está acabando y cada vez estamos más solos. Al gobierno se le irá acabando la creatividad contable a medida que el tiempo evidencie que el sector financiero español es un lodazal. Poco a poco irán cayendo las cajas. Unas serán embebidas por otras en unas fusiones de cine cómico (despidos masivos y cierres de oficinas) y otras sobrevolarán durante un tiempo hasta consolidar nuevos modelos de negocio. Alguna caerá, pero lo normal es que esa gasa que se inventó el gobierno (FROB), acabe empequeñeciendo el espectáculo. No obstante la fiesta se deberá de pagar tarde o temprano en forma de reducción de prestaciones o aumento de impuestos otra vez.
De momento sabemos que media Europa irá saliendo del agujero y que en un par de años los primeros indicios de bonanza y crecimiento visible serán una realidad. Al mismo tiempo los tipos irán aumentando a fin de que los precios no se disparen y el sistema financiero se ajustará a la liquidez resultante de la falta de inyecciones. Considerando ese escenario y atendiendo a la marcha de los factores económicos españoles, por mucho que lo intento, no me salen las cuentas.
Aquí estaremos con una destrucción de empleo continua, cada vez menos evidente pero incesante, puesto que mientras este país no crezca por encima del 2,4 o 2,6% no creará un solo puesto de trabajo y eso no pasará hasta 2013 o 2014 (mi amigo Montalvo sugirió que hasta 2016). Hasta entonces el PIB crecerá por debajo del 1%. Cuando un país crece por debajo del 1% interanual más de tres años se encuentra en “parada técnica”.
Por otro lado, un retroceso del gasto reducirá aun más los resultados empresariales y su cadena. El previsible aumento de los tipos de interés europeos alejará los estímulos de consumo y aumentará las cuotas de las hipotecas, lo que hundirá al sector inmobiliario aun más si cabe. Sin consumo, sin industria, sin construcción, con el turismo en retroceso, los servicios adelgazando y las nuevas tecnologías sin apoyos, la economía española tiene pocos visos de salida de este callejón. Los emprendedores podemos empujar, pero en este país cada vez son menos los que quieren afrontar retos de ese tipo y más los que esperan mejores tiempos para ser funcionarios o famosos.
Además, por si fuera poco, el sector financiero se encuentra en las puertas del matadero. Cuando suban los tipos y se retiren los estímulos, nuestra banca deberá volver a la carnicería que supone el interbancario a por dinero fresco. Vamos a ver entonces a que precio le venden el líquido a los de la “champions league” financiera. No descarten que volvamos a ver como alguna caja catalana deba comprar al 16% algo que luego vende al 3, u otras que tengan que buscar en el interbancario dinero para pagar las nóminas.
La vida es como es, y retrasar lo inevitable no lo evita, sólo lo retrasa. Nos va a pasar como a muchos de esos que, el jueves pasado por la mañana llenaban algunas pistas de esquí catalanas recién abiertas. Ante la avalancha de esquiadores, algunas televisiones se acercaron hasta esos lugares creyendo que la crisis es una entelequia. A la pregunta de unos reporteros a muchos de los allí presentes: “¿Cómo puede ser que un jueves estéis aquí?” la mayoría respondieron, “es que estoy en paro, como todos los de aquí”. ¡Brutal!