Twitter y sus problemas
Parece que Twitter no logra convencer en eso que llaman ‘los mercados’ a pesar de facturar cada día más (y perder algo menos). Es un tema de expectativas, algo que provoca que cuando esperas mucho, aunque logres bastante, no es suficiente para dar credibilidad entre los voraces inversionistas que buscan el beneficio de su aportación lo antes posible. Y en cierta manera es normal. El problema es que mientras todo esto pasa, Twitter se va frenando, a la vez que sus expectativas no se alcanzan, su crecimiento se ralentiza y podría estar tocando su techo objetivo.
Puede ser incluso un tema generacional. Los que entran en esto de las nuevas tecnologías de forma natural, casi biológica, los milenials, a Twitter lo empiezan a ver algo pesado y poco nutritivo. Hay estudios que demuestran que ni la propia aplicación movil se adapta a un mercado tremendamente complejo en el que, por ejemplo, Snapchat u otros si supieron interpretar. De hecho hay que tener un buen conocimiento para que un usuario experimentado rentabilice campañas en la red. Hay ejemplos que permiten a cualquiera adaptarse y aprovechar la potencia de todo el ecosistema de las redes sociales incluida Twitter u otras y que de esa manera se logren interesantes resultados. Por ejemplo, campañas estratégicas multired como puede ser un concurso de fotografía capaz de integrar todas ellas hacia un sólo foco.
En esto de los cambios debemos incluir Facebook, al que se le ha sentenciado a muerte varias veces sigue su crecimiento gracias a la incorporación de nuevos modelos de uso, desde la integración con la red fotográfica Instagram hasta la sorprendente, en su día, apuesta por un Messenger que se convertiría de un modelo de mensajería a un teléfono gratuito o en videoconferencia realmente eficiente. Pasó con la integración y compra de Whatsapp por parte de Zuckemberg, quien pensó en lo importante que era tener a tiro cualquier cambio de tendencia en ese escenario donde tanto significa seguir creciendo.
Twitter ha ido comprando cosas, integrando. Desde formatos de video hasta cambios relativos a hacer más atractivo su uso y visualización. Pero no parece dar resultados tal y como se les exige. Al fin y al cabo viven, o deberían vivir de sus ingresos publicitarios. Desde que salieran a bolsa en noviembre de 2013 todo cambió. De no tener prisa en generar grandes ingresos pues las rondas de financiación los sujetaba en base a un ‘proyecto de futuro basado en la audiencia’ pasaron a una necesidad de facturación creciente para dar sentido a invertir en ellos en el mercado abierto.
La pasada semana a través de un tuit (tiene gracia el asunto) se filtró los resultados del trimestre pasado y eran bastante peor que lo que se esperaba. Aun se esperan. La combinación de los astros los llevó en pocos minutos a perder un valor del 18% en la bolsa norteamericana. Incluso se tuvo que detener su cotización durante un tiempo por riesgo a un desastre bíblico.
Twitter ha conseguido monetizar sus usuarios. Eso ya es una realidad, pero los usuarios no crecen suficientemente para llegar a cifras razonables entre coste e ingresos tras tanto tiempo.
Los casi 300 millones de usuarios no son clientes y eso es el asunto. Ingresan 168 millones menos de lo que gastan cada trimestre. Llevan cinco años perdiendo dinero, de hecho la cosa ronda los 1,5 billones de dólares en pérdidas desde que nació. Hay quien ya pone fecha a la sustitución Dick Costolo, el CEO que decidió cual seria la fórmula para ingresar y que ha ido decidiendo en que mercados aplicarlo y en cuales no.
Suponemos que Costolo no se quedará con los brazos cruzados esperando el desenlace. De momento ya se ha sabido que prepara acuerdos con la todopoderosa DoubleClick, el servicio de anuncios de Google y la compra de TellApart para medir mejor la eficiencia de los anuncios en Twitter, algo que también parece estar ahora mismo en tela de juicio.