Más allá de la digitalización o la transformación digital: la empresa autoajustable.
En 2008, sólo había una empresa tecnológica entre las diez de mayor capitalización bursátil. Hoy, una década después, son siete. Durante estos años las empresas digitales han desordenado la economía de manera irreversible en múltiples sectores. La industria del automóvil, el comercio, el cine, la medicina, la banca o cualquier otro, viven un enfrentamiento contra el tiempo y por la innovación como nunca antes. Prácticamente todos los grandes negocios son ahora un negocio de tecnología y de información.
En 2008, sólo había una empresa tecnológica entre las diez de mayor capitalización bursátil. Hoy, una década después, son siete. Durante estos años las empresas digitales han desordenado la economía de manera irreversible en múltiples sectores. La industria del automóvil, el comercio, el cine, la medicina, la banca o cualquier otro, viven un enfrentamiento contra el tiempo y por la innovación como nunca antes. Prácticamente todos los grandes negocios son ahora un negocio de tecnología y de información.
De ahí que muchas empresas se lancen a eso que llamamos Transformación Digital en un intento desesperado de defenderse de las amenazas que se ven en el horizonte y de aprovechar también las nuevas oportunidades que interpretan. Normalmente, con mis propios clientes incluso, se persiguen dos objetivos: automatizar la cadena de valor e innovar con productos que puedan pasar a servicios digitales. La deriva suele conducir a nuevos modelos de negocio, nuevos procesos y obtención de datos masivos.
Cuando se combinan esos efectos, representados especialmente por la automatización y por la gestión a tiempo real suele aparecer algo que llamamos ‘la empresa autoajustable’, una empresa inteligente capaz de aprender e innovar a la velocidad de los datos para adelantarse a sus competidores. Empresas autoajustables y capaces de aprovechar el ciclo de aprendizaje compuesto por la experiencia sistemática de los clientes y el análisis del entorno comercial. Todo para generar nuevos modelos de negocio.
A través de la automatización y la lectura a tiempo real de los datos resultantes, las empresas autoajustables crean ventajas significativas. Comprenden mejor a sus clientes gracias a los datos de sus propios espacios de relación con ellos y a las plataformas para desarrollar ideas. Pueden desarrollar productos más nuevos y comercializables experimentando con ofertas y aprovechando los datos de respuesta. Y, especialmente, también pueden implementar cambios más rápidamente y a un menor coste al actuar de forma prácticamente autónoma.
Cuando sugiero que una cosa es digitalizarse y otra muy distinta es transformarse digitalmente me refiero a esto. Los beneficios de este tipo de relación entre automatización y lectura de datos, para la generación de modelos de negocio, y ofertas nuevas a tiempo real supera a cualquier proyecto de digitalización que sólo se aplique tecnológicamente. Optimizar en si mismo no es suficiente, ni automatizar tampoco. Se trata de combinar una red que se refuerce a sí misma. Que aprenda, que mejore con la experiencia y que genere nuevas ofertas que atraigan a más clientes y con ellos lleguen más datos y esos datos aporten experiencia de nuevo, y esa experiencia mayor conocimiento y con ese conocimiento volvemos al principio. Ese circuito prodigioso debe ser capaz de funcionar de un modo autónomo. La empresa autoajustable se refuerza a sí misma y precisa de una intervención humana muy distinta. Y ahí surge el reto más importante. De eso tenemos que hablar, del papel humano en una empresa de este tipo.
Convertir una empresa tradicional que busca innovar constantemente, que quiere transformarse digitalmente y que para ello necesita repensarlo todo, requiere una forma diferente de pensar. En lugar de la fórmula mecánica tradicional, en la que las circunstancias y los resultados se consideran en gran medida predecibles y controlables, que funcionan en cadenas de sucesos similares a los que explica cualquier escuela de negocios, los empresarios y directivos de una empresa autoajustable deben aprender a aprender constantemente y aceptar la incertidumbre y la complejidad de los negocios como la base en la que se sujeta todo.
El pensamiento directivo que propongo habitualmente tiene que ver con la reconsideración de cómo afrontar esa digitalización y su transformación posterior. Se basa en que las empresas deberán estar integradas en sistemas relacionados: los empleados individuales forman parte de empresas, que a su vez forman parte de mercados e industrias más grandes, que están integrados en las economías y sociedades locales y globales. Esto provoca situaciones en las que los cambios realizados en cualquier nivel de una empresa repercuten en toda la organización, con efectos no lineales e impredecibles. Afrontar el futuro con garantías en un sistema económico cambiante, que se halla en el epicentro de la mayor combulsión innovadora y disruptiva desde la anterior revolución industrial, supone la necesidad de convertir tu empresa, sea digital o no, en una empresa autoajustable.
Te pongo un ejemplo: Netflix atrae a su audiencia al hacer recomendaciones de contenido personalizado para cada usuario. La compañía asegura que tres cuartas partes de las visitas se originan a partir de las sugerencias. Para hacer recomendaciones personalizadas a tal escala, la compañía aprovecha un sistema de aprendizaje autónomo e integrado que se alimenta con el comportamiento del espectador y actualiza las sugerencias en consecuencia. Lo interesante, de ahí la diferencia entre ‘empresa digitalizada’, ‘transformada’ y ‘autoajustable’, Netflix introduce deliberadamente variaciones fuera de lógica en sus recomendaciones, permitiendo que surjan nuevos comportamientos y permitiendo que los datos hablen por sí mismos. A partir de ahí se autoajustan diferentes aspectos y estrategias de negocio.
Un aporte final. El papel relevante del ser humano se mantiene en entredicho en muchos titulares. Es la versión oficial. No las tomes en consideración, no por lo menos como las plantean mayoritariamente. Es obvio que a medida que la tecnología digital evoluciona, las ventajas comparativas de los humanos y las máquinas cambian. Para los problemas que implican la adquisición de datos, el procesamiento y la toma de decisiones, los algoritmos deben tener autonomía, no hay otra, eliminando el cuello de botella de la toma de decisiones desde nuestra perspectiva humana. Ok, aceptado. Por eso, las personas deberemos centrarnos en tareas ‘meta’, como construir y refinar los sistemas autónomos de aprendizaje, expandir los ecosistemas u originar y diseñar sistemas comerciales completamente nuevos. El resultado es una organización que aprovecha adecuadamente los recursos humanos y la tecnología en un nuevo equilibrio, que podríamos llamarlo ‘sistema integrado entre humanos y máquinas’.
Piensa en Amazon. Los billones de datos que Amazon genera están integrados, lo que permite que los motores de decisión reaccionen a los nuevos datos de forma inmediata y consistente. Un aumento en la popularidad de un producto en el mercado desencadena cambios automáticos en el sistema de cadena de suministro (para optimizar el inventario), el motor de recomendación (para sugerir ese producto con más frecuencia) y el sistema de fijación de precios (para optimizar las ganancias). Los seres humanos centran su creatividad en problemas de mayor nivel, como especificar y desarrollar el diseño de esos sistemas para dar cuenta de las nuevas prioridades estratégicas. ¿Te das cuenta que el empleo del futuro no se estudia aún? Igual será un híbrido entre programación de sistemas y bellas artes, entre analista de datos y derecho constitucional. Vete tú a saber.
El sector financiero será Fintech o no será.
Hace unos días ofrecí una conferencia en el evento convocado por American Express ‘The challenges of Digital Transformation’ que se celebró en Casa América de Madrid organizado por la agencia Grabarte 360 y al que asistieron un buen número de directivos interesados en la evolución y tendencias en el ámbito de la digitalización de los sistemas financieros. De algún modo, es evidente, la llegada del concepto Fintech sobrevuela este tipo de análisis debido al gran crecimiento que ha tenido en los últimos años. Los motivos son diversos pero se encuadran en un cambio de modelo en la relación empresarial con el nuevo cliente digital, los procesos que deben ejecutarse y los nuevos modelos de negocio asociados.
Hace unos días ofrecí una conferencia en el evento convocado por American Express ‘The challenges of Digital Transformation’ que se celebró en Casa América de Madrid organizado por la agencia Grabarte 360 y al que asistieron un buen número de directivos interesados en la evolución y tendencias en el ámbito de la digitalización de los sistemas financieros. De algún modo, es evidente, la llegada del concepto Fintech sobrevuela este tipo de análisis debido al gran crecimiento que ha tenido en los últimos años. Los motivos son diversos pero se encuadran en un cambio de modelo en la relación empresarial con el nuevo cliente digital, los procesos que deben ejecutarse y los nuevos modelos de negocio asociados.
Cuando hablamos del futuro de las finanzas solemos centrarnos en escudriñar un escenario enfocado en los bancos y poco en el concepto financiero propiamente dicho. Focalizamos el análisis en el futuro de la banca y menos en las tendencias de los sistemas de pago por ejemplo. En ésta última aparecen tendencias que ya está modificando las relaciones entre consumidor y productor. Unas tendencias que se pueden concentrar en la diversificación de las criptomonedas, la propia tecnología blockchain, los protocolos de pago en NFC, la llegada de una nueva regulación indispensable y, debido a esto seguramente, el retorno al valor original de las firmas financieras aunque sea reinventando su papel.
Nuevos modelos de pago.
Si hay algo que realmente afecta al modelo de pago a entidades convertidas en pasarelas de pago o gestoras de tarjetas financieras, es la tendencia de pagar sin tener contacto físico en el punto de cobro. Tarjetas bancarias en un lector integrado en los teléfonos móviles parece que irá poco a poco penetrando hasta la normalización. Hay países que ya han eliminado en la práctica el dinero físico. Existen ya los primeros casos de implantes de pago, algo así como un chip integrado en el cuerpo que permite pagar sin ningún tipo de interacción salvo la de estar físicamente en el lugar de cobro. Solo acercando la mano o el brazo a un TPV especializado. Me cuesta imaginar un mundo en el que todos andemos por un centro comercial, si siguen existiendo, moviendo las manos hacía los terminales de pago y acumulando en nuestra cuenta financiera las compras, todo sin nada más que un modelo de gestión en la nube. Sin embargo, ‘haberlas haylas’.
Criptomonedas
En tiempos de crecimiento exponencial, de desequilibrio en su valor o de ofertas iniciales de monedas, las llamadas ICO, todo lo que tiene que ver con criptomonedas se tiñe de un tono verde beneficio. El nuevo abanico de opciones lleva a consumidores y profesionales financieros a interesarse por su uso. Sin embargo, la madurez del mercado de criptomonedas, dista todavía del exigible y necesario. Es sin duda una tendencia clara y se verá en los próximos tres años su verdadero potencial y penetración. La banca empieza a abrazarla, los sistemas de pago a incorporarla y la regulación global a interpretarla.
Tecnología blockchain
Al hablar de criptomonedas no puedes dejar de hacerlo también de la tecnología que las sujeta, el blockchain. Esencialmente un libro mayor contable que se distribuye entre un buen número de usuarios. Nadie, ninguna entidad posee las claves de los datos y no es posible cambiar el libro una vez que se han registrado los datos. Esa es la esencia del modelo que sustenta todo esto. Sin embargo, pensar que el blockchain es solo un mecanismo para generar monedas sería quedarse en primaria. Esta tecnología tiene aplicaciones mucho más amplias, incluso en el campo de la asistencia sanitaria, donde podría utilizarse para almacenar registros de salud y hacerlos accesibles a diferentes proveedores. Es cierto que tiene un gran potencial para perturbar aún más el mercado financiero. Podrá cambiar la forma en que las propiedades son compradas y vendidas porque cada propiedad podría tener su propio registro individual en una cadena de bloques, y los bancos deberán tener en cuenta esta información cuando decidan si ofrecen un préstamo o una hipoteca a alguien por ejemplo. Deberán adecuarse con toda seguridad.
Los iBank
La disrupción para el sector bancario no era sólo el Fintech. Ni siquiera las criptomonedas. El primero es algo que realmente se puede adoptar desde el propio sistema financiero y el segundo es algo mucho más complejo que afectará a muchos más aspectos de la vida. La potencial irrupción de estos nuevos actores en la banca comercial, y probablemente en la privada a medio plazo, es el verdadero asunto. La tarjeta Apple Pay que pueda transformarse en algo más complejo y transversal desde un punto de vista financiero, es el último ejemplo de cómo un gigante tecnológico amplía su presencia en la industria bancaria. Además de Apple, Amazon, Google, Alphabet y algunas otras un buen número de gigantes tecnológicos están compitiendo por lograr que los pagos móviles sean más fáciles para los consumidores a la vez que aumentan sus formidables fuentes de ingresos y conocimiento vía datos masivos. La idea es capturar cuotas de mercado por esta vía y dar el salto a medio plazo a algo mucho más profundo si es posible.
Regulación pendiente.
El desafío principal que está viviendo el sector financiero con respecto a la dirección que está tomando todo desde el punto de vista tecnológico es que la industria Fintech evoluciona tan rápido que los reguladores tienen serios problemas para mantenerse al día. Una regulación necesaria e imprescindible por otro lado. A medida que esa formulación legal sea capaz de encapsularlo, las instituciones financieras más grandes recuperarán algunos de los espacios perdidos en esta fase inicial. La regulación bien entendida, no intervencionista, hará la industria financiera tecnológica mucho más fuerte, segura y confiable. Tengo claro que la demanda de tecnología financiera es lo que está haciendo que se desarrolle, que se transformen en el sector tradicional y que, finalmente, se regule adecuadamente.
El papel de los bancos de siempre.
Y probablemente esa regulación provocará algún cambio en los actores principales. El mercado Fintech es tradicionalmente un territorio ‘startup’. Pequeñas empresas con estructuras muy distintas a las del sector financiero tradicional que capturan porcentajes importantes de negocio a bancos por ejemplo. En Europa se calcula que el sector financiero tradicional perdió una cuota de mercado destacable en los últimos cinco años a favor de estas startups. Hay quien asegura lo contrario y quien considera que el futuro es una alianza. Las grandes corporaciones están desarrollando espacios, incubadoras, aceleradoras para ponerse al día. Están comprando a algunas de estas empresas para incorporar conocimiento e innovación. Han decidido transformarse desde la esencia. Su capacidad y potencial es tan grande que la tendencia puede estar cambiando. Los actores Fintech del futuro financiero inmediato puede que ahora sean los que fueron actores principales siempre en el mundo de las finanzas. Tal vez.
Finalmente, comentar que el problema del Fintech es, esencialmente, lo que es. Un concepto basado exclusivamente en la tecnología puede tener en ella su mayor problema. La tecnología es cambiante y cambia muy rápido. Es cierto que las empresas Fintech están preparadas como nadie para la disrupción, es su ADN, pero sin embargo, habrá muchos cambios que también ellas deberán asumir. Eso es algo que puede resultar en complejas adecuaciones, incorporación a reglas nuevas que no vayan en la dirección de lo que inicialmente les interesaba. Lo que está claro es que el sector financiero vive un momento apasionante. Actualmente asesoro a dos entidades financieras nacionales, una en América y otra en Europa. Ambas han decidido afrontar este momento con el entusiasmo que se le exige a quien sabe que el futuro no se espera, se conquista. De esto va todo, de cómo la banca asume el momento histórico de transformación que se le exige y que le aporte valor a la vez.
O te transformas (digitalmente) o te transformarán.
En el futuro inmediato sólo habrá empresas digitales. O mejor dicho, todo tendrá que ver con su gestión de lo digital. Digamos que digitalizarse o no, en el caso de las empresas, no será una opción y dependerá de cuando, como y con quien. De hecho sólo en el mecanismo que utilicen para transformarse estará la diferencia y la clave del éxito y, en muchos casos, la propia supervivencia. Transformarse digitalmente parte del proceso elegido y, en la mayoría de los casos, en manos de quien dejamos ese complejo tránsito. O te pones en eso de transformarte y hacerlo con tiempo y bien hecho o te verás obligado (o te obligarán) a hacerlo.
Hay muchos estudios que explican y esquematizan metodologías y estilos para afrontar eso de digitalizar una empresa. A mi parece muy interesante este del MIT que enumera nueve puntos que concretan el modelo de transformación digital y que van desde la comprensión del cliente, criterios de crecimiento, puntos de contacto con los compradores, la digitalización del proceso productivo, el aprendizaje de los trabajadores, emprendedores o directivos, los nuevos modos del Management, la transformación en los modelos de negocio, la globalización, etc.
El cambio que vive nuestra sociedad, la empresa y sus relaciones pertenecen al ámbito de lo que llamamos Nueva Economía, de aquello que estará protagonizando todo nuestro universo inmediato en el futuro inmediato. Lo sofisticado, por no decir dramático, es la velocidad a la que se está produciendo ya la irrupción de todo cuanto caracteriza la digitalización del ecosistema económico.
Lo principal en todo caso es la observación. Atender a esos cambios generales y transversales que vivimos desde la percepción de nuestro momento actual y no en la identificación, casi imposible, de lo que se nos viene encima. El futuro es una nebulosa llena de sorpresas. ¿Quién podía saber hace apenas un par de años que algunas plataformas sociales iban a poner en jaque modelos de negocio intocables? Otros elementos vinculados a decenas de estructuras inalterables hace una década ahora están absolutamente superadas por sus ‘colegas’ digitales.
Hace un tiempo escribí de cómo gracias a mi trabajo pude ayudar a transformar un cementerio de coches en un ‘chatarrero digital’ exitoso. Si te interesa la historia es interesante como ejemplo ‘muy básico’ de lo que estamos comentando hoy en este post.
¿Has pensado si tu empresa, tu pyme o tu proyecto está preparándose correctamente al oleaje que se ve a lo lejos? Ese mar en calma que supone una facturación y unos resultados razonablemente buenos no son garantía de estar en disposición de navegar cuando entremos en otro océano mucho más exigente.
En alguna conferencia he dicho que no vivimos una época de cambios sino un cambio de época y de que en esa metabolización es la entrada en un nuevo paradigma en todos los órdenes de la vida y la economía, pero que aún no es posible detectar nada más que las primeras fases de lo que todo esto va a suponer de revolucionario, de único, de inédito y de transformador.
Cuando hablamos de digitalizar lo hacemos de procesos y de herramientas. El uso de la tecnología no puede ser una anécdota o un complemento que nos enlaza con una red social. Hablar de transformación digital es hablar de implementar herramientas, software y procesos de ejecución que automaticen cada nivel de trabajo en una empresa a fin de producir más y mejor, generar la superficie ideal para que la compañía se haga inteligente y aprenda en cada momento de cada uno de los pasos dados, que no deba retroceder y si lo hiciera fuese para ganar un mayor impulso futuro.
El comercio analógico pasa a comercio electrónico, incluso puede dejar de ser algo con presencia física definitivamente. La gestión de clientes, envíos, ofertas, opciones, relaciones, redes, factores de incremento de ventas o lo que se nos ocurra, se hace inmensamente más nutritivo con el uso del ‘big data’ ya sea propio o adquirido por comparación de la competencia.
Las fronteras empresariales conocidas entre cliente, empresa, proveedor y competencia se diluyen en el universo digital hasta el punto que uno y otros dejan de ser claramente cada una de esas cosas y empiezan a asumir papeles que se mezclan en muchísimas ocasiones. Digitalizarse es entender y ser practicante de esa compleja amalgama de enlaces.
Los niveles de eficiencia en la producción al que han llegado algunas empresas digitales es de tal calibre que raro es el día que no vemos como ‘una pequeña startup’ ha pasado por delante de una gran compañía que ‘hacia lo mismo pero más lento y caro’. Eso también sucede con otro tipo de proceso. Hemos pasado de empresas lentas, grandes y pesadas que han visto como una mucho más pequeña les daba la vuelta y les superaba en su mismo campo de juego por haberse digitalizado a tiempo, mejor y con mayor inteligencia.
Ahora bien, si necesitas transformar tu empresa o tu modelo de negocio deberás de saber quien eres para identificar que modelo seguir. O bien el ADN de tu compañía ya es digital y eso significa que todo gira en torno a modulaciones de este tipo o por otro lado lo que te afecta directamente es el tiempo en el que te adaptes para poder ofrecer un buen catálogo de productos innovadores o de negocios digitales.
La diferencia entre un negocio digital y uno que está pendiente de transformarse radica en que mientras el primero gestiona el tiempo y sus recursos en clave de soluciones disruptivas, el segundo se esfuerza en retrasar los cambios inevitables.
Si eres empresario, directivo o alguien que está pensando que ha llegado el momento de transformar el modelo que te afecta, debes hacerlo en base a ese patrón que supone aceptar que el camino va a ser largo, pero que en algún momento debe empezar. Todo afecta e impacta, sucede como nunca antes había pasado, más rápido y con una cadena de valor e intermediarios totalmente distorsionada.
Blogs y bluffs
Por mi trabajo estoy acostumbrado a vender las propiedades positivas de los productos. A veces, incluso, las que no tienen. Para lograrlo con cierto éxito hay que decirle al cliente, cuyo artículo es un soberana mierda, que su producto es una soberana mierda. Por eso se que es contraproducente decir que los blogs con contenido político pueden ser los principales causantes de una muerte lenta y angustiosa de la propia blogosfera. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio y advertir que si no conseguimos desenredar el infecto sistema endogámico que la mayoría de partidos que con la excusa de la e-democracia están utilizando esto no va a tener muy mal final.
A pocos meses de unos comicios municipales se nos presenta una nueva oportunidad para que los agentes políticos cambien la dinámica actual en la blogosfera política hecha por políticos. Los partidos ayudan a sus dirigentes a crear blogs, les enseñan y educan en la maravillosa herramienta que supone la bitácora. Les recomiendan disfrutar del magnífico instrumento que tienen entre sus manos. Les explican que la interacción con el militante, el votante y el ciudadano va a ser algo que los acercará al cielo. Montan seminarios y encuentros supermodernos de fin de semana. Sin embargo el resultado final es una montaña de blogs generados de forma automática que sirven para amplificar el discurso oficial de partido durante una campaña electoral. Los blogs transvertidos en sofisticadas pancartas que dicen lo que sus lectores quieren oír. Anécdotas que permiten a secretarios de formación de las ejecutivas de los partidos llenar un informe de gestión de más de 100 paginas y apuntarse un puntazo modernísimo de cara al próximo comité de jefazos que con dificultad saben que es el método “qwerty, pero que saben lo bien que quedan esos blufs de cara a su imagen de acercamiento y vanguardia. Si uno es crítico con el poliblogger de alto standing y se le ocrurre la desfachatez democrática de depositar un comentario, puntualmente puede recibir un desconcertante “lo tomaré en consideración”, pero en la mayoría de las ocasiones, su “comment” se traduce en un silencio ensordecedor y obsceno. Las excepciones las hay, en todos los partidos. Hay ministros que están construyéndose una reputación e-democrática muy interesante y bloggers en la oposición en diversas instituciones que también están significándose muy positivamente.
La blogosfera política respira con dificultad pero aun nadie se ha percatado de que está enferma. La red de blogs hecha por políticos por bloggers alineados en un territorio de partido serán los responsables de la crisis cardiorrespiratoria que se avecina. Los blogs no dejan de ser un tablero donde dejar un posit y esperar la reacción ciudadana. La diferencia que juega a favor de la blogosfera es que en ese tablero de un millón de almas, otras miles enfocan sus espejos y multiplica el efecto del primer posit. En el mundo real un posit puede ser clavado en el tablero del concejal de urbanismo de tu pueblo. Ese señor pasa por delante del posit diez veces al día pero nunca hace caso al papelito amarillo. Un día ese papelito se cae y una secretaria se da cuenta que iba dirigido a su jefe. Se lo deja en su mesa. Después de dos meses el concejal lo lee, lo arruga y lo tira a la basura. Copia la dirección del remitente y le contesta “lo tendré en consideración, gracias”.
Sería tan bonito que los ciudadanos pudieran dejar sus opiniones libremente y que sus líderes las leyeran y las tomaran en consideración y si las respuestas fueran escritas por el propio candidato sería algo insuperable. Que lejos estamos de Italia, Estados Unidos y ya no digamos de Francia. Cuando digo que la distancia que nos separa es enorme no me refiero a la difusión, número o audiencia de los blogs. Me refiero al uso y servicio que se les concede. Cabe decir que el “síndrome Alicia” que está propagando por la red no es algo local en nuestro país. De los 260 millones de blogs creados en el mundo hasta hoy, “solo” están operativos 56 millones, únicamente el 2% de los internautas visitan blogs frecuentemente.
En los próximos dos años las cybercampañas francesa, americana y española marcaran la evolución de la blogosfera política mundial. En concreto, en nuestro país, durante las municipales de mayo aun no sufriremos ninguna erosión significativa, pero a medida que la clase política se de cuenta que es más efectivo un buen spot en youtube que una respuesta en su blog semimuerto, el camino tendrá un mal destino. Es por eso que apelo a todos los que desde sus propias filas se niegan a ser críticos con sus partidos, apelo a los que tienen la obligación moral de abrir puertas y acercar la democracia participativa de verdad y no de pega, increpo a aquellos ciber demócratas a sueldo de las instituciones publicas, que no permiten comentarios en sus blogs, a todos ellos les digo que en sus manos está la defensa de todos los que día a día utilizamos nuestra bitácora para exponer un razonamiento, una idea, una crítica y un anhelo. Es nuestra responsabilidad que podamos construir una democracía particiapativa y real, la que da hace libre y da voz a la gente por igual.
No jueguen con nosotros, que es muy fácil añadir sacarina a este café amargo. Es preciso darnos cuenta ahora porque de momento hay remedio. Por ahora todo es crecimiento. Según un estudio de Nielsen/NetRattings la cifra de lectores de blogs ya supera a los lectores de periódicos online. El internauta prefiere contrastar percepciones y conformarse la noticia con el conjunto. Los blogs son instrumentos revolucionarios y en algunos países como EUA algunos cuadernos de bitácora tienen una influencia similar a los noticieros de comunicación tradicionales. En Francia los blogs económicos son verdaderos gurus de inversión, Loic Le Meur es omnipresente en los medios galos, y en Italia los debates entre candidatos se suceden en blogs ínter partidistas a tiempo real.
A mi modo de ver, la blogosfera política española y catalana van a cámara lenta. En Catalunya, sin embargo, hemos tomado ventaja y de momento se puede percibir en una cierta repercusión en los medios de comunicación. Parte de responsabilidad sobre una campaña de desprestigio subterránea hacia la blogosfera es la de tildar de “periodistas aficionados” a los bloggers. Algunos periodistas tradicionales obvian los blogs porque interpretan en ellos una amenaza más que un aliado, otros ven una obligación y montan el suyo con más pena que gloria y unos pocos lideran proyectos interesantes. Poliblocs, en Catalunya, intenta remover la quietud en la que esta entrando la catosfera. Es una novedad que, para devenir un referente, deberá ir más allá del portal sectorial de blogs y transformarse en el generador de opinión política más importante de Catalunya, algo, por otra parte, exportable.
Políticos 2.0
Hossein Derakhshan, el blogger más importante de Irán, asegura que a los políticos no les gusta demasiado el fenómeno blog por que les obliga a escuchar a los ciudadanos. Durante el desarrollo del tercer encuentro Les Blogs en Paris la flor y nata de la blogosfera europea han debatido acerca del presente y futuro del medio. De todas las cosas que se han dicho me quedo con las reflexiones de lo que afecta a la política. Fundamentalmente porque en el análisis del mundo blog y su vinculación con la política en general se haya el espacio de participación pública del futuro.
La aplicación de blogs y redes sociales al mundo de la gestión pública se ha venido a llamar “política 2.0”. En otras ocasiones he reflexionado sobre los beneficios que un político puede obtener a nivel de credibilidad y proximidad cuando se cree de verdad la blogosfera y se convierte en parte fundamental. El ejemplo francés es verdaderamente paradigmático y el fenómeno blog de Ségolène Royal digno de estudio. Sin embargo en Catalunya menos, pero en general en toda España, los políticos aun participan de un modo anecdótico de las redes sociales. Nuestros representantes se acuerdan de sus bitácoras cuando se acercan elecciones o cuando un jefe de prensa les recuerdan su dominio en la red para que le echen un vistazo a “su” propio blog que tan amablemente le actualiza él mismo. Hay países donde la red se ha convertido en centro de debate y el lugar donde la política genera nuevas tendencias y expectativas. En nuestra blogosfera los primeros espadas son cuerpos extraños y ellos son ajenos a lo que se cuece en ese mundo alternativo. Como dice el Manifiesto Cluetrain, los políticos se han acostumbrado a comunicar a través de los medios de masas, llevan haciéndolo hace 50 años. Ese tipo de relación es vertical, impersonal e unidireccional. Todo lo contrario de lo que ofrece la blogosfera, donde el agente que recibe el mensaje puede obviarlo a menos que detecte que va dirigido a él de un modo personal.
Aquí, en nuestro territorio, no se está haciendo caso, no se toma en serio desde la clase política. Tener un blog y gestionarlo profesionalmente es un hecho aislado. Ministros o consellers dispuestos a interactuar a partir de su espacio web son una excepción, un oasis en el desierto. El blogger político profesional tipo en este país, es un hombre de entre 30 y 40 años, que siempre le atrajo eso de tener un portátil y conectarse a la red, que ha sido incluido en las quinielas de partido para engrosar una lista electoral y que ha descubierto lo bien que queda eso de tener blog. Después de insertar dos decenas de artículos que tuvo que escribir obligado para otros medios, deja de actualizarlo y el blog muere de inanición. Las excepciones son honrosas. Mujeres y hombres de todo el espectro se esfuerzan por cambiar ese panorama. Ejemplos como el blog de Pasqual Maragall son de vergüenza ajena.
La clase política teme los blogs. En una maquinaria europea donde la gestión pública cada vez es menos democrática (Banco Europeo, Comisión Europea, representatividad alegal), más áspera y abstracta, los aparatos de partido aspiran a no afrontar los retos de la democracia participativa. Lo que Ségolène Royal ha venido a llamar los jurados públicos a los políticos, los blogs y la política 2.0 como elemento de “vigilancia activa” a través de foros donde al ciudadano se le puede escuchar y desde donde una iniciativa interesante puede llegar a millones de personas. Esto, hasta hace poco, era una quimera con los medios tradicionales. La política 2.0 aun es un concepto. Estamos transitando hacia ella, pero los partidos y los agentes electorales deben implicarse. La red conseguirá que el embrión de una nueva participación democrática germine y se pase de la información a la acción de un modo natural.
La implicación del ciudadano en la política o en la participación democrática esta muy lejos de ser la esperada. Cada vez votamos menos, a medida que pasan comicios tras comicios, nos sentimos más lejos de nuestros representantes, hasta el punto que pronto dejarán de representarnos. Sumémosle que los partidos piden tu colaboración, tu voto y no garantizan que harán con él. Tras los resultados deciden que hacer con tu confianza y pactan o no con unos y otros. Te piden que después de votar, te calles y que no molestes. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen. La política 1.0 es la política de Juan Palomo. La 2.0 debería de ser la de buffet libre.
Igual que la web 1.0 consistía en ofrecer contenidos fabricados de un modo profesional por portales al efecto para que los internautas los consumieran y la web 2.0 es un espacio donde el usuario genera el contenido que luego queda estructurado en esos portales remasterizados, la política 1.0 es la que emite y no recibe y la 2.0 seria la que los, hasta ahora, receptores pasan a emitir y los políticos se convierten en los que escuchan y, por supuesto, deberían de reflexionar. Convertir en propuestas las aportaciones, en rectificaciones las críticas y en disculpas los errores. Demasiado tal vez. En otros países ya está sucediendo. En el mundo empresarial hace meses que los blogs se han convertido en un agente publicitario de primer orden. Las grandes compañías saben que si en una red social alguien dice que su queso es un asco, van a vender poquito, porque el marketing viral correrá a tal velocidad que no podrán contrarrestarlo con ningún medio tradicional. Hoy en día hay empresas que incorporan el gestor de posts remunerados, que hablando maravillas de algún motivo o producto consiguen crear líneas de opinión favorable.
Igual que las empresas que se niegan a interactuar con sus potenciales clientes, tienen garantizado el fracaso frente a las que cada día escuchan y modifican al efecto, los partidos políticos anclados en los sistemas del siglo pasado sufrirán derrotas monumentales e inesperadas en los próximos años frente a nuevas ideas o grupos políticos capaces de establecer puntos de conexión reales con la ciudadanía. El final de esta década es propiedad de los políticos 2.0.