En El Periódico: 'Con empleo precario, no pagaremos las pensiones'
Es habitual que el ser humano cuando llega una era revolucionaria en cuanto a la tecnología la identifique como un riesgo, algo que le agrede. Ya pasó en la primera revolución industrial. Además, cada vez el tiempo de transición es menor, el plazo de adaptación y adopción de la tecnología es cada vez más corto.
Con motivo de hablar sobre mi último libro ‘La Era de la Humanidad’, me contactó Fran Leal del suplemento Byzness de ‘El Periódico’ para conversar de temas que se tratan en el libro. El enlace de la entrevista publicada originalmente es este, pero si quieres leerlo aquí mismo te lo transcribo a continuación.
‘Con empleos cada vez más precarios, no pagaremos las pensiones’.
El desarrollo tecnológico ya está transformando nuestra manera de vivir y trabajar. Y, en el futuro más cercano, esos cambios serán más profundos. ¿Estamos en disposición de afrontarlo? Sobre ello charlamos con Marc Vidal, autor de 'La era de la humanidad'
El futuro próximo, en muchos aspectos, es toda una incógnita. En buena parte, debido al desarrollo tecnológico al que estamos asistiendo y a su llegada de forma masiva a los centros de trabajo, que tendrá un impacto muy importante. En este contexto, prepararnos para los cambios que va a conllevar la automatización generalizada es una cuestión primordial que no estamos abordando como país. Marc Vidal, experto en el área de la Transformación Digital, hace hincapié en esta idea en su último libro, ‘La era de la humanidad’ (Deusto, 2019), donde repasa de manera pormenorizada los cambios, las disrupciones y las innovaciones que vamos a ver en el corto plazo, derivados precisamente de esta revolución tecnológica, y que impactarán directamente en los negocios y, también, en nuestro día a día como ciudadanos.
El título del libro resulta muy evocador, pero no se corresponde con lo que muchos piensan que está por venir… ¿Por qué mostramos tanta resistencia al cambio, en este caso tecnológico?
Es habitual que el ser humano cuando llega una era revolucionaria en cuanto a la tecnología la identifique como un riesgo, algo que le agrede. Ya pasó en la primera revolución industrial. Además, cada vez el tiempo de transición es menor, el plazo de adaptación y adopción de la tecnología es cada vez más corto.
Sin embargo, no hay que olvidar que nosotros somos herederos de nuestros ancestros más miedosos. Es normal que veamos la tecnología como algo inabarcable muchas veces, pero lo cierto es que, a mediados de la próxima década, estaremos en una situación en la que prácticamente llegaremos a un escenario cercano a la singularidad, es decir, la tecnología por sí misma será capaz de ser más inteligente que nosotros e incluso repararse o mejorarse a sí misma. Y eso asusta.
¿Llegaremos a ver realmente ese salto tecnológico?
Hay cierto consenso global en cuanto a que llegará un punto en que, simplemente en el ámbito de la capacidad de cálculo, a finales de la próxima década, habrá ordenadores que computen más o menos a la misma velocidad que nuestro cerebro. Si somos capaces de desarrollar esa tecnología, tendremos que ir adaptándonos a esa tecnología que será más rápida que nosotros, que desde el punto de vista técnico será más inteligente y que lo único que no podrá hacer serán cosas que los seres humanos vamos a tener que estimular, que tienen más que ver con las habilidades desde el punto de vista creativo, el sentido crítico, la socialización, etc.
Unas nuevas habilidades que se reclaman desde el mercado laboral, junto a los perfiles técnicos. En empleo, ¿nos estamos preparando para lo que viene?
Hay de todo: unos, no; otros, un poco, y muy pocos, bastante. Esto va por barrios. Hay países que no están en el debate para nada en estos momentos y España es un ejemplo de ello. Aquí estamos debatiendo si son convenientes o no las luces de navidad en una población, si unos van a ser o no ministros, pero nadie está debatiendo si va a haber una cartera que se llame, por ejemplo, ministerio del futuro, y que desde un punto de vista metafórico sea transversal y capaz de aportar valor de futuro a cualquier área de cualquier gobierno.
Un buen ejemplo es Suecia, que tiene una cartera que, aunque no es un ministerio sí tiene rango de tal, e impregna prácticamente al resto de ministerios de aspectos que tienen que ver con el análisis del futuro. O Arabia Saudita, un país que consideramos petrolero, pero que tiene todo un desarrollo ministerial vinculado a la Inteligencia Artificial (IA). En definitiva, hay ejemplos de países que, al contrario de lo que hacemos nosotros, tienen planteamientos de cuál va a ser su estrategia en el despliegue de la IA.
Cuando nuestro modelo de crecimiento debía haber empezado a cambiar, con la explosión de la burbuja inmobiliaria, todo el dinero que salió disponible no se utilizó para cambiar el modelo por uno más tecnológico. En lugar de modernizarlo, seguimos dependiendo en un 30% del inmobiliario y el turismo.
Para los políticos de aquí, el tema es como si no existiera...
En el debate de televisión de los candidatos de la última campaña, en el minuto 178 (de los 181 que duró), aparece por primera vez la palabra innovación. Pero es que la palabra digital no aparece, ni tan siquiera en plan cosmético para quedar bien. Esto demuestra que, claramente, no es un aspecto que esté en el debate.
Y no es tanto hablar de digital, como hablar claramente de qué se va a hacer, por ejemplo, con una renta básica universal a medio plazo, qué se va a hacer con la gente que no se va a poder reciclar… No va a ser fácil reciclar a personas de 55 años, porque donde han estado trabajando siempre de forma manual, llega una máquina y empieza a hacer las cosas mejor que ellos. Y ninguna empresa los va a mantener en el empleo.
¿Se avecinan épocas muy duras, entonces?
Yo soy muy optimista en todo, pero hay características de nuestra situación económica y de planteamiento de cómo vamos a afrontar esta situación que no dan motivos para serlo. No tenemos un plan estratégico en nada que tenga que ver con el futuro, ni con un cambio de modelo de crecimiento. De hecho, no hay ni un modelo de modernización de los sectores en los que somos punteros. Esto es un problema enorme.
El gran reto es cómo un país con el 14% de paro se enfrenta a una situación en la que la destrucción de empleo nadie la está previendo, con una creación de empleo cada vez más precario y con cada vez más pobres asalariados. Y aquí tenemos un problema, porque las pensiones las tendrá que pagar alguien, y con empleos precarios no se pagan.
Pero en el caso de la renta básica, sobrevuela la etiqueta de ser una medida ‘de izquierdas’. ¿Cómo se puede desterrar este mantra?
El problema de las soluciones al futuro inmediato es que se les mete ideología por medio. La ideología es buena, siempre y cuando sirva para estimular cosas, no para pararlas. El problema es cuando ideologizamos cosas que desde un punto de vista técnico se deberían analizar de otro modo.
La renta básica universal, cuando la miras desde el punto de vista de izquierdas, te plantean que es algo que se tiene que sumar a una serie de subsidios y ayudas que ya existen. Desde la derecha, se retiran todos los subsidios y todas las ayudas, y se crea una única renta para todos. No es tanto qué modelo es mejor, sino que resulta inevitable poner el tema sobre la mesa.
Otro de las esferas más polémicas es la educativa. ¿Hacia dónde nos tenemos que dirigir?
La tendencia global es que aquello en lo que deberíamos estimular a los críos, las habilidades, algunas de ellas son más que revisables. No puede ser que sigamos entrenando a nuestros hijos para que sean robots, porque siempre habrá robots más potentes que ellos. Y es lo que estamos haciendo, mientras que las habilidades que van a ser esenciales cuando trabajemos con robots no hay manera de que las entrenemos adecuadamente.
Al final, la IA se basa en datos, que transforma en información, pero son los humanos los que lo transforman en conocimiento. Hasta que no entendamos eso, seguiremos con el problema educativo.
En la situación de emergencia climática en que estamos inmersos, ¿cuál es el papel que juega la tecnología?
La tecnología consume energía y en ese consumo no todo lo estamos haciendo en la dirección correcta. Eso es evidente. A la vez que empresas desarrollan algún tipo de tecnología, también se debería saber que ese desarrollo quizá tiene que ir a una velocidad no tan alta. Parar un poco y ver que esos avances no suponen una agresión a la naturaleza. Es decir, en vez de inventar 3 cosas, inventemos 2, que se haya innovado lo suficiente como para que no sean tan contaminantes.
De todos modos, creo que el ser humano es capaz de encontrar soluciones a todos los problemas. Este del clima es un problema tan global, genérico y evidente, que ponerlo en duda es difícil. Pero yo lo que sí pongo en duda es que el ser humano no vaya a ser capaz con la tecnología de paralizar algunas de las grandes agresiones al planeta que estamos viviendo. Precisamente en esta mezcla entre conciencia y tecnología es donde podría estar la solución a este asunto. Porque, sinceramente, me cuesta entender que el ser humano se vaya a llevar por delante algo tan bello como la Tierra.