Marc Vidal Marc Vidal

#huelga29M

No voy a hacer huelga mañana, me cuesta entender el método. A pesar de que comprendo el motivo no lo comparto. La reforma laboral no puede ser el elemento detonante de una reacción popular contra todo lo que nos ha llovido y nos lloverá. Y mucho menos que ese catalizador de la protesta lo lideren un entorno sindical que se ha caracterizado por la abulia, la distancia y la complicidad con lo que sucedía. La desidia por ser organismos antiguos y agigantados, la lejanía porque no están actualizados con el modelo económico actual, y colaboradores con los que azuzaron la crisis por no plantarse frente a los que no tomaban medidas mientras el paro aumentaba y la capacidad de reacción se esfumaba. Ahora no me valen sus quimeras. Obviamente tampoco la de la CEOE. Lo que le aplico a los primeros sirve, punto a punto, para los segundos.
Sin embargo me parece bien que la gente salga a la calle y reaccione. Descloroformizar a la gente depende de muchos elementos y uno puede ser perfectamente una huelga general. Me temo que no va a ser el caso, pero aunque yo no voy a hacer huelga si voy a pagar la jornada laboral de todos los que trabajando en alguna de mis empresas, independientemente de si hacen huelga o no. Obviamente el personal de una empresa que gestiona proyectos del tipo en el que nosotros estamos, depende de los objetivos y no tanto de las horas que se le dedican, ni por los días concretos en los que se llevan a cabo, por lo que no tiene mucho sentido descontar ni un céntimo a quien mañana no cumpla su horario tradicional pues el objetivo seguirá teniendo el mismo día de entrega.

Respeto la huelga y estimularé que se convierta en el proceso natural de crítica sobre la que se nos viene ahora encima. A pesar de que la crisis terminó y lo que vivimos ahora es el parto doloroso de un nuevo modelo de crecimiento y un nuevo escenario socioeconómico, lo que si hay que señalar es a los culpables de este caos. Si alguien considera que la insolvencia bancaria, la cobardía política para afrontar los retos, la gestión anticuada de nuestras empresas y la dependencia del modelo anterior no van a generar todavía escenas de pánico es que no ha entendido nada.

A nivel financiero veremos quiebras por insolvencia manifiesta, a nivel político asistiremos a un saqueo a base de impuestos, se evidenciará que los ingresos públicos en caída libre nos obligan a aceptar un rescate europeo inevitable, seguiremos engordando las listas de parados hasta niveles de no retorno y finalmente la definición de un modelo económico de servicios, cada vez de menor valor, atacará nuestra capacidad de modernizar esta sociedad. Ese es el plan nada interesante.

Por esta razón,  protestar me parece inevitable. Salir a la calle y generar un espacio de tensión directamente proporcional a la presión recibida es necesario. No obstante considero que no a cualquier precio. Creo que bailarle el agua ahora a unas instituciones sindicales que utilizan el momento y la excusa para justificar sus nóminas es un error y lo es porque ellas son parte del problema. Sin desmerecer que los derechos laborales son innegociables, también cabe empezar a analizar si esos “derechos” adquiridos deben ser exactamente iguales ahora, en tiempos de teletrabajo, movilidad extrema y sociedad del conocimiento, que los del siglo XIX.

Yo voy a protestar desde este blog, como llevo haciendo hace muchos años. No puedo hacerlo desde España porque no vivo ahí, pues en Londres no es factible hacer una huelga española obviamente. Sin embargo voy a procurar que quien quiera ejercer su derecho a la huelga lo pueda hacer y me hostiaré con cualquiera que se lo impida, pero exijo el mismo respeto hacia los que deseen ejercer su derecho a trabajar por no verse identificados en esta protesta puntual y con quien la convoca y, a cambio, prefieran salir y luchar de otro modo.

Tengo la impresión que el cloroformo que nos han dado y nos dan todas las mañanas para desayunar, se lo tomaban calentito muchos de los que mañana van a soportar las pancartas. Lástima que ni lo que mañana se discute, ni lo que hoy se comenta tenga que ver con lo que se avecina. La política y las decisiones que la definen no son para nada consecuentes con el problema, por eso, mientras tanto unos y otros se detienen, yo sigo en marcha.

Siento ser tan poco solidario, pero ninguno de los que ahora gritan consignas diversas me concedieron un segundo de su tiempo cuando tres entidades financieras de este país me denunciaron por decir y nombrar lo que ahora muchas esconden y tuve que enfrentarme solito contra ellas. Siento no salir a la calle, porque me pilla lejos en la distancia, en el concepto y en el sentimiento con sus organizadores, pero sobre todo porque tengo mucho que hacer. Mi protesta se basa en continuar tomando las riendas de mi existencia y hacerlo a cualquier coste y precio. Esa es mi libertad y no pienso supeditarla a los intereses de unos cuantos, sean del lado que sean. Yo me pongo en marcha a pesar de todo.

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