La catástrofe no es "cool"
Ya no me suele apetecer hablar de “crisis” o de lo complicado que está todo. Me deprimo y me obliga a hacer un doble esfuerzo a la hora de arrancar proyectos. Pero la realidad a veces pesa como el plomo. Y es que estamos iniciando la fase final de todo este asunto es algo más que visible. La pérdida de moral y criterio de periodistas, opinadores, siervos de la gleba y derivados, dejan en evidencia que algo se derrumbó definitivamente. Recién aterrizado en Estados Unidos alguien me cuenta que hace pocos días un miembro de una tertulia de la Cadena SER recordaba un texto que escribí hace cinco años donde explicaba lo que se nos avecinaba y calificaba de terrible el escenario futuro pues dependía de nuestra clase política ponerle remedio. Pasé de ser calificado en esa misma tertulia y por las mismas personas de “antipatriota” a ser referenciado por mis textos. Miedo me da la verdad. El texto en cuestión es el siguiente:
Una gran bola de mierda se acerca desde el horizonte. Lo hace sin remedio y a un ritmo uniforme. No tengo ninguna intención de asustar ni de ser catastrofista pero los ciclos económicos siguen existiendo y en este país los dos últimos acabaron en recesión, paro y crisis. A finales de 1992 y principios de 1993, en la que el PIB llegó a caer durante cuatro trimestres seguidos más de un 3% acumulado, la tasa de paro aumentó de un modo desconocido hasta la fecha. El crecimiento económico gira entorno a los conocidos “ciclos de los negocios”, que de acuerdo a la certeza histórica sabemos que suelen durar un decenio. España sufrió una pequeña recesión en 1981 y otra más grave en 1992-93. La economía española lleva 14 años de crecimiento ininterrumpido con tasas superiores a la media europea. El actual ciclo expansivo se inicio a finales de 1993 ante las crecientes perspectivas de entrada de España en la Unión Monetaria que provocaron que los tipos de interés cayeran rápidamente. La clasificación crediticia española alcanzó la triple A aumentando la confianza en la económica española. La caída de tipos del 13,3% al 3,0 % desató un tsunami inversor inmobiliario por parte de familias y pequeños ahorradores. El aumento de demanda, aceleró la construcción y esta incorporó al mundo laboral a casi un millón de personas y entre todos agigantaron el consumo y las importaciones.
Es preciso definir con corrección los elementos que acercan a nuestro país a una situación límite. La burbuja inmobiliaria ha sido animada en la creciente demanda de vivienda por parte de europeos, inmigrantes y pequeños inversores que, con sus sociedades patrimoniales de juguete, pretenden adquirir cinco o seis pisos para poder vivir de la renta por alquiler algún día. Derivada de esa burbuja hay otra en el sector de la construcción que supone el 17 % del PIB en términos reales. El 20% de los empleos creados en los últimos diez años en España, que a su vez son el 33% del que se ha creado en la UE de los 15, proceden de la construcción. Esas dos burbujas han hecho que emergiera otra mucho peor y que aun es prácticamente invisible: la burbuja económica.
La fuerte demanda de empleo funcionó como un imán para la mano de obra inmigrante que acudió masivamente dando un empuje al consumo y al propio mercado inmobiliario. En general podemos decir que España ha tenido un periodo larguísismo de crecimiento ininterrumpido gracias a la globalización, en sentido financiero (dinero barato) y también en sentido real (inmigración creciente), lo que le ha permitido compensar el impacto negativo de los precios del crudo y de la competencia internacional. El efecto se traduce ya en una economía recalentada, con una inflación superior a la media europea y por una pérdida de competitividad. La economía española es próspera pero su crecimiento es desequilibrado y poco eficiente. La dependencia en los tipos de interés debilita la capacidad de consumo y el parón inmobiliario por el sobrestock es ya un hecho absolutamente demostrable. España dependerá de que la zona euro recupere su dinamismo y crecimiento en los próximos dos años para poder aguantar el choque de una cadena de acontecimientos que ya ha empezado. En primer lugar, la burbuja inmobiliaria seguirá desinflándose gradualmente dejado de crecer y posteriormente descendiendo. Como reacción a esa caída de valor, el número de viviendas se reducirá, cosa que ya ha empezado a pasar según los colegios de Arquitectos que durante este último trimestre han notado un descenso de visados. Esa reducción de viviendas nuevas en construcción provocará una caída en la demanda de empleo en la construcción y un alza en el paro. Carpinteros, electricistas, comerciales, arquitectos, aparejadores, yeseros y en definitiva todos los profesionales relacionados con el mundo inmobiliario vivirán su peor momento desde hace mucho tiempo. Teniendo en cuenta que el peso de este sector es brutal, la demanda en consumo también se verá afectada. La eliminación de ricos virtuales se representará con el descenso de la venta de coches, viajes y elementos de consumo muy variados. El coste de los créditos hipotecarios tocará franjas desconocidas por los nuevos propietarios que se verán obligados a sacrificar parte del consumo corriente para poder hacerle frente.
Al reducirse el consumo y al aumentar el coste del dinero las compañías ralentizarán sus inversiones en espera del próximo ciclo expansivo con lo que su demanda de empleo bajará. Esta situación desembocará en un crecimiento negativo del PIB que alcanzará su punto más profundo a finales de 2009 o principios de 2010. Que sea más o menos dramático depende de la política. Esa desaceleración cíclica podría pasar simplemente por ser un período de bajo crecimiento, si la caída de la construcción se compensa con obra pública y si el superávit presupuestario supera el 1% del PIB, si se incentivan los nuevos campos de gestión industrial y, como se hizo en EUA, si se convierten en empresarios, autónomos o pymes, a esos miles de inmigrantes jóvenes que ahora son mano de obra barata, para que encuentren alternativas a la perdida de empleo que sufrirán en la construcción fundamentalmente. En definitiva, que esa enorme bola de mierda nos aplaste depende de nuestros gestores públicos en gran medida. ¡Que miedo!
Hace unos años aquí pusimos en evidencia que el FROB y su mecanismo de nacionalización encubierta de todo el sistema era un siniestro plan de expolio. Que la excusa de una crisis global y el acecho de su veneno servirían para hacerle ver a la gente que las cosas no pudieron evitarse. De insultar han pasado a certificar el desastre. Ahora bien, lo más duro del asunto es comprobar como, tras toda esa cháchara victimista actual se esconde una enorme incultura económica por parte de algunos líderes de opinión que están confundiendo más que ayudando. Ahora el miedo es glamour. Ser catastrofista es lo más “cool”.
La aprobación ayer del nuevo fondo de rescate bancario, el FROB, es el ejemplo más evidente de que la sociedad española está muerta, que sus dirigentes son unos irresponsables sin criterio ni perspectiva y que el sistema financiero español está quebrado de punta a punta. Hemos pasado del “mejor sistema bancario del mundo” a las intervenciones, a las fusiones obligadas, al rescate de cajas insolventes y, ahora, a los fondos antiquiebra. Un Fondo de Rescate que es un refrito del que ya tuvieron que activar urgentemente de la mano de los banqueros ibéricos, el Fondo de Adquisición de Activos Financieros, que resultó ser a la práctica un mecano extremadamente sofisticado para poner a buen recaudo los intereses de los más grandes y dejar a la intemperie a los más pequeños.
Lo que sabemos en estos momentos sobre el FROB es que tiene pinta de hurto legal. Zapatero y Mariano de la mano con la mayoría de banqueros han decidido gestionar en crisis para perpetuarla. El gobierno espera que las entidades crediticias no quiebren y que, si lo hacen, no se evidencie, de ahí el voto con el PP. El PP espera que sus amigos no sufran. El hecho de que esos amigotes sean unos ineptos, corruptos, inservibles y peligrosos ayudó al voto con el gobierno.
En realidad ahora lo que tocaba no era un FROB, ni un FAAF, lo que tocaba era dejar que algunos quebraran por haber contribuido dedicadamente a generar el pufo económico de dimensiones bíblicas. En lugar de poner ante la justicia a muchos directivos bancarios de este país por haber hurgado en nuestro futuro de ese modo indecente, se les premia con el dinero de todos y se les garantiza el trabajo de modo vitalicio. A cambio sólo se les pide que sigan concediendo capital y crédito a quienes toque hacerlo y cuando sea preciso.
Por cierto, ¿Cuánto costó el FAAF y cuanto cuesta el FROB? Difícil de saber, pero la traducción estructural de todo es espantosa. España lleva emitida deuda pública por valor de casi 60.000 millones de Euros para intentar pagar todo lo que tenemos entre manos, pero lo jodido es que esa deuda no ha habido manera de colocarla en los mercados externos. Una emisión que multiplica por 30 la que se emitió durante todo el año pasado y sin comprador externo. Habéis leído bien, 30 veces la del año pasado y estamos en julio.
Ahora viene lo mejor. Como la deuda no se ha podido colocar se han tenido que activar los sistemas de flujo que permite la normativa. Por un lado solicitar al Banco de España que la suscriba y por otro buscar el capital donde sea, aunque tenga que meter la mano en los fondos previstos para ayudas sociales o lo que sea. Como la morosidad aumenta por culpa de los vencimientos de deuda en casi un billón de euros y la gestación de problemas integrales del sistema bancario crecen sin reparo, se ha aparecido por “generación espontánea” un nuevo Fondo de rescate. El curioso y malsonante FROB.
Ahora bien, lo importante ya no es que en el sistema bancario español haya insolvencias retrasadas, quiebras escondidas y fusiones obligatorias, no, lo grave es que no se ha definido el uso real de ese fondo, no se tiene certeza de cual va a ser su reparto, el método de control y como piensan atender el ingente desajuste de deuda que se avecina en términos de Estado. A fecha de hoy, la deuda total de España ya debe superar el 175 % del PIB. No hay precedentes en el mundo que pueda compararse a esa barbaridad. Podemos obviarlo y pensar “que todo se arreglará” o asumir que eso tiene muy mala pinta.
La catástrofe ya está encima. Prepárense, aunque sin prisa, para el mayor colapso económico y financiero conocido por los que estamos vivos. Piensen que van a hacer con su dinero, como piensan poner en marcha su negocio o como van crecer. La cadena de sucesos no van a dejar lugar a los experimentos que durante cuatro años han ido llevando a cabo los operarios de la ciencia económica mundial. Se han limitado a lo más simple: emitir dinero, imprimir papel y generar más deuda. Mi hijo de seis años me cuestionó hace pocos días que era eso de la crisis. Le dije que era algo que sucedía cuando el mundo se queda sin dinero o con el dinero que tienen la gente, de repente, solo se pueden comprar cosas más baratas. Me contestó como la Reserva Federal o como lo hubiera hecho el Banco Central Europeo: pues ¿porque no hacen más dinero con el papel blanco que sobra en el colegio? Luego, al decirle que eso no se podía hacer pues provocaría que los billetes de verdad nadie los querría pues no sabríamos lo que es de verdad y lo que no, me miró como diciendo “no te compliques papá”.
La política económica es más complicada que la que nos han representado esta generación que hemos tenido la desgracia de vivir. Una generación que habla por los codos y lo hace a veces con un sentido miserable de la decencia. Hace apenas unos días, el tipo que me catalogó de “charlatán” en un evento en el que dije que la “cultura del subsidio” era un modelo social perfectamente organizado por gobiernos de todo signo y territorio, inclusive la Generalitat en su día, para controlar a la gente, ahora se apunta el título (por casualidad) de mi último libro y lo asciende a todos los listados de búsqueda en la red. Afirma que la cultura del subsidio está instalada en Andalucía y que eso lo pagamos los catalanes. Lo desconozco y sabe mal que se llegue a la simpleza tan burda del discurso. Hay de todo. Como también en Catalunya donde el subsidio se disfraza de otras cosas. ¿Cómo deberíamos llamar a los 300 millones de euros que le soplaron a SEAT para que se mantuvieran los miles de puestos de trabajo en su día cuando no eran necesarios para la producción resultante? ¿Cómo debemos definir los 50 millones de euros que le ha soltado la Generalitat actual (en plena fase de recortes) a una deficitaria e ineficiente Spanair para mantener una estructura aeronáutica que no se aguanta por ningún sitio?
Y es que si hace un lustro hablé de “una gran bola de mierda que se acercaba por el horizonte” ahora cabe hablar de algo peor. La bola ya llegó y a su paso lo ha desajustado todo, abriendo puertas y cajones. La situación española es tan grave que ni tan siquiera podemos imaginar. No tiene que ver con la política, ni con la economía, ni la crisis, ni sus valores. Esto es otra cosa. El nombrado nuevo modelo viene inexorablemente y no lo hace de un modo cariñoso. Viene de culo. La velocidad que ha adquirido y la escasa atención que le están dispensando los agentes implicados es de susto. Lo van a retrasar con decenas de apretadas de mano finales y con planes diversos, ajustes y recortes, pero el sistema no da para mucho más. Es cuestión de tiempo, unos pocos años tal vez, pero sin recuperación real de la economía no hay milagros que permitan pagar todo lo que ya nos hemos gastado. Sin generar nada que estimule una economía del futuro habrá sido imposible vivir un nuevo futuro.
A medida que se vayan evidenciando varios temas concretos y que la terrible cadena de sucesos en Europa transmitan la caducidad de la economía tradicional amparada en los productos financieros de siempre. Esos temas concretos son:
- El ajuste de la banca española se finiquitará con diversas nacionalizaciones tras tres años de tomadura de pelo con nombre propio llamado FROB. La generación de riqueza depende de la liquidez y ésta ha desaparecido pues se está utilizando para salvar unas entidades financieras que no son más que cadáveres. Hay varias cajas y bancos que van a quebrar de un modo u otro. Me da igual como le llamen pero sus ahorros no están a buen recaudo en según que entidades. Recuerden el texto que copié sobre el Fondo de Garantía de depósitos que no garantiza el retorno de los famosos 100.000 Euros de un modo tan claro.
- Imaginemos que un banco decide darle valor real a sus propiedades y estas resultan ser una décima parte de lo que dicen tener capitalizado como valor patrimonial. ¿Estaría en quiebra? Todos sabemos que la mayor parte del sistema financiero español depende de una valoración hipotecaria totalmente ficticia que no se va a corregir en décadas. ¿A que estamos jugando?
- Algo que aun no ha sucedido pero que sucederá. Cuando corra la voz, y lo será con causa y efecto, los depositarios de una entidad requieran sus ahorros, pues no se fíen de las operativas descritas y garantizadas con un patrimonio inmobiliario que está por asumir que sea cierto, y esta entidad deba paralizar la fuga de liquido, ¿cómo se llamará entonces eso? ¿cómo afectará al resto del sistema? ¿habrá servido de algo todo el apretado nuevo mapa financiero de fusiones y tragones? ¿no será que todo esto es una fábula de barrigones engominados que juegan a mantener su imperio de estiércol a costa de lo que sea? ¿no seremos nosotros ese “lo que sea”?
- La deuda hipotecaria privada es inasumible por millones de españoles que ya no ingresan. Eso lleva a la situación de insolvencia manifiesta de familias que ven como, mientras a ellos les quitan su vivienda, un banco que ha sido “rescatado” con el dinero de todos, concretamente 80.000 millones de euros, les arrancan lo que tienen.
- Cuando se evidencie que hicimos como Grecia pues durante años hemos ido taponando la sangría de gasto metiendo en cajones sin fondo facturas sin pagar y deudas contraídas, la Merkel nos crujirá vivos.
- Cuando ya nadie pueda engañarnos con las cifras del turismo y se sepa que proviene de un plan turístico low cost que no es capaz de aportar valor en muchos casos y que el modelo no se está repensando salvo contadas excepciones.
- La crisis de consumo es la traducción evidente de una falta de trabajo y del aumento del paro. No se puede esperar mucho más de una economía que se reventó su plan de estímulo económico que tuvo que ser para modificar el modelo antiguo y crear uno nuevo, en el famoso e ineficiente Plan E.
- Ya no quedan balas y ahora todo depende de nosotros y de nuestro plan para salir de esta. Plan personal y plan social, pero planes lejos de la opción política existente o venidera. Ni unos ni otros, ni los minoritarios ni nadie nos va a ayudar a salir de esta. La clase política está rendida y sin ideas.
Vivimos tiempos apasionantes y de cambio, sin rumbo a veces, pero con un enorme potencial. Los cambios si son reales son dolorosos, aprovechemos que este va a ser el cambio de mayor duelo de la historia contemporánea para hacer algo positivo que ofrezca a nuestros hijos algo en lo que maravillarse de nosotros. Surgirá un nuevo escenario de empresa y producción mucho más cercano a la inteligencia que al producto.
La revolución del conocimiento surgirá del valor de las cosas y no del coste de las mismas, será el momento de las grandes factorías de ideas, de pensamientos, de dudas, de estructurar la fabricación en base a su precio esencial y no tanto al especulativo, de emprender para convertir los sueños en realidad. En esta nueva era, en este nuevo ecosistema plagado de ideas, en ese nuevo mar en el que deberemos navegar, los que antes entiendan que deben impulsarse con vientos desconocidos, los que sepan que es tiempo de veleros y no de lanchas motoras, esos sobrevivirán, crecerán y serán mucho más felices. Los que escuchen a sus mandatarios, a esos dirigentes aparentemente perdidos, a esos que cambian sus previsiones una y otra vez, los que esperen de ellos que les ayuden a sobrevolar este momento crucial de la historia sufrirán mucho más.