Invertir en la Era Cero
Vivimos tiempos de incertidumbre. Que hacer con el dinero y como abordar su protección no es sencillo cuando los que hasta la fecha debían dedicarse a eso se han convertido en una amalgama imperfecta de frases incoherentes y muchas veces paradójicas. Ni banqueros, políticos, periodistas o catedráticos han sido capaces de dar alternativa fiable al riesgo actual. Vamos a intentar abordarlo. En mi opinión, lo de sacar el dinero de España no tiene sentido si no es de un modo estratégico y global. Es más seguro en algunos casos inverir en deuda alemana desde un banco español que lo contrario, es decir, invertir en un fondo francés o alemán que en realidad esté compuesto por deuda griega, portuguesa o española. Hay un futuro financiero complementario con el futuro emprendedor, tener datos y conocimiento sobre ambos es fundamental en tiempos de redes, nueva economía y tormentas.
Los futuros historiadores quizá utilizarán la expresión “Era del Cero” para referirse al presente periodo, comenzado con el colapso de los bancos irlandeses, antes de que la crisis financiera se ramificara en las múltiples facetas que exhibe actualmente. Gracias a la errada respuesta de nuestros llamados líderes, que en esencia han socializado las enormes pérdidas de los bancos, esta generación y la próxima se enfrentan a la tarea hercúlea de pagar las gigantescas deudas bancarias asumidas por los gobiernos soberanos. La crisis económica permanente es ahora la nueva normalidad, el resultado de estas políticas económicas mal concebidas que han dado lugar a un sector público hinchado, necesitado de impuestos crecientes a extraer de un sector privado exhausto y menguante.
La Era del Cero plantea un panorama muy complicado a aquellos afortunados con ahorros disponibles para invertir. Así, la Era del Cero se caracteriza por unos muy bajos tipos de interés oficiales, mantenidos artificialmente en esto niveles en un vano intento de estimular la economía. En consecuencia, los bonos de alta calidad ofrecen rendimientos próximos o incluso inferiores a cero. Para completar el cuadro, los crecimientos económicos están estancados en niveles próximos o inferiores a cero, mientras las tasas impositivas sobre el consumo, ahorro y trabajo se acercan a niveles confiscatorios. Sólo en el caso improbable de que comenzaran a aplicarse reformas radicales en pro del crecimiento, esto es, bajada de impuestos acompañada por reducción drástica del gasto público, podríamos imaginar un escenario que nos permita volver a la senda del crecimiento y la prosperidad.
Para invertir con éxito en la Era del Cero, los inversores deben cambiar el chip y modificar su perspectiva respecto a cuestiones que daban por supuestas en la previa Era de Prosperidad. En primer lugar, los inversores deben recordar en todo momento el adagio del sabio americano Will Rodgers, “Estoy más preocupado con el retorno de mi capital que con los retornos sobre mi capital” (I am more concerned about the return of my capital than the return on my capital). Las escandalosas ventas masivas de acciones preferentes a pequeños inversores no profesionales debería demostrar de forma definitiva que los inversores no pueden depender del consejo que le ofrecen sus bancos. Invertir en la Era del Cero requiere asesoramiento independiente, libre de los conflictos de interés típicos de las entidades bancarias.
En segundo lugar, como la Era del Cero se caracteriza por tipos de interés muy bajos y crecimientos económicos próximos asimismo a cero, es necesario reducir al mínimo los costes de inversión a fin de conseguir beneficios reales a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si los bonos de alta calidad rinden únicamente un 2 ó 3% anual, es absurdo invertir en renta fija mediante fondos de inversión, cuyos gastos anuales de gestión ascienden normalmente al 1,5% o superior. De forma similar, unos gastos de gestión superiores al 2% en fondos de renta variable son simplemente excesivos, ya que irremediablemente absorberán a lo largo del tiempo las ganancias previstas en unos mercados bursátiles lastrados por la ausencia de crecimiento económico.
Defiendo tradicionalmente el uso de ETFs de bajo coste (Exchange Traded Funds) en lugar de fondos de inversión al uso, precisamente por este motivo. Sin embargo, los ETFs no proporcionan a los bancos el caudal anual de ingresos que sí les ofrecen los fondos de inversión, por lo que los bancos rara vez los recomiendan a sus clientes. Esto es así especialmente en este momento, con lo bancos bajo presión creciente para aumentar sus ingresos por comisiones a fin de paliar siquiera en parte sus muy deficientes cuentas de resultados.
Finalmente, en la Era del Cero no podemos esperar que la marea de crecimiento económico y altos tipos de interés asegure las ganancias de aquellos inversores pacientes que simplemente mantengan una cartera de valores bursátiles o fondos de renta fija. Para los inversores en renta variable, la ausencia de crecimiento económico hace probable que el precio de muchas acciones sea aproximadamente el mismo ahora que dentro de diez años. Para los inversores en fondos de renta fija, es probable que sus ganancias después de descontar las comisiones sean nulas mientras se mantengan los bajos tipos de interés actuales. Para invertir con éxito en la Era del Cero, los inversores deberán mantener sus ahorros en activos muy diferentes a aquellos que les proporcionaron buenas ganancias en la Era de Prosperidad que hemos dejado atrás, esto es, activos inmobiliarios, acciones y bonos en general.
Con este panorama, ¿a quién puede recurrir un inversor? Como los bancos centrales continúan su política de flexibilización cuantitativa, esto, imprimir más y más dinero para estimular unas economías moribundas, es probable que finalmente se produzca un aumento de la inflación. Éste ha sido el resultado de esta política a lo largo de la historia siempre que las autoridades monetarias han bastardeado las divisas a base de crear nuevas masas de dinero a una velocidad muy superior al crecimiento de la economía real subyacente. Estoy convencido de que los clientes deben mantener al menos parte de sus ahorros en ETFs de bonos con intereses ligados a la tasa de inflación, así como en oro, a fin de proteger sus ahorros si, como sospechamos, el fin de la Era del Cero se produce a través de un repunte sostenido de la inflación. Asimismo, en un mundo de crecimiento cero, los inversores no profesionales deben invertir en acciones sólo con el objetivo de obtener dividendos. El reciente fiasco de la salida a bolsa de Facebook pone de manifiesto una vez más que las acciones que no se sustentan en un dividendo seguro son muy arriesgadas, y experimentan fuertes bajadas si el mercado bursátil se posiciona en su contra.
En próximos artículos examinaremos otras estrategias e instrumentos que los inversores pueden aplicar para invertir con éxito durante la Era del Cero y construir así una reserva de ahorros con la que complementar las pensiones estatales, para las que sólo puede augurarse un futuro menguante.