Elemental querido Watson, la Inteligencia Artificial combate el cibercrimen.
¿Quién mejor para combatir el cibercrimen que un supercomputador inteligente? ¿Quién se va a mover mejor en ese entorno digital que un verdadero ‘nativo’ digital? Parece lógico que la mejor patrulla contra los delitos que se desarrollan en la red tenga como responsable a un supercomputador. Y cuando hablamos de supercomputación vinculada a la inteligencia artificial tenemos que referirnos obligatoriamente al desarrollo de IBM Watson.
¿Quién mejor para combatir el cibercrimen que un supercomputador inteligente? ¿Quién se va a mover mejor en ese entorno digital que un verdadero ‘nativo’ digital? Parece lógico que la mejor patrulla contra los delitos que se desarrollan en la red tenga como responsable a un supercomputador. Y cuando hablamos de supercomputación vinculada a la inteligencia artificial tenemos que referirnos obligatoriamente al desarrollo de IBM Watson.
Desde que fuera presentado en sociedad, como concursante del programa televisivo Jeopardy, Watson ha evolucionado una decena de veces. Ahora su trabajo se centra en muchos sectores. El sistema de inteligencia artificial más famoso del mundo está focalizado en el desarrollo del cerebro artificial que permita la conducción autónoma de vehículos, el soporte para la prescripción de tratamientos oncológicos, gestión de ciudades inteligentes, asistencia en la enseñanza o en la definición de lenguajes comprensibles entre personas y máquinas y entre máquinas por si solas.
IBM ha trasladado recientemente toda su infraestructura y personal especializado en Internet of Things a Munich y desde allí han empezado a experimentar en algo que, atendiendo al nombre que tiene el bicho, resolver crímenes. Tal y como le respondía el legendario Sherlock Holmes a su acompañante infatigable Dr. Watson, el hijo de IBM se está especializando en una de sus ramas de diseño en la resolución de delitos cibernéticos. De hecho, en los últimos doce meses Watson se ha entrenado específicamente en conocer los sistemas de seguridad más avanzados que existen ‘estudiándose’ más de un millón de documentos para ello. Además, por si fuera poco, Watson ha mejorado su conversación para interactuar de forma natural con su entorno de investigación.
El cerebro artificial de IBM es capaz de analizar miles de informes con un lenguaje humano, comprenderlo y emitir impresiones con variables que ayudan a discernir entre lo probable y lo seguro. El avance es absoluto. De hecho la investigación tradicional de este tipo de delitos deriva en más de 20.000 horas de persecución errónea. Se cree que con Watson este hecho será superado.
El método utilizado tiene mucho que ver con una tendencia de interactuación que se está convirtiendo en el primer estándar de comunicación entre máquinas y humanos, un chatbot. IBM ofrecerá a sus clientes uno de ellos para que se pueda ejecutar dentro de su red mundial X-Force Command Center que se sumará a Havyn, un asistente de seguridad, pero de voz, que responderá a los analistas de seguridad con lenguaje natural.
Es evidente que el delito digital es de dimensiones bíblicas. Es muy complicado estar en todo y se cree que sólo detectamos una muy pequeña parte de lo que sucede realmente. Para evitar eso se propone a la policía alemana que utilicen Watson para localizar ataques en ese ingente mar de datos que es la red. Lograr que el flujo de datos mientras ejecutan un delito puedan ser localizados antes de su ocultación es la mayor característica de este nuevo modo de combatirlo. La predicción inteligente y la gestión masiva de datos logran avanzarse en décimas de segundo a algunas rutinas que hasta ahora eran imposibles de detectar a tiempo.
Watson genera informes sobre amenazas en muy poco tiempo reduciendo el tiempo entre la detección de la ejecución de un delito y la capacidad de un equipo de seguridad en responder. En este caso, está claro que el crack no es Sherlock, es el mismísimo Watson. En la era de la inteligencia artificial el asunto es ‘elemental’.
Por cierto, nadie de los implicados en la seguridad digital ha considerado que Watson les va a quitar el empleo. Ni en las empresas que tienen responsables de seguridad y que no dependen de acciones desde la administración. La idea general es que con este sistema artificial no se destruye empleo sino todo lo contrario, se generan nuevos modos de trabajar. Lugares inexistentes hasta hace muy poco, espacios de relación entre máquinas y personas que enriquecen a ambos en el punto en común. Elemental querido Watson.
Del vigilante robótico al primer humano asesinado por un robot. La ética que viene.
El pasado viernes mantuve una conversación con un robot. Se trataba de un desarrollo experimental de una de las startups que me hacen llegar sus propuestas frecuentemente. Pensaron que la mejor manera de demostrar el estado de desarrollo de su prototipo era que pasara una noche conmigo. Durante casi una hora no hicimos más que conocernos y cuando digo conocernos me refiero a lo que ambos hicimos para entender exactamente quienes éramos realmente ambos.
El pasado viernes mantuve una conversación con un robot. Se trataba de un desarrollo experimental de una de las startups que me hacen llegar sus propuestas frecuentemente. Pensaron que la mejor manera de demostrar el estado de desarrollo de su prototipo era que pasara una noche conmigo. Durante casi una hora no hicimos más que conocernos y cuando digo conocernos me refiero a lo que ambos hicimos para entender exactamente quienes éramos realmente ambos.
El software permitía conversar por escrito a través de Whatsapp cómo si fuera un contacto más. La charla la inició el sistema con un ‘¿what are you doing?’. A partir de ahí la conversación se fue desarrollando con bastante fluidez. Es cierto que todavía le queda mucho pero este software aplicando inteligencia artificial de aprendizaje selectivo fue capaz de mantenerme en la charla de un modo que no me esperaba. No me lo esperaba porque los chicos que están detrás del proyecto no son japoneses, la empresa no es israelí o tienen algo que ver con Silicon Valley. No, el proyecto es irlandés y apenas tienen todavía un plan de empresa razonable. Unos estudiantes de filología y matemáticas se habían unido para proyectar algo fascinante apenas hace unos meses.
El caso es que estuve pensando en lo cercano que está todo. ¿Cuántos proyectos similares deben estar en marcha en todo el mundo? ¿Qué tiempo debe pasar para que muchos de ellos se encuentren en algún punto y se retro alimenten entre ellos? ¿Qué salto exponencial estamos apunto de dar si la AI está ya en manos de estudiantes que aportan sus desarrollos a la carrera que ya han iniciado de manera desorbitada las grandes corporaciones?
Las noticias se acumulan en cuanto a la eliminación de modelos de producción o servicio asociados al ser humano. La semana pasada leíamos como en el próximo Oktoberfest, un robot empezará a servir cerveza, salchichas y pretzel a fin de ser más eficiente, rápido y barato que cualquier humano. Fue presentado en Alemania durante una feria de robótica que mostró diferentes modelos de sustitución de actividades desarrolladas por personas y que ahora pueden ser llevadas a cabo por brazos armados, robots autónomos o software inteligente.
El robot ‘camarero-cocinero’ llamado Denso, es de la empresa SAR y profundiza en la anunciada tendencia que los directivos de McDonald’s o Pizza Hut tienen pensada ir imponiendo en sus restaurantes. En apenas unos minutos lo hace todo. Gracias a sus dedos robóticos de agarre y un sistema de visión 3D para ubicar y servir correctamente cada ingrediente, cocina y sirve salchichas perfectamente, un pretzel y una cerveza en su jarra completamente fría. Lo mejor es que mientras cocina y sirve, cobra.
Este tipo de robot nos puede parecer hasta simpático sino entramos en el manido debate de la sustitución de puestos de trabajo y la deriva hacia un mundo sin empleo que se puede identificar fácilmente. Sin embargo hay otro campo en el que los robots ya no suenan tan bien o por lo menos generan algo de rechazo o respeto. Se trata de los asuntos de seguridad. De las cámaras inteligentes o de los sistemas de rastreo hemos pasado ya a los robots vigilantes o policías. Ya existen, ya están aquí.
Recientemente supimos de que Uber ha contratado un robot para patrullar un estacionamiento de coches. La reducción de coste sobre el que suponemos tiene un equipo de personas es evidente. La eficiencia parece ser que también es notablemente superior. De momento se trata de un robot K5 que cuesta unos 400 euros desarrollado por Knightscope que ya disponía de algunos de ellos trabajando en algunos lugares de Silicon Valley. En concreto el vicepresidente de Uber, Alan Sánchez, se encontró con uno de ellos en un parking. Se detuvo para fotografiarlo y comprobó como el ‘bicho’ se detuvo y empezó a escanearlo. Con visión en alta definición en 360 grados posee cámara térmica, telémetro láser, sensor meteorológico, varios micrófonos de alta sensibilidad y un módulo de reconocimiento facial.
El K5 deambula por el aparcamiento buscando anomalías y aprende de cada situación. Si detecta algo inusual inicia un protocolo de seguridad en el que, de momento, intervienen vigilantes humanos. Lo graba todo y hace sonar alarmas de todo tipo. Todo puede ser utilizado en un juicio por cierto. Si quieres uno, cuesta 7 dólares por hora, cuando un guarda de seguridad es bastante más caro. Seguimos incluyendo oficios en la lista de los tipos de empleo amenazados por la cuarta revolución industrial. Si quieres ver quienes y cómo lo utilizan, puedes poner en Instagram el hastag #securityrobot, y verás que está más extendido de lo que piensas.
Pero la llegada de robots a nuestra vida cotidiana, a la seguridad de nuestro día a día ha dado un salto importante estos últimos días. Se trata de la intervención de un robot en la captura de un asesino en Estados Unidos. Tres sospechosos fueron detenidos en Dallas el pasado jueves tras la muerte de cinco policías. El cuarto fue liquidado por un robot que detonó una bomba. Aunque parezca una ‘novedad’ en la gestión policial, no lo es tanto. Los robots han proliferado en la policía americana durante los últimos años. Una tecnología desarrollada en gran medida para escenarios militares de respuesta a desastres a gran escala, pero que ahora ya tiene aplicaciones evidentes en asuntos de la propia policía. Se utilizan para detonar explosivos, analizar ubicaciones con cámaras u otros trabajos que serían de gran riesgo para los humanos.
Sin embargo el magnicidio de Dallas es la primera vez que un robot de la policía ha sido utilizado para matar a un humano. Seguro que se te vienen todo tipo de novelas de ciencia ficción a la cabeza. Lo cierto es que este es un asunto tremendamente sencillo, menos fantástico de lo que pudiera parecer o vinculado a algo que no sea sencillamente el uso de una herramienta por control remoto. Todavía, el robot, no toma decisiones en ese campo.
Un informe del Dallas Morning News incluye descripciones de por lo menos dos robots del Departamento de Policía de Dallas que utilizan este tipo de ‘robocop’. Es importante destacar que estos robots de la policía no son autónomos, lo que significa que no toman decisiones usando inteligencia artificial por su cuenta y que para llegar ahí habrá que debatir aspectos éticos profundos. Está claro que la tecnología pide paso, el cambio de modelo social y económico está impregnando todo cuanto se encuentra. Mientras tanto la regulación, la ética y la política sigue paralizada ante la que se le viene encima.
La sociedad debe empezar a pensar en cómo va a estructurarse en breve cuando no exista el empleo como ahora lo conocemos, la política en cómo va a dar respuesta a un mundo más inteligente cuando no interviene y la legalidad cómo se desarrolla a tiempo real para no tener algún conflicto grave en menos en breve.
Pensemos que el software con el que hablé el viernes tarde o temprano ‘tendrá cuerpo’, que el vigilante del parking robótico pronto será capaz de intervenir físicamente y que el policía robótico ya no es un aparato que te sirve pizzas o previene suicidios, sino que ya es capaz de matar recibiendo órdenes de sus ‘superiores’. Mejor empezar a tratar estas cosas lo antes posible, estamos ya en tiempo de descuento.
Humillación aeroportuaria
Mi vida transcurre desde hace tiempo en los aeropuertos. Hace años que vivo con resignación el aumento de medidas de seguridad que pretenden proteger a los que nos subimos en un avión. Creo que el extremo al que está llegando esta paranoia es tal que no comprendo como no nos rebelamos. A veces me dan ganas de incitar al motín, a encabezar una revuelta contra los controles en los aeropuertos.
Primero fueron los cinturones, después los zapatos y ahora han ideado una nueva manera de incomodar. Te exigen que saques el ordenador portátil de su maleta. Este comportamiento sádico por parte de los responsables de saber si eres un terrorista es una vejación bochornosa. En Londres te obligan a fusionar las maletas y si no conviertes en una las dos que llevas, no vuelas. La tontería de los botellines de 100 ml. por culpa de un rumor se lleva la palma. ¿Qué quiere decir todo esto?, ¿Por qué 100 ml. y no 50? Es ridículo
La ignominia empieza por tener que quitarte todo lo que puede tener componentes metálicos, debes hacerlo rápido y sin bromear mientras las caras de los que te auscultan se tornan en las de un sargento del ejercito de tierra. La degradación continúa con quitarte los zapatos y con el cacheo, porque suenas bajo el arco y aseguras no llevar nada metálico. Te soban por si no fuere el reloj, o el botón del pantalón que te piden sin ningún tipo de amabilidad que te quites en un habitáculo con cortinilla que tienes en frente. Al final todo esto se hace por si acaso, un día, alguien intenta cometer un atentado. De entre millones y millones de pasajeros uno de nosotros podría ser ese terrorista, y es por eso que el resto viven humillaciones cotidianas en los aeropuertos de medio mundo. En contra de los derechos humanos más elementales nos obligan a quitarnos los pantalones, los zapatos, los calcetines, nos abren las maletas, nos desordenan nuestras camisas, descubren el tanga con liguero morado que tu mujer reservaba para sorprenderte durante la noche de hotel ante la sonrisa del resto de ovejas, se nos maltrata y luego nos hacen correr porque el vuelo sino lo pierdes. Nos tratan como ganado por el bien del rebaño. ¿Pero que es esto?
Tal vez valdría la pena que de tanto en tanto cayera un avión. No compensa. Con la excusa de que se nos quiere proteger, la población mundial está siendo vejada, deshonrada y degradada a diario. Con la excusa de la seguridad se ocupan países, se justifican muertes, se nos graba cuando hablamos por teléfono, se nos filma cuando andamos por la calle y seguramente cuando estamos en la cama. Esta paranoia debe terminar, no podemos convertir este mundo en una prisión. Solo nos quedaba nuestra libertad individual y la estamos perdiendo por la alcantarilla de los políticos que no pasan los controles en los aeropuertos.
Pronto, ya queda poco, pedirán que nos bajemos los calzoncillos, nos pongamos en pompa y que nos relajemos. Lo peor, es que después de todo esto, algún día caerá otro avión y a nosotros nos habrán metido dos dedos, en el mejor de los casos, por el culo.