El emprendedor que calló a la socióloga
Ayer me mostraba el director de IDODI Portugal el video que acompaña este post. No precisa mucha explicación el asunto. Basta con ver el minuto escaso que dura para darte cuenta de que el problema de nuestra sociedad es de sintonía con la realidad. El diálogo que muestra el vídeo es como una metáfora cínica y desgraciada que enfrenta el discurso oficial, la lejanía de la “casta” contra el esfuerzo, el riesgo y la valentía de un joven.
Se trata de un fragmento del programa en ‘prime time’ de la RTP1 llamado “Pros y Contras” en el que un joven de Cascais de apenas 16 años llamado Martim Neves explica que tiene una pequeña empresa de venta de ropa “fashion” llamada “Over It”. El alegato del joven ‘dreamer’ es un intento de animar a todos a tomar las riendas de sus propias vidas, de hacer por uno mismo lo que no hace nadie por nosotros y que en esa sintonía, seguramente, el futuro se terciará mejor.
Reconozco que es naif, si, pero hermoso y estimulante, con más razón y sustancia que la mitad de los discursos que a diario digerimos sobre concursos, ayudas y meriendas emprendedoras. Ahora bien, lo tremendo es lo que le dice la “excelentísima tertuliana a sueldo” e investigadora del Instituto de Historia Contemporánea de la Nueva Universidad de Lisboa, una tal Raquel Varela. La señora acusa al sector donde el chaval busca ganarse la vida y donde da trabajo a un grupo de personas, de explotar a los trabajadores, pues los “estudios” de la ONU dicen que ese es un modelo de negocio que apenas da un sueldo suficiente para vivir. La respuesta del chico le sale del alma.
Cada vez que me he ido a pique alguien me recordó que “ya te lo dije”, o el famoso “que como se te ocurre meterte en eso de Internet”, e incluso el “con lo bien que tú estabas trabajando para esa empresa tan grande”. Cada vez que he tenido que recoger cada uno de mis sueños del suelo, uno a uno, desperdigados y desordenados, manchados de lágrimas, sudor y deudas, al apretarlos de nuevo fuertemente con las puños cerrados, siempre he pensado que valió la pena. Siempre pensé “que en cuanto tenga un momento, la lío otra vez”.