La Transformación Digital de España en el Consejo de Ministros. ¿Será la buena?
Y finalmente hubo fumata bianca. Un nuevo gobierno y algunos nuevos ministros. Los desafíos siguen siendo los mismos. La Transformación Digital de un país. La prórroga ha terminado y el tiempo apremia. Uno de los ministerios más interesantes desde el punto de vista económico no es ni el de Hacienda ni el de Economía, curiosamente será el de Energía, Turismo y Agenda Digital de Alvaro Nadal. Precisamente por ese último apellido. La Secretaría de Estado que estará enfocada a acometer la transformación digital de la economía y sociedad española se antoja imprescindible. Hay otros gobiernos europeos y asiáticos que disponen hace años de algo similar. La duda, como siempre, es si el asunto se quedará en un título, un informe, una hoja de ruta envuelta en papel celofán o realmente esta vez va en serio.
Y finalmente hubo fumata bianca. Un nuevo gobierno y algunos nuevos ministros. Los desafíos siguen siendo los mismos. La Transformación Digital de un país. La prórroga ha terminado y el tiempo apremia. Uno de los ministerios más interesantes desde el punto de vista económico no es ni el de Hacienda ni el de Economía, curiosamente será el de Energía, Turismo y Agenda Digital de Alvaro Nadal. Precisamente por ese último apellido. La Secretaría de Estado que estará enfocada a acometer la transformación digital de la economía y sociedad española se antoja imprescindible. Hay otros gobiernos europeos y asiáticos que disponen hace años de algo similar. La duda, como siempre, es si el asunto se quedará en un título, un informe, una hoja de ruta envuelta en papel celofán o realmente esta vez va en serio.
La transformación digital de un país tiene que ver con atender sectores, administración, infraestructuras, despliegue de red y aumento de competitividad apoyando el cambio de procesos, incrementando la digitalización de procesos y la aplicación de modelos de gestión automatizados. Preparar el terreno para un país donde el empleo y el modo de relacionarnos va a ser muy distinto en muy poco tiempo. Si se trata solo de cosmética, de un plan epidérmico, lo veremos pronto. Hay poco tiempo para atrapar a los que ya tomaron ventaja.
La cosa va de dinero. Pero no sólo. Va de tener un amplio presupuesto y flexible, pero también de trabajar de un modo transversal con el resto de ministerios para permitir que el cambio de modelo de crecimiento de este país se produzca lo antes posible. Sabemos que eso no va a ser fácil como demuestra la tónica que ha tomado el tema. Volvemos a las andadas. Seguimos esperando que lo inmobiliario, el turismo y poco más nos otorguen el peso suficiente para mantenernos en la mitad de la tabla europea. Nos olvidemos que hay sectores que crecen sin crear empleo y que, o nos ponemos de una vez, tendremos problemas a corto plazo. Graves problemas.
En otros países la agenda digital está en todos los ministerios y en otros depende de presidencia. Es decir, se contempla que la acción de una hoja de ruta digital tiene que ver con todo y no con un espacio concreto. Ese es el riesgo, que el responsable de este plan se encuentre con negociaciones interesadas por todas partes y su influencia se vea deteriorada en cada batalla. Aquí se ha optado por esta solución más jerárquica y sectorial. Tal vez demasiado si atendemos que lo importante es ser competitivo de un modo muy global.
No vamos a vivir siempre del turismo. No vamos a tener otro boom inmobiliario que dure décadas. Los cimientos de todo eso depende de ciclos y de que sigamos siendo un destino atractivo y barato. El futuro llegó y gran parte de la economía de España no ha asimilado que el tiempo de espera y análisis se terminó. Recordemos que en el informe ‘España 4.0. El reto de la transformación de la economía digital’, elaborado por la consultora Roland Berger, se asegura que apenas un 35% de las empresas españolas dispone de un ERP (sistemas de planificación de recursos empresariales), casi el 27% en el caso de los CRM (gestión de relación con clientes) y solo un 13% comparte información con su cadena logística. La gestión de bases de datos propias y sus derivadas tradicionales alcanza un 39%, pero si nos metemos en Bigdata el porcentaje está probablemente por debajo del 5%. Una oportunidad por cierto para los que lo apliquen.
En la Pyme el asunto es de espanto. Sólo un 16% aprovecha las posibilidades del comercio electrónico y apenas un 23% compra también online en modelos B2B. Este es el reto, no el del eslogan o el discurso. Es que las cifras están por los suelos. En Irlanda, Reino Unido, Alemania o Francia las cifras son de media el doble. El triple en otros como Eslovenia, Holanda o Dinamarca. El tiempo corre en contra porque los que ya lo tienen resuelto van más rápido que los que lo ‘vamos resolviendo’. La distancia se agranda.
El informe destacaba, y hace unos meses, que los obstáculos a la dicha transformación digital son la resistencia al cambio y el coste de ese cambio. La primera se soluciona culturalmente, la segunda económicamente. El problema es técnico, sabemos cual es por lo que también conocemos su solución. Mientras el gasto en I+D en España siga por debajo del 1,2% del PIB es absolutamente improbable que alcancemos a nadie o que el cambio de modelo económico se produzca de manera sólida. En Alemania llega al 3% y la media de la UE es del 2%. Entre 2009 y 2013, los recursos destinados a ciencia cayeron en España. En Alemania, en el mismo periodo, se incrementaron en un 18%. Son maneras de verlo.
Sin embargo todavía hay un rechazo importante desde el punto de vista cultural hacia la tecnología. Tengamos en cuenta que en este mundo, la transformación digital cambia la forma en la que hay que dirigir la compañía, el liderazgo, la toma de decisiones y a qué velocidad se generan. Y hay personas que quizás no se ven capacitadas tecnológicamente para ello. La sociedad en general, y las empresas en particular, parecen dominar los usos digitales básicos, pero aún están lejos de estar a la vanguardia de todo cuanto ofrece la digitalización de procesos, gestión, venta y comunicación.
Me encuentro cada día a con este caso. Lo más complicado es vencer ese primer paso. Sin embargo cuando lo logramos con nuestros clientes la toma de ventaja sobre competidores es abrumadora. Por desgracia la mayoría de esos clientes no están en España y en gran medida está ligados al Plan Horizonte 2020 de la Comisión Europea. La nueva manera de ver el escenario comercial es brillante. Es muy intenso el momento en el que casi ‘por arte de magia’ un sinfín de datos, modelos de gestión y planes tácticos, se perfilan hasta pasar de una foto borrosa a otra totalmente detallada donde la toma de decisiones y la predicción de resultados es la clave de la competitividad para estos clientes. De eso hay que hablar, en eso hay que trabajar.
Esa agenda digital tiene que pensar en incentivar la formación en las empresas, en estimular la creación de nuevos puestos de trabajo responsables de esa área de transformación y de generar un marco legal y de trabajo para las consultoras que nos dedicamos a dinamizar ese entorno. No es lo mismo digitalizar un Centro Comercial que Transformar una flota de transportistas. Ésta segunda tendrá que lidiar pronto con plataformas sociales que serán una competencia inédita y disruptiva por ejemplo.
Veremos que tal. Recordemos que ya existe una Agenda Digital. Data de febrero de 2013 y buscaba desarrollar la economía y la sociedad digital en nuestro país configurándose como el paraguas de todas las acciones del Gobierno en materia de Telecomunicaciones y de Sociedad de la Información. Si el plan es replicar la intensidad vamos listos. Si la idea es darle un nuevo impulso y abrazar los nuevos objetivos que en este tiempo han sido modificados por los ‘agentes externos’ iríamos bien.
El problema es que en España existen lagunas legales importantes en cuanto a la aplicación de algunos negocios digitales que son como misiles en el área de flotación de algunos negocios estratégicos. Los más de 120.000 millones de euros que se estima impactarán en la economía nacional en cuanto se logre la anhelada transformación digital necesitan de que entendamos que muchos modelos de negocio ‘protegidos’ dejen de estarlo y se permita la irrupción de nuevos actores naturalizados con la tecnología. Telecomunicaciones, turismo, servicios financieros, transporte, infraestructuras, farmacia, salud, energía e industria tienen los días contados bajo el prisma tradicional. Permitir ese cambio de una vez nos hará más competitivos en general. El proteccionismo no es una buena idea en este caso.
Veo con esperanza la reactivación de la Agenda Digital española. Con algo de escepticismo en cuanto a la permisividad del resto de agentes involucrados y con dudas evidentes sobre la capacidad de generar una nueva cultura transformadora en general. Sin embargo, sea como sea, no hay más remedio que abordar la transformación digital de la economía española urgentemente. El primer paso, asumirlo, parece estar ya en el Consejo de Ministros. A ver…
El deporte que más crece en el mundo es digital. La oportunidad de liderar un sector en expansión.
¿Sabes cual es el deporte con el mayor crecimiento en el mundo actualmente? No se trata de ninguna nueva disciplina que exija vestirse de ninguna manera especial. Ni tan siquiera precisa de una cancha o de un espacio concreto. De hecho muchos no lo consideraban deporte hasta hace bien poco. ¿Qué pensarías si te dijera que el deporte que crece de manera exponencial es uno que se desarrolla dentro de un espacio no real?
¿Sabes cual es el deporte con el mayor crecimiento en el mundo actualmente? No se trata de ninguna nueva disciplina que exija vestirse de ninguna manera especial. Ni tan siquiera precisa de una cancha o de un espacio concreto. De hecho muchos no lo consideraban deporte hasta hace bien poco. ¿Qué pensarías si te dijera que el deporte que crece de manera exponencial es uno que se desarrolla dentro de un espacio no real?
Se trata de los llamados ‘eSports’, donde todo tipo de jugadores profesionales de videojuegos compiten entre ellos en cualquier disciplina replicada de la realidad física a la virtual. El nivel de detalle y sofisticación es tal, que cualquier situación aleatoria que suceda en la partida y que pudiera tener una relación idéntica en la realidad física sufre las mismas consecuencias en una que en otra. Un nivel inadecuado por menor que sea en la presión de las ruedas de un vehículo virtual, afecta exactamente igual en una curva determinada a cómo lo haría también en un circuito real. Se debe a la evolución de algoritmos inteligentes y variables compartidas a partir de un aprendizaje que acumula el propio juego y que se alimenta de las millones de partidas que se realizan.
El crecimiento de este tipo de deportes es en cuanto a sus jugadores, su profesionalidad, sus contratos, los espectadores y la apuesta por las grandes multinacionales y patrocinadores. Empresas como ESPN, Activision o Electronics Arts inyectan millones de dólares en las diferentes ligas mundiales de sus diferentes deportes electrónicos. Las retransmisiones o eventos en un escenario son multitudinarias y millones de personas en el mundo siguen a sus ‘héroes’ cómo lo hacen también con los deportistas tradicionales.
Actualmente su crecimiento es del 43% anual y ya genera unos 463 millones de dólares anuales. La audiencia en estos momentos roza los 250 millones de espectadores en los torneos de referencia. Derechos sobre los eventos en directo, las retransmisiones, los patrocinios y la creación de deportistas de ‘elite’ en estos campos no deja de ser un reflejo más de hacía dónde va todo. Casi 110 millones de entradas a los grandes torneos que se han sucedido en 2015 a lo largo de 27 países han hecho fijarse en el fenómeno a estamentos deportivos y a marcas que buscan referentes sociales con los que rentabilizar sus campañas asociadas a ‘héroes’ deportivos.
Que estamos ante otro espacio de sustitución disruptiva de algo conocido es evidente. El deporte no va a desaparecer ni los deportistas tienen que tener ningún temor en ese respecto pero es evidente que también hay cambios notables en el cómo se consume el tiempo ‘deportivo’ en la generación que va entre los 13 y los 30 años. Quienes tienen que estar preparados son los que hacen del deporte una industria pues acaba de nacer otro espacio para ellos y no precisamente están enlazados. La diferencia con otros modos es que este es digital, virtual, con comportamientos sociales de estructura milenial y dónde las reglas de consumo y participación son muy distintas a las del consumo deportivo tradicional.
La cosa es seria. Existe una federación internacional de deportes electrónicos que empezó como algo anecdótico y que ahora se encuentra en medio de una revolución absoluta en la concepción de este fenómeno. Países como Alemania, Corea del Sur, Dinamarca, Austria o Suiza tienen comisiones gubernamentales que estudian reconocer los eSports como deportes legítimos con todo lo que eso supone. El debate ha llegado incluso a la solicitud de incluir los deportes electrónicos como disciplina olímpica.
La profesionalización de los deportes electrónicos y la percepción política de lo que suponen es un paso más hacia la asimilación de un mundo digital dónde lo virtual y lo físico se van a ir confundiendo en una misma realidad y dónde obviar la evolución de las cosas sólo retarda y dramatiza lo inevitable. En España tenemos focos de creación ‘gaming’ cómo Barcelona que son referente mundial. También otros puntos de España son conocidos mundialmente por ello. Proveer este mundo con buenos contenidos significa posicionarse en una industria que no para de crecer exponencialmente y que todavía no tiene dueño.
Mientras sus señorías continúan discutiendo acerca de si hay vida después de la muerte, otros países ya tienen en marcha espacios de análisis que faciliten políticamente las herramientas que esa industria necesita y de la cual se puedan beneficiar de un modo más intenso. El gobierno de Corea o el de Suiza mantienen en esas comisiones a miembros de empresas como Activision a fin de que su recién adquirida Major League Gaming sea accesible completamente con la llegada del streaming de los eventos en vivo. La pretensión de esas comisiones es proveer espacios comerciales alrededor y generar talento desarrollador en una industria que, cómo decía, no tiene dueño.
Cómo en todo lo que tiene que ver con esta revolución digital, con este cambio de todo cuanto ahora conocemos como mecanismos comerciales y sus implicaciones en todos los sentidos de la cadena de valor, es preciso ponerse manos a la obra. Aprovechar el momento o dejarlo pasar sólo tiene un punto diferencial. Tomárselo en serio. Los eSports podían parecen algo trivial, como para muchos lo es cosas como Snapchat, pero no lo son. Son consecuencias de un cambio. Son el resultado evidente de un nuevo mundo. No todo son robots ni sistemas inteligentes. Sin embargo las oportunidades de crecimiento en este nuevo mundo pasan por aceptarlas todas, desde las más complejas a las más simples. Si las abrazas, las que sea, estaremos preparando nuestro futuro inmediato y garantizando que nuestros hijos puedan desarrollarse con plenitud.
Entre ‘lo rápido, bueno y barato’ y ‘lo lento, excelente y algo más caro’. La economía digital es incompatible con lo humano.
Todo lo que tiene que ver con el futuro de la economía se define a partir de la automatización y la eliminación de intermediarios. Ya sea en la producción, en la cadena de valor o en la estimulación de procesos que no requieran la intervención humana. A esto, de momento, se le llama economía digital. Cuando nuestra obsesión como colectivo se centra en todo lo que significa este nuevo concepto de la digitalización de la economía solemos sobreestimar muchas veces el papel de sus agentes. Sin embargo toca reivindicar el trabajo humano como valora añadido. No seré yo quién lidere ese mensaje pues pienso que prácticamente todo, es cuestión de tiempo, acabará en manos de la eficiencia y de la digitalización o robotización.
Todo lo que tiene que ver con el futuro de la economía se define a partir de la automatización y la eliminación de intermediarios. Ya sea en la producción, en la cadena de valor o en la estimulación de procesos que no requieran la intervención humana. A esto, de momento, se le llama economía digital. Cuando nuestra obsesión como colectivo se centra en todo lo que significa este nuevo concepto de la digitalización de la economía, solemos sobreestimar muchas veces su papel. Yo lo suelo hacer. Sin embargo, toca reivindicar el trabajo humano como valora añadido. No seré yo quién lidere ese mensaje pues pienso que prácticamente todo, es cuestión de tiempo, acabará en manos de la eficiencia y de la digitalización o robotización.
No obstante, siempre permanecerán industrias, especialmente en los servicios, que ofrecerán un factor diferencial, de lujo si me apuras, a la intervención humana. Para los que se asustan ante tanta ‘modernidad’ debemos recordar que plataformas como Etsy, dónde el ‘handcrafted’ es el valor añadido, funcionan muy bien. Restaurantes con ingredientes orgánicos y producción local artesana, granjas no mecanizadas o bodegas de autor permiten pensar que vamos a convivir en un mundo dónde lo no automático y lo humano, tendrá un valor, coste y público específico.
Pero la Economía Digital lo ha cambiado todo y lo interesante es cómo nos adecuamos al tránsito que llevará a ese punto en el que el equilibrio entre ambos escenarios puedan retroalimentarse de manera nutritiva. Lo digital no va a detenerse y lo analógico no debería desaparecer. De hecho a mi modo de ver es factible su convivencia y, tal vez, un beneficio para el consumidor que podrá elegir entre ‘lo rápido, bueno y barato’ y ‘lo lento, excelente y algo más caro’.
Desde que Don Tapscott acuñara el término ‘Economía Digital’ en su libro ‘The Digital Economy: Promise and Peril in the Age of Networked Intelligence’ en 1995 la red ha cambiado mucho y ha impulsado cambios en todos los campos. En ese libro, hace ya una eternidad, nos anunciaba cómo una cosa abstracta por aquel entonces llamada ‘Internet’ cambiaría la forma de relacionarnos, de hacer negocios y de vivir esencialmente. No podía imaginarse todavía, hace sólo 20 años, que todo cuanto imaginó pasaría en un dispositivo sujeto a nuestra mano. Nuestra ‘humanidad’ dependiente de la tecnología debe ser capaz de convivir con lo que esencialmente somos: seres creativos, no automáticos e inestables.
Todo cuanto está sucediendo debe vincularse a lo humano. Nuestra inestabilidad nos ha hecho curiosos y nos ha permitido llegar a crear un mundo automático. Sería un contrasentido que elimináramos el elemento que nos ha permitido crear este mundo. Sería muy poco inteligente destruir el caudal de talento que discurre socialmente entre todos. Sería mucho más interesante concretar los valores que nos aporta la tecnología para ser más humanos.
El problema es que estamos en plena explosión. Si imaginamos la creación de la red metafóricamente y la vinculamos al nacimiento del Universo, veremos que hace 45 años se produjo el ‘Big Bang’ cuando se inventó el microprocesador. El ‘origen de la vida’ se produjo apenas hace dos décadas con la llegada de Internet. Lo curioso es que su curva de crecimiento e innovación es brutal y su trayectoria hacia el infinito es totalmente desconocida.
Seamos humanos, seamos lo que somos y valoremos lo digital en el punto que nos hace más humanos. Es inevitable que suceda pero podemos hacerlo bien o mal. Si hoy en día la mitad de la población mundial tiene acceso a una ‘red social’, el 53% desde un teléfono (por llamarle de alguna manera) móvil y que no hay distinción de ningún tipo entre sus usuarios, veremos que nos estamos dejando llevar por la inercia y que los desequilibrios que se van produciendo no los corregimos pensando que todo llegará.
Es urgente que se culmine este punto de enlace entre la automatización, digitalización y capacidad humana para entenderlo y disfrutarlo. La culminación de la explosión que supuso el nacimiento de la red de redes es esa morfología intuitiva de dispositivos, interfaces, audiencias, publicidad y contenido diverso. Entre los factores que pueden deteriorar una evolución todavía necesaria está la falta de legislación a tiempo, la creencia de que no pueden convivir lo humano y lo digital en igualdad de condiciones o que la transformación digital es únicamente aplicación de tecnología.
Las leyes suelen ir con retraso. Hay algunos indicios que eso puede estar cambiando. La convivencia entre analógico y digital se va asentando en el catálogo para consumidores. La transformación digital de negocios y organizaciones empieza a comprender que la interrupción de los modelos de negocio de industrias viejas no significa su paralización o desaparición, sino que puede llegar a ser una oportunidad de ‘restart’ emocionante.
Las marcas se construyen de un modo distinto y la economía ha ido fabricando enigmas que sólo comprenden las generaciones más jóvenes como los Milenial. En los próximos días iré publicando una serie de artículos que explicarán todos los cambios que la economía digital ha ido generando en nuestra vida cotidiana y profesional. Comportamiento nuevo, relaciones nuevas y significados nuevos. Todo comparado entre lo humano y lo tecnológico, entre lo artesano y lo automatizado.
Muchos clientes me preguntan que pueden hacer para resaltar sus productos o servicios en un océano digital. La respuesta cada vez más es generando valor a lo que siempre has hecho, interpretando los elementos digitales y automáticos que pueden, precisamente, mostrar mejor lo que sabes hacer. El agujero negro digital lo engulle todo, pero también, en el contraste, lo que esté bien hecho siempre brillará justo al lado, al límite del foco de atracción. La clave está en encontrar ese lugar.
Lo normal es que una pequeña o mediana empresa, alertada por el progreso tecnológico en su sector, se pregunte como puede superar las aparentes ‘ineficiencias’ que tiene su modelo cuando lo confronta con la industria relacionada con ella y está más avanzada. Lo curioso es que esos servicios ‘ineficientes’ pueden pasar a ser la clave pues suelen estar basadas en ‘el factor humano’ y la experiencia. Equilibrar esto es mi trabajo de alguna manera, encontrar el modo en el que ambos se puedan equilibrar para obtener un resultado competitivo.
El cloud computing primer paso de la transformación digital.
Cuando hablamos de los elementos de transformación digital decisivos para un negocio solemos pensar en la automatización de procesos, en la comunicación corporativa en redes e, incluso, en modular el acceso a tecnologías disruptivas en el día a día de la empresa. Sin embargo una de las claves está en algo que ya utilizamos en gran medida pero que se limita a espacios realmente muy menores. Hablo del ‘cloud computing’.
Cuando hablamos de los elementos de transformación digital decisivos para un negocio solemos pensar en la automatización de procesos, en la comunicación corporativa en redes e, incluso, en modular el acceso a tecnologías disruptivas en el día a día de la empresa. Sin embargo una de las claves está en algo que ya utilizamos en gran medida pero que se limita a espacios realmente muy menores. Hablo del ‘cloud computing’.
Las soluciones de negocio en la nube para empresas y profesionales facilita el trabajo en cualquier negocio sin tener que preocuparse de infraestructuras costosas o de cuestiones técnicas. Ante todo es importante destacar que el Cloud Computing genera un importante listado de ventajas y que en gran medida es el hilo conductor de la transformación digital que en su primera fase está viviendo el mundo. Nuestra revolución no es más que la acumulación de piezas. Desde el big-data, la automatización de procesos, la impresión 3D, la economía colaborativa y, por supuesto, la nube.
La nube permite la reducción de costos ofreciendo ventajas a empresas de tamaño medio ya que les ofrece el pago por lo que se usa. Es una opción escalable de almacenamiento, por ejemplo que se amplía en base a los que se necesita evitando la compra o alquiler de hardware innecesario. Las actualizaciones son automáticas y no exige la necesidad de tener un departamento IT preocupado por el coste de ‘updates’ futuras.
Una de las más evidentes ventajas es el acceso remoto. Cualquier empleado tiene acceso a la información sin obligación de permanecer en algún lugar todo el tiempo que necesitan un servicio digital concreto. Además la nube es una de las vertientes tecnológicas más respetuosas con el medio ambiente. Suelen utilizar mucha menos energía que los centros de datos más habituales debido a que, al estar centralizado su funcionamiento, su equilibrio es mayor entre lo que se necesita y lo que se proporciona.
Destaca especialmente la facilidad de implementación. No hay necesidad de complejos sistemas de hardware o componentes que precisen de expertos o de un tiempo importante. El tiempo que se tarda en configurar un sistema cloud debe ser similar a la creación de un perfil en una red social. Para mí una de las vertientes más importantes del Cloud Computing es que se logra un mejor tiempo de respuesta en la mayoría de casos. Suele ser mejor que un servidor de hardware estándar lo que sumado al rendimiento y durabilidad hace de el cloud una necesidad competitiva y no una opción empresarial. Permiten equilibrar la competitividad entre grandes empresas y otras más pequeñas.
Una empresa de alto rendimiento y que se pueda considerar de alto valor tiene que ofrecer estos servicios cloud de manera organizada y estructurada. En mi opinión hay una que destaca especialmente por su propuesta y su servicio. Se trata de Open2Saas que ha lanzado una campaña bajo el lema #cloudparatodos que busca aproximar a todo tipo de empresas a la nube y sus ventajas.
Para ello te permiten acceder a este mundo indispensable si estamos pensando en la transformación digital de nuestro negocio. En los proyectos en los que mi empresa implementa y genera estrategias de digitalización, optamos en muchos casos por esta solución como vehículo inicial en ese trayecto tan estimulante. Permite que nuestros clientes ganen en independencia de uso. Se accede con un clic sin saber nada de gestión de sistemas, escala recursos fácilmente, genera backups diarios y semanales por defecto, su disponibilidad es absoluta, no exige ninguna descarga y, lo más importante, el precio es tarifa plana mensual sin sustos.
En tiempos que la modernización de la economía y de la vinculación de la tecnología en el nuevo modelo de crecimiento de un país es importante identificar herramientas que ayuden a ese paso. No es fácil, pero empezar a trabajar en la nube es uno de los primeros e imprescindibles.
La transformación digital de tu empresa no es una opción. Te lo digo muy en serio.
Ayer tomaba un café con un amigo en el centro de Dublín y me comentaba su interés por digitalizar su despacho profesional. Me confesaba que no tenía claro el modo de hacerlo, ni sabia el tiempo que le supondría, el esfuerzo económico, los resultados que obtendría realmente y cómo integraría a sus trabajadores en ese proceso. Pero sin embargo tenía clarísimo que lo iba a hacer, que no había vuelta atrás y que, me confesó, si algo tenía claro es que ‘o nos transformamos con tiempo y estrategia o el mercado nos obligará a hacerlo rápido y de modo táctico.’
Ayer tomaba un café con un amigo en el centro de Dublín y me comentaba su interés por digitalizar su despacho profesional. Me confesaba que no tenía claro el modo de hacerlo, ni sabia el tiempo que le supondría, el esfuerzo económico, los resultados que obtendría realmente y cómo integraría a sus trabajadores en ese proceso. Pero sin embargo tenía clarísimo que lo iba a hacer, que no había vuelta atrás y que, me confesó, si algo tenía claro es que ‘o nos transformamos con tiempo y estrategia o el mercado nos obligará a hacerlo rápido y de modo táctico.’
Tenía razón. Digitalizar cualquier empresa ya no es una opción. Internet es todo y aumenta la presión sobre cada uno de los elementos dónde afecta. Cada segundo que pasa sin ponernos manos a la obra es oportunidades perdidas, y lo que es peor, ponemos en riesgo la propia empresa. Del simple hecho de que una empresa de cualquier tipo ya sabe que cuando acaba la jornada laboral y se baja la persiana su marca continúa vendiendo bien o mal y sigue estando en exposición en la red, ahora es preciso saber que hacer con esos datos y como enlazamos ese espacio vacío con los procesos automatizados a la mañana siguiente.
Lo que es cierto, y lo veo en todos mis clientes, que a pesar de saber que es urgente, necesario y todos tienen esa voluntad de iniciar su transformación digital, la mayoría no tienen claro que supondrá y como se puede hacer. Internet va imponiendo sus reglas y muchas no son tan claras de percibir. Son nuevas obligaciones, nuevas necesidades, y lo que es peor, cambian a un ritmo que las empresas no pueden seguir sino van de la mano de alguien que les ayude. Un comercio no puede estar pendiente de esos cambios, precisa de alguien que le ayude a gestionarlos adecuadamente y en el orden de envergadura que mejor se le ajuste.
Muchos clientes empezaron a trabajar conmigo con una misma sensación. Tenían claro la importancia de iniciar una transformación digital pero no eran conscientes de lo que realmente implicaba. Hay un estudio que refleja este problema. Casi un 90% de los responsables de negocios creen que la transformación digital es crucial para sus negocios pero no son capaces de comprender que supone. Ahora bien hay datos más interesantes. Más de la mitad de esos directivos no saben que en realidad han iniciado una transformación de calado. Lo que a mi modo de ver es aun peor. Van adaptándose en base a la táctica, a veces cometiendo errores costosos que será difícil revertir a medio plazo o con alguna crisis de comunicación que deberán gestionar en el futuro.
La digitalización de una compañía va mucho más allá de renovar sistemas informáticos o invertir en nuevos sistemas. La transformación digital no es comprar tecnología. Por lo menos, no sólo. Tampoco es contratar un nuevo perfil tecnológico en la empresa que ‘se encargue’ de transformar. Es un complejo modelo de trabajo que lo inunda todo, poco a poco, pero con una hoja de ruta clara. Desde los procesos, la comunicación, la tecnología, los datos al el modo de pensar. La idea, en realidad, es más que transformación digital sería adaptación digital, porque o te adaptas a un nuevo mundo o ese mundo provocará que tu espacio comercial se estreche. Hay múltiples ejemplos de empresas que ni lo vieron venir y otras que sí.
Aunque parezca raro, en algún curso para empresas me han preguntado el motivo por el que las éstas realmente deben considerar transformarse digitalmente. Que les diga el motivo bajado a tierra. La respuesta es simple a mi modo de ver. Por respeto al cliente principalmente. Hablar de Transformación Digital no es un concepto vacío. Es una filosofía para definir una estrategia de contenido, marketing, branding building, de relación con el cliente, de procesos y de gestión. Esa mecánica, esa automatización se hace para tratar mejor al cliente, para saber más de él y poder venderle más también.
Pero para saber la necesidad de iniciar un proceso de transformación digital estratégica, y de la mano de alguien que sepa cómo ayudarte, lo mejor es saber cuales son las consecuencias que puede tener el hecho de no adoptar esa transformación. Los que hacen caso omiso de la transformación digital pueden ser percibidos por los clientes como alguien que tiene falta de interés por ellos. A modo metafórico (o no tanto). Imaginemos que su cliente busca sus productos, quiere interactuar con su empresa y, cómo el 78% de los usuarios hoy en día lo hace desde su dispositivo móvil. Tu web no está bien adaptada. Es un drama navegar por ella desde un teléfono. Sentirá que no estás interesado en él.
Es simple. Pues eso trasladémoslo a todo. A la interacción, a los datos, a los procesos, a la filosofía de la empresa. A todo. El éxito del negocio digital no brota con sólo aprovechar la tecnología, ni con sólo la conceptualización de nuevos modelos de negocio de compromiso, sino que el éxito viene de ser capaz de fusionar a todos como si de un fenómeno integral se tratara y donde exista una participación y apoyo en todos los niveles de gestión de una empresa. Te aseguro que no tienes opción. Ni demasiado tiempo. Si necesitas ayuda no dudes en ponerte en contacto conmigo.
El 4 de marzo de 1981 no pudiste enviar un email, pero alguien se lo imaginó.
El 4 de marzo de 1981, cuando en los dos únicos canales de televisión disponibles en España reinaba 'Mazinger Z', 'Banner y Flapy', 'La batalla de los Planetas' y el 'Mono Amedio', se relataba la reacción de los españoles saliendo a la calle en contra del fallido golpe de Estado del 23F y la dimisión previa de Adolfo Suarez. Se escribía, se explicaban estos hechos por radio y veíamos imágenes sin contraste y con un color que para filtros de Instagram están muy bien pero que, para retransmitir acontecimientos, hoy no parece lo ideal
El 4 de marzo de 1981, cuando en los dos únicos canales de televisión disponibles en España reinaba 'Mazinger Z', 'Banner y Flapy', 'La batalla de los Planetas' y el 'Mono Amedio', se relataba la reacción de los españoles saliendo a la calle en contra del fallido golpe de Estado del 23F y la dimisión previa de Adolfo Suarez. Se escribía, se explicaban estos hechos por radio y veíamos imágenes sin contraste y con un color que para filtros de Instagram están muy bien pero que, para retransmitir acontecimientos, hoy no parece lo ideal.
El 4 de marzo de 1981 si querías hablar por teléfono debías concretar la hora en que se iba a producir la conversación puesto que sólo había teléfonos fijos. Enviar mensajes de texto pidiendo una cita sólo era posible si los escribías en una hoja de papel, la doblabas y pedías a alguien que la entregara a su destinataria. ¿Internet? ¿Email?, entelequias de futuristas o de personas que habían oído que algunas universidades estaban trabajando en algo difícil de explicar que parecían 'faxes' de nueva generación. Nadie podía imaginar lo que pasaría apenas una década después, dos o cómo sería nuestro mundo hoy en día, tres décadas más tarde. Un mundo conectado, minúsculo, automático y dónde todo es posible con un click.
Ese 4 de marzo de 1981 saltaba un ‘teletipo’ de la Agencia Efe que debió pasar desapercibido en su momento. Se trataba de unas declaraciones del editor alemán Fredich Burrhardt, en las que auguraba la futura confección electrónica de un ‘periódico integrado’ dónde periodistas e impresores, técnicos y redactores, deberían trabajar de manera conjunta a la hora de realizar un ejemplar y que eso se lograría gracias a la tecnología.
El hombre tuvo el atrevimiento de decir que ‘los periodistas del futuro trabajarían con computadoras’. Esto que nos puede parecer de cajón no lo era tanto en ese momento y no se refería sólo al gesto anecdótico de cambiar una máquina de escribir por algo vinculado a un producto digital. No, se refería a la multidisciplina, al cambio de paradigma en el modelo de trabajo y relaciones.
Ese predictivo punto de vista según Burrhardt aseguraba que ‘se constituirá una manera nueva de trabajar dentro de una década’. Acertó y mantuvo sus afirmaciones durante mucho tiempo. De hecho tuvo que enfrentarse a las críticas de quienes consideraban que un periodista jamás podría sustituir su máquina de escribir por un computador que corrigiera gramaticalmente, ortográficamente, etc. Algo así como ahora cuando muchos aseguran que el periodismo robótico no es posible porque siempre hará falta un periodista.
Unos años después del 81, pocos, el uso de tecnologías como el linotipo y el offset entraron en un proceso de decadencia y fueron reemplazados poco a poco por un sistema computarizado de reproducción de textos, en lo que se conoce como la fotocomposición tipográfica. En esos años los reporteros y articulistas de la vieja guardia no imaginaban desprenderse del papel y la máquina mecánica de escribir.
Pero el cambio disruptivo no se detuvo ahí. Hacia finales de la década de los 80, con la aparición de las computadoras personales, el sistema de producción de periódicos impresos observaría el último avance significativo, gracias al control electrónico de los sistemas. Las noticias empezaron a ser redactadas en computadoras conectadas a un servidor de red. Los periódicos eran redactados y diseñados en una pantalla de ordenador gracias a software de edición. Nacía el ‘diseñador editorial’.
En cada cambio que la tecnología obliga a acometer en cualquier modelo de negocio desaparecen oficios y nacen otros. La proporción está por ver cual es ahora, pero por entonces lograba equilibrarse adecuadamente. El mundo de los medios de comunicación escrita no ha parado de sufrir cambios. De la llegada de las computadoras y del trabajo en red pasaron al periódico digital dónde modelos de negocio, de trabajo y de influencia se han visto modificados al extremo.
Un periódico ahora es un generador de contenidos de todo tipo. Los nuevos periodistas suelen saber que eso es así y se desenvuelven en múltiples disciplinas de la comunicación. El vértigo se ha apoderado de la profesión y la profesión se ha visto modificada en sus formas de manera irreversible. Y es normal.
El periodismo robótico por un lado y la deriva de una audiencia creadora, generadora de los contenidos que ellos mismos consumen, el nacimiento de nuevos actores comunicacionales como youtubers que logran mas views en un video que una cabecera histórica en todo un mes, bloggers que se convierten en influencers de opinión, plataformas donde los medios se inscriben sin saber bien para que como Snapchat y medios móviles nativos que conceden a 20 segundos de video más relevancia que a una columna de opinión de un Premio Nobel de Economía.
Hay una deriva hacia espacios dónde el contenido es otra cosa, es una amalgama imperfecta de personas emitiendo, escribiendo, explicando y relacionándose como si fueran canales propios. Es mucho más complejo que Youtube, es más especial que Facebook o Twitter, es un enorme volcado de contenidos por todas partes donde la calidad, la profundidad o la relevancia no tiene ninguna importancia.
El asunto es otro. Lo importante es que como si se tratara de un ‘déjà vu’, cuando alguna agencia recoge la opinión de los que hablamos de un mundo automatizado y extremo en el futuro inmediato, se parezca un poco a ese recorte de 1981. El futuro llega, de hecho ya llegó.
¿Automatizar, Digitalizar o Humanizar? ¿Depende la Renta Mínima Universal de la combinación de estos conceptos?
En una de las reuniones que la pasada semana tuve en Madrid con un cliente surgieron unas dudas que se están haciendo recurrentes en los últimos tiempos cuando iniciamos un proceso de transformación digital en cualquier tipología de empresa. ¿Digitalización o Automatización? ¿En que se diferencian? ¿Es la automatización una mejora de la propia digitalización?
En una de las reuniones que la pasada semana tuve en Madrid con un cliente surgieron unas dudas que se están haciendo recurrentes en los últimos tiempos cuando iniciamos un proceso de transformación digital en cualquier tipología de empresa. ¿Digitalización o Automatización? ¿En que se diferencian? ¿Es la automatización una mejora de la propia digitalización?
Si partimos del hecho de que la transformación de un negocio a digital es generar nuevos diseños de negocio mediante el uso de las tecnologías digitales, podemos establecer que la implementación de cualquier proceso de este tipo sirve para hacerlo todo más simple, rentable y reducir las fases de una cadena de valor. Sin embargo cuando esa digitalización entra en el campo de las herramientas que se deben utilizar aparece el segundo concepto, la automatización.
No estoy hablando de que la automatización sea sólo la robotización con máquinas o software de cualquier proceso, sino que lo ideal es la combinación entre ambas. No se trata de sustituir personas por procesos automáticos, por lo menos no exclusivamente eso. De hecho hay momentos en que la automatización es una extensión de la propia digitalización o al contrario, la digitalización deriva del grado de automatización que hemos establecido en un modelo de negocio.
En este blog he hablado innumerables veces de que se acerca un mundo sin empleo, dónde las máquinas sustituirán todo lo que puedan hacer más rápido y más eficientemente que un humano. Serán programas o brazos armados, coches autónomos o algoritmos inteligentes, pero lo que siempre sucederá es que la ‘digitalización’ tendrá como objetivo el ofrecer un nuevo valor a los clientes, mientras que la ‘automatización’ procurará mejorar lo que se esta haciendo y el cómo se está haciendo.
Un ejemplo práctico: una gestoría. Si uno de los trabajadores de un despacho profesional utiliza la monitorización de todos sus clientes de manera cotidiana, a la vez revisa sus fechas de pago, sus obligaciones, sus excepciones fiscales y otros aspectos relevantes que cada día debe tener actualizado. La sustitución de formularios tradicionales por un software no es en gran medida ‘digitalización’ pero se acerca. Obviamente en ese cambio hay un enorme beneficio dónde la entrada de datos y la actualización de necesidades se produce casi a tiempo real y vemos rápidamente los beneficios de esa digitalización básica.
Sin embargo, lo que cambia el proceso comercial y de gestión del gestor en cuestión es cuando se ‘automatiza’ la supervisión y recopilación de datos, notificando incidentes o advirtiendo en el cruce de situaciones algo destacado. De este modo el gestor ‘humano’ puede ocuparse de cosas humanas. Puede conversar, tratar y empatizar con sus clientes mientras las máquinas hacen otros trabajos. El software puede controlar el estado de una empresa, dar su conclusión e indicar que se debe hacer y cómo. El gestor actúa en base a eso y lo transmite a tiempo, adelantándose a la situación que pudiera detectarse. El resultado final es una mejor relación entre empresa y cliente.
La idea es que utilicemos la tecnología para valorar mucho más el factor humano. La tecnología nos hace más humanos y nos acerca a un estado natural dónde la creatividad, la empatía y la intuición tiene un valor exponencial. En términos metafóricos y muy básicos podríamos decir que un auricular bluetooth no es más que un automatismo que permite el uso de las manos mientras atendemos una llamada. La importancia no reside en si es digital o no, pues es mecánica, pero cuando los datos de esa conversación son examinados, entra la digitalización. La suma de ambos, es transformación digital y automatización de procesos.
Defiendo la automatización y la digitalización al extremo. Y lo hago no porque sea un signo de nuestros tiempos, un irremediable curso hacia el futuro inmediato, un modelo de competencia que quien no cubra estará arriesgándolo todo. Lo hago porque tengo claro que, bajo un punto de vista humanista, esta revolución industrial y tecnológica que vivimos no trata de sacar a las personas de los procesos, sino de que los humanos hagamos aquello en lo que somos la única especie capaz de hacerlo.
Si podemos utilizar las máquinas, la inteligencia artificial, la impresión 3d, la automatización de todo, la Internet de las Cosas o las plataformas que eliminan intermediarios a partir de una aplicación para estimular, apoyar y complementar el potencial de los seres humanos en la empresa y en la vida personal, está claro que es un avance. Hacerlo de otro modo pone en riesgo el papel evolutivo de cualquier Revolución.
No es lógico que una persona gaste una jornada laboral introduciendo datos. Eso se puede automatizar a partir de aplicativos o de herramientas que lo permiten. La digitalización luego extrae el valor de esos datos. La ‘humanización’ finalmente permite que esa persona actúe desde una perspectiva y un tiempo que no podría si esas tareas las tuviera que hacer él o ella.
Cuando hablamos de futuro, de un mundo sin empleo, deberíamos matizar que el mundo que viene es un mundo ‘sin el empleo actual’ y dónde vamos a tener que reconquistar nuestro sentido en este escenario identificando un ‘trabajo a la carta’ adecuado para cada persona. La Renta Mínima Universal irá de eso, de asegurar el sustento de vida a todos y a la vez el espacio laboral más estimulante dónde la rentabilidad humana pasará a segundo plano pues ese análisis estará reservado para máquinas y software.
Con cada cliente analizo el mismo punto. Si el negocio digitalizado representa una gran oportunidad en términos de innovación y de ventaja competitiva, la creación de ese valor parte de un planteamiento inicial completo dónde el papel de todos es clave, el de las máquinas y el de las personas. Automatizar y digitalizar es el modo más innovador de humanizar.
¿En qué grado de digitalización se encuentra tu empresa? ¿Cómo de digital es tu industria?
Un estudio reciente del McKinsey Global Institute investigó el estado de digitalización en diferentes sectores de la economía encontrando una, cada vez, mayor brecha entre algunos de ellos. La mayoría de las empresas digitales crecían de manera brutal en cuanto a su productividad y a sus beneficios al contrario de los rangos de crecimiento de otras que no pertenecen a ese grupo. La Harvard Business Review presentó sus conclusiones que hoy os traigo aquí dónde analizaban 27 indicadores que permiten analizar a cualquier industria en su fase de digitalización. Esos indicadores se dividen en tres categorías: activos digitales, uso digital y trabajadores digitales, siendo las dos últimas las que marcan la diferencia de manera más significativa.
Un estudio reciente del McKinsey Global Institute analizó el estado de digitalización en diferentes sectores de la economía encontrando una, cada vez, mayor brecha entre algunos de ellos. La mayoría de las empresas digitales crecían de manera brutal en cuanto a su productividad y a sus beneficios al contrario de los rangos de crecimiento de otras que no pertenecen a ese grupo. La Harvard Business Review presentó sus conclusiones, que os traduzco en parte hoy, dónde analizaban 27 indicadores que permiten analizar a cualquier industria en su fase de digitalización. Esos indicadores se dividen en tres categorías: activos digitales, uso digital y trabajadores digitales, siendo las dos últimas las que marcan la diferencia de manera más significativa.
Es cierto que en la mayoría de los casos al hablar de ‘lo digital’ muchos directivos y empresarios no tienen claro que es realmente más allá de comprar versiones actualizadas para sus sistemas, cuando en realidad todo eso no es más que el primer paso, el comienzo. Para ser competitivo, para destacar, se debe ‘pensar en digital’, hacerse digital, reconvertir la fuerza laboral y de gestión intensificada en todos los aspectos de la empresa.
Los activos digitales se han multiplicado exponencialmente en el mundo de los negocios. Hemos digitalizado muchísimas cosas, se han implementado aplicaciones y se han generado nuevos modos de alcanzar a los clientes en escenarios como las redes sociales o profesionales. Pero seguimos lejos de lo que significa ‘transformación digital’. Esos activos son importantes pero sólo son la parte menor del desafío que muchas empresas deberán urgentemente afrontar.
Hay dos divisiones, dos competiciones distintas entre los diferentes sectores económicos. En el estudio al que me estoy refiriendo se trata de generar un índice de digitalización de cualquier industria. Un modelo de análisis que utilizo cuando en alguna consultoría debemos conocer con detalle los aspectos relevantes para llevar a cabo el trabajo de transformación que me encargan. Lo mejor es que es un trabajo que se debe realizar con los equipos directivos y son ellos los que localizan la medida exacta de su estado de digitalización. Normalmente se sorprenden. Ni es tan poca en algunos casos, ni tanta como otros suelen creer.
Veamos cada una de las tres grandes categorías del índice. En primer lugar, los activos digitales. El grado en el que las empresas han digitalizado sus activos físicos cómo flotas de vehículos conectados, grandes volúmenes de datos o sistemas logrando un gran rendimiento de los equipos, sistemas y cadenas de suministro. Un ejemplo es el nuevo teléfono inteligente S60 de Caterpillar, que viene con capacidad de imagen térmica incorporada y es útil para los constructores, electricistas y trabajadores de servicios públicos.
La segunda categoría, el uso digital, mide el grado en que las empresas se involucran en lo digital con clientes y proveedores. Las empresas de los sectores líderes hacen un uso más intenso de los pagos digitales, marketing digital y el desarrollo de productos de diseño. Burberry, por ejemplo, ha buscado la integración de los medios sociales y las experiencias de inmersión en sus tiendas físicas, lo que ha logrado una tremenda disrupción en su cadena de valor.
Pero lo que realmente diferencia a los líderes es la tercera categoría: el grado en el que se ponen las herramientas digitales en manos de los miembros de la compañía. Para obtener una imagen precisa, se evaluaron más de 12.000 descripciones de tareas detalladas a fin de identificar aquellos más vinculado con las tecnologías digitales.
Las diferencias son enormes: las empresas de sectores líderes tienen una fuerza de trabajo 13 veces más digitalizadas que el resto de la competencia. En sectores rezagados, el compromiso digital de la mano de obra puede ser errática; algunas organizaciones han hecho progresos en ciertas áreas, pero aún no se han ocupado de las tareas fundamentales que realizan sus trabajadores. Muchas organizaciones de atención de la salud, por ejemplo, utilizan tecnología muy sofisticada en el diagnóstico y tratamiento, pero una parte considerable de su plantilla utiliza herramientas muy rudimentarias o, directamente, ninguna tecnología. Menos del 20% de los pagos a los proveedores en el cuidado de la salud y a sus proveedores se hace digitalmente, por ejemplo.
Es obligatorio para directivos y empresarios determinar las prioridades digitales, teniendo en cuenta la transformación del negocio global para mantener una ventaja competitiva. Esto requiere un enfoque externo que permita entender más profundamente las expectativas a las que se puede llegar atendiendo al sector y a la categoría de digitalización como he dicho antes.
Los clientes están cambiando y las empresas deben cambiar también para satisfacer mejor esas nuevas necesidades. Cuando un cliente me pide que analice su estado de digitalización y desarrolle un plan de acción identificamos esos vacíos con los equipos de gestión, diseñamos una estrategia de bajo impacto financiero y una hoja de ruta que tenga resultados a corto plazo a fin de dotar de confianza el proceso que venga después. Piensa en tu sector y luego pregúntate el grado de digitalización en el que te encuentras. Si necesitas ayuda no dudes en contactarme.